Monday, February 13, 2012

[RED DEMOCRATICA] No. 217, Primer Cuento de Burgos Cantor

 



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"Premio a Mejor Medio Digital 2011"

 

DIRECTOR: GONZALO MÁRQUEZ CRISTO. EDITORES: AMPARO OSORIO, IVÁN BELTRÁN CASTILLO. COMITÉ EDITORIAL: Fabio Jurado Valencia, Carlos Fajardo Fajardo, Mauricio Contreras. CONFABULADORES: Óscar Collazos, Jotamario Arbeláez, Maldoror, Fabio Martínez, José Chalarca, Rafael Ortega Lleras, Marcos Fabián Herrera, Chócolo, Olga Sanmartín, Freddy González, Gustavo Tatis Guerra, Sergio Trujillo Béjar, Argemiro Menco Mendoza, Guillermo Bustamante Zamudio, Hernando Guerra Tovar, Gabriel Arturo Castro, Profesor Martínez Guerrero. EN EL EXTERIOR: Alfredo Fressia (Brasil); Antonio Correa, Iván Oñate (Ecuador); Marco Antonio Campos, José Ángel Leyva (México); Luis Alejandro Contreras, Benito Mieses, Hermes Vargas (Venezuela); Renato Sandoval (Perú); Efer Arocha, Jorge Torres, Jorge Nájar, Eduardo García Aguilar (Francia); Marta L. Canfield, Gabriel Impaglione (Italia); Luis Bravo (Uruguay); Armando Rodríguez Ballesteros (Costa Rica).

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Con-Fabulación con el asunto "retiro"

 

Germán Londoño interpreta a Ingres

 

Odalisca con esclavo de Ingres (1842).

Walters Art Gallery, Baltimore. Óleo sobre lienzo, 76 x 105 cm.

 

Jean Auguste Dominique Ingres (Montauban 1780 - París 1867), músico y pintor, que la crítica ha intentado encasillar sin éxito en las categorías del clasicismo, romanticismo, realismo, orientalismo e incluso "estilo trovador", irrumpió a los once años en el mundo del arte al inscribirse en la Academia de Toulouse, de donde saldría hacia París a estudiar bajo la tutela de Jacques-Louis David, famoso artista de recia personalidad que influiría algunas de sus obras. A los veinte años, al ganar el Premio de Roma, con la obra Aquiles recibiendo a los embajadores de Agamenón, la carrera de Ingres comenzaría a afianzarse, ejercitando magistrales retratos como el de la Condesa de Haussonville (1845) y el de Lorenzo Bartolini (1820), hasta producir obras de extraordinario erotismo como La gran bañista (1808), la Gran Odalisca (1814), El baño turco (1862), y La Odalisca con esclava de la cual hizo tres versiones, siendo la más referenciada la que se encuentra en el museo Walters Art Gallery, Baltimore, Estados Unidos, pintada en 1842.

Este hacedor, cuya enorme influencia sobre Picasso puede rastrearse en las telas del español: La gran odalisca tras Ingres, Las bañistas, Alrededor del baño turco, y de presencia cardinal en las numerosas odaliscas pintadas por Matisse, influyó también a diversos artistas como Cézanne, Renoir, Ray, Maillol, Klein, y sin duda al importante artista antioqueño que visita esta semana nuestro escenario virtual.

Germán Londoño (Medellín 1961), una de las figuras más completas del arte colombiano, quien ha cultivado con igual brillo y profundidad el universo escultórico, el dibujo y la pintura; y quien ha recibido el reconocimiento de Eduardo Ramírez Villamizar y Fernando Botero; es también el demiurgo de las colosales exposiciones: África (Galería Garcés Velásquez, 1995), Vida y sin razón de los fantasmas (1991) y Como un río de sangre (Museo de arte Moderno, Bogotá, 2001), donde ha legado a nuestro mancillado imaginario nacional algunas piezas fascinantes, haciendo de la consuetudinaria violencia un espacio de inolvidable lucidez e ironía.

Hoy presentamos aquí su libertaria versión de la Odalisca con esclava de Ingres, titulada Amantes, para confirmar, que como lo soñó Henri Lefebvre, algunos escasos artistas pertenecen al incomparable linaje de los introductores de realidades.

 

Amantes, homenaje a Odalisca con esclavo de Ingres. Autor: Germán Londoño (2011).

60 x 80 cm

 

Germán Londoño nació en Medellín en 1961; comenzó a exponer en 1978 (a los 17 años). Hizo estudios con Libe de Zulátegui y en la Escuela Internacional Il Bisonte de Florencia, Italia. Su exposición África fue un acontecimiento plástico en el país. En 1996 presentó Vida y sinrazón de los fantasmas en la galería Garcés Velásquez. En el año 2001 expuso Como un río de sangre en el Museo de Arte Moderno de Bogotá. Ha realizado varias muestras individuales en importantes ciudades latinoamericanas.

 

EL JUEGO DE LA INTERPRETACIÓN

Homenaje a las obras maestras del erotismo

Galería Alonso Arte

La exposición en homenaje a las obras maestras del erotismo, que hemos titulado El Juego de la Interpretación, se inaugurará el 19 de abril de 2012 en la Galería Alonso Arte (Calle 85 No 11 – 53, Bogotá). Allí se podrán contemplar las obras originales de los participantes en esta gran convocatoria plástica y lúdica de Con-Fabulación. Los febriles artistas poseídos por Eros son: 

1) Eduardo Esparza: "Leda y el cisne" de Miguel Ángel. 2) Pedro Alcántara Herrán: "Estudios sobre la mecánica de los músculos de los orificios del cuerpo" de Leonardo Da Vinci. 3) Ángel Loochkartt: "Pubertad"- Pensando en Munch. 4) Fernando Maldonado: "La Venus de la pantalla" – homenaje a Velásquez. 5) Luis Cabrera: "Una noche en la oficina" de Edward Hopper. 6) Adriana Patiño: "La tempestad" de Kokoschka. 7) Gilberto Cerón: "Gabrielle D'Éstrées y su hermana", anónima. 8) Edilberto Sierra: "Las tres gracias", Escuela de Pompeya, anónima. 9) Jim Amaral: "Detalle del fresco Tumba de los Toros", Escuela pictórica de Tarquinia. 10) Nicolás De la Hoz: "Venus Anadiómena" de Tiziano. 11) Sergio Trujillo Béjar: "El fin del mundo", homenaje a Courbet. 12) Germán Londoño: "Amantes", Homenaje a Odalisca con esclavo de Ingres. 13. Gastón Bettelli: "Heracles y Omphales" – celebrando a Boucher. 14) Carlos Granada: Homenaje a Epifanio Garay. 15) Rafael Dussán. "El abrazo" de Egon Schiele.  16) Augusto Rendón: "Hendrickje" de Rembrandt.

 

 

La lechuza dijo el Réquiem

Primer cuento de Roberto Burgos Cantor

Roberto Eliécer Burgos Cantor nació en 1948 en Cartagena de Indias. Ha publicado cuatro libros de cuentos: Lo amador (1980), De gozos y desvelos (1987), Quiero es cantar (2000), Una siempre es la misma (2009). Cinco novelas: El patio de los vientos perdidos (1984), El vuelo de la paloma (1992), Pavana del ángel (1995), La ceiba de la memoria (2007) y Ese silencio (2010). Un testimonio de época: Señas particulares (2001).

Siguiendo con nuestra labor de rescate de textos iniciáticos publicados por reconocidos autores colombianos, a continuación el cuento publicado por Burgos Cantor en 1965, en el cual se vislumbraba ya su indomable talento y su manifiesta pasión literaria.

 

Ancas sudorosas. Polvo y sangre en los ijares. La muerte terciada so­bre el hombro. Nalgas mojadas. Piernas cortas. Sobre el galápago Pacho Torre recorriendo cuerpos y caminos. Desde los primeros ranchos de la población presienten su llegada. Pacho Torre Jefe de la Tropa salía con la luna y volvía con ella. Luna llena, menguante, cualquiera lo veía tro­tar sobre la trocha seca y cuarteada.

Desde hacía un mes tenía la tropa acantonada en el pueblo y... allí se quedaría. Era su venganza contra el pueblo. Contra los campesinos que le habían disparado en la vereda. Aún tenía bajo su pellejo algunos balines de plomo, recuerdo de la última asechanza. Se necesitaba más que eso para tumbar a Pacho Torre y ahora llegaba. Como había llega­do muchas veces, la mirada fija en la cantina "El Pavita", brincando al compás de la bestia, con muchos odios que le vieron pasar tras un resquicio.

El Tuerto Pedroza entró corriendo a la cantina y susurró, "por ahí viene Pacho Torre". Todos miraban al Tuerto. Pidió un trago y siguió: "Esta mañana llegó con cuatro soldados al rancho del compadre Manuel, cuando él estaba en la roza y le tumbaron la vaca pintada; entre los cua­tro la agarraron por las patas y Torre con la bayoneta le abrió el vientre, la vaca dio un mugido terrible y saltó el ternero que estaba a punto de parir". Los cascos sonaron en la puerta de la cantina. El resoplido de un caballo al botar la espuma del freno rompió los murmullos de los cam­pesinos. Todos miraron a la puerta. "Cabezas bajas y culos apretados." Comentó el cantinero.

Primero fue una bota grande hasta la rodilla. Otra que le seguía. Fajas llenas de balas cruzándole la cintura y el pecho. El cañón de un rifle balanceándose. Negras cachas de revólveres salientes de entre las cintu­ras. El rostro oscurecido por la sombra del ala del sombrero. Con gran­des pasos se dirigió a una mesa del centro. Antes de que pidiera, el can­tinero le puso una botella de aguardiente y una copa. Una lechuza silbó sobre el techo de zinc. El líquido de la botella comenzó a bajar, los cam­pesinos se miraban. Nadie habló. Ninguno intentó salir. El silencio era forzado, denso y pegajoso. El cantinero no se cansaba de pasar un trapo sucio por la mesa. La lechuza volvió a silbar sobre el zinc. El Tuerto sin­tió un ardor en los riñones.

En la puerta se enmarcó la figura de Crisanto Puerta; los que le vie­ron bajaron los ojos. Con paso resuelto se dirigió a la barra. Susurró al­go al cantinero, éste volvió con un paquete de tabaco. Cuando sus abar­cas giraron y se disponía a volver, Pacho Torre le ofrecía una copa, mientras la mostraba en alto le decía: "Compadre, brindemos por la vaca".

Crisanto Puerta, mirándole extrañado, preguntó: "¿Cuál vaca?". "Mi primer paciente, soy cirujano, le apliqué cesárea sin anestesia". Los campesinos se revolvieron inquietos en sus taburetes. Alguien susu­rró "malparío".

Pacho Torre seguía con la copa en alto.

Mientras cambiaba de mano el paquete de tabaco, Crisanto seco y se­rio contestó: "No tomo... y por vacas operadas, menos." Pacho Torre se quedó con la copa en alto. Una sonrisa mordaz desfiguró su rostro, oculto por la sombra del ala del sombrero. Desde que había expresado a su padre las ganas de medirle con la rufa su carnuda espalda, nadie lo había contrariado. Entonces se paró Pacho Torre, la muerte en una mano, la copa en la otra. Sus piernas cortas sobre el suelo: "Se la toma, o... se la echo en la cara."

Crisanto Puerta no movió un músculo, solo dijo: "Me la echa y es la última copa que coge en su vida."

"¿Por qué? Preguntó desafiante Pacho Torre. "Lo mato."

Los campesinos no se atrevían a respirar. Con los codos sobre la mesa, los ojos puestos en los dos hombres: Pacho Torre dejó la copa sobre la mesa y gritó: "Ármese, lo espero afuera, el primero que se vea se jode." Crisanto Puerta salió. Los nervios de los campesinos se relajaron. Al­guien dijo: "¡Qué vaina!"

Al llegar Crisanto a su casa corrió al baúl y de la ropa sacó un cartucho doble cero para cazar tigres. Lo metió en su vieja escopeta y la armó. Ya en la puerta dio los tabacos a su hijo mientras le decía: "Guárdalos, de pronto te sirven a ti."

"Llévame papá."

"No puedo, es peligroso." "¿Vas a cazar tigres...?"

"Algo peor" y enmudeció. Así lo vio su hijo, paso firme. Sobre la ancha espalda la vieja escopeta y... la noche que caía sobre las cosas.

La lechuza silbó sobre el zinc y el Tuerto se escurrió por la puerta de atrás.

Pacho Torre se tomó el último trago y salió... a la noche. Crisanto Puerta caminaba presuroso. Pacho Torre sintió las nalgas mojadas.

Dos hombres. La noche. Dos muertos. Y una lechuza que silbaba en el zinc. Cuando Pacho Torre lo vio, gritó: "Hijo de perra! ¡brinda plomo ahora!" Y disparó.

Crisanto Puerta sintió la muerte y la noche encima. Cayó contra una cerca de alambre de púas. Apuntó y tiró...

Algunas ventanas se abrieron. Uno en la cerca y el otro en el polvo. Pacho Torre con la cara destrozada, oculta por el ala del sombrero. Por sus ojos abiertos, confundidos con la muerte y la noche, pasaron: ancas sudorosas, crines al viento, polvo y sangre en los ijares... Un suspiro en la cantina. Y... Allí quedaron noche, muerte y una lechuza que silbaba por última vez sobre el techo de zinc.

 

La nueva selva virtual

 

Por Fabio Martínez

Cuenta la historia que cuando los chinos inventaron la pólvora hubo en aquel año miles de mutilados que ante la novedad que les suscitaba el nuevo invento, se lanzaron a usarlo sin ninguna prevención. Siete siglos más tarde, en la época de Galileo, fueron muchos los astrónomos aficionados que quedaron ciegos al no saber manejar este maravilloso artefacto que cambió definitivamente la idea del universo.

Hoy asistimos a una nueva revolución científica y tecnológica: el descubrimiento del mundo del ciberespacio o mundo virtual, que a través de unos medios y artefactos nos permiten comunicarnos entre los seres humanos. 

Toda revolución científica conlleva en su interior, una primera edad de júbilo, y una segunda edad, de decepción. La primera edad de júbilo, de novedad, es a la que estamos asistiendo con el mundo virtual y sus medios como son la Internet, los celulares, las tabletas, y en general, los recursos de multimedia, que hoy en día están a nuestro alcance. La edad de la decepción viene cuando el invento se ha decantado en la sociedad, y deja de ser un fetiche, otorgándosele el lugar real que le corresponde en el mundo.

El mundo virtual es hoy como la antigua Torre de Babel, que desafiando a Dios, quería alcanzar el cielo. Ante semejante osadía, Dios castigó a los hombres y originó la confusión de las lenguas.

El mundo virtual al que asistimos es hoy en día tan poderoso que no sólo quiere alcanzar el cielo sino también, quiere arrasar con el mundo cotidiano de los seres. Advierto que no estoy en contra de esta nueva osadía humana; en lo que quiero insistir aquí es que debemos pasar rápidamente de esta joven edad, tonta y bobalicona, para realmente utilizar en beneficio del mundo, toda la inventiva científica y tecnológica. De lo contrario, la nueva selva virtual, con sus páginas webs, sus blogs y sus redes sociales se va a convertir en una confusión de lenguas, que nos llevará a una guerra virtual, como ya lo estamos avizorando.

El primer mito que debemos derrumbar es que la Internet no es Dios, no es el nuevo oráculo de los mortales. Lo digo porque en muchas ocasiones, algunos científicos e intelectuales hemos querido abrir un debate sobre la Internet y las redes sociales, y enseguida, los nuevos cristianos digitales que viven en la edad eterna del jubileo, no admiten ninguna crítica sobre el mundo virtual. Para poder comenzar a ver los verdaderos alcances de la revolución virtual y su adecuada utilización entre los internautas, tenemos que abrir espacios de crítica y reflexión, como lo hicimos cuando se inventó la imprenta, y más tarde, cuando se inventó el cine. Si consideramos a Internet como el nuevo Dios, estamos creando un nuevo dogma y una nueva religión.

 También tenemos que comenzar a desmitificar ciertas prácticas salvajes y antidemocráticas que se vienen haciendo cuando se trata de utilizar medios virtuales. Bienvenidas las revoluciones científicas pero que siempre estén precedidas de revoluciones humanistas donde la ética y el derecho ciudadano estén a la orden del día. De lo contrario, estaremos pasando de la selva humana en la que vivimos a la nueva selva virtual, donde el simulacro, la mimetización, la injuria y la calumnia, campean en todo el orbe virtual.

Así como en el mundo real existe una legislación y una reglamentación para que los ciudadanos puedan interactuar entre sí, así mismo la autopista virtual necesita de una legislación para que sus transeúntes se respeten entre sí. La nueva Torre de Babel no puede ser la panacea incuestionable donde todo vale. La democracia no se comprende de esta manera. Si se quiere, la democracia es en el mundo real, así como en todos los mundos posibles y paralelos, el derecho que yo tengo a respetar y convivir con el otro.

Esto es lo que, precisamente, no se está dando en esta primera edad de encantamiento de la Internet. Por esta razón, existe la necesidad de crear una legislación, que respetando la dinámica amplia y democrática que ha generado la red, detenga los alcances infinitos de la torre y no vaya a crear una nueva ley de la selva donde a decir de León de Greiff, "todo no vale nada si el resto vale menos".

El primer artículo de esta legislación es reconocer que la Internet, así como los blogs y las redes sociales, son un medio, no son principio ni un fin, como lo pretenden ver los nativos digitales de la red. Si se comprende este principio sobre los medios, los padres de familia ya no dejarán que sus hijos estén 24 horas sentados frente a un computador, perdiéndose toda la riqueza que les brinda el contacto con otros niños y con la naturaleza.

El otro día me encontré en Unicentro con un amigo muy entrañable, lo invité a tomar un café, y me dijo que no, que mejor era que chateáramos y me dio su pin. Con tristeza he descubierto que mi pocos amigos que tenía en la vida real, los he venido perdiendo poco a poco, y en cambio, se los ha tragado Facebook y Twitter. Incluso, tengo un amigo poeta que abandonó la poesía por estar todos los días dándose vitrina en una red social. Otro más, abandonó a su mujer real por una tiniebla virtual, que ofrece todos los servicios por la red. Es el complejo del ser solitario y abandonado que busca afecto a través de la red.

Pero la anomia virtual no sólo se expresa a través de estos ejemplos curiosos. La confusión de lenguas en la Torre de Babel ya comenzó: gente inescrupulosa entra a la red con otra identidad; se roban correos; se cambian identidades; se injuria y se calumnia y se amenaza de muerte; el ochenta por ciento de la información de Wikipedia es veraz, el otro veinte por ciento es espúreo y está hecho por los nuevos tontos virtuales que quieren ser famosos; los hackers roban la producción de los compositores y los músicos; bajan y venden las películas donde se invierten millones de dólares y luego las ofrecen en las calles por dos mil pesos; y ahora van por los libros. La imagen del "artista del hambre", de la que hablara Kafka, está pues, a la orden del día en el ciberespacio.

Bienvenidos, pues, a la nueva selva virtual, pero que ésta sea manejada con ética y respetando los derechos humanos, que son inalienables.

 

*Narrador y catedrático colombiano

 

El trasfondo de la sombra de Jairo Alberto López

Por Hernando Guerra Tovar

 

El mundo que vemos es el efecto de nuestra proyección o extensión desde un yo oculto en el inconsciente. Todo está en el interior del ser. Percibimos el exterior en congruencia con nuestras más caras obsesiones. Fundamos el mundo físico. Ello explica la individualidad y el especialismo  –el ego–  en que el ser se debate desde la fabricación del cuerpo, el tiempo y el espacio –la forma–, la cual prevalece frente al contenido, en un universo de apariencias.

Desde esta premisa la poesía es un viaje que se inicia en la más profunda interioridad del hombre, constituyendo su tesoro más preciado: la autenticidad. Aquí está su valor. En este hecho afortunado radica su posibilidad humana, vindicadora del ser, del genuino ser con su carga de visiones, palabras en la forma, pero con alto contenido de silencio. El artilugio queda proscrito. Claro, como toda creatura, la palabra llega con sedimentos que el poeta debe limpiar, pero esta decantación no aparta la revelación primigenia contenida, y por lo tanto no traiciona la certeza interior, que es la verdad.

Es en este territorio donde El trasfondo de la sombra (Colección Los Conjurados, 2011) de Jairo Alberto López, nacido en Aranzazu, Caldas, Colombia, en 1964, irrumpe con su itinerario de destellos. Ya en 2005 nos había sorprendido con El grito de los muros (Editorial Domingo Atrasado), y desde entonces asistimos a la feliz comprobación de una voz nueva, que nos confirma la persistencia de la Palabra en una nación fragmentada, hecha de violencia, banalidades y retazos, en un tiempo casi detenido, inerte, como el poeta advierte en el poema "Puente": "Tiempo congelado del río. / Señal de nuestros vacíos / ante el fugitivo horario del alba. / Puerto para migración de crepúsculos. / Evocas a mis suicidas / y precipitas / el último de los sueños."

En El grito de los muros, el poeta Jairo Alberto López traza su derrotero por la palabra oscura, ávida de luz, que da cuenta de su sensibilidad, de su obsesión por el alba, en donde los colores transparentan la noche e inauguran el esplendor de la vigilia, lejos del agujero negro que le asedia: "Veo que mi soledad posee su escondite, / un hoyo negro en el infinito tal vez. / Posiblemente todavía me torture / con la primera aparición de la luz." (Lobreguez). Y, es éste último verso el puente que cruza el río congelado de la vida para dar continuidad al símbolo en la noche infinita de su poética, en el segundo libro, El Trasfondo de la sombra. Aún la sombra le persigue y le perseguirá, y de ello somos beneficiarios sus lectores, secta invisible que le sigue para beber de las tinieblas el licor de su brebaje.

No en vano el poeta López arranca este nuevo libro, que no es nuevo propiamente, sino la perplejidad de su devenir oscuro, con este verso: "Camino con la duda que los actos producen."  El poeta sabe que la incertidumbre es puerta de un universo a otro, de un sueño a otro, que al final es el mismo. Si bien esta circularidad conduce a ninguna parte en términos metafísicos, en el lugar de la poética sí genera un movimiento que se traduce en el crecimiento de la propuesta estética: "¿Quién anda ahí? / –pregunto a la oscuridad–. / Nadie responde. / Cautelosamente / mi sombra se ausenta." (La desnudez de la costumbre).

Si la sombra se aleja para regresar una y otra vez, también es cierto que hay un fluir cercano que el poeta contempla extasiado como para musitar estos versos estremecidos: "Un río transita frente a mi ventana. / (…) Nada veo después de esta imagen. / Soy yo tras mi sospecha." (Sueño). Las preguntas que a la vez invocan, como una plegaria, el advenimiento de la luz, desde la profunda interioridad existencial que es, repito, constante en la breve pero esencial obra de López, concurren al acierto de su visión, o si se prefiere de su sospecha iluminada, elemento significativo en toda propuesta estética, aquí y en cualquier lugar, es decir, que le confiere universalidad: "¿Hacia dónde voy con este cuerpo y su evocación? / (…) ¿Cómo reconstruir la memoria / que nos devuelva al primer nacimiento?

Poeta que se respete indaga su génesis. Esta mirada interior hace parte de su condición mística. La videncia que le es propia al artista se plantea en la certidumbre de su propósito revelador, acto de creación, y para ello se vale del candil, lámpara ancestral que encuentra luz entre la sombra más propicia, hallazgo o comunión necesaria en el esquivo silencio de la noche: "Ha empezado a desnudarme / la lámpara con la que busco mi orilla. / Sufro los días interminables."  (Oquedad). Y en el poema Candil: "En la casa / (…) ¿El laberinto que conduce hacia sus cuartos / conocerá el final de mis pasos? / (…) Allí mi cuerpo es lámpara: / refleja lo que contiene; / transforma mi alma para danzar / en la plenitud de los reencuentros."

Como en la alegoría de Platón, El trasfondo de la sombra puede ser una caverna en donde se proyecta, distorsionado (toda proyección es irreal) el tránsito del mundo externo (Entonces no hay duda –dije yo– de que los tales no tendrán por real ninguna otra cosa más que las sombras de los objetos fabricados...) Aunque Platón lo expulsara de su República, aquí el poeta, como el filósofo, es el liberado que trae o lleva noticias de la luz desatadora de las cadenas de sus compañeros, pero nadie le cree, sólo su angustia: "Navego, pero una amarga ola / vive en mí como sombra maldita." Así, el reencuentro de la libertad hace una pausa de siglos en el instante de la eternidad, se congela en el dolor de la ausencia, y entretanto la sombra prosigue su reinado: "La herida que cicatriza / se nutre con la herida que se inaugura."

Con El trasfondo de la sombra, en una bella edición ilustrada por el mismo autor, prologado por la poeta, narradora, ensayista y gestora cultural,  Amparo Osorio, la obra de Jairo Alberto López, incluido en la reciente antología preparada por el Profesor Fabio Jurado Valencia, Poesía colombiana 1931-2011 (Colección Los Conjurados), alcanza un nivel de madurez  entre las más recientes voces, y le sitúa dentro de la tendencia contemporánea en nuestro país, que hace de la poesía un conjuro contra la dictadura de la sinrazón: "Aprende a concebir lo imperceptible. Despoja de su máscara a la muerte." (Poeta).

 

 

CARTAS DE LOS LECTORES

SOBRE ELUARD. Queridos Confabulados: Quiero agradecer a Carlos Fajardo su prodigiosa remembranza de Paul Eluard, mi poeta del alma. Saludos afectuosos de Maruja Vieira.

* * *

RECOMENDACIÓN. Confabulados: algunas de las versiones del arte erótico que vienen presentando se pasan de tono. Sobre todo la última entrega de Courbet. No olviden que ese periódico también es leído por nuestros niños y adolescentes. Sylvia Jaramillo Montealegre. Educadora humanidades, INEM.

* * *

SE LE FUERON LAS LUCES A SANTOS. Qué vergüenza que el presidente diga que hay que pedir perdón a Belisario Betancur y perdón al ejército colombiano, por la masacre que conspiradamente provocaron en el Palacio de Justicia con el nefasto resultado de muertos y desaparecidos. Creo que en este episodio se le fueron las luces a Santos. Martín Rocha Sala

* * *

LA JUSTICIA COJEA PERO LLEGA. Siempre escuchamos este tipo de frases comunes, pero una grata comprobación de este decir popular es la sentencia aplicada por una juez de Bogotá contra Plazas Vega, el coronel que comandó el holocausto del Palacio de Justicia y que apenas hoy, 25 años después de tan crueles episodios, apenas si comienza a dar sus verdaderos resultados. Bien por la justicia y la democracia colombianas que esperamos ver algún día restablecidas en nuestro país. Esperamos que pronto le llegue también el turno al señor Uribe. Juan Gabriel Báez

* * *

MARAVILLOSA IDEA. Apreciados confabulados: como artista plástico brasileño estoy admirado y emocionado con las obras de arte universal que vienen presentando y con la recreación de las mismas por parte de los más importante artistas colombianos. ¿Yo podría, pregunto, copiar esta idea de ustedes para hacer algo parecido en mi país? Geraldo Dos Caneiro

 

Respuesta: Por supuesto, la poesía será obra de todos los hombres, como lo soñó Lautréamont. Adelante con el plagio y mucha suerte.

 

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