Discurso de Orden pronunciado el 27 de los corrientes en la Legión de Honor de la Benemérita Guardia Civil del Perú, en ocasión de la Celebración del 130º Aniversario de la Batalla de Tarapacá.
Embj. Eduardo Carrillo
Deseo que mis primeras palabras sean de gratitud a la Legión de Honor de la Benemérita Guardia Civil del Perú, a la cual me honro en pertenecer, por haberme conferido el privilegio de tener a mi cargo el Discurso de Orden en tan importante conmemoración patriótica, celebración solemne, que los peruanos jamás debemos olvidar por las lecciones que nos dejó. Nos referimos a la Batalla de Tarapacá. Enfrentamiento bélico en el que a pesar de todas las adversidades que afrontábamos en los frentes interno y externo, supimos derrotar a las fuerzas militares de ocupación chilena, en la infausta e injusta guerra de rapiña, mal llamada por muchos de los historiadores "Guerra del Pacífico" Hace 130 años, es decir el año 1879, en un día como hoy 27 de noviembre, siendo aproximadamente las ocho de la mañana, nos narra la Historia del Perú, que las tropas chilenas hicieron sorpresivamente su aparición en Tarapacá, ante el abatido ejército peruano que pasaba la noche al raso, luego de su penosa retirada de San Francisco debido al revés sufrido. Decimos penosa porque fueron varios días de incesante caminata por el desierto, sufriendo hambre y sed. Contingente militar con soldados descalzos y andrajosos y sin contar con las municiones más elementales. Situación diferente la del ejército chileno, no sólo superior en número, descansado, bien alimentado y mejor dotado de armamento, sino además incentivado, por la fácil victoria lograda en San Francisco, simple secuela de las traiciones que sufrió el Perú. Considero oportuno, describir, como era la localidad de Tarapacá, en donde nuestros heroicos combatientes iban a escribir una página de gloria para la Nación, además de destacar las condiciones críticas en las que se encontraban. En este sentido, resulta ilustrativo citar un pasaje de la "Historia de la República del Perú" de Jorge Basadre : "El hecho solo de que se mantuviera compacto este ejército parece un milagro. Se hallaba sin recursos, sin abrigo con que defenderse del violento frío nocturno, sin agua frente a los calores del día, sin zapatos. Si grandes habían sido los sufrimientos en la marcha de Iquique a San Francisco, peores resultaron ellos ahora, contando con menos elementos de movilidad y aprovisionamiento. Los chilenos se apoderaron pacíficamente , el 23 de noviembre, del Puerto de Iquique, cuya guarnición compuesta por entusiastas civiles armados al mando del Coronel Juan Miguel Ríos había partido a reforzar al ejército de Tarapacá al que llevó municiones que harto necesitaba. Éste, en su marcha de treinta millas por la pampa, había tenido que dejar tras de sí los cañones que se atascaron en la arena. Tampoco contaba con caballería. Sus fuerzas eran, pues, de infantería, generalmente de raza indígena, hombres oriundos, por lo tanto, de clima muy distinto; pero a pesar de todo, capaces de estólida resistencia frente al hambre, la fatiga y la sed. En el improvisado campamento de Tarapacá las municiones escaseaban tanto como los víveres. La aldea de Tarapacá estaba situada al pie de la cordillera, en el fondo de una quebrada de 300 a 400 metros de ancho, dominada por elevados cerros cortados casi a pico y cuyos descensos hasta los más accesibles podían ser ventajosamente defendidos por quienes dominaran las alturas. Los bolivianos la habían saqueado en su retirada y las casas estaban desiertas". Debido a ello, la insensata y falaz percepción chilena de creer que el triunfo en esta batalla jamás les sería esquivo. El plan de ataque chileno era coger por sorpresa a las tropas peruanas acantonadas en Tarapacá y acabar raudamente con ellas, algo que no pudieron lograr. Y se equivocaron porque nunca imaginaron que las limitaciones físicas y materiales de nuestros soldados, iban a ser suplidas por su gran valentía y arrojo. El ejército chileno disponía de 4,500 hombres, muy bien equipados como se ha dicho, contra 3,000 hombres del ejército peruano. Inicialmente el número había sido casi igual al del enemigo pero lamentablemente por las limitaciones existentes en el lugar, se había tenido que enviar a las tropas de la vanguardia que estaban bajo el mando del Coronel Justo Pastor Dávila y a la Primera División conformada por los Batallones "Cazadores del Cusco" y "Cazadores de la Guardia" , al punto denominado Pachica, situado a tres leguas de distancia. Por tal motivo al iniciarse el enfrentamiento con los chilenos, el ejército peruano contaba sólo con: -La Segunda División: Al mando del entonces Coronel Andrés Avelino Cáceres y que estaba conformada por los Batallones "Dos de Mayo" y "Zepita", integrados por cuzqueños y ayacuchanos. Esta División fue la primera en salir a combatir y logró una completa victoria, en una lucha sin cuartel que se prolongó hasta las cinco de la tarde, hora en que cesó el fuego. -La Tercera División: Que tenía al frente al Coronel Francisco Bolognesi, quien a pesar de estar enfermo y postrado en cama se levantó para combatir. Integraban dicha unidad militar los Batallones "Guardias de Arequipa" y "4º Ayacucho". Para la resistencia del ataque chileno contra Tarapacá fueron designados el General Juan Buendía y el Coronel Belisario Suárez. - Y lo que quedaba de la División de "Exploradores" y la División proveniente de Iquique: Con una columna integrada por obreros bolivianos que laboraban en las salitreras, además de algunos artilleros y una columna naval de marinos. Debemos señalar que precisamente esta unidad proveniente del sur del Perú encabezada por el Coronel Alfonso Ugarte jugó un papel muy importante en la victoria obtenida por Cáceres. Avanzada la tarde y en pleno ardor de la lucha, hicieron su aparición las tropas provenientes de Pachica que habían sido llamadas, o sea la vanguardia peruana, la cual inclinó la victoria a favor del Perú, luego de aproximadamente nueve horas de feroz combate, al término de las cuales, el General chileno Luis Arteaga ordenó la retirada general de sus hombres. Como tan acertadamente se ha señalado, el principal héroe de la Batalla de Tarapacá fue el soldado peruano anónimo. Según una relación de la época, reproducida por Basadre en su citada obra, se dice: "Sorprendido por el enemigo cuando menos lo esperaba, casi encerrado en un foso sin salida y cuando por excepcionales circunstancias del momento, así materiales como morales, debía encontrarse tan débil de ánimo como de cuerpo , supo (el soldado) no solamente salir del foso para ponerse frente al enemigo que lo dominaba y fusilaba a discreción, sino también combatir valerosamente durante largas horas y conseguir una victoria tan espléndida como inesperada." Lamentablemente la victoria de Tarapacá no cambió el curso de la campaña. Es aquí donde debemos resaltar la destacada participación que le cupo a un personaje, que es motivo de muy fundamentado orgullo, para quienes tienen el honor de pertenecer a la Policía Nacional del Perú, en ese entonces denominada, Benemérita Guardia Civil del Perú. Nos referimos, como todos ustedes conocen muy bien, al Héroe Nacional, Guardia Civil MARIANO SANTOS MATEOS, que pertenecía a la Primera Compañía de "Guardias de Arequipa", quien no había vacilado un instante para hacerse presente en el lugar donde la Patria requería de sus servicios y que exponiendo su vida, arrebató el estandarte del veterano Regimiento chileno "Segundo de Línea". Audaz y valerosa acción ésta que impactó rotundamente en la moral del enemigo y que fue determinante para la victoria conseguida. Debemos precisar, que los efectivos de la Guardia Civil y Gendarmería, destacados en las diversas circunscripciones del país, por no ser muy numerosos, pasaron a refundirse en las diferentes unidades del Ejército. Es decir, las fuerzas policiales propiamente dichas, perdieron temporalmente su identidad y sus miembros fueron considerados genéricamente soldados. El Distrito de Lucre, Provincia de Quispicanchis, Departamento del Cusco vio nacer en 1849 a Santos Mateos. Este ilustre compatriota era Guardia Civil y prestaba servicios en Arequipa cuando los chilenos nos declararon la guerra el 05 de abril de 1879. Ernesto A. Rivas, prestigioso maestro y destacado escritor describe en 1900, con magistral precisión histórica en uno de los volúmenes de la obra "Nuestros Héroes", la participación de nuestro héroe en la Batalla de Tarapacá y lo hace en los siguientes términos: "En la Orden General del Ejército acantonado en Arica, correspondiente al día 30 de enero de 1880, se invitaba a los señores Comandantes de División y demás altos jefes y funcionarios públicos para que acompañasen al señor General , Jefe del Primer Ejército del Sur, a oir la misa de costumbre en el siguiente día 31. Curiosidad y no pequeña, causó esta cita entre los invitados y todos esperaron impacientes el momento en que se descifrara el enigma que guardaba. Llegó éste y el Contralmirante Lizardo Montero, seguido de la selecta comitiva y rodeado por compacta multitud, se dirigió a los corredores del Consulado inglés, donde acostumbraba presenciar el católico sacrificio que se celebraba en la plaza principal del puerto. Terminada la augusta ceremonia, el General Montero subió las gradas de la Iglesia, recibiendo los honores debidos a su alta categoría militar y deteniéndose en la última, paseó la vista por todo el ejército marcialmente formado y llamó en voz alta: Mariano de los Santos. En medio del respetuoso silencio que sucedió a estas palabras, se vio salir de las filas de la Columna "Guardias de Arequipa" a un joven soldado, que con porte digno y lentamente se llegó al General Montero llevando en alto un estandarte chileno bordado de oro. Todos los que habían asistido al glorioso combate de Tarapacá reconocieron en el modesto soldado al heroico combatiente de aquel día, que había logrado conquistar con su valor el valioso trofeo de victoria que en las manos llevaba. El General Montero cogió el pabellón enemigo y desplegándolo, mostrólo al ejército con estas palabras: "Señores Comandantes Generales, Jefes, oficiales y soldados del Ejército: "Este símbolo de gloria militar que veis en mis manos es el estandarte del Batallón Segundo de Línea de la República de Chile, que en Tarapacá, en el terrible y desigual combate del 27 de noviembre , fue arrebatado a nuestros enemigos por el Guardia Mariano de los Santos ( y lo señaló a éste). Los pueblos que, como el Perú, saben premiar a sus leales y valientes defensores no olvidan nunca hechos como el de este bravo soldado. La Nación dará pues a Mariano de los Santos, la recompensa que merecen sus virtudes militares y la gloria conquistada por él en el campo regado con la sangre de sus compañeros. Yo, por mi parte, además de recomendarlo a la consideración nacional y a la justificación del Gobierno, quiero darle una prueba palpable de mi admiración, entregándole el título de Inspector y 500 soles de plata para que pueda presentarse ante sus compañeros llevando como es debido el uniforme de la clase a que lo asciendo, en uso de las facultades consiguientes al puesto que ocupo. Este estandarte quedará en esta Capilla hasta que llegue la época en que sea depositado en la Catedral donde Santos vio la luz primera, para que allí sea el símbolo que perpetúe un gran triunfo e inmortalice a un buen hijo de la Patria. ¡Soldados: ¡imitad el ejemplo de Mariano de los Santos! ¡Viva el ejército vencedor de Tarapacá! A este corto y elocuente discurso siguió una diana general tocada por las bandas de guerra y de música y los atronadores vivas dados por la multitud al humilde héroe de la brillante jornada del 27 de noviembre de 1879, cuyo mérito acababa de ser honrado". Luego de este merecido reconocimiento, Mariano Santos Mateos se convirtió en una leyenda viviente. Fue llamado "El valiente de Tarapacá" y comparte la gloria de los héroes, junto a Miguel Grau y Francisco Bolognesi. Nuestro héroe el 26 de mayo de 1880, también luchó en la Batalla del Alto de la Alianza, en donde fue gravemente herido. En 1900 a la edad de 50 años falleció en el Cusco. En un acto de reconocimiento, de estricta justicia, el Congreso de la República mediante Ley Nº 29161 del 19 de diciembre de 2007, le confirió al Alférez PNP Mariano Santos Mateos, héroe de la Batalla de Tarapacá, a título póstumo el grado honorífico de "Gran General de la Policía Nacional del Perú". Aquí, es donde yo quiero hacer un alto en el camino, para que todos nosotros hagamos un acto de reflexión. El notable escritor y político español Gaspar Melchor de Jovellanos sostenía que: "El verdadero honor es el que resulta del ejercicio de la virtud y del cumplimiento de los propios deberes". Del mismo modo, el científico, filósofo y escritor francés Blaise Pascal precisaba que: "Para medir el honor de un hombre no hay que mirar sus esfuerzos sino su vida cotidiana". Sendos pensamientos que encierran verdades incontrastables. Ustedes apreciados Legionarios pertenecen a una Institución cuyos orígenes como Guardia Civil del Perú se remontan al 31 de diciembre de 1873, fecha en que el Presidente de la República de ese entonces, don Manuel Pardo y Lavalle, quien fue el Primer Mandatario civil que alcanzó el poder por el voto popular, dispuso su creación. Posteriormente, como es harto conocido y como resultado de la labor desempeñada por una Misión de la Benemérita Guardia Civil Española, que por iniciativa del Presidente Augusto Bernardino Leguía Salcedo fue la encargada de organizar e instruir en el Perú a la Policía de la República, el Gobierno peruano dictó un Decreto Supremo el 03 de julio de 1922, que creó la "Escuela de la Guardia Civil y Policía de la República". El objetivo prioritario perseguido fue organizar un Cuerpo de la Guardia Civil, similar al español, sobre la base de las Gendarmerías existentes en nuestro país. Así mismo, conformar la unidad denominada de "Seguridad o de Orden Público", sobre la base de la antigua Guardia Civil Urbana y Rural, y otra, que se llamaría, "De Investigación y Vigilancia". Dicha Escuela, en sus inicios, estuvo ubicada en la antigua Avenida de los Incas en el Cercado de Lima y fue inaugurada el 01 de noviembre del mismo año 1922. Durante la ceremonia de inauguración, a solicitud del Teniente Coronel GCE Pedro Pueyo y España, se colocó un gran letrero con el lema que inspira a la Benemérita Guardia Civil española "El Honor es su Divisa", el que desde ese momento y con la complacencia del Presidente Leguía, pasó a ser también el lema de nuestra Guardia Civil del Perú. En el prólogo de la Quinta Edición de su obra "Historia Geopolítica Universal", allá por 1972, el doctor en Derecho y en Ciencias Políticas y Económicas, Juan Beneyto Pérez, de nacionalidad española, adelantándose a su época, vaticinaba que: "Cuando los Estados nacionales centran su actividad en las áreas de la economía y de la cultura, una sociedad pendiente del consumo y del bienestar material puede olvidar, y en efecto va olvidando, buena parte de las exigencias del espíritu y aun el espíritu mismo de la libertad más típicamente política , que en ciertas ocasiones puede hacerse competencia de la organización supranacional". Ahora, me permito expresarles y lo hago con el mayor respeto y sincero afecto, ustedes mis queridos Legionarios y amigos, hoy como Policía Nacional del Perú desde 1988, en actividad o en el retiro, tienen señaladas en forma meridianamente clara, las pautas para ser hombres de honor, esa cualidad moral que lleva al cumplimiento de los propios deberes respecto de la Patria, del prójimo y de uno mismo. Y no precisamente desde 1922, año que como dijimos se adoptó el lema que comentamos "El Honor es su Divisa", sino desde mucho antes, con personajes como Mariano Santos Mateos que supo dar incontrastable prueba de ello, con su heroica acción personal , en momentos tan dramáticos y trágicos para nuestro querido Perú. Posteriormente, el gran legado que les dejaron, entre muchos otros importantes personajes, Alipio Ponce, Alcides Vigo, Benites Luna y los numerosos policías que han ofrendado abnegadamente sus vidas en el cumplimiento de sus deberes. Sin lugar a dudas pertenecen a una Institución muy rica en historia y tradición. Ustedes tienen en la mayoría de sus unidades el mayor trato diario que tenga institución alguna del Estado con nuestro pueblo, con la civilidad entera, llegando a los lugares más recónditos e inhóspitos del Perú. Permítanme que quien les habla, pueda orgullosamente decirles, que puede dar fe de lo expresado pues ha tenido el privilegio, durante algunos años, de compartir satisfacciones y frustraciones con vuestro abnegado personal de servicio, en las diferentes poblaciones ribereñas a los ríos Amazonas, Putumayo y Yavarí. Vosotros por la misión que debeís desempeñar, fieles al cumplimiento de sus deberes, generan una gran expectativa en la población y por lo mismo ello se convierte en una tremenda responsabilidad que no puede ser defraudada. La ciudadanía entera siempre ha esperado, espera y esperará lo mejor de ustedes, más aun, cuando vemos que las diversas sociedades afrontan actualmente, tanto en el Perú como en el mundo, una severa crisis moral, una crisis de valores que cada día se agudiza más. El mayor reflejo de esta calamidad en nuestra sociedad es el flagelo de la corrupción, que afecta a todos los peruanos pero que principalmente hace más pobres a los pobres. Debemos tratar de erradicarla del país así como a su mayor caldo de cultivo, la flagrante impunidad que se enseñorea en el país. Es cierto que muchos de ustedes ya no están actividad pero se encuentran en condiciones de aportar su gran experiencia en la materia, la que aunada al amor que todos sienten por el Perú, harán pesar siempre su sabio consejo a las generaciones jóvenes de policías. No debemos olvidar, como decía el escritor y político británico Edmund Burke: "El ejemplo es la escuela de la humanidad, la única escuela que puede instruirla". Y yo me permito decirles, que esa Escuela es y deberán ser ustedes. Alguna vez escuché decir a ese gran maestro y Profesor Emérito universitario, el doctor Juan Vicente Ugarte del Pino, que la Historia del Perú , desde la Independencia sobre todo, ha sido traicionada pues nos han enseñado una Historia al revés: con omisiones, con ocultamientos, para justificar una serie de hechos ajenos a nuestro devenir. Creo pues, sin temor a equivocarme, que ha llegado la hora de empezar a escribir la verdadera Historia del Perú y por lo mismo debemos resaltar, que ceremonias cívico-patrióticas, como la que hoy nos congrega a todos en este noble recinto, son las que debemos cultivar y promover, el Perú las necesita, hoy más que nunca. Jamás debemos olvidar los hechos heroicos de quienes han sido los forjadores de nuestra verdadera Historia, porque ésta, se ha escrito con amor y sacrificio y por tanto, debemos amar a la Patria como lo más valioso de nuestra existencia. En este sentido, felicito a nuestro Presidente de la Legión de Honor de la Benemérita Guardia Civil del Perú, Coronel PNP-GC Juan Fischer Ascarza y al General PNP-GC José Figueroa Rubio, Presidente de ACENESPAR-GC, por la intensa actividad que realizan con tal propósito. Finalmente, agradecer una vez más, el honor que se me ha conferido esta noche de poder hacer uso de la palabra en tan importante conmemoración, reiterarles mi felicitación por los valiosos aportes brindados al país por vuestra prestigiosa Institución y que, como dice la letra de vuestro himno "orgullosos de ser lo que somos, los soldados de la abnegación", volquemos toda esa fuerza moral y física, en la construcción de un Perú mejor para nuestros hijos y nietos y para toda nuestra población en general. MUCHAS GRACIAS Lima, 27 de noviembre de 2009 EDUARDO CARLOS CARRILLO HERNANDEZ Embajador SDP
Visitenos ahora tambien en Facebook : Red Democratica Envienos sus comentarios a : RED DEMOCRATICA Keep the candle burning 2009 ! |