Por medio de la presente les hago llegar mi último artículo que trata acerca de la coyuntura nacional, espero que sea de su agrado, agradeceré sus comentarios Atentamente
CESAR FERNANDO O´PHELAN PEREZ PROJUSTICIA. COVENT GARDEN: ALFREDO SÁNCHEZ MIRANDA Fernando O´Phelan P. Hoy decidí caminar con Ariana de la mano, es el día de San Valentín y ella con sus dos años representa el amor que siento por mi familia. Es raro, no, la familia lo es todo, es tu centro, eso que queda cuando todo se desmorona, y que conste que me he desmoronado un par de veces en la vida y sin ellos hoy estaría muerto. Tracy Chapman está viva y está cantando en Londres, Alfredo y su esposa acaban de terminar la siesta, soñaron lo mismo: soñaron que vinieron al Perú de nuevo, que se podía empezar de nuevo, que la vida de afectos merecía darse un chance en Lima, y claro, el sueño se hizo realidad, la vida se hizo realidad, Tracy canta más fuerte ahora, pero la magia se acabó. Una vez un amigo me dijo que escuchó llorar a su madre y se tomó un vuelo de Chicago a Lima, solo para pedirle que no llore más. Igual lo hizo Alfredo. Hoy han sucedido varias cosas: el empresario joven, con cara de Andy García peruano en la película "El Padrino", se atrevió a decirle al Presidente Alan García lo que muchos piensan y nadie quiere repetir. He escuchado a varios miembros de la Corte Suprema sentirse embrujados por la sabiduría de Alan García y es seguro que sepa embrujar; pero ayer, como si un niño se acercara a la base de un juego de piezas en vertical, Alfredo Sánchez Miranda salió y le dijo al Perú: Basta Alan García, basta ya. Muchos abogados de Lima, empresarios del Golf en Surco y muchachos gordos de Asía dicen que Alfredo está loco y seguro lo dicen por la rabia de la envidia. Yo mismo creí que él no debió salir a los medios en esta coyuntura, aunque igual lo hizo y nos dio una lección. Puedo ganarme más enemigos de los que tengo y puede parecer que avalo el tema Sánchez Paredes; pero como he dicho siempre los apanados mediáticos, políticos o físicos como los del colegio en segundo de secundaria, han merecido mi rabia y mi rechazo. Chico Buarque está tocando, ya no hace tanto frio, extraño el Perú, me he puesto la camiseta del Salgueiro, quiero volver al Perú para atreverme a más. Mejor cierro los ojos, está Elton John y Sacrifice. Las emociones son algo de lo que no me puedo librar: más allá de si su familia o parte de ella tuvo actividades de narcotráfico hasta los ochenta, o si el aparato aprista provinciano y norteño caminó con el lado oscuro de su familia desde los setenta, o si algún sinvergüenza de este gobierno le pidió a su familia algún precio por el tema Sulliden-Algamarca; más allá de esta cadena de cosas vi en Alfredo Sánchez Miranda a una persona capaz de comerse el llanto y el sudor con tal de ver a sus padres recuperar aunque sea por minutos su orgullo y dignidad. La lección que le ha dado Alfredo al país es solo una: le ha dicho al mundo que en el Perú no hay institucionalidad. He escrito a Nueva York, Ámsterdam y Londres para que sepa de nuevo, cómo ese día que dieron la Ley de Amnistía a los asesinos de la Cantuta, no pude dormir solo llorar y gastar mis llamadas a medio planeta. Igual hoy, lo que sucede con el real problema del narcotráfico en el Perú y los chivos expiatorios que se construyen merecen ser vistos por Wikileaks. El respeto al Presidente de la República empezó a hacerse humo ayer 13 de Febrero. Lo importante ahora es que si hay algo que desnudar de la familia Sánchez Paredes que lo hagan de una vez e igual que en Medellín o México sepamos como voltear la pagina sin impunidades. Me da curiosidad saber qué delitos cometió Alfredo a los ocho años de edad. Me imagino el día siguiente: todas las advertencias, todas las amenazas, todos los pactos. Sería desagradable que hoy se haga político, pero es muy bueno ver que puede hacer políticas públicas desde el sector privado. No he visto a ningún otro muchacho, salvo Rosa Vallejos, tener agallas para decir lo que pasa en el Perú sin tener que titubear. Nadie nos puede pedir poner las manos al fuego por la familia Sánchez Paredes, pero luego de la vergüenza que ha pasado la revista Caretas y el desmoronamiento del ego presidencial, quizás todo lo sucedido nos sirva para ser menos maniqueos, para recordar que no tenemos superioridad moral, para descubrir que los malos o los que nos dicen quiénes son los malos no lo son tanto y los buenos o los que dicen que nos defienden y nos juzgan por el Poder del Estado no son tan honestos como pensábamos. Esta es una casita de Covent Garden, hay mucha nostalgia, no hay casos en el Tribunal Constitucional, no hay más juicios. Respetar lo mejor de mi país en el sistema antidrogas es una cosa, respetar a los políticos que los quieren manipular es otra. Soy feliz, hoy vengo a ofrecerle mi corazón, él a su hija, yo a Ariana, él tiene una vida que viene, yo seis vidas que amar. Prende tu música, pon a Eugenia León, Silvio y Rubén Blades y dime – ¡demonios!- si algo no cambió en el Perú ayer. |
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