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DIRECTOR: GONZALO MÁRQUEZ CRISTO. EDITORES: AMPARO OSORIO, IVÁN BELTRÁN CASTILLO. COMITÉ EDITORIAL: Fabio Jurado Valencia, Carlos Fajardo Fajardo, Mauricio Contreras. CONFABULADORES: Óscar Collazos, Jotamario Arbeláez, Maldoror, Fabio Martínez, José Chalarca, Rafael Ortega Lleras, Marcos Fabián Herrera, Chócolo, Olga Sanmartín, Freddy González, Gustavo Tatis Guerra, Sergio Trujillo Béjar, Argemiro Menco Mendoza, Guillermo Bustamante Zamudio, Hernando Guerra Tovar, Gabriel Arturo Castro, Profesor Martínez Guerrero. EN EL EXTERIOR: Alfredo Fressia (Brasil); Antonio Correa, Iván Oñate (Ecuador); Marco Antonio Campos, José Ángel Leyva (México); Luis Alejandro Contreras, Benito Mieses, Hermes Vargas (Venezuela); Renato Sandoval (Perú); Efer Arocha, Jorge Torres, Jorge Nájar, Eduardo García Aguilar (Francia); Marta L. Canfield, Gabriel Impaglione (Italia); Luis Bravo (Uruguay); Armando Rodríguez Ballesteros (Costa Rica).
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Con–Fabulación con el asunto "retiro"
Jim Amaral
El visionario
Jim Amaral, uno de los más reconocidos maestros de la plástica latinoamericana, arriba a sus ochenta años el próximo domingo 3 de marzo. Con-Fabulación rinde aquí tributo sus abisales pinturas y a sus coloridos y perversos dibujos, y por supuesto a su cósmica obra escultórica que lo ha convertido en uno de nuestros imprescindibles.
¡Salud poeta del bronce!
Por Gonzalo Márquez Cristo
"La esencia del arte es la poesía, pero la esencia de la poesía es la instauración de la verdad", afirma Martin Heidegger, y es a la luz de esta acerada reflexión que se torna legítimo aproximarse a la obra de Jim Amaral, pues basta contemplar una de sus Esfinges para sorprender en ellas a la escultura aconteciendo como poesía, y para develar la experiencia tormentosa que condujo a su autor a erigir uno de los universos estéticos más significativos de nuestro tiempo ilusorio.
Si "el arte es poner en la obra la verdad" como lo vislumbró el gran filósofo alemán, aquí tenemos la constatación de esa idea fulgurante, pues el milagro que hace posible desocultar al ente y a la vez descubrir la Nada, habita estas creaciones magníficas.
Hay algo de videncia en un corpus estético que nos expone a la voracidad de nuestro pathos inexorable. Las figuras abatidas o expectantes, que se muestran bajo los signos de su aislamiento, producen en el contemplador la misma sensación que se manifiesta cuando admiramos las ruinas de Pompeya, porque en forma similar al intempestivo trabajo de la lava, los arrasamientos interiores y los oprobios que universalizan la condición humana, marcan en los bronces de Amaral su impronta indeleble.
Quien se aproxima a su universo artístico advierte en primera instancia a una horda de viajeros cósmicos que ha decidido eternizarse en sus bronces, pero apartándose del imaginario alienígena, confronta a una legión de torturados y perseguidos, y a las víctimas de la incomunicación y del silencio.
Sus creaciones podrían emanar del porvenir sideral pero más exactamente son la prueba de un tiempo fuente —perdido en la bruma de nuestro pasado—, perseguido a merced de los artilugios de la ensoñación: ejercicio que nos lega el prodigioso regreso a la infancia de la imagen, y claro, a la alborada de los ritos.
Jim Amaral: "Cubo envolvente". Bronce, 2000.
El artista propende sin esperanza por el retorno del diálogo cósmico, sus imágenes están provistas de un mutismo insondable y aunque a veces ostentan enigmáticos mensajes tatuados en su piel en una lengua aún no inventada, siempre —en forma estremecedora—, tienen la certidumbre de que la urgente respuesta nunca se producirá.
No es lo arcaico lo que el escultor intenta plasmar como lo ha dicho reiteradamente la crítica, sino el sobresalto inaugural. No es lo antiguo sino la primera eclosión manifiesta… Pues de existir una profecía del origen —un augurio del primer latido, un vaticinio hacia atrás—, tendríamos que acudir a estas visiones escultóricas si pretendiésemos elucidarla.
Creaturas ocultas por extraños yelmos y unos seres que despojados de sus ojos escrutan el espacio, aguardan aparentemente desde tiempos remotos la solución a un jeroglífico capaz de interrumpir nuestro destierro interior, una clave que quizá logre redimirnos...
Es en asociaciones viscerales que irrumpe el arte de Amaral, en las formas básicas del inconsciente donde navega su imaginación insumisa, porque allí lo mágico funda su espacio más fértil. Estos tótems vigilantes que han hecho de sus brazos alas frustradas y de sus pies raíces, componen un territorio escultórico que se ha venido configurando desde 1989, con piezas de edición única, pues el autor es radical crítico de nuestro mundo falsificado.
Ascenso y descenso son las rutas de su fundamental expresión, gramática de la verticalidad como aquella que asiste a lo poético. De allí su secreto diálogo con lo abisal y lo celeste.
La ilusión del movimiento alienta sus imperturbables creaciones de bronce: al abrir las puertas de sus pechos una caligrafía secreta nos sugiere una comunicación astral, al girar las ruedas que asisten sus piernas aprendemos que el desplazamiento es un espejismo, al presenciar la piel de un torso se evidencia una germinación vegetal, y casi siempre es fácil advertir el cruento itinerario que conduce a estas invenciones metálicas a la forma de una obsesión.
Una iconografía hierática impone la ductilidad del tiempo. Sus figuras adquieren por el hechizo del arte existencia milenaria y la fuerza que las totemiza revela una insaciable hambre cósmica, y se podría pensar que en su vuelo vertical ellas entonan una plegaria a la Vía Láctea o a la Nada, o tal vez a un dios que nunca vendrá…
Con frecuencia sorprendemos a sus seres antropomorfos en una mutación a pájaros o a creaturas bebedoras de luz, y en singulares ocasiones vemos numerosas ramas aflorando de sus cuerpos, pues la obra de Amaral es la apología de una metamorfosis inconclusa, es la proyección del ser hacia su límite, a veces provocada por impulsos aciagos y otras por la perseverancia interior, por el colosal intento de alcanzar una trascendencia galáctica.
Jim Amaral: "Cisne 1". Bronce, 2000.
Piezas magistrales como "Wingfall" donde las alas son la esclavitud, como las Esfinges que con apariencia aterradora esperan nuestra respuesta después de su interrogación calcinante, y como varios de sus Cisnes de piernas mutiladas que apenas conservan del cielo algunas plumas azules, bastarían para corroborar el trágico fulgor de su universo expresivo; no obstante complementando ese espacio mítico: "Hombre atado" y "Latitud 4 grados norte" que corresponde a la posición geográfica de Colombia, verdaderas poéticas de la crueldad, hacen de Amaral uno de los testigos más agudos de nuestro tiempo desolador.
Los grávidos seres con sus brazos en espiral, o aquel Poeta muerto que expone la marina concavidad de su cráneo —como si delatara así su metáfora póstuma—, relatan en realidad un viaje a la fuente de nuestros miedos, un itinerario de angustia en pos de un signo que nos ayude a sobrevivir.
"¿Contra quién combato? ¿Qué es aquello que me desvela? ¿Por qué permanezco atemorizado ante una flor, una nube o una estrella, sin que nadie me ofrezca el equilibrio, ni siquiera el amanecer?", exclamó Amaral en una conmovedora entrevista que tuve el honor de tutelar en el año 2008.
La forma lúcida de la tragedia asiste a estas esculturas fascinantes. Hombres-pájaro subyugados por la inutilidad de sus alas atormentadas y personajes de cuerpos mancillados, poseídos por pátinas de color azul o verde, que a veces recuerdan matices de los bronces etruscos, lanzan su silencio tremendo al infinito.
Un diálogo de estas obras con los Moáis de la isla de Pascua, que aguardan el regreso de una divinidad desconocida, se hace inevitable, pues aquí asistimos a las visiones del origen. El artista trabaja, lo he sospechado siempre, con los dedos del tiempo, y esto es posible comprobarlo al advertir sus laboriosas oxidaciones y relieves.
Y mientras penetramos con su tribu de metal al territorio de lo sagrado, al caos que propone una era de rostros abolidos donde todos somos iguales, ocurre la necesaria disolución de la niebla para que nosotros podamos ver el destello de la verdad en el arte, según la mencionada sentencia heideggeriana.
La creación, propuesta en esta obra como un retorno a la intemperie existencial, lega a su demiurgo la facultad de viajar al origen del horror, como lo corrobora en Siete sombras, su más reciente congregación de bellas creaturas oriundas del país del estremecimiento.
No obstante, es oportuno agregar aquí que el horizonte creativo de Amaral se extiende a otras zonas expresivas, pues es un obstinado hacedor de singulares dibujos regidos por radicales asociaciones eróticas, donde con lucidez bebe en la fuente de la infancia intentando descifrar la despiadada pregunta de la sexualidad. "El goce supremo es la metamorfosis, la más alta fantasía del amor no es la posesión sino la transfiguración sexual", sentenciaba Jean Baudrillard, pensamiento aquí verificable.
Un bestiario fantástico se manifiesta en sus dibujos provocadores, una ingenua perversidad habita los caballos contrahechos e impúdicos fechados en 1964 que comentara con lucidez Juan Antonio Roda; un desgarramiento del deseo puebla sus surreales Cartas antiguas, y una ironía del sueño de la completud sus Paisajes carnales de los setenta, donde el cuerpo es asumido como un estallido de sus zonas simbólicas, como una danza de soles erógenos.
En sus Flores invisibles (1977), dibujadas como un secreto homenaje a los grabados botánicos del siglo XVIII, en sus bodegones espectrales titulados Frutos de duelo (1982) y De profundis (1984) —alusivos a la muerte de su padre—, verdadero naufragio de grises, presenciamos las frutas elevadas a su destino de fósiles.
Siguiendo este vuelo sobre sus fases creativas, surgen sus Íncubos y súcubos y los Signos del zodíaco, ejecutados a lápiz y acrílico durante la década de los ochenta, que emparentan su iconografía con El Bosco y especialmente con William Blake, tal como lo vaticinara el famoso escritor francés André Pieyre de Mandriargues, en un comentario a una de sus exposiciones realizadas en la Galería Loeb de París en 1971.
Jim Amaral: "Homenaje a Ritual de títeres". Serie Caleidoscopio. Dibujo, técnica mixta.
En sus series de imperioso colorido: Per-se, Aguas turbias, Caleidoscopio y El hogar en la casa, urdidas durante el nuevo milenio, y provistas de un gran poder onírico, es notable la levitación de esas mujeres que caen como lámparas, la composición circense de aquellas figuras que parecen retozar en una playa ingrávida... También, como artífice de collages y de un universo de objetos delirantes, de sillas inútiles, de espejos muertos y de cucharas aladas, Amaral alcanza una dimensión perturbadora.
¿Es entonces su obra la condena de un mensaje que nunca será recibido? ¿Es además una respuesta lúdica al tormento de lo erótico como lo manifiesta en sus dibujos donde la metamorfosis despliega su dominio? ¿O es la profecía artística de nuestro origen aterrador?
Puede ser todo lo anterior, como lo hemos dialogado tantas veces, o la denuncia del reino de la soledad y de la incomunicación que se impone cuando derrocamos los espejismos de la existencia según lo testimonia su archipiélago escultórico.
Porque "cuando lo real se mueve quedamos desprotegidos, solos, atemorizados, y tendríamos que hacer del arte una religión, si queremos que el mundo regrese a su sitio"; evoco a manera de respuesta una de sus afirmaciones consignadas en el reportaje "¡Cuídense de la esperanza!", perpetrado para el número 19 de la revista Común Presencia.
Y ahora que todas mis palabras están puestas, lo observo a contraluz en la gran mesa de su estudio, mientras me llega la metáfora que usara Marta Traba para definir sus pinturas poco antes de su accidente fatal en 1983: "Esta es un obra de cámara que no puede sino hablar su espacio solitario". Luego me adviene también el párrafo que le dedicara el novelista chileno José Donoso que introduce el catálogo de su gran retrospectiva realizada en el Museo de Arte Moderno de Bogotá en ese mismo año: "Amaral lleva en sí la semilla de lo perecedero, la voluptuosidad y la muerte".
Cierro los ojos y lo veo acompañado de un Vigilante lunar, un Árbol camino y un Perro guardián de rostros condenados; luego lo vislumbro tañendo la campana en un templo hindú para avisarle a los dioses su presencia —tal como rememoró en nuestro más reciente ritual de café—, y por último lo imagino ingresando al laberinto de su creación completamente solo, dispuesto a ser la víctima de la Esfinge o del Minotauro, del amor o de la muerte, del deseo o del abatimiento; decidido como siempre a morar en el magnífico universo de lo trágico.
Jim Amaral, escultor y dibujante nacido el 3 de marzo de 1933 en Pleasanton (California) y creador de un universo perturbador. La maestría de su obra escultórica y sus provocadores dibujos eróticos le otorgan un sitial irremplazable en la plástica contemporánea. Se graduó en 1954 en Stanford University, Bachelor of Arts. Realizó estudios en Cranbrook Academy of Art entre 1954 y 1955. Reside en Colombia desde 1957, con temporadas en California y París. Ha realizado exposiciones en Estados Unidos, Alemania, Francia, Suiza, Italia, Bélgica, Venezuela y Suecia, entre las cuales destacamos las efectuadas en los Museos de Arte Moderno de Nueva York, Bogotá, París, y el Centro Georges Pompidou.
Oswaldo Sauma
De este escritor costarricense nacido en 1949, hijo de Dionisos, publicamos uno de sus lúdicos y hermosos poemas, escrito durante la agonía del anterior milenio, que podría llevar por epígrafe el verso de Omar Khayyám:
"Voy por el camino con mi botella y mi sombra
Afortunadamente mi sombra no bebe".
FIN DE MILENIO
(primer trago)
estoy tan solo
que ni la policía me busca
y este aguardiente de Caldas
no hace efecto
en medio de tanta tristeza
sin amores
sin cucarachas
que me recuerden
la suerte del planeta
los hijos lejos
en sus cosas
y yo tan a solas
comprendiendo a los suicidas
aunque sea incapaz de jalar el gatillo
(segundo trago)
tenían razón:
Dios hizo al hombre
con dos tragos de menos
ahora la soledad
es un crisol de sueños
vuelven las mujeres
que conocimos
a sembrar sus flores de polvo
dos tragos
y el mundo cambia su rostro
dejan de importar las nimiedades
coquetea uno con la muerte
(tercer trago)
tomar la senda del aquietamiento
me aconseja el I-Ching
y este corazón
ya quiere volarse de su jaula
no tolera al asceta
que me impone este refugio
quiere salir
tomar las calles
gastarse en amores fugaces
correría cualquier riesgo
sabe que el verdadero guerrero
ya está muerto
(cuarto trago)
no sé por qué
me mortifica este número
quizá sea porque soy
el tercer hermano
de una familia de cuatro
o porque esa fue la nota
que más repetí en el colegio
o porque desconozco
su significado cabalístico
o porque me gustan más
los números impares que los pares
yo qué sé
algún terapeuta sabrá
dar razón de estos teoremas
(quinto trago)
renace la luna de Li-Po
se aplaca el ansia de ser
otro asume mi pellejo
desaloja las culpas
los rencores
hace acopio del timón
la nave se balancea
como un ebrio
de un lado hacia el otro
Premio para Augusto Rendón
Dibujo de Rendón
El Jueves 28 de febrero 3:00 p.m, se entregará el Reconocimiento de la Asociación de Artistas Gráficos Latinoamericanos (AAGL) al Maestro AUGUSTO RENDÓN, como un artista plástico insigne para la gráfica del continente.
Invitamos a los confabulados a que nos acompañen en este merecido homenaje. Entrada libre.
Auditorio Archivo de Bogotá, calle 6B # 5-75
Colombia
Gabriel Arturo Castro
Siete ensayos sobre Héctor Rojas Herazo
Por Nelson Romero Guzmán
"Son pocos los libros que hoy despiertan una profunda inquietud; son contados los autores que, a través de una escritura filosa y carente de concesiones, pueden provocar en los lectores una extraña mezcla de entusiasmo y malestar". Estas palabras que para muchos pueden parecer insurgentes y provocadoras, resultan exactas para referirse a la obra del poeta colombiano Héctor Rojas Herazo; esas mismas palabras dirigidas con cierto sarcasmo a toda una desesperada producción poética nacional, en buena parte son aproximativas a la poesía de Rojas Herazo que fraguó una obra de "escritura filosa", "carente de concesiones" y a la vez llena de entusiasmo y malestar. El anteriores el tono del último libro del poeta, ensayista y crítico bogotano Gabriel Arturo Castro que, con el título "Entre el mundo del lenguaje y la memoria", aborda la poesía de Héctor Rojas Herazo a partir de siete ensayos. El poeta que naciera en Tolú en 1929 y falleciera en Bogotá en el 2000, dejó una de las obras más emblemáticas de la poesía colombiana que empieza a ser asediada por la crítica.
Quienes hemos seguido de cerca la escritura crítica y ensayística de Gabriel Arturo Castro, sabemos que ella reflexiona permanentemente sobre el fenómeno poético y estético en general y de paso también hace reflexionar al lector en forma crítica. Al abordar la poesía de Rojas Herazo, no sólo el autor de los presentes ensayos críticos nos está dando razones de por qué estamos frente a una de las obras más auténticas de la poesía colombiana, sino que se está preguntando constantemente por el ser de la poesía, a la vez que advierte algunas claves que nos ayudan a comprender en el verdadero creador dicha autenticidad. Cuando Castro Morales afirma: "La poesía de Héctor Rojas Herazo es el despliegue de una experiencia" o, lo que es lo mismo, está impulsada por una "experiencia interior", está creando una frontera invisible entre aquellas producciones auténticas que tienen una fuerza y un movimiento propios, es decir, hacen el viaje de adentro hacia afuera y viceversa; las otras son las inauténticas que sólo alumbran una "verdad exterior" y por ende son contemplativas y narcisas en su génesis, es decir, carentes de vida, como aquéllas que se encumbran en los asombros culteranos o se ensimisman en la contemplación de la belleza como única vía de salvación del arte.
El mundo poético de Rojas Herazo, su lenguaje, como prefiere designarlo Gabriel Arturo Castro, se nutre de la percepción de un mundo directo, cotidiano, circundante de la experiencia; de ahí la sencillez de una obra en la manera de combinar las palabras del idioma, la sinceridad de su verbo que se alimenta de barro, estiércol, catarro, sudor, "la pezuña y el óxido", "el zumbido de las totumas", el ronquido y la sarna, en fin, los elementos más ásperos donde está el hombre con su experiencia vital, sus elementos primordiales, despierto con sus sentidos de cara al mundo, lejos de los culteranismos que lo enajenan en la historia y lo enmascaran en la belleza, sin diálogo con el tiempo presente del hombre. Así nos hace pensar el libro de ensayos de Castro Morales, quien cita este memorable poema de Rojas Herazo:
UNA LECCIÓN DE INOCENCIA
Van Gogh pintó una vez
El retrato del mundo.
Allí estaba todo:
Las flores que se abren
Y las puertas que se cierran,
Los días del llanto
Y los días de oro,
Los senderos y los sueños,
Los ramajes y las palomas.
También un niño
Mirando dos amantes
Y también la hora del nacimiento
Y la muerte de cada hombre.
Para lograr ese retrato, Van Gogh
No tuvo sino que pintar una silla.
Justamente, esa inocencia del artista que percibe toda una totalidad, una historia y una memoria del hombre a través de un elemento tan humildey cotidiano, es lo que Gabriel Arturo Castro resalta en Rojas Herazo, el poder de su lenguaje capaz de elevarlo cotidiano al misterio. Aquí resalta el autor de los presentes ensayos una de las claves del tono del poeta caribeño como lo es la escritura entrelazada al habla cotidiana.
Las claves más importantesde una escritura cumbrecomo la de Rojas Herazo, "llena de entusiasmos y malestar" (entusiasmo del acto creador y malestar del hombre), son abordadascon el mayor rigoren los siete ensayos de Gabriel Arturo Castro para dar cuenta de los mecanismos del lenguaje que resuelve la representación del mundo en obra: la epifanía entendida como el impulso interior que permite "llegar a la frontera donde se suspende el tiempo y se materializa la emoción en un espacio sin límites de nuestra propia memoria" dando paso a "una revelación que expresa el yo en el otro" producto de la iluminación súbita; "epifanía en Rojas Herazo es la voz en acción que detiene el tiempo, lo congela para que el poema permanezca", puntualiza Gabriel Arturo Castro. Otro de los tópicos de reflexión explorados en los ensayos es el de "el tiempo interior" y "la experiencia vital"; en este punto la memoria está en el centro de la vida interior del tiempo poético: "La poesía de Rojas Herazo podría ser, de acuerdo con esta reflexión, una experiencia desde adentro, diálogo entre el mundo exterior e interior, los cuales se verán afectados por el quehacer del individuo, de su experiencia comprometida, intensa, gratificante, constructiva e inteligente". Luego el ensayista pasa a revisar otros trasuntos como la actualización y recuperación del pasado, la metáfora como imagen del mundo, el alcance místico de las palabras, la poética del otro y lenguaje como suma del mundo en la obra. En esa poética del otro, Castro Morales percibe la poesía de Rojas Herazo como "un teatro de voces"en la que su yo poético aloja voces anónimas dando paso a la alteridad.
Los ensayos dialogan en forma permanente con la poesía de Rojas Herazo en varias citas de sus poemas, con los comentarios críticos a la obra del poeta toludeño hechos por Gabriel García Márquez, Henry Luque Muñoz, Fernando Charry Lara, Luis Alfonso Ramírez Peña, Alfonso Cárdenas Páez, Peña Dix; además apoyado en la filosofía de Bergson, Heidegger, el pensamiento literario de Blanchot, Paz, Bachelard, entre otros. Pero es el patio, centro del mundo creado por Rojas Herazo, donde Gabriel Arturo instala el origen de su creación. En el patio de la casa de sus abuelos en Tolú hallamos el mundo primordial, el Paraísode barro que da origen a sus criaturas poéticas; en ese lugar mágico de la infancias ocurre elretorno del tiempo y del mito,se congreganlos personajes del malestar de la historia prefigurados en la poesía de Rojas Herazo: Caín, Abel, Satanás y hasta el propio Lázaro reencarnado en el cantanteAgustín Lara, de acuerdo a la manera como nos presenta su mundo el auto de estos ensayos.
La escritura de Gabriel Arturo, que ha tenido en José Lezama Lima yBlanchot a dos de sus mayores ejemplos en el ensayo, invita no sólo a leer de manera inteligente la poesía de Héctor Rojas Herazo, sino a leer en general la poesía, a entender la interioridad como el impulso primario sin la cual la creación dejaría de ser auténtica; interioridad como movimiento que pone en juego en la escritura poética un complejo mecanismo de elementos psíquicos como la epifanía, la intuición, la memoria, la experiencia, la metáfora, la imagen, la inteligencia, entre otras.
CARTAS DE LOS LECTORES
OLGA ROJAS. Buen artículo el de la profesora Rojas sobre su viaje educativo por la selva colombiana. Nos queda la duda sobre los programas de las universidades para la población indígena, y más que eso, la certeza de que este sector excluido jamás podrá educarse sin traicionar sus raíces. Manuela María Martínez.
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CRISIS CAFETERA. Creo que es hora de que el gobierno de Santos salve a los productores de café y no a sus burócratas. Es hora de que vuelva los ojos a las crisis que se avecinan en todos los sectores, comenzando por la cafetera que se inició hoy y a la que se sumaron también los cacaoteros del país. Isabel Gómez González
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CARLOS FAJARDO. Mi congratulación a este prolífico escritor cuya pluma siempre resulta deleitosa en sus páginas. No pude asistir al lanzamiento de sus Estéticas del Siglo XX pero quisiera saber dónde puedo conseguirlo Rodrigo Antonio Mantilla.
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VIERNES DE POESÍA. Gracias por la oportuna información sobre el cambio de fecha de Viernes de Poesía para el 1º. De Marzo. Sin su información habría perdido el viaje a ese evento siempre tan especial que dirige el profesor Jurado. Luis Edgar Subachoque.
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