19 marzo, 2010
Pendiente: capitalizar el dividendo de género en América Latina
| EXPRÉSATE | | Usuarios de Internet tienen acceso a la cobertura en vivo de los seminarios y pueden participar en los eventos a través de EXPRÉSATE. | | | | | | Estudio del BID destaca ventajas de ampliar el acceso de las mujeres al empleo, pero en mayores condiciones de igualdad CANCÚN, México – Aunque las mujeres se están incorporando rápidamente al mundo del trabajo en América Latina, la región aún no está aprovechando plenamente el potencial femenino para ganar en productividad e impulsar el crecimiento económico, según un nuevo estudio del Banco Interamericano de Desarrollo. El informe, El Dividendo de Género – Como Capitalizar el Trabajo de las Mujeres, estimuló la discusión en un seminario celebrado el viernes en el marco de la reunión anual de la Asamblea de Gobernadores del BID, que se llevará a cabo en esta ciudad balnearia del 21 al 23 de marzo. Expusieron en el evento la primera dama de México, Margarita Zavala; el presidente del BID, Luis Alberto Moreno; la secretaria ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena, y los máximos ejecutivos de grandes empresas que llevan adelante exitosos programas para reclutar y promover a mujeres en sus fuerzas laborales. El estudio preparado por las economistas Carmen Pagés y Claudia Piras del BID señala que si bien la participación laboral femenina pasó de 35 por ciento en 1980 a 53 por ciento en el 2007, las mujeres latinoamericanas padecen tasas de desempleo más altas y una significativa brecha de ingresos en comparación con los hombres. Asimismo, las trabajadoras latinoamericanas siguen concentradas en ocupaciones tradicionalmente femeninas, con una marcada participación en el sector informal. Las mujeres profesionales están casi ausentes en los cuadros gerenciales de las principales empresas latinoamericanas. Si son dueñas de empresas, sus compañías suelen ser más pequeñas que las lideradas por hombres en términos de ventas y capital físico, en parte porque suelen dedicar mucho más tiempo que sus cónyuges a las tareas hogareñas y al cuidado de los hijos o familiares mayores. Según el estudio, la región no está aprovechando al máximo el talento de sus mujeres, a pesar del papel clave que cumplen en sus economías y del hecho que las mujeres cada vez tienen mejores niveles de educación que los hombres, especialmente entre las personas nacidas en las últimas cuatro décadas. “Esto conlleva un costo especialmente alto en una época en la que la región intenta elevar su productividad a fin de volverse más competitiva en los mercados internacionales y reducir la brecha con el mundo desarrollado”, agregan las autoras del estudio. En el plano social, el aumento del poder económico femenino se traduciría en mayores niveles de bienestar, estabilidad financiera y consumo en los hogares, ya que las mujeres suelen volcar mayores proporciones de sus ingresos en la educación, nutrición y salud de sus familias. Para poder capitalizar el “dividendo de género” los países de América Latina deberán profundizar las políticas que propicien una mayor participación de las mujeres en los mercados laborales, pero en condiciones más equitativas. Otras políticas públicas ajenas a lo específicamente laboral pueden allanar el camino a las mujeres para dedicarse a trabajos remunerados. Un ejemplo son los subsidios para servicios de guardería para niños. Las inversiones en infraestructura para ampliar el acceso al transporte público, el agua y la electricidad también pueden ahorrarles tiempo y esfuerzo a las mujeres, especialmente a aquellas de menores ingresos. Además de estas iniciativas en el plano público, América Latina necesita alentar al sector privado a abrir sus puertas a las mujeres y facilitar su progreso laboral. Las compañías con mayor éxito en materia de promoción de la mujer llevan muchos años con iniciativas para reclutar a candidatas con buen potencial, programas de mentores para fomentar su desarrollo profesional y políticas flexibles para lograr un buen equilibrio entre las exigencias del trabajo y del hogar. En suma, las autoras del estudio señalan que las medidas por propiciar una participación más igualitaria de las latinoamericanas en el mundo del trabajo requieren una visión integral de la vida laboral de la mujer y del valor de sus aportes — tanto en el hogar como en el lugar de trabajo. “Adoptar esa visión y traducirla a una serie de políticas y programas concretos y eficaces – concluyen – equivaldría a asumir un nuevo pacto social con las mujeres en la región para reflejar su creciente importancia para los hogares, la economía y las generaciones presentes y futuras.” | 
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