Por supuesto no intentamos argumentar que el nombre de aquel programa se haya necesariamente inspirado en las consignas de un proyecto como el nuestro, surgido desde los imperativos éticos de la criticidad en esas prácticas culturales que el productor de la serie, Efraín "Betito" Aguilar, más bien ignora y desprecia: baste recordar su triste accionar en la municipalidad como ideólogo de la destrucción de la Bienal de Lima, precisamente cuando ella se había transformado en un soporte importante para las renovaciones políticas y culturales de principios del milenio. Uno de los golpes más absurdos y graves que el oscurantismo edil le ha infligido a la capital. De igual manera es patente el compromiso autónomo de Bendayán por el desborde icónico de la visualidad selvática que él ha hecho tanto por reivindicar. En su propia pintura y mediante otras iniciativas pioneras que Micromuseo ha tempranamente saludado, destacado y apoyado, desde lo que pudiera corresponderle. Nos desligamos, por lo tanto, de toda cronología linear y de cualquier vanguardismo trasnochado que se quiera malinterpretar en nuestros señalamientos. Éstos más bien apuntan a los fenómenos de simultaneidad y anacronismo vital en nuestra cultura, tantas veces rota pero recompuesta siempre en mosaicos de temporalidades mixtas. Creemos, sencillamente, ser parte pensante de una mutación epocal en las sensibilidades. Una transmutación cuyos signos se multiplican, con mayor o menor acierto y premura, en todo el horizonte social. La aspiración de Micromuseo es contribuir al filo más reflexivo y consciente de esa transformación grande. El filo cortante que haga también de ella una construcción de polis: de ciudad y de ciudadanía. Una operatividad simbólica. Y pulsional. Como aquella efigie "chabacana" de la fiera rugiente y sacra ahora multiplicada en toda Lima. Sin duda la imagen necesaria pero ausente, por llanas razones de formato, en el espacio otorgado a la experiencia de Micromuseo, también en abril, dentro del número 89 de la revista argentina Ramona. La publicación casi entera está dedicada a la escena limeña y entre los nutridos materiales allí reunidos desde el nombre de Juanacha se encuentran testimonios y reflexiones de artífices y críticos varios. Incluyendo Que la diferencia refulja, la versión reducida de la ponencia teórica con que a fines de 2008 se presentó la praxis de Micromuseo en dos opuestos complementarios: el MoMA en Nueva York, durante la conferencia anual del CIMAM (International Committee of ICOM for Museums and Collections of Modern Art); y el Centro Cultural de España en Montevideo, durante el Segundo Encuentro de Espacios Culturales Alternativos de Iberoamérica. Lo que en ambos espacios y en el de Ramona postulamos es el enorme poder del sinpoder absoluto. Cómo hacer de nuestras precariedades monetarias una fortaleza cultural. Una fuerza actuante en la sociedad desde la intangibilidad de lo simbólico. El poder de las imágenes. Y de las ideas. No hay proyecto museal más económicamente desposeído entre nosotros que el de Micromuseo. Quisiéramos creer, sin embargo, que estamos entre los más críticamente empoderados. Precisamente por ser los más libres de cualquier sujeción a Estado o Mercado, a cualquier círculo de intereses dominantes. De allí acaso la pregnancia de las imágenes y las ideas desde las que definimos nuestros compromisos. Así podrían sugerirlo las evidencias de abril, en su revelación de una sorprendente eficiencia: sin duda la escena cultural de Lima está hoy colmada de iniciativas felices, pero pocas como Micromuseo hacen tanto con tan poco. Tal vez también debido al énfasis que procuramos poner no en lo artístico sino en la cultura material. Y política. Para decirlo con uno de nuestros gritos de combate: la urgencia, el reto actual no es ingresar a la historia del arte -esa categoría desfalleciente- sino modificar la historia a secas. Mojándola. |
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