--- El dom 27-mar-11, Melina Alfaro <volar@fibertel.com.ar> escribió: De: Melina Alfaro <volar@fibertel.com.ar> Asunto:Leonardo Boff: Compassion: the most human virtue (Sigue en castellano) Para: democracynow.org, PLCefe@aol.com
Please circulate this article widely. Thanks! Compassion: the most human virtue Leonardo Boff Theologian Earthcharter Commission Three terrifying scenes, the earthquake in Japan, followed by a devastating tsunami; the escape of radioactive gasses from the affected central nuclear plants, and the landslides that occurred in the highland cities of Rio de Janeiro, have definitely elicited two responses: compassion and solidarity. Compassion fills us first. Of all human virtues, it is perhaps the most human, because not only does it open us, in a pained expression of love, to the other, but to the other who is undergoing the most suffering and trauma. The ideology, religion, social or cultural status of the other is of little importance. Compassion annuls those differences and leads us to extend our helping hand to the victims. To remain cynically indifferent would betray a supreme inhumanity that transforms us into enemies of our own humanity. When we see the suffering of the other we cannot help but to become like the compassionate Samaritan of the Biblical parable. Compassion implies assuming the passion of the other. It is to transport oneself to the place of the other, to be by his side, suffer with him, cry with him, endure a shattered heart with him. Perhaps we may not have anything to give and words may lodge in our throats, but the important thing is to be by his side and not to let him suffer alone. Whether we are thousands of miles away from our Japanese brothers and sisters or close by our neighbors of the highland carioca cities, their suffering is our suffering, their despair is our despair, the heartrending cries of " Why, my God, why?" that they raise to the heavens are our heartrending cries. And we share the same pain of not finding a logical explanation. And even if there were one, it would not annul the devastation, it would not lift up the destroyed houses; it would not resuscitate the loved ones who were killed, especially the innocent children. Compassion has a singular quality: it demands neither prior reflection nor argument to ground it. Compassion is simply imposed on us because we are essentially compassionate beings. Compassion itself challenges the notion of biologist Richard Dawkins of the «egotistic gene,» and the theory of Charles Darwin that competition and survival of the fittest govern the dynamics of evolution. To the contrary: solitary genes do not exist, all genes are inter-retro-connected and we humans belong to uncountable webs of relationships that make us cooperative and solidarian beings. More and more scientists who come from the fields of quantum mechanics, astrophysics and bio-anthropology support the thesis that the supreme law of the cosmogenetic process is the interconnection among everything, rather than an excluding competition. The subtle equilibrium of the Earth, considered as a self regulating super-organism, requires the cooperation of countless factors that interact with one another, with the energies of the universe, with the atmosphere, the biosphere, and with the Earth system itself. This cooperation is responsible for her equilibrium, today disturbed by the excessive pressure that our consumerist and wasteful society imposes on all ecosystems, and that is manifested in the generalized ecological crisis. In compassion is found the meeting of all religions, of East and West, of all ethical constructs, all philosophies, and all cultures. At the center is the dignity and authority of all who suffer, generating in us an active compassion. The second attitude, related to compassion, is solidarity. It obeys the same logic as compassion. We go to find the other to save his life, to bring him water, food, clothing, especially human warmth. We know through anthropogenesis that we became human when we overcame the phase of the individualistic search for the means of subsistence and began to search for them collectively and distribute them cooperatively among everyone. What made us human yesterday, humanizes us today. This is why it is so moving to see how many people from all over have mobilized to help the victims, and through solidarity, to give them what they need: above all the hope that, in spite of the tragedy, is still true that life is worth living. Free translation from the Spanish by Done at REFUGIO DEL RIO GRANDE, Texas, EE.UU. ****************************************************************** Por favor circule ampliamente este artículo! Compasión: la más humana de las virtudes 2011-03-25 Tres escenas aterradoras, el terremoto en Japón, seguido de un tsunami devastador, la pérdida de gases radioactivos de las centrales nucleares afectadas, y los deslizamientos de tierras ocurridos en las ciudades serranas de Río de Janeiro, sin duda han provocado en nosotros dos actitudes: compasión y solidaridad. Primero irrumpe la compasión. Ente las virtudes humanas, tal vez sea la más humana de todas, porque no solo nos abre al otro como expresión de amor dolorido, sino al otro más victimado y mortificado. Poco importa la ideología, la religión, el status social y cultural de las personas. La compasión anula esas diferencias y have que tendamos las manos a las víctimas. Quedarnos cínicamente indiferentes demuestra una suprema inhumanidad que nos transforma en enemigos de nuestra propia humanidad. Delante de la desgracia del otro no hay modo de no ser los samaritanos compasivos de la parábola bíblica. La compasión implica asumir la pasión del otro. Es trasladarse al lugar del otro para estar a su lado, para sufrir con él, para llorar con él, para sentir con él el corazón destrozado. Tal vez no tengamos nada que darle y las palabras se nos mueran en la garganta, pero lo importante es estar a su lado y no permitir que sufra solo. Aunque estemos a miles de kilómetros de distancia de nuestros hermanos y hermanas de Japón o cerca de nuestros vecinos de las ciudades serranas cariocas, su padecimiento es nuestro padecimiento, su desespero es nuestro desespero, los gritos desgarradores que lanzan al cielo preguntando: ¿por qué, Dios mío, por qué?, son nuestros gritos desgarradores. Y compartimos el mismo dolor de no recibir ninguna explicación razonable. Y aunque la hubiera, no anularía la devastación, no levantaría las casas destruidas, ni resucitaría a los seres queridos fallecidos, especialmente a los niños inocentes. La compasión tiene algo de singular: no exige ninguna reflexión previa, ni argumento que la fundamente. Ella simplemente se nos impone porque somos esencialmente seres com-pasivos. La compasión refuta por sí misma la noción del biólogo Richard Dawkins del «gene egoísta». O el presupuesto de Charles Darwin de que la competición y el triunfo del más fuerte regirían la dinámica de la evolución. Al contrario: no existen genes solitarios, todos están inter-retro-conectados y nosotros humanos formamos parte de incontables tejidos de relaciones que nos hacen seres de cooperación y de solidaridad. Cada vez más científicos provenientes de la mecánica cuántica, de la astrofísica y de la bioantropología sostienen la tesis de que la ley suprema del proceso cosmogénico es el entrelazamiento de todos con todos y no la competición que excluye. El sutil equilibrio de la Tierra, considerada como un superorganismo que se auto-regula, requiere la cooperación de un sinnúmero de factores que interactúan unos con otros, con las energías del universo, con la atmósfera, con la biosfera y con el propio sistema-Tierra. Esta cooperación es responsible de su equilibrio, ahora perturbado por la excesiva presión que nuestra sociedad consumista y derrochadora have sobre todos los ecosistemas y que se manifiesta por la crisis ecológica generalizada. En la compasión se da el encuentro de todas las religiones, del Oriente y del Occidente, de todas las éticas, de todas las filosofías y de todas las culturas. En el centro está la dignidad y la autoridad de los que sufren, provocando en nosotros la compasión activa. La segunda actitud, afín a la compasión, es la solidaridad. Obedece a la misma lógica de la compasión. Vamos al encuentro del otro para salvarle la vida, llevarle agua, alimentos, abrigo y especialmente calor humano. Sabemos por la antropogénesis que nos hicimos humanos cuando superamos la fase de la búsqueda individual de los medios de subsistencia y empezamos a buscarlos colectivamente y a distribuirlos cooperativamente entre todos. Lo que nos humanizó ayer, también nos humaniza hoy. Por eso es tan conmovedor ver como tanta gente de todas partes se moviliza para ayudar a las víctimas y a través de la solidaridad darles lo que necesitan y sobre todo la esperanza de que, a pesar de la desgracia, sigue valiendo la pena vivir. -- Has recibido este mensaje porque estás suscrito al grupo "Melina Alfaro" de Grupos de Google. Para publicar una entrada en este grupo, envía un correo electrónico a melina-alfaro@googlegroups.com. Para anular tu suscripción a este grupo, envía un correo electrónico a melina-alfaro+unsubscribe@googlegroups.com Para tener acceso a más opciones, visita el grupo en http://groups.google.com/group/melina-alfaro?hl=es.
-- «Se precisan niños para amanecer» -Daniel Viglietti-
«(...) quizá la Ética sea una ciencia que ha desaparecido del mundo entero. No importa, tendremos que inventarla otra vez Jorge Luis Borges ( Diálogos - Seix Barral - Barcelona - 1992- pg. 26 )»
Saludos,Melina
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