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DIRECTOR: Gonzalo Márquez Cristo. EDITORES: Amparo Osorio, Iván Beltrán Castillo. COMITÉ EDITORIAL: Fabio Jurado Valencia, Carlos Fajardo, Marcos Fabián Herrera, Maldoror. CONFABULADORES: Óscar Collazos, José Chalarca, Sergio Trujillo Béjar, Fabio Martínez, Fernando Maldonado, Gabriel Arturo Castro, Guillermo Bustamante Zamudio. EN EL EXTERIOR: Alfredo Fressia (Brasil); Antonio Correa, Iván Oñate (Ecuador); Rodolfo Häsler (España); Marco Antonio Campos, José Ángel Leyva (México); Luis Alejandro Contreras, Benito Mieses, Adalber Salas (Venezuela); Renato Sandoval (Perú); Efer Arocha, Jorge Torres, Jorge Najar (Francia); Marta L. Canfield, Gabriel Impaglione (Italia); Luis Bravo (Uruguay); Armando Rodríguez Ballesteros, Osvaldo Sauma (Costa Rica).
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La crisis de la estandarización
Reflexión sobre la miserable estandarización del mundo, que bajo la directriz de los núcleos del poder económico, ha eliminado especies e ideologías, empobreciendo el pensamiento y las costumbres de la colectividad, hasta imponer una generalizada mediocridad planetaria
Por Gonzalo Márquez Cristo
Comenzaba el verano de 2006 en Portugal y una manifestación se tomaba las calles de Lisboa con la consigna de proteger algunos frutos proscritos por la Comunidad Europea, cuyo gobierno central determinaba cuáles productos debía proveer el país a la pretendida autosuficiencia continental. Marchamos durante algunas cuadras con el poeta Casimiro de Brito acompañando una horda de seres disfrazados de semillas y de flores. Los manifestantes sospechaban que meses después eliminarían del planeta algunas de las maravillosas ofrendas de la naturaleza a esa bella tierra, preciadas durante siglos, porque existía la imposición económica inobjetable de cultivar una sola variedad de naranja (Tangelo), o una de manzana (Red Delicious), tal como en América Latina y África fuimos condenados a sembrar extensivamente la Palma Africana cuyo vil destino es la fabricación de combustible, y que como se sabe, fue una determinación errática que ha multiplicado el hambre en Nigeria y Camerún, provocando adicionalmente un gran daño a la biodiversidad planetaria.
Cuando el mundo tiende a la estandarización y se impone un patrón global que es el del medio (léase mediocridad) es importante prepararse para un culturicidio.
Cuando todo el planeta viste jean y se alimenta de comidas rápidas, cuando hordas de turistas atraviesan el Museo de Louvre siguiendo la flecha que lleva directamente a la Monalisa –sin detenerse a contemplar ninguna de las otras obras maestras que iluminan ese templo del arte–, cuando El proceso de Kafka parece un dulce sueño al lado de la incomparable pesadilla que ha erigido la burocracia obstinada en detener el mundo, cuando el pensamiento del ciudadano común ha sido secuestrado como lo demuestra la reciente encuesta convocada por History Chanel para elegir al colombiano más destacado de todos los tiempos, donde 400 mil personas votaron por uno de nuestros más aciagos políticos –mientras solo 4.000 lo hicieron por Antonio Nariño o Gabriel García Márquez–, ya no es posible creer en el advenimiento de un tiempo mejor.
Las opiniones, las costumbres y hasta las sensaciones han sido estandarizadas. Aquellas delicias que definían el espíritu de nuestras provincias son apenas materia de las evocaciones románticas pues ya han sido abolidas. Los cultivos transgénicos arrasarán muy pronto las plantas nativas cuya selección no resultó rentable para la voracidad neoliberal, y nos preparamos para sembrar sólo cereales manipulados genéticamente (en detrimento de la calidad) y muy pronto para beber –entre otras degradaciones– tequila extraído de un agave modificado, como se informó por los medios, pese a las protestas de los amantes de la planta vivaz.
En un tiempo en que las grandes tendencias son seguidas con devoción por los cazamercados y que todo se produce en China mientras las industrias occidentales han quedado como fantasmales construcciones dedicadas a la abstracción, en un mundo donde las modas culturales se imitan y los direccionamientos del consumo conducen a todos los habitantes a poseer aparatos tecnológicos provistos de los dispositivos necesarios para abolir nuestra intimidad: Redes Sociales, GPS, y todas las herramientas que la Inquisición Virtual ejercida por las potencias o los monopolios de la información deciden imponer, es fácil corroborar que el asesinato del sujeto ha sido consumado.
El "yo soy" debe ser recompuesto. El sujeto (de saber, de poder y desde luego el psicológico) necesita reflejarse, o nacer de la diferencia, y ha sido paradójicamente convertido en espejo. El exterminio de la diversidad es flagrante. Todos los individuos se replican sin encontrar una suerte distintiva, todas las ciudades comienzan a parecerse. En todas partes encontramos similares productos. Los periódicos y noticieros privilegian los mismos insulsos y crueles acontecimientos. Y si excluimos a los ignorantes y perversos políticos que nos gobiernan y a los astros del deporte y la farándula, la única forma en que un ser humano común puede escapar de su destino clonado y acceder a la visibilidad de los medios es por la vía de la violencia, como se corrobora en el matoneo que infesta las instituciones educativas y en los crímenes múltiples que se ejecutan cada vez con mayor frecuencia en los llamados países desarrollados.
Desde el núcleo del dominio se inventó una regulación de la mediocridad que no tiene antecedentes. No en vano nuestra cultura ha sido desahuciada. Las manifestaciones estéticas esenciales agonizan siendo relevadas por el frívolo espectáculo y son los más prestigiosos museos y galerías los encargados de promover sus presencias fugaces. Las editoriales sólo publican obras que cumplen el criterio del entretenimiento o los valores de un positivismo tan perverso como naïf, y la gran industria del cine, hace décadas excluyó toda desequilibrante complejidad de sus filmes.
Y como si esto no bastara, el ensayo, un género que tuvo por ascendiente a Montaigne, también ha sido secuestrado en su medianía, pues la libertad que habita en su etimología latina (que alude a "probar" y a "pesar"), ha sido regulada en nuestros días por una norma foránea, impuesta por la American Psychological Association, que estandariza la imaginación y restringe su especulación crítica, desbroza su ritmo y ocluye las elipsis de este importante género productor de pensamiento.
Todo lo que no ha sido globalizado se encuentra ad portas de desaparecer bajo la "independiente" dictadura del marketing, pero no podemos olvidar que en toda permisibilidad acecha una trampa y que el clamor de libertad siempre antecede a la guillotina. La política, que es uno de los mecanismos radicales de estandarización, impone sus fantoches de turno, su ilusoria democracia, desde un infalible sitial mediático como lo descubriera el Nacional Socialismo.
Y solo nos queda el arte, aquel que no hace concesiones, ni al comercio ni a las modas ni a las ideologías; el secreto, el insumiso...
Adiós a Leandro Díaz
En homenaje al compositor vallenato (1928-2013) recientemente desaparecido, publicamos la entrevista que le realizara el escritor y periodista Gustavo Tatis en su casa de San Diego (Cesar), cedida exclusivamente para Con-Fabulación.
EL CIEGO QUE LEÍA LAS MANOS
Por Gustavo Tatis Guerra
No fue difícil llegar a la casa de Leandro Díaz. El taxista me dejó en la puerta de su casa, con solo decirle su nombre. Estaba sentado en un taburete y su rostro buscó la dirección de mi voz para decirme que me sentara. Pero al decirle que venía solo a saludarlo para saber algunos detalles de su infancia, me volvió a decir que por favor no siguiera parado en el centro de su sala, que tomara asiento. Hice el gesto de sentarme pero me quedé hablando de pie, pero él pareció darse cuenta desde la luz oculta de su ceguera. "Si quiere, sacamos el taburete a la puerta". Allí me quedé toda la tarde de un sábado, luego de un viaje de madrugada desde Cartagena hasta San Diego (Cesar).
En un silencio, él preguntó extrañado:
—¿Hizo usted ese viaje tan largo desde Cartagena hasta San Diego?
—Sí.
—¿Solo para hablar conmigo?
—Sí, querido maestro.
—Mire, siempre he querido escribirle una canción a Cartagena. ¿Qué es lo que tiene esa ciudad? Siempre he creído que el embrujo de Cartagena está en sus noches. Dígame si no. Lo mejor de esa ciudad es el silencio de la noche. Siempre he querido describir ese silencio. ¿Pero usted es de allá?
—No. Soy de Sahagún.
—¡Vea qué cosas! Dormí dos noches allá en una invitación que me hicieron. Es muy especial la gente de la sabana. En los años setenta estuve en Sincelejo y en Montería.
—Cuénteme maestro, ¿cómo pasó su infancia?
—Mire, mi historia es la de un niño que sufría mucho porque me quedaba solo. Me recuerdo caminando a oscuras en el jardín, persiguiendo el olor de las rosas y los heliotropos, el olor de los naranjales, los limoneros y los cafetos. La casa que yo recuerdo de niño es mi casa de Alto Pino, una casa de bahareque y techo de palma, enclavada en la sierra. Recuerdo la calidez de aquella troja donde dormía. Nací en pleno carnaval y al amanecer de aquel verano del 20 de febrero de 1928. Mi estrella nació apagada.
—¿Recuerda alguna canción en especial en aquellos años de infancia?
—Muchas. Las canciones que yo escuchaba era lo que sonaba en toda la provincia. En Hatonuevo, mi pueblo, escuché a mis cinco años, tocar el acordeón de Chico Bolaños y empecé a cantarlo. Su canción decía:
En la estancia de Rafael la que administra Pedrito al pasar por el laurel a todos les canta el Coíto.
Leandro me explica que el coíto es un pájaro de la región. "Mi primer sueldo fueron 10 centavos que me pagó Emilio Brugués en Riohacha, al pedirme que le cantara El Coíto y El Gavilán pollero". Me confiesa que lleva el apellido de su madre María Ignacia Díaz, "porque mi padre Abel Duarte, no nos dio el apellido". "Mi madre, una ama de casa, cantaba bien y tenía una gracia para cantar boleros, tangos. Mi padre perteneció a una familia de labradores. No salió de su finca sembrando caña y café. Mi madre era una matrona legítima.
—Además de cantar, ¿a qué jugaba el niño Leandro Díaz?
—A lo que jugaban los niños de mi tierra. La ceguera no me impidió ayudar a elevar cometas o a jugar boliches. A mí se me desarrolló el oído. El juego era un rombo o círculo en la tierra. Lo llamábamos Tribilín. En aquel entonces el hombre increíble del boliche, era Lorenzo Solano. Recuerdo a aquellos niños que me acompañaron en mi infancia: a Temístocles, a Franklin Ojeda, al Negro Camargo, a Froilán Brito, a Francisco Carrillo. A uno de mis amigos de infancia lo mató un carro.
EL CIEGO QUE LEÍA LAS MANOS
—¿Vivió de adivinar la suerte?
—Sin darme cuenta, me volví presajista y clarividente en mi pueblo, y hablaba de la llegada del verano en la caída de las cabañuelas y del anuncio de las lluvias con la algarabía de los monos. Era un muchacho, casi un niño cuando empecé a leer la suerte. Leía las manos y me pagaban por adivinar la suerte. Lo hice en Lagunita de la Sierra. En Los Pajales. En la Jagua de Ivirico. Me decían El Brujo de la Nevada. Todo lo que presagiaba ocurría y tuve que abandonar la clarividencia, porque en el año cuarenta se me murieron cuatro familiares y el dolor me hizo callar. Juré no volver a eso. Esas corazonadas me hicieron mucho daño. Adivinar era un pretexto para tocar y leer las manos. Viví en todo este tiempo en muchos lugares: en Tocaimo, Codazzi, Urumita, San Diego.
—¿Ha vuelto a soñar con la casa de Hatonuevo?
—Más que un sueño es una pesadilla. Estoy en Hatonuevo y me estoy muriendo de sed y salgo a buscar una fuente, pero me enredo en un bejuco.
LA DIOSA CORONADA
—¿Cómo nació la canción "La diosa coronada"?
—Eso me ocurrió hace más de 43 años, en Tocaimo. Conocí a Josefa Guerra, una mujer bella y presuntuosa, cuyos padres eran medio ganaderos. Quise ser su amigo, pero ella no. Como mujer me gustaba, pero fue imposible. Entonces me dije: Algún día me consolaré. Nació la letra y la melodía al mismo tiempo. Cuando se la canté en 1967 a García Márquez, en Valledupar, le gustó muchísimo. Él estaba con Alfonso López Michelsen. Desde ese momento en que la canté en una fiesta, quedamos siendo amigos. Hasta hoy nos hemos visto cuatro veces. En 1967. Luego en San Diego en 1983. Él vino a mi casa de San Diego. Después en 1992 en Valledupar. Eran caravanas de carros para llegar aquí. Después nos vimos en Cartagena en su apartamento de la Máquina de Escribir. Hablamos poco. No sé dónde sacó él que yo tallaba la madera. Sé que su novela El amor en los tiempos del cólera, iba a llamarse como mi canción: La diosa coronada.
LA MÚSICA DE LAS MUJERES
—¿Qué es lo que más admira en una mujer?
—El perfume. Pero el mejor perfume es el natural, lo que viene del alma. Hay mujeres que huelen bien como el azuceno rojo que florece todo el año y nunca deja de perfumar, y en toda esa belleza está el timbre de la voz. Yo no he tenido amores platónicos, porque algunos de esos amores morían al mismo tiempo de nacer. Algunas novias platónicas de mis primeros veinte años, me despreciaron porque no me creían útil en la sociedad. Y me acerqué a ellas a través de la adivinación. Todo lo que les dije, les pasó.
Y hablando de mujeres, pasa frente a la casa de Leandro Díaz a esta hora una mujer vestida de rojo que le grita: ¡Adiós, Leandro! Y él responde: ¡Adiós, flor de la ahuyama! Cuando la sombra de la mujer se aleja, precisa que "la flor de la ahuyama es bonita, pero no tiene olor". Lo mismo le pasa a la trinitaria, que es muy bonita pero no tiene olor. La mujer se voltea en la distancia, y Leandro presiente que ella ha detenido el paso y se le acerca. Entonces, me descresta cuando le tira un piropo: "Mujer, te queda bien ese vestido rojo". ¿Cómo supo que era rojo?-le pregunto- y me responde: "¿No le dije que era clarividente?"
Le pregunto por Helena Clementina Ramos, su mujer, y me dice que ha sido su más grande compañía, con la que ha tenido seis hijos, entre ellos, al músico Ivo Díaz, que "es un buen compositor, versero, y cantante".
"Jamás me he disgustado con mi mujer. Yo hice un pacto de vida con ella y he pasado tantos años juntos con ella. Ella supo desde siempre que mi vida está entre los amigos, adonde me llevan las canciones".
LA LUZ EN LA SOMBRA
—Me asombra escucharle hablar de los colores. ¿Cómo percibe usted, el color rojo y el azul?
—Muy sencillo. Mi hermana hacía con los retazos de colores una sábana y me ponía la mano en cada color. El rojo siempre lo sentí caliente y fresco el azul. Desde niño sentí las calorías que tenían los colores. El amarillo es más caliente que el verde. El azul me da frescura.
—¿Cómo se le ocurrió ese verso tan hermoso de "cuando Matilde camina hasta sonríe la sabana?
—Fue en el curso del enamoramiento con Matilde Lina, que compuse la canción. Y quise que en un verso pudiera decir qué ocurría dentro de mí y qué le ocurría al paisaje, cuando presentía llegar a Matilde, una mujer atractiva, esbelta, caminando con aquella gracia por la sabana. Los enamorados usan la mirada, pero eso es superficial y no es suficiente.
—¿Cuáles son sus comidas preferidas?
—El sancocho, el marisco, la tortuga, la sierra y el lebranche. Pero el lebranche pierde el sabor y se vuelve desabrido cuando lo meten en el hielo.
—¿Usted dicta sus canciones?
—Las grabo en mi mente, porque no sé utilizar esos aparatos de grabación. Y le digo a mis hijos que me la graben.
—¿Cómo le han parecido las interpretaciones que han hecho de sus canciones?
—Hay muy buenas interpretaciones: las de Alfredo Gutiérrez, Jorge Oñate, Alfonso Zuleta, Diomedes Díaz, Beto Zabaleta, Binomio de Oro, Carlos Vives, entre tantos. Pero creo que hasta ahora, el mejor intérprete ha sido Jorge Oñate.
DE CARA CON DIOS
—Si tuviera la oportunidad de estar con Dios, qué le pediría?
—Le pediría que me dejara ser ciego, porque si me diera la vista, ya sería otro Leandro. Los ciegos no nos aferramos a la muerte. El ciego y el morrocoyo se parecen. El ciego no puede correr y el morrocoyo no corre.
—¿Cómo podría definir la fuente de sus canciones?
—El silencio ha sido desde niño mi mejor maestro. Creo que la soledad es la madre de la inteligencia.
EPÍLOGO
Al final de la tarde, le pregunto por los miedos, y me dice sin rodeos que "no le tengo miedo a nada. Como lo he dicho en mis canciones: Ni las tinieblas pueden conmigo. He sido un ser inofensivo. Pero no todos los músicos son así. Hay quienes se aprovechan del ingenio de los demás. Como uno de nuestros grandes que duerme en sus laureles. No vaya a nombrarlo, pero él me reclamó diciéndome: "lo que Dios te negó en vista, te lo dio en lengua".
Me cuenta que entre los suyos, se muere de viejo. Muchos de ellos han llegado lúcidos y memoriosos a sus cien años. Nombra a sus ancestros que desertaron en tiempos de la esclavitud en Cartagena, mar arriba, rumbo a Palomino. Evoca a su abuela, la partera Remedios Duarte, de 82 años. A Hermenegildo Duarte. A Aurora, su prima hermana, una negra "ñonga", que "se bañaba y no se le mojaba el pelo".
Se acaricia el abdomen y descubre que uno de los botones está a punto de volar: ¿Usted se imagina cuánto arroz he comido yo en setenta años? Mucho arroz. Demasiada yuca.
Pero en otro silencio, me sorprende con una nueva ocurrencia o con una metáfora a flor a labios:
"A veces me siento como un girasol. Es increíble que de noche, el girasol gire al revés buscando el sol".
Juan Pablo Roa
Ofrecemos a nuestros lectores dos poemas del colombiano Juan Pablo Roa (Bogotá, 1967) quien tras un viaje por Portugal e Italia, motivado por un doble luto familiar, realizado durante la década del noventa, se radicó en Barcelona, donde se desempeña como editor y traductor. Juan Pablo ha publicado los libros: Ícaro, (Bogotá, 1989), Canción para la espera (Bogotá, 1993), El basilisco (México, 2007) y Existe algún lugar en donde nadie… (2011, XXXV Premio de Poesía Vila de Martorell de 2010). Es fundador y director (junto con Roberta Raffetto) de la revista Animal Sospechoso, editada en España.
REGRESO
Dejemos nuestra casa en orden antes de cerrar, por última vez, sus puertas
Virgilio Piñera
No puedo abrir la boca sin dejar pasar una cierta admiración.
Una puerta abierta en su mugre de casa vieja, de patio y baldosines de ajedrez, la boca abierta de un niño que grita, que llora ya sin llanto.
Su voz está en otra parte. En otra casa tal vez, o a lo mejor el niño llora sólo en sueños: ha crecido, ha restaurado y comprado la casa. La puerta estará ya cerrada para que no se pierdan otras cosas, para que el elemento salobre de las semanas no comience a invadir el mañana y el después de cada día.
Mientras escribo no puedo ya hacer nada. Ese hombre adulto llora en sueños, sin voz. Sus gritos se fueron a otra parte.
Abro la boca con cierta admiración y dejo pasar al niño. Es más: dejo siempre abierta la puerta.
* * *
Todo hijo es el hijo pródigo
en vida, en marea estéril
y después,
más allá del lienzo fresco,
la mano que pinta y es estar.
Todo hijo es un hijo pródigo
y la madre, que ya no es como agua,
hoy así lo nombra:
«abrazo, ausencia, niño
que aún sigues siendo en otros brazos».
Antología de poesía anarquista
Por Omar Ardila
Insumisos, insurrectas, subversivos, rebeldes, insurgentes, conspiradoras, revolucionarios, agitadoras, libertarios, anarquistas… los ha habido en todas las culturas y desde tiempos inmemoriales, incluso, en aquellos lugares donde el terror ha campeado poderoso y altivo, instaurando el prejuicio como su mejor arma para sostener los anhelados "equilibrios". De esos particulares personajes, nos han contado las mitologías, los relatos épicos, los tratados históricos, los textos religiosos, y no precisamente para exaltarlos o recordarlos con respeto y dignidad; por el contrario, para iniciar con ellas la reseña de los proscritos y enjuiciar sus actos como entorpecedores de los imaginados "paraísos perdidos".
Estos incómodos sujetos, aunque aislados espacial y temporalmente, han permanecido unidos por su espíritu fervoroso e inclaudicable. Por supuesto, no todas han defendido los mismos ideales ni ejercido las mismas prácticas, ni tampoco han gozado de los pequeños triunfos de la memoria – que en efecto se han dado – con los cuales se ha logrado fundar una iconografía de luchadoras sociales que han rebasado múltiples fronteras. Pero, precisamente, porque consideramos que aún hay muchas voces olvidadas, insistimos en rescatarlas trazando cartografías a partir de una particular actividad artística vinculada con una praxis ideológica: la poesía anarquista.
Advertimos a quienes consideran –desde ciertos sectores que también se reclaman revolucionarios– que este propósito es excluyente y peligrosamente generador de distanciamientos, que no es ese nuestro propósito; sin embargo, es apenas natural y oportuno (debido a los múltiples intentos de acallarnos y de agraviarnos con el olvido, aún por quienes dicen estar combatiendo por un mundo mejor) que también los ácratas nos preocupemos por reavivar las voces poéticas que nos han alentado y que han resistido ante todo tipo de persecuciones.
Y ya que nos hemos encauzado por tan inquietante sendero, es preciso hacer unas acotaciones, puesto que a la dificultad consabida para realizar cualquier tipo de antología, se suma el que no estamos exentos de operar con tal subjetivismo que nos lleve a incluir o a obviar a quienes –"a todas luces"– debieran haber sido seleccionados o dejado por fuera. Sin embargo, asumimos el reto de iniciar esta construcción, ante todo, alentados por la confianza de que otros compañeros ayudaran a complementar o a pulir este trabajo. Lo primero que queremos manifestar es que tratamos de seleccionar, primordialmente, autoras que se proclamaron como anarquistas habiendo o no militado en asociaciones de este tipo. Algunos de ellos, posteriormente tomarían rumbos diferentes, pero como no estamos buscando hacer enjuiciamientos morales, nos interesa es el espíritu de su obra en un contexto determinado. En segundo lugar, consideramos importante incluir poetas con alto reconocimiento dentro de la lírica mundial, quienes sin militar en agrupaciones anarquistas sí tuvieron o tienen una gran afinidad con sus ideas; y otros que, quizás sin tener conciencia de dichas ideas, llevaron vidas y construyeron obras decididamente libertarias. Podríamos decir de todas ellas que eran "anarquistas congénitas" que exhumaban rebeldía. Es el caso de Lao Zi, Rosario de Acuña, Wilde, Rimbaud, Artaud, Blake, Victoria Aldunate, Schelling, León Felipe, Byron, Heine, Ana María Martínez Saguí, Cravan, entre otros. Y hasta nos atrevimos a incluir una polémica figura literaria, vinculada usualmente por la crítica con el pensamiento de derecha, quien, inesperadamente, publicó sus primeros y revolucionarios poemas –esos que no traen las antologías oficiales– en periódicos anarquistas; se trata, ni más ni menos, que de Jorge Luis Borges.
Asimismo, somos conscientes de que muchas autoras también han quedado por fuera, principalmente, por el desconocimiento que tenemos de sus obras o porque deliberadamente han decidido quedarse en el anonimato. Además, de unos pocos, encontramos referencias sobre su trabajo literario pero no fue posible hallar obras poéticas. Por eso anhelamos que, con la ayuda de los lectores interesados, podamos seguir alimentando este flujo propulsor de la memoria y continuar haciéndolo circular más allá de los espacios libertarios, pues creemos que esta selección de autores identificados con un singular pensamiento político, debe también generarle inquietudes a todos los estudiosos de la literatura.
Por otra parte, queremos hacer algunos apuntes sobre la concepción del arte en el anarquismo, los cuales pueden ayudarnos a dimensionar la importancia de esta actividad dentro de dicha propuesta sociopolítica y, especialmente, la gran estima que se ha tenido por la poesía en el mundo ácrata, la cual ha sido considerada como una verdadera arma para adelantar la lucha política. Y aunque no olvidamos lo poético que siempre habita en el corazón de toda creación artística, nuestro trabajo busca concentrarse en la especificidad lírica.
Uno de los primeros presupuestos en los que se afianza el pensamiento anarquista es que "para crear hay que destruir", y es, en gran medida, el artista quien se aproxima a la belleza a través de la variación, constituyéndose como un devenir revolucionario. De entrada, las artistas de Acracia se instalan en la línea herética, en contravía de la cultura y la tradición, aunque no pierden su horizonte pluralista, que les permite renovarse constantemente a partir de su propia experiencia y ratificando siempre el valor de la diferencia, pues el creador no encaja en la estructura de una "sociedad igualitaria", históricamente nivelada por lo bajo, gracias al predominante ejercicio de la autoridad y el patriarcado. El artista ácrata ha luchado por la "individualización" y no por el "individualismo", como ligeramente se le ha señalado por algunos sacerdotes que preconizan el "compromiso", la "pedagogía" y el "dogma" revolucionario del arte. Por ello, es preciso no olvidar la esclarecedora advertencia de Wilde: "Toda autoridad es igualmente peligrosa".
Desde los primeros momentos, teóricos anarquistas como Godwin, Proudhon y Kropotkin, coincidieron en avizorar un "arte nuevo", que buscara abolir las diferencias entre arte y vida. Han sido numerosos los dogmas contra los que se ha levantado el creador ácrata: "la obra maestra", "el artista puro", "el museo", "la sala de conciertos", "el dictamen de la crítica". Esta ruptura se alcanza luego de asumir su trabajo no como un oficio, ni como un medio de vida, sino como puro acto creativo, pues importa más el acto creador que la obra en sí. Antes que para ser "mirada", la obra está para ser "vivida" y "hecha", y viene a adquirir su real potencialidad en contextos determinados, sin estar sujeta a las limitaciones temporales. Por su parte, la estética anarquista estima otros valores con los cuales se siente más identificada: la imaginación, la espontaneidad, la fantasía, el asombro, la ruptura. Por eso espera y merodea siempre en las puertas de lo desconocido, pues no se contenta con "regentar o interpretar lo real" para producir un "significado" social excluyente. Más que con palabras, el poeta trabaja con deseos, emociones, fantasías, temores…
Muchas de las poetas anarquistas estuvieron siempre innovando, generando rupturas, dando batallas por el verso libre desde las orillas del simbolismo o incorporándole nuevas facetas perceptuales a la creación poética, desde las tribunas expresionistas, dadaístas, futuristas y surrealistas. Y así han continuado, casi siempre cercanos a los quehaceres vanguardistas, que se levantan contra el poderío "legislador" de los artistas clásicos.
Hemos preparado este trabajo, ante todo, por el amor a la poesía y al espíritu anarquista, y por la necesidad de conjugar momentos, indagaciones ante el espejo, transparencias y atisbos de luz para revitalizar la memoria, para reafirmar que la poesía es inmanencia revolucionaria que no encaja con el "arte de propaganda", y para seguir pregonando que la revolución es una fiesta, un rito, una ceremonia, una celebración… sin principio ni fin.
De Lao Zi
UN ESTADO se gobierna con normas permanentes,
en la guerra se emplean tácticas cambiantes,
con el no-actuar se conquista el mundo,
¿cómo lo sé?
Cuantas más prohibiciones,
más se empobrece el pueblo.
Cuantas más y mejores herramientas tiene el pueblo,
mayor desorden reina en el Estado.
Cuanta más inteligencia posee el pueblo,
más productos extraños surgen por doquier.
Cuanto mayor es el número de objetos preciosos,
más abundan los ladrones y bandidos.
Por eso dice el sabio:
Yo practico el no-actuar,
y el pueblo se transforma por sí mismo;
yo prefiero la quietud,
y el pueblo se corrige por sí mismo;
yo no me ocupo de ningún asunto,
y el pueblo se enriquece por sí mismo;
mi deseo es no tener ningún deseo,
y el pueblo se hace sencillo por sí mismo.
CARTAS DE LOS LECTORES
LOS 50 DE RAYUELA. Me encantó la evocación fundada por el cumpleaños de Rayuela. La autora transmite con absoluta fidelidad lo que nos provocó la lectura de esa novela cuando apareció, una verdadera revelación de algo nuevo y distinto que irrumpía no sólo en la literatura sino en nuestras propias vidas. Realmente hermosa la nota de Amparo Osorio. Martha Spagnuolo, Crítica Literaria, La Plata, Argentina
* * *
ON THE ROAD. Vi la película En el camino, versión de la obra maestra de Kerouac, y como siempre que veo adaptaciones de grandes novelas, me quedó un desasosiego. Buenos actores, excelente producción, pero poca poesía y profundidad narrativa. El cine vuelve superficial fácilmente a la literatura, a menos que sea Visconti quien dirige. Que hablen los críticos. Angel Rodríguez.
* * *
LA TERNURA DE CORTÁZAR. Cuando a mis 23 años leí por primera vez Rayuela, pensé en muchas cosas, hice otras tantas (entre otras dejarla tirada en algún momento). Ahora a mis 57 volví a abrazarla y sí, Amparo, tienes toda la razón: es la ternura. Mario Froilan Reyes
* * *
EL GRAN COLOMBIANO. Es increíble que un país elija como su gran personaje a un presidente guerrerista que fundó las Convivir, que tanto fortalecieron al paramilitarismo. O compraron esa elección, o nos han embrutecido con los medios o somos de una estirpe sangrienta. Lamentablemente creo que ocurre lo segundo. Gustavo Álvarez, Comunicador Social
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LA UNIVERSIDAD LIQUIDADA. Excelente ensayo del profesor Fajardo sobre el aciago destino de la Universidad en tiempos del neoliberalismo. Es terrible pensar que la universidad se ha convertido en una entidad prestadora de servicios. Luis Felipe Aljure.
* * *
LAS NOVELAS DE LA VIDA. Hay novelas que hacen parte de la literatura como Cien años de soledad y otras que hacen parte de la vida como Rayuela. Hermosa evocación de la poeta Osorio sobre el tierno y brillante libro de Cortázar. Carlos Fernando Ramírez, Quito
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