OBSESIÓN POR LA PRESIDENCIA
Por JOAQUIM IBARZ (La Vanguardia, Barcelona)
Aunque no lo admite cuando se le pregunta sobre el tema, la vida de Juan Manuel Santos Calderón ha estado determinada por su obsesión de ser presidente de Colombia. Conocida es la anécdota de que un día decidió quitarse la barba, pues al ver los retratos de los mandatarios colombianos cayó en cuenta que ninguno se la dejaba crecer. Ni siquiera la llevaba su tío-abuelo Enrique Santos Montejo, quien gobernó el país entre 1938-1942.
Quienes lo conocen dicen que esta historia da la medida de lo importante que resulta la banda presidencial para este bogotano de 58 años. “Uno no escoge a su familia pero sí su destino. Yo vengo de una familia adinerada, lo cual me permitiría estar en este momento jugando golf en Miami o en cualquier exclusivo balneario del mundo, pero elegí trabajar por este país”, se sinceró Santos al explicar sus anhelos presidenciales.
Juan Manuel Santos Calderón pertenece a la poderosa familia Santos, antigua propietaria del conglomerado Casa Editorial El Tiempo (en la actualidad pertenece al barcelonés Grupo Planeta). Además, es primo hermano del actual vicepresidente de Álvaro Uribe: Francisco Santos Calderón.
Ministro con tres presidentes de distintas tendencias políticas, nunca se había presentado a una elección popular.
Su inclinación por la política le viene de su familia -los Santos- siempre vinculada al poder y al periodismo a través del diario El Tiempo. Economista de la Universidad de Kansas, con estudios de administración pública y periodismo en Harvard y cursos de economía en la London School of Economics de Londres. En 1991 abandonó la subdirección de El Tiempo al ser nombrado ministro de Comercio Exterior por el presidente César Gaviria (1990-94). Tras afiliarse al Partido Liberal logró que el Parlamento lo nombrara designado presidencial, encargado de sustituir al jefe de Estado en caso de una fatal emergencia. Con el conservador Andrés Pastrana (1998-2002) ocupó la cartera de Hacienda. Uribe le designó ministro de Defensa. En este cargo logró éxitos resonantes, como la muerte en territorio ecuatoriano de Raúl Reyes, segundo cabecilla de la guerrilla de las FARC y, sobre todo, la liberación de la mediática Ingrid Betancourt en un exitoso operativo propio de una película de suspense.
Su paso por la cartera de Defensa es la que le da mayores quebraderos de cabeza, ya que las organizaciones de Derechos Humanos plantean su responsabilidad en el asesinato de 2.200 jóvenes por parte del Ejército que comandaba.
Santos se acercó cada vez más al ‘uribismo’. Al darse cuenta que el Partido Liberal no tenía futuro formó el Partido de ‘La U, que ha sido el más firme sostén del presidente Uribe. Por eso ahora se le denomina heredero político del actual presidente.
Intérprete del anhelo de decencia
Por JOAQUIM IBARZ
No lo tenían en la lista de la fiesta. Sin haber sido invitado, Antanas Mockus irrumpió como un meteoro en la disputa por la presidencia de Colombia. Despegó en todas las encuestas porque logró revivir la ilusión de los colombianos que sueñan con un país menos corrupto y más civilizado, con respeto a la vida y más educación. Los electores se identificaron de inmediato con su rechazo al mundo político tradicional, a sus prácticas y partidos, en el que el dinero fue siempre el gran elector. Ganar un escaño en el Congreso tiene un costo muy alto, lo que implica una factura que tarde o temprano hay que pagar con cuotas burocráticas, subsidios o contratos. Es lo habitual, por obra del clientelismo y de su compañera clandestina, la corrupción.
En Colombia nadie es capaz de cuestionar la transparencia y discurso ético de Mockus, dos de los pilares que han levantado su candidatura presidencial. Desde sus años como profesor universitario, este matemático y filósofo siempre reivindicó la honestidad, la ética y la equidad como valores superiores e innegociables.
Tanto que a inicios de la década de los 90, cuando llegó a ser rector de la prestigiosa Universidad Nacional, se aferró a estos principios. No le tembló la mano para cambiar el sistema de evaluación de profesores y cobrar matrícula a quienes podían pagarla. En su última rueda de prensa, contó esta anécdota que ilustra su comportamiento: “Cuando era rector de la Universidad, un senador me envió una carta de recomendación para un alumno de medicina. Como por respeto debía contestarle le escribí: senador, hay alguien que está usando su papelería”.
Este profesor universitario de clase media terminó de rector de la universidad pública más importante, hasta que fue expulsado por un hecho que tuvo gran resonancia: un día unos estudiantes radicales lo estaban insultando, y él, hombre imprevisible, se bajó los pantalones y les mostró las nalgas. Antanas fue destituido de inmediato. Pero aquel hecho le dio una aureola de persona de principios, que le ayudó a ganar por dos veces la alcaldía de Bogotá.
A diferencia de sus dos campañas presidenciales de 1998 y 2006, en las que sacó una ínfima votación, ahora el entorno está a favor de Mockus. Los electores que ayer le votaron comentaban que estaban hartos de los escándalos del actual Gobierno, como la vinculación de políticos gubernamentales con paramilitares y narcos, sobornos comprobados de congresistas para lograr la reelección de Uribe en 2006, asesinato por militares de más de 2.200 muchachos para hacerlos pasar por guerrilleros y cobrar recompensas. El cansancio ciudadano determinó que este irreverente profesor de matemáticas se haya convertido en intérprete del anhelo de decencia en la política.
SANTOS CON UN PIE EN LA PRESIDENCIA
El candidato uribista saca una ventaja a Mockus muy superior a lo que daban todas las encuestas
Los candidatos finalistas ofrecen dos modelos distintos, no tanto en cuestiones económicas sino en temas políticos y sociales
BOGOTÁ, JOAQUIM IBARZ (ENVIADO ESPECIAL)
Juan Manuel Santos, ex ministro de Defensa y miembro de una familia patricia, tiene un pie en la presidencia al haber sacado 25 puntos de ventaja a Antanas Mockus. Los dos candidatos disputarán la presidencia de Colombia el próximo día 20 de junio al haber quedado en los dos primeros lugares en las elecciones presidenciales de ayer. Cuando se había escrutado el 88 % de las mesas, Santos obtenía el 46’5 de los cotos, mientras que Mockus tan sólo conseguía 21’64. Gustavo Petro alcanzaba 9’3 y Germán Vargas 10’3.
La ventaja de Santos sobre Mockus, que evidencia la vigencia del uribismo, sorprendió a los observadores, ya que las encuestas daban un empate técnico. Los grandes derrotados han sido los dos grandes partidos tradicionales, liberales y conservadores, cuyos candidatos quedaron muy relagados. Como ningún candidato obtuvo la mayoría absoluta será necesaria la segunda ronda que definirá la gran final de una de las campañas más intensas y cortas de la historia colombiana.
Colombia vivió una de las jornadas electorales más trascendentes y cerradas de su historia reciente. Los partidarios de los nueve candidatos acudieron a las urnas conscientes de que su voto contribuiría a definir el nuevo rumbo de la nación. Juan Manuel Santos y Antanas Mockus, ofrecían dos modelos distintos, no tanto en cuestiones económicas, sino en los temas que se convirtieron en prioritarios para los casi 45 millones de colombianos: la corrupción, el desempleo, el respeto a la ley y la ética como forma de entender la política y el papel del Estado.
De los nueve candidatos, seis lideran los partidos políticos que alcanzaron representación legislativa en las pasadas elecciones del 14 de marzo y se disputan el paso a una segunda vuelta electoral, un escenario que en Colombia no se vivía desde hace 12 años.
Ante la incertidumbre de una segunda reelección de Álvaro Uribe, los candidatos sólo apretaron el acelerador a partir del 26 de febrero, cuando el Tribunal Constitucional rechazó que el actual mandatario pudiera optar a un tercer mandato.
El ascenso de Mockus en las encuestas, con serias probabilidades de ganar la presidencia, convirtió estas elecciones en una de las más excepcionales de los últimos tiempos. Bogotá se llenó de cientos de periodistas extranjeros que quisieron ser testigos de cómo un intelectual de comportamiento poco ortodoxo puso a la defensiva al poderoso establecimiento que hasta hace un par de meses confiaba en que Juan Manuel Santos, quien se sentía el sucesor natural de Uribe, retendría el poder sin problemas.
Mockus encarna un anhelo de cambio en la forma tradicional de hacer política, que en los últimos años estuvo salpicada por escándalos políticos, económicos y militares. Santos representa la continuidad del ‘uribismo’ en el poder. Y, con ello, la prolongación de prácticas políticas que fomentan la corrupción y la agresiva política de combate a los grupos alzados en armas que no ha respetado fronteras y condujo a una crisis diplomática aún irresuelta con Ecuador y Venezuela.
En la cola de los electores que votaron en la plaza de Bolívar pudimos escuchar comentarios de todo tipo. Luis Aguilar, profesor de historia, no tenía dudas: su voto sería para Mockus. “A partir de la educación se puede transformar al país”, dijo. Juana Berrío, una caleña de 29 años que vive en Bogotá, cree en la propuesta de legalidad democrática de Mockus. Su compañera Alicia dice que el candidato del Partido Verde es el indicado para acabar con la corrupción y el clientelismo que caracteriza a la clase política de Colombia. Álvaro Jiménez comentó que En Colombia “es una revolución ser decente en la política, es una revolución hacer de la constitución nacional guía y norma colectiva, es una revolución salir del odio promovido como regla desde el ejecutivo y sus aliados. Debemos liberarnos del miedo. Con Antanas haremos útil la fuerza de nuestra sociedad.
El empresario Luis Rey estaba convencido de que sólo Santos puede garantizar la política de seguridad del gobierno de Álvaro Uribe. Antonia Restrepo dijo estar muy agradecida a Uribe por la tranquilidad que ha dado al país. “Lástima que no lo hayamos podido reelegir, pasará a la historia como un estadista”, comentó.
Estos comicios podrían marcar un descenso significativo del índice de abstención –algo que podría beneficiar a Mockus-- que históricamente se ubicó por encima del 50%. En las filas se veían a nuevos votantes jóvenes, que hasta ahora no sufragaban. El discurso renovador de Mockus los motivó a madrugar para poder votar.
Los dos mandatos presidenciales de Uribe dejan un país polarizado. Aunque se ha avanzado mucho en el terma de seguridad frente a la guerrilla, en todo los demás frentes el saldo no es positivo: la desigualdad social y el desempleo han aumentado, la corrupción es inatajable. Aunque a actual presidente se le reconoce haber acorralado a los rebeldes de las FARC, los colombianos parecieran estar cansados de los turbios nexos del uribismo con el paramilitarismo, de la muerte de jóvenes por el ejército para hacerlos pasar por guerrilleros, del espionaje telefónico a políticos, magistrados y periodistas, del autoritarismo y de ese estilo siempre al borde de la Constitución. Aunque se ha tenido mucha tolerancia con Uribe por sus logros contra la insurgencia, no lo tolerarían en quien se presenta como su sucesor.
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