Tuesday, November 17, 2009

[RED DEMOCRATICA] OP.: Chile: guerra de dos imperialismos

 

Chile: guerra de dos imperialismos
por Pedro Godoy P.; director@cedech.cl
http://www.voltairenet.org/article162896.html

Al filósofo Alberto Buela, hondamente argentino, y –por lo mismo-
fervoroso nacionalista iberoamericano.

El mea culpa del general Cheyre sorprende. Allí no hay una sola
referencia a los dos imperialismos que, en esta república sudaca del
Pacífico sur, nos sumergen en una refriega que deja muertos,
mutilados, quiebres, dolores y amarguras. Nada se dice de las
maquinaciones de la CIA, del Pentágono y del Departamento de Estado.
Tampoco de la KGB, del Politburo y del Kremlin. Hay documentación
desclasificada ya y otra que se desclasificará pronto que certifica
como estos dos imperialismos se entrometieron en nuestros asuntos
internos. Moscú opera de modo directo y –con o sin esa autorización-
La Habana “hace su agosto”. Esa pugna entre los dos megacolosos no
figuran en el análisis del comandante en jefe del Ejército. Si antes
de 1990 y por 17 años todo fue un asunto doméstico entre ”upelientos”
que eran los perversos y los “momios”,   patriotas. De ese año en
adelante la óptica poco a poco se invierte. En suma un western en que
se enfrentan “buenos” y “malos”. Se sostiene que la acromatía es una
dolencia equivalente, en la esfera oftalmológica, al alzheimer en la
mental. La historia verídica de aquella época es menos simple y con
matices que no toleran esa dicotomía en “blanco” y “negro”. Cheyre
ahora suscribe la versión de los vencidos de 1973. No podemos
acompañarlo, pese a integrar –como “soldados rasos”, en aquel momento-
los batallones olvidados del Dr. Allende.

FFAA SIN SOBERANIA

Hace no mucho visitó el país Colin Powell y pidió disculpas públicas
al Presidente Lagos por maquinar el pronunciamiento del 11 de
septiembre de 1973. Las FFAA de Chile –aquellas depositarias de
glorias y cultoras del honor- quedaron en ridículo como simples
marionetas de un imperialismo. Eso no es nada: lo peor es el silencio
con que el país recepcionó la autocrítica del emisario de Bush. Ese
arrepentimiento confesado careció de réplica y pasó inadvertido, pero
no para toda la ciudadanía. Con seguridad hubo contentamiento en esa
izquierda –ayer antimperialista y hoy norteamericanizante- al
constatar que nuestros hombres de armas estaban arrinconados por La
Moneda, la Concertación y abandonados por EEUU y la Derecha. El
colofón está ahora con la confesión que el Ejército no pudo sustraerse
de la Guerra Fría. Dicho de otro modo, nuestros “heroicos soldados que
han sido de Chile el sostén” no son genuinamente soberanos y aceptan
como ineludible y hasta provechoso que los manipulen desde el
exterior. Eso  será novedad para los aplaudidores de cada Parada en el
Parque O’Higgins. Aquellos que se hincharon como ranas vanidosas con
“el portazo de Monterrey” y el envío de tropas a Haití, pero no es
sorpresa para quienes nos duele  que seamos habitantes de una
república semicolonial.

Los nexos entre Chile y EEUU en materia militar han sido acatados por
todos los gobiernos del siglo XX incluyendo Allende. No se olvide que
la Armada de Chile participaba en una operación “Unitas” con la US
Navy el 10 de septiembre de 1973 y a la medianoche retorna a
Valparaíso iniciando el alzamiento. Gabriel González Videla suscribe
el Pacto de Ayuda Militar PAM y peor que eso, nuestras FFAA contemplan
indolentes como se venden las materias primas al coloso del Norte a
precio de liquidación durante la II Guerra Mundial... Había que
contribuir –consolidando nuestra pobreza centenaria y déficit fiscal
crónico- a la derrota del nazifascismo y al triunfo de las
democracias. En ese harakiri económico marcharon de la mano los
criollos demócratas colonos mentales de Washington y Londres con los
totalitarios Elías Lafferte y Carlos Contreras Labarca sirvientes de
Moscú. Distinto es el comportamiento de las FFAA de Argentina que
imponen, a los beligerantes, precio de mercado para la carne y al
trigo. Esa subordinación es visible hoy en el afán por participar en
Misiones de Paz tengan o no el paragua de la ONU. ¿Acaso no los vimos
antes de ayer apoyando al Reino Unido en Malvinas? Y hace pocos meses
al embajador Mariano Fernández festejando la victoria británica en el
Atlántico sur. Sospechoso –por decir lo mínimo- pareciera el absoluto
silencio de Pinochet y de su Institución después de 541 días de
ominoso arresto en Londres. Ni una palabra condenatoria de ese
imperialismo.

UN  FILM DEL FAR WEST

  Lo importante de reseñar más allá del western que entrega –desde
hace décadas- Pinochet y sus acólitos así como esa otra película de
vaqueros del Comité de Detenidos Desaparecidos (CDD) y sus plañideras,
es que el país ha sido –y esto lo niegan la dupla Lagos-Cheyre-
satélite y no república soberana. Eso del “18” es una burla si se
considera que somos desde Concón y Placilla títeres de Londres y de
Washington después de la I Guerra Mundial. El ABC suscrito por el
Presidente Ramón Barros Luco es un esfuerzo –en torno a 1920- de
asociar Chile con Brasil y Argentina. No alcanza ratificación de
Congreso Nacional. Medio siglo después el Presidente Perón repropone
la fórmula debidamente actualizada al Presidente Carlos Ibáñez del
Campo. Aislado Getulio Vargas por los agentes de Washington el plan se
restringe a los EEUU andinoplanteses. Hay logias del Ejército que lo
favorecen, pero los titubeos del mandatario y la acción de los
personeros de la derecha agropecuaria, los agentes de la CIA y la
oposición del marxismo impiden esa modalidad integradora que es
calumniada por Alejandro Magnet como un “anschluss”.

Esa dependencia castrense se manifiesta en la admiración por las
megapotencias. Antes –en la Guerra del Pacífico- la marinos y soldados
se baten por el salitre y el guano que ubicados en territorio de
Bolivia y Perú son explotados por empresas anglochilenas. Tal apoyo a
la City está documentado. Ilustrativo al respecto es el film criollo
de los 60 –“Caliche Sangriento”- dirigido por Helvio Soto. Durante la
I Guerra Mundial nuestros cadetes y oficiales se escinden entre
germanófilos y aliadófilos. En la II, se aniquila cualquier brote de
neutralismo porque se le juzga una maniobra del III Reich. La vieja
idolatría “prusianista” deriva de la Misión Militar Alemana. Ese grupo
de mercenarios capitaneados por Emilio Korner traiciona a Balmaceda y
con la Marina anglófila desnucan la resistencia nacionalista en 1891.
Con la conflagración de 1914 comienza a la norteamericanización. Con
la Guerra Fría el componente ideológico es la asociación para
defenderse del comunismo ateo. Nuestros oficiales entonces se sienten
aliados –nótese, “aliados” y no peones- de EEUU. Los han convencido
que son primermundistas, se sienten “los ingleses de América del Sur”
y “Chile –respecto a Latinoamérica-  “distintos, distantes y
superiores”. Se rechaza el dato etnológico de constituir un pueblo
mestizo, se creen caucásicos -¡cómo olvidar el racismo del almirante
Merino!-. Ergo, el resto de los latinoamericanos son macacos,
piojentos y fétidos.

HIPOTESIS DE CONFLICTO

Esa dependencia de nuestras FFAA se expresan en suministros, asesores,
becas, “misiones de paz”, cócteles, condecoraciones... A quienes están
en la cumbre de los mandos corresponden comisiones por la adquisición
de artefactos bélicos. Estamos seguros que esos US$8 millones que el
matrimonio Pinochet-Hiriart tiene depositado en el Banco Riggs son
fruto de esas operaciones. Igual en dictadura como en democracia.
Ahora mismo la compra, por ejemplo, de los F-16 originará una media
docena de millonarios criollos de la Concertación. ¿Cómo se explica
esta suerte de contubernio entre nuestras FFAA y las de EEUU y en
plano menos ostensible con las de Gran Bretaña? La respuesta está en
las hipótesis de conflicto que los uniformados y la clase política
manejan desde 1879 y raíces en 1835. Ello supone que “la copia feliz
del Edén”  está rodeado de Estados enemigos. Dicho de otro modo,
peruanos, bolivianos y argentinos son nuestros adversarios de ayer, de
hoy, de mañana y de siempre. Es el dogma de la “paz armada” reducida
al arcaico lema romano que introducen aquí los instructores teutones:
“si quieres la paz, prepárate para la guerra” .

Ese Síndrome de Fortaleza Asediada SFA captable en su internalidad
psíquica a través del film “El desierto de los tártaros” es
complementario de la presunta alianza ofensiva Buenos Aires, La Paz y
Lima. Es la HV3, dicho de otro modo, el ABP. Condiciona una actitud de
incondicional subordinación respecto a una megapotencia. Lo expresó
paladinamente el general Matthei al explicar el apoyo de la FACH a la
RAF y, en general a Gran Bretaña, durante Malvinas: “El enemigo de mi
enemigo es mi amigo” . La  Armada no lo hace mal y el Ejército
conserva una “neutralidad benévola”. Benévola respecto a Londres. Eso
no se explica sólo con el alineamiento en función de la Guerra Fría,
sino es un eco de la noción internalizada “entre pecho y espalda”,
“entre ceja y ceja” según la cual estamos acorralados y necesitamos un
macroamigo extralatinoamericano. Es la doctrina del “aliado distante”
complementario de la doctrina de los “aliados inmediatos”: Ecuador que
amaga la frontera norte de Perú, Paraguay ataca a  Bolivia y Brasil
amenaza a Argentina. No obstante, como se ha manifestado en otros
trabajos sólo Quito continúa anclado en esa geopolítica a la europea
con vigencia secular. Ya Asunción está “descolgada” y Brasilia asume
compromisos con Buenos Aires.

ESA SEGURIDAD “NACIONAL”

La teoría de la Seguridad Nacional no fue Nacional, sino Hemisférica y
manejada por el Comando Sur del Pentágono. La única resistencia
registrada en orden a encontrar una política militar soberana es
aquélla sustentada por logias castrenses del Ejército de Chile que
giran en torno al general Ibáñez durante la II presidencia. Sin lugar
a dudas, el influjo del justicialismo es evidente. Subyace –quizás no
muy definida- en los PUMAS, la Línea  Recta y los fundadores de la
Academia Politécnica Militar (ACAPOMIL) y el Cuerpo  Militar del
Trabajo (CMT). En esas instancias hay la búsqueda de un desarrollo
mancomunado del Cono Sur erradicando la geopolítica de Korner y
sustituyéndola por la de O’Higgins. En su momento son rabiosamente
fustigadas por una Santa Alianza que va de la SNA al PC, pasando por
la masonería y “El Mercurio”. Aquello -se manifiesta- es “fascismo” y
obedece al único imperialismo que nuestra oficialidad –por efecto de
su miopía chauvinista- detecta:  el  argentino. Recostadas nuestras
FFAA en el Lecho de Procusto del ABP no les queda, sino ese
acoplamiento a EEUU que incluye –no ayer- , sino siempre  cursos de
contrainsurgencia patrocinadas por el Pentágono.

Esa capacitación antisubversiva es indispensable en cualquier
entrenamiento bélico. Estimar que la asignatura de DDHH pueda
suplantarla es ingenuidad. Las FFAA no son ni aquí, ni en la China de
Mao, ni en la Cuba de Fidel o la Francia de Mollet, Mitterand o Chirac
sucursales del Ejército de Salvación. Entre sus labores figura la
seguridad interna y ello pasa por anular al enemigo esté donde esté y
cualquiera sea su atuendo. El asunto reside si las instituciones
armadas operan con soberanía o actúan al servicio de una potencia
extranjera. En Chile es notorio que no sólo en 17 años de la
Presidencia de Pinochet, sino durante varias épocas en su seno
prevalece una cultura colonial complementaria de un desconocimiento
del país real.  Ello contribuye poderosamente la selección de los
cadetes dando preferencia a los postulantes de apellidos extranjeros y
facha agringada y rechazando al morocho criollo. Eso explica –en un
grado de mayor gravedad- que jamás un mapuche se hubiese matriculado
en las escuelas matrices. Peor aun, el más connotado torturador Miguel
Krasnoff Merchenko –general de brigada- es nacido en Austria, con
familia ruso blanca de origen cosaco y en su ingreso a la Escuela
Militar se debió, con toda seguridad, a su “pinta”. Tanto así que fue
apodado como “El Príncipe” por sus subalternos enfermos de
pigmentolatría blanquista.

COLONIAJE CASTRENSE

Ese clima colonial vigente en las FFAA es el mismo prevaleciente en la
sociedad chilena quizás acentuado. Se manifiesta en recomendar
matrimonios de los oficiales con mujeres de la oligarquía o blanconas
arribistas apodadas “siúticas”. En las Escuelas Matrices –y también en
las Academias- los textos de Historia son europeos o bien son de un
Chile que se inaugura el 18 de septiembre de 1810. Los manuales de
táctica y estrategia, geopolítica  –al menos hace no ha mucho- fueron
traducciones de textos del Viejo Mundo. Las becas son al I mundo y
peor que eso se internaliza en la oficialidad un etnocentrismo que los
conduce a concebirse como militares de una república europea. En el
cuartel sargentos y cabos hacen mofa de los apellidos aborígenes y se
burlan de los cholos y cuicos en las áreas fronterizas septentrionales.
Los nombres de los regimientos enfatizan más las guerras contra Perú
y Bolivia 1831-1835 y 1879-1883 que la contienda de la Independencia.
Ello favorece el fomento de la desconfianza respecto a Perú y del
desprecio, a Bolivia. Siempre –por cierto- el recelo a Argentina.

La situación de Chile de 1970 a 1973 – como lo he manifestado en
trabajo “Una guerra forastera”- es escenario donde chocan las dos
potencias a través de sus lacayos concientes o inconcientes. El
enfrentamiento es entre quienes adhieren al “campo socialista” donde
como decía la propaganda “el futuro ya es presente” y el proletariado
edifica una sociedad feliz sin explotadores (sic)  y quienes están con
el modelo estadounidense, en defensa de la civilización occidental
cristiana y el mundo libre (sic). La ceguera es tal que nadie –o casi
nadie- visualiza un III camino. Sólo existe uno que rumbea a Moscú y
otro –ya conocido- a Washington. Quienes –al interior de la UP-
proponemos un sendero tipo 3ª Posición al estilo peronista o un
neutralismo positivo tipo Bandung (Tito, Sukarno, Nasser y Nehru)
somos objeto de abucheos o descalificaciones. Los chilenos querían
convertirse en un Puerto Rico con la panza repleta y la dignidad
patria por los suelos  o en una Cuba manipulada por  el Kremlin, con
cartilla de racionamiento y policía omnipresente. En ese contexto se
afilaban –por lado y lado- los yataganes y se estrenaban los pau de
arará. La competencia es quien yugula primero a la tambaleante
democracia representativa. Se supo pronto cual de ambos equipos poseía
mayor velocidad y eficacia.

LA “TRANCA” CHEYRE Y LA UP

El mismo comandante en jefe siendo teniente –adscrito al Regimiento
Arica Nº2 de La Serena- opera como represor con singular furia. Otro
tanto su suegro el general Forestier (hoy procesado y con arresto
domiciliario) quien hace fusilar a adscritos al régimen depuesto. ¿A
quien obedecían estos uniformados? Está claro que a una ciudadanía
atemorizada de empantanarse en un totalitarismo comunista, a
empresarios que temían el despojo impulsado por marxistas
irresponsables y a un pueblo mortificado por la inflación, el
desabastecimiento, el mercado negro y la agresividad sectaria, pero
sin el respaldo del Pentágono y la CIA no se habrían movido. En la
otra trinchera estaban quienes –se sabe- no eran blancas palomas y
preparaban el autogolpe. La ejecución de ese plan que hoy se niega,
pero que soy testigo se urdía en la sombra operaba con asesoría
cubana. Los “ñangaras” de La Habana –Carlos Rafael Rodríguez y
Barbarroja Piñeiro- estuvieron aquí en la “hora undécima” y con el Dr.
Allende a puertas cerradas. La hija mayor del Presidente es esposa de
Luis Fernández de Oña, el 2º hombre del servicio de inteligencia de la
Isla que operaba como embajador en Chile transitando como “Pedro por
su casa” en La Moneda. Eso no lo ignora –en su momento- la CIA ni el
SIM.

En ese contexto hay “mucha tela que cortar” y parece atarantado e
incompleto el mea culpa de Cheyre. Echamos de menos referencias a unas
FFAA dependientes y teleguiadas desde el exterior. El asunto clave es
que hoy Washington –en una maniobra- programa empequeñecer a nuestras
FFAA. Convertirlas en Guardias Nacionales que operen como policías en
materia de narcotráfico y se la jueguen contra el terrorismo y –sobre
todo- evitar que engendren un Chávez o un Perón. Primordial: su
mutismo y encapsularlas en los cuarteles como monjes cartujos. Eso en
circunstancias que la Casa Blanca es la madriguera del terrorismo y
Bush el sumo pontífice. Una vez más vemos a soldados, marinos y
aviadores en campaña made in USA contra el terrorismo y eso es, otra
vez, convertirlas en mercenarias. Pruebas al canto: el operativo Haití
apenas ayer complicándolas con un golpe de Estado propinado al
Presidente Arístide por un comando francés secundado por tropas de
EEUU. ¿Quién está metiendo en esa “camisa de once varas” a nuestros
uniformados? Pues, el señor Ricardo Lagos –Richard Lake-. Antes
estuvieron en Timor encubriendo la secesión de un territorio de
Indonesia. En suma, otra vez vagón de cola del Pentágono. Después –si
hay cambio de estrategia del Coloso del Norte- nuestras FFAA volverán
de rodillas a ser humilladas por delitos y abandonadas a
intemperie...  Ello por carecer de norte genuinamente soberano.

FATALISMO Y COMPROMISO

Esa adscripción –empujada desde La Moneda- en virtud de los TLCs con
las megapotencias de contribuir a la guerra al terrorismo sellan
nuestra condición de dependencia. Con un añadido: “los valientes
soldados que han sido de Chile el sostén” juzgan la subordinación como
inevitable y conveniente. Los matriculados con las hipótesis de
conflicto clásicas -un dogma para una multitud de compatriotas sean
eclesiásticos o legos, uniformados o “paisas”, empresarios o
proletarios- evalúan tal vasallaje una bendición de Dios. En caso de
ataque de nuestros “tradicionales enemigos” habrá apoyo externo. En
esa cultura castrense mutilada de espíritu crítico donde se escogen –a
título de excepción sociólogos, politólogos, historiadores... siempre
proclives a la dogmática institucional- hay pocas posibilidades de
invitar a pensar. Ya todo está decidido por el Comando Sur y la clase
política. Este antiterrorismo se mezcla con ataques a Estados
soberanos como Irak con demolición sistemática de aldeas y ciudades y
vulneración a granel de los DDHH. También con afanes policiacos de
restauración del orden público. A Bagdad pudo acusársele de disponer
de arsenales de armas –“A”, “Q” y “B”- de destrucción masiva, pero es
imposible adosar tales denuncias a Puerto Príncipe.

Planteamos –a título de hipótesis- como escenario posible lo anotado a
continuación. Bolivia cae al abismo de una guerra interna por
conflictos de interétnicos, interregionales e interclasistas con las
consiguientes ramificaciones externas que una confrontación de esa
envergadura pudiera alcanzar. La OEA o la ONU –paraguas de EEUU-
¿intervendrían para restablecer la normalidad democrática, suprimiendo
“la ingobernabilidad” y “civilizar a ese pobre pueblo aindiado y
pobre”, según añadiría un racista criollo. Si así fuese, acompañando a
la tropa aerotransportadas del Pentágono estarán nuestros arios puros
oficiales. Sin embargo, como la patria de Andrés Santa Cruz y Germán
Busch no es Haití pronto se enredarían en una guerra de guerrillas
como la que soporta la I potencia militar en suelo iraquí. Entonces
–obvio- habrán allanamientos,  balaceras, arrestos, ejecuciones...
También TV para presentar al “Ejercito siempre vencedor y jamás
vencido” obsequiado chocolates a niños indigentes altiplánicos  o
inaugurando un puente donde, según dirá el periodista mercenario, hubo
sólo un andarivel. Hipotetizamos que, sin chistar, intervendrán en la
“operación Bolivia”, como ayer en la “operación Haití”. Eso les
permite de sobresueldo, contacto con milicos gringos que como
arribistas que son los enaltecen- y, en lo profundo, revalidar los
añosos relatos “cholofóbicos” de la Guerra del Pacífico.

En este “juego de guerra” bosquejado no se evalúa que las cúpulas
castrenses de las repúblicas limítrofes también, afectadas del mismo
aldeanismo, poseen otras hipótesis de conflicto. La rioplatense
centrada en el asunto de la frontera austral y hasta en aquellos
meridianos sobrepuestos del triángulo antártico. La peruana, se sabe,
por revanchismo, apetece rescatar “sus estrellitas del sur” (Arica y
Tarapacá). Tal ingerencia yanquichilena sería explosiva y sus efectos
abarcarían todo el Cono Sur. Finalizadas la exportación no tradicional
de “carne de cañón” y concluidas las hostilidades habrá
presumiblemente héroes. Al cabo de un tiempo... un nuevo Nuremberg con
tribunales para juzgar a nuestros jefes, oficiales y clases como
“criminales de guerra”. Esos delitos –lo sabe muy bien- son
imprescriptibles y no ameritan indultos ni amnistías. Dudo que el
actual comandante en jefe –apodado por sus subalternos “el compañero”-
lea este texto. Ahora mismo –se insiste- si  fuese en efecto un
cientista debe considerar el contexto histórico y las coordenadas
geopolíticas, geoestratégicas e internas de la tragedia chilena sin
dejar de analizar el componente sociocultural. Aun más debiera someter
a revisión no solo el capítulo 1973-1990, sino toda la historia de las
FFAA, en particular, del Ejército y, en lo personal, arrepentirse de
las arbitrariedades que perpetrara, en la IV Región, durante aquellas
amargas jornadas septembrinas.

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