por David Mandel # 282 Abril 29, 2009
este número:
· La negación del Holocausto
· La motivación y las tácticas de Irán
· Lo que leí y lo que no leí
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La negación del Holocausto
La Segunda Guerra Mundial (1939 a 1945) ha sido el conflicto que más víctimas ha causado en la historia. Se calcula que murieron 72 millones de personas. A diferencia de la mayoría de las guerras, el total de los civiles que murieron (47 millones) excedió al de los muertos militares, (25 millones). En el lado de los aliados, la Unión Soviética, Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos y sus aliados, murieron 61 millones. En el lado de Alemania y sus colaboradores murieron 11 millones.
Dos grupos étnicos fueron deliberadamente designados por los nazis para ser exterminados por ser considerados racialmente inferiores: los judíos, que tuvieron seis millones de víctimas, y los gitanos, que tuvieron cientos de miles de víctimas. Los negros también fueron considerados una raza inferior, pero los alemanes nunca llegaron a las regiones en África donde la población es negra. Otros grupos también fueron sistemáticamente exterminados, entre ellos los homosexuales, los disminuidos físicos y mentales, los Testigos de Jehová, los disidentes políticos, y otros. El asesinato sistemático e industrializado de millones, ― se calcula que las víctimas del programa nazi de exterminio fueron 12 millones de personas, de las cuales la mitad fueron judíos ―, ha recibido el nombre de Holocausto. (Los otros 35 millones de muertos civiles murieron en bombardeos, o a consecuencia del hambre y de las enfermedades relacionadas con la guerra).
Respecto a los judíos, hay tres puntos que definen el Holocausto: a) hubo una decisión de los líderes nazis de liquidar al pueblo judío, basándose en su ideología racial; b) existieron instalaciones "industriales", con campos de exterminio y cámaras de gas diseñadas para matar millones de judíos; y c) seis millones de judíos fueron asesinados.
El Holocausto es uno de los hechos históricos mas ampliamente documentados y confirmados, no sólo por las víctimas sobrevivientes y por los testigos, sino también por los victimarios que confesaron en numerosos juicios, incluyendo los de Nuremberg en 1945 y 1946 (el juicio a los principales criminales de guerra, a los doctores, a los jueces, y a otros); el de Eichman en Jerusalén en 1961; el de Klaus Barbie, "el carnicero de Lyon", en 1987, y muchos otros.
Existe una inmensa cantidad de evidencia, documentos, fotos y películas, en los archivos de muchas naciones, especialmente Alemania.
¿Cómo entonces se explica que existan organizaciones, individuos, y hasta gobiernos como el de Irán, que niegan, o ponen en duda, que el Holocausto haya ocurrido?
Hay varios tipos de negadores:
a) Las almas nobles y buenas no pueden aceptar que el ser humano sea capaz de tanta maldad, y, por lo tanto, están convencidas de que "eso no puede haber ocurrido".
b) Los negadores ignorantes de la historia no están enterados, ni tienen interés en enterarse, de eventos que ocurrieron en la época de sus abuelos, en la primera mitad del siglo pasado.
c) Los negadores deliberados, motivados por sus prejuicios y su política, niegan que haya ocurrido el Holocausto, y alegan que si murieron judíos, sólo fueron un par de cientos de miles, y su muerte, como en el caso de otros civiles se debió, no a un plan genocida sino a actos de guerra, a enfermedades o al hambre.
Es una paradoja absurda que los negadores deliberados niegan el Holocausto, pero acusan al mismo tiempo a los judíos de "cometer contra los palestinos los mismos crímenes atroces que los nazis cometieron contra ellos". No hay lógica cuando el prejuicio y el odio son obsesivos.
De acuerdo a los censos oficiales, antes de la guerra vivían cerca de nueve y medio millones de judíos en Europa: tres millones de judíos en Polonia, dos y medio millones de judíos en la zona europea de la Unión Soviética, 750,000 judíos en Rumania, 100,000 en Latvia, 155,000 en Lituania, medio millón en Alemania, 445,000 en Hungría, 357,000 en Checoslovaquia, 190,000 en Austria, 300,000 en Gran Bretaña, 250,000 en Francia, 156,000 en Holanda, 60,000 en Bélgica, 68,000 en Yugoslavia, 48,000 en Italia, 100,000 en Grecia, 48,000 en Bulgaria, y algunos miles en otros países.
Al final de la guerra la población judía de Europa era de tres y medio millón de personas. Los millones de judíos que Vivian en Polonia, y en otros países de Europa antes de la guerra, ya no aparecen en los censos posteriores al conflicto.
Un pequeño test a los negadores del Holocausto:
Pregunta: ¿Qué ocurrió con los seis millones de judíos que desaparecieron de los censos de población de los países europeos entre 1939 y 1945?
Escoja una de las dos respuestas:
1. Una nave del espacio se los llevó al planeta Mongo de la galaxia Andrómeda.
2. Los nazis los exterminaron
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La motivación y las tácticas de Irán
Hay un método en su locura
(William Shakespeare, Hamlet, Acto 2, Escena 2)
Los desvaríos genocidas expresados en la reciente conferencia de Ginebra por Mahmoud Ahmadinejad, presidente de Irán, ― repudiados y condenados por la mayoría de los países occidentales, y aplaudidos a rabiar por los países islámicos y árabes, ― no son producto de una mente enfermiza y obsesionada por el odio, sino que son una expresión táctica de la política y los objetivos del Líder Supremo Ayatolá Ali Khamenei y de los clérigos islámicos, quienes son los que realmente ejercen el poder en Irán.
Los fanáticos islámicos que gobiernan Irán consideran que su misión es islamizar el mundo, para lo cual necesitan previamente dominar el Medio Oriente, y controlar el petróleo que produce dicha región. Israel no sólo es un obstáculo para su objetivo sino que constituye una blasfemia para el Islam, ya que un país o región que en algún momento fue territorio islámico, como es el caso de Israel, no puede volver a ser controlado por infieles. Egipto y Arabia Saudita son considerados por Irán países opositores por pertenecer a la secta Sunni (los iraníes pertenecen a la secta Shiita) y por tener la capacidad de disputar la supremacía en la región.
Irán está desarrollando febrilmente capacidad nuclear, y, a diferencia del enfrentamiento de los Estados Unidos y de la Unión Soviética, durante la Guerra Fría, en la cual las dos potencias nucleares estaban conscientes de que el uso de bombas atómicas constituiría lo que se llamó D.M.A. (Destrucción Mutua Asegurada), desde el punto de vista de los gobernantes de Irán, el resultado de una guerra nuclear ― su inevitable destrucción y la muerte de millones de sus habitantes, ― no es, en las palabras de Bernard Lewis, "un argumento disuasivo sino un incentivo".
Esa actitud de Irán, que se podría tachar de locura criminal, tiene su lógica propia, basada en las creencias islámicas extremistas y obsesivas de sus dirigentes respecto a su esperado Mesías. Los líderes de Irán están convencidos de la llegada inminente del Mesías (el duodécimo imán que desapareció en el año 941 cuando aún era un niño), que reinará en el mundo durante siete años, después de los cuales habrá un juicio universal y el universo llegará a su fin. De acuerdo a las creencias shiitas (no compartidas por los sunnis) el Mesías llegará en un período de caos, guerra y destrucción. Causar una guerra, especialmente una guerra nuclear, es, para los dirigentes iraníes, crear las condiciones apropiadas para el retorno del Mesías, y apresurar su llegada.
Para lograr ese objetivo los dirigentes iraníes están usando tácticas, hasta ahora muy efectivas:
· Demonizar a Israel y negar su legitimidad, a través de discursos y declaraciones.
· Acciones de guerra y violencia contra Israel, realizadas por las organizaciones terroristas (Hamás en Gaza y Hizballah en el Líbano) que Irán financia, arma y controla.
· Desestabilizar, mediante grupos de oposición o clandestinos, a ciertos países árabes. Entre ellos hasta ahora están Arabia Saudita, Egipto y Marruecos.
· Lograr el control indirecto de países y regiones árabes, como lo ha ya logrado en Gaza, y está por conseguirlo en el Líbano.
· Frustrar los esfuerzos del Occidente de detener su ambición de convertirse en potencia nuclear, mediante negociaciones y conversaciones cuyo único objeto es ganar tiempo.
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Lo que leí y lo que no leí
LO QUE LEÍ
Hace unos días leí un artículo, que se encontraba no en la primera página del periódico sino en una página interior, acerca de la lucha del gobierno de Sri Lanka contra los "Tigres de Tamil", una organización terrorista que quiere establecer un estado separado en el noreste de la isla. El artículo mencionaba que 6,500 (Seis mil quinientos) civiles habían muerto en las luchas durante los últimos tres meses, que 100,000 civiles habían huido de la zona de batalla la semana pasada, y están ahora en campos de refugiados, y que otros 50,000 civiles están desesperados por escapar, pues carecen de comida, agua, y medicinas. El gobierno de Sri Lanka acusa a los rebeldes de usar a los civiles como escudos humanos.
LO QUE NO LEÍ
Lo que no leí ese día y en los días subsiguientes, en el mismo periódico y en otros periódicos, fueron artículos informando sobre las marchas de protesta en Europa de miles de personas, portando cartelones, denunciando la muerte de 6,500 civiles, comparando al gobierno de Sri Lanka con los nazis. No leí editoriales exigiendo un inmediato cese de fuego. Tampoco vi comunicados de los indignados académicos de la Gran Bretaña pidiendo boicotear a Sri Lanka.
La razón por la cual estos eventos no fueron reportados es que no sucedieron: no hubo marchas de protesta, no se publicaron editoriales, ningún académico británico consideró necesario pedir que se boicotee a Sri Lanka, y, por lo menos hasta este momento, la dramaturga británica Caryl Churchill no ha escrito una obra titulada "Siete niños de Sri Lanka", a pesar de que las 6,500 víctimas civiles de Sri Lanka constituyen un número 15 veces mayor al número de civiles palestinos que desgraciadamente murieron en la Guerra de Gaza, conflicto que si ocasionó marchas, editoriales y pedidos de boicot.
¿A qué se debe la diferencia? La explicación se encuentra en la frase que proviene del folklore judío: No es el amor a Hamán (es decir a los palestinos) sino el odio a Mordecai (es decir a los judíos) lo que motiva las marchas de protesta, los editoriales, los pedidos de boicot, y las obritas de teatro antisemitas. En el caso de Sri Lanka no hay forma de culpar a los judíos. Por lo tanto, el conflicto en Sri Lanka lo único que provoca en el mundo occidental son bostezos.
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