La crisis económica ha tenido un impacto importante en los flujos migratorios del mundo. Las economías de los países de acogida tradicionales para los latinos, EEUU y España principalmente, están más débiles que nunca y cada vez las oportunidades laborales son más escasas. A pesar de este panorama nada alentador, los hispanos deciden no regresar a sus países de origen y aguantan de la mejor forma posible a que pase la tempestad financiera.
 
OAKLAND, CA - APRIL 30: A man wears an American flag as he protests Arizona's new immigration law during a rally at Oakland City Hall April 30, 2010 in Oakland, California. Dozens of people were marching in protest of Arizona state bill 1070 which was signed into law this past week and gives law enforcement officials unprecedented authority to stop and question suspected illegal immigrants. (Photo by Justin Sullivan/Getty Images)
Según el informe sobre las migraciones en el Mundo 2010 presentado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), solo un 10 por ciento de los  inmigrantes latinoamericanos en Estados Unidos se plantea regresar a sus países. Los mexicanos, que representan el grupo de inmigrantes hispanos más numerosos de los Estados Unidos, escogen cada vez menos el retorno. Esta circunstancia se puede deber, tal y como informó la observadora permanente de la OIM, a que "existen muchas percepciones individuales de dónde la gente encontrará oportunidades. También creo que temen no poder regresar al país al que emigraron".
 
El retorno, a pesar de la crisis económica y de las ayudas que muchos países ofrecen, no es fácil para los inmigrantes hispanos. En países como España, con la finalidad de proteger el mercado laboral para los nacionales, se ofrecieron incentivos económicos a los hispanos para que abandonaran el país. El pago del billete de avión y una ayuda económica apenas convenció a más de cinco mil personas, la mayoría de Ecuador, país que a su vez tiene un programa de reintegración, "Bienvenido a Casa".
 
En vez de regresar a casa, los hispanos prefieren quedarse en los Estados Unidos, a la espera de que la economía mejore y el mercado laboral se reactive. Optan por no desperdiciar cualquier medio digno de ganar dinero, reducir gastos o compartir vivienda. Cualquier mecanismo es válido frente a la idea del regreso, incluso el de pedir ayuda a sus familias en los países de origen para que les envíen dinero.
 
Existe el temor de que, después de pagar un costoso billete de avión y adaptarse de nuevo al propio país, no se encuentre trabajo tampoco allí. Se piensa que es más probable que la economía se revitalice antes en los Estados Unidos que en cualquier otro país del  mundo y se teme, además, que una vez se hayan ido, la vuelta a los Estados Unidos sea imposible. Por eso los hispanos, a pesar de la crisis y los incentivos, no se desalientan, deciden seguir luchando y optan por quedarse luchando por su futuro y el de sus familias.