La percepción del comunismo cubano
El tradicional apoyo de los artistas españoles de izquierda al régimen castrista comienza a flaquear
La cultura se cansa de Cuba
PEDRO VALLÍN - Madrid
LA VANGUARDIA
Intelectuales y artistas españoles de izquierdas firman un manifiesto contra el régimen castrista
Víctor Manuel y Ana Belén - también Pedro Almodóvar-están entre los firmantes del manifiesto Orlando Zapata Tamayo. Yo acuso al Gobierno cubano,un texto que exige la liberación inmediata de todos los presos políticos en Cuba. Entre quienes suscriben la exigencia hay muchos más, pero los dos primeros nombres resultan chocantes y eso explica que saltaran a los titulares de los despachos de agencia hace apenas unos días.
Víctor Manuel y Ana Belén arrastran desde la misma transición española la etiqueta de artistas de izquierdas,con la que ha sido identificado - no siempre de forma bienintencionada ni pretendida-un sector que se extiende por el mundo del cine, las letras y la música española y que desde hace tres décadas viene denunciando el bloqueo decretado por el Gobierno estadounidense contra la isla.
En todo caso, que la célebre pareja de músicos españoles - él considerado uno de los más destacados cantautores españoles de los años setenta y ochenta (junto a Serrat, Aute y Sabina) y ella, musa de tiempo de las izquierdas españolas-firme en defensa de los derechos humanos en Cuba es sólo el síntoma más visible de un cambio paulatino, lento pero inexorable, en la posición de la izquierda española sobre la dictadura castrista. Al margen de las posturas de los partidos políticos (cuya volubilidad con Cuba no siempre era aplicación lineal de su adscripción ideológica, y ahí estuvo Fraga a partir un piñón con Castro), el mundo de la cultura, en España significado claramente a la izquierda - Zapatero recibió el apoyo explícito de numerosas celebridades en sus dos encuentros con las urnas-,siempre ha tendido puentes con Cuba. Sin embargo, la naturaleza de estos puentes ha ido volviéndose más sutil a lo largo de las dos últimas décadas.
El tono de las declaraciones en favor de Castro y en contra de la posición de Estados Unidos dio paso en los noventa, tras el hundimiento del comunismo en el este de Europa, que para muchos supuso el desencantamiento definitivo con las posiciones marxistas ortodoxas, a una posición mucho más ambigua, en la que las declaraciones se hacían "contra el bloqueo estadounidense" o "en defensa del pueblo cubano", pero rara vez en apoyo explícito a Fidel Castro.
El paso de los años ha sido de continuo desgaste de este apoyo entre unos actores culturales que hace un par de décadas, cuando la confianza en la joven democracia liberal española aún no había cuajado del todo, eran firmes partidarios de Castro.
Asimismo, los años pesan aún más para el régimen cubano, visto hoy en buena medida como una anomalía. El abrazo de la nueva gran figura de la izquierda caudillista, Hugo Chávez, no ha beneficiado en nada a la imagen exterior de Cuba, por más que sus mandatarios siempre hayan cultivado menos el pintoresquismo salvapatrias que el líder venezolano. Así, hoy encontramos entre los firmantes del manifiesto a un buen puñado de intelectuales y artistas españoles cuya raigambre emocional y política procede de la izquierda, en algunos casos claramente antiestadounidense. Fernando Trueba, Juan Marsé, Rosa Montero, Esther Tusquets, Ana María Matute, Maruja Torres o los citados en el antepecho de este texto aparecen entre las firmas de este nuevo manifiesto de condena y exhorto al Gobierno de Cuba, al lado de otros como Fernando Savater o Ian Gibson, que hace ya años que expresaron su ruptura con el idealismo redentor de la izquierda ortodoxa.
En realidad, el desapego ha ido creciendo conforme la apuesta por la paciencia y la confianza en la progresión de las reformas políticas y sociales en Cuba se han ido desvaneciendo. La baja de Fidel Castro y la asunción de su hermano Raúl hicieron aventurar esperanzas de cambio en Cuba, hasta el punto de que a lo largo de los últimos años, casi de forma paralela a las declaraciones tibias de la UE respecto a las carencias en libertades y derechos de los isleños, las manifestaciones de muchas celebridades de la cultura española parecían expresar más el ánimo de impeler al castrismo a su autoextinción pacífica que la certidumbre de que el régimen comunista de Cuba pudiera aún hoy producir algún beneficio para la sociedad cubana.
La morosidad con la que crecía el desapego a Cuba parece haberse disuelto en este caso por tratarse de una víctima mortal imputable directamente - por acción u omisión-al Gobierno de Cuba, un régimen que, siempre que se ha visto amenazado, ha actuado con contundencia, como demuestra el fusilamiento en 1989 del general Ochoa, héroe revolucionario, acusado de traición al Estado.
La muerte en prisión de Orlando Zapata Tamayo - muy distinta, desde el punto de vista de la imagen exterior del castrismo, de la muerte de los balseros que no alcanzan las costas de Florida-es un salto cualitativo en la violencia del castrismo.
Una prueba de esto es el lamentable episodio del actor Guillermo Toledo, quien habló a uña de caballo del asunto para las cámaras durante su participación en un acto a favor del pueblo saharaui. Toledo, preguntado por los periodistas, dijo que Zapata era un "delincuente común" al que alguien (la disidencia, se entiende) había "manipulado". También dijo que lamentaba la muerte "de cualquier ser humano, y mucho más la de alguien encarcelado y en huelga de hambre, que es algo terrible", y añadió que el Gobierno cubano "debería haber hecho algo más por salvar la vida de esta persona, haya hecho lo que haya hecho, y no permitir que un ser humano muera bajo su tutela".
Pero el corte para las televisiones no incluía todo eso. Lo significativo no fue el aluvión de críticas y descalificaciones recibidas desde medios de la ultraderecha madrileña - en el programa televisivo de César Vidal se debatió con chanza y sin subterfugios sobre las dimensiones del aparato reproductor del actor-,sino que, lejos de secundarle, otros actores y artistas que lo acompañaron en aquel célebre movimiento No a la Guerra se desentendieron de sus declaraciones.
Hasta la organización Aisge (sociedad de gestión de derechos de autor de directores de escena, dobladores, actores y bailarines españoles), que preside Pilar Bardem, se apresuró a sacar una nota desmarcándose de Guillermo Toledo. Esa reacción, por inequívoca y rauda, era mucho más relevante y noticiosa que las mismas declaraciones del actor. Porque aquella nota de prensa era el preludio de la aparición de la pareja cantante y de otros muchos en el manifiesto anticastrista.
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