Sunday, March 28, 2010

[RED DEMOCRATICA] NOTICIAS : Colombia- EL PROFESOR MONCAYO ROMPE LAS CADENAS / INGRID LA INGRATA

 

EL PROFESOR MONCAYO ROMPE LAS CADENAS

MEXICO JOAQUIM IBARZ (CORRESPONSAL)

El profesor Gustavo Moncayo se sacudirá mañana las cadenas al acabar el largo cautiverio de su hijo Pablo Emilio, uno de los rehenes colombianos que lleva más tiempo en poder de la guerrilla de las FARC. Desde que su hijo fue capturado hace doce años y tres meses, ha andado 3.700 kilómetros en demanda de la liberación de todos los capturados, lo que le ha valido que sea conocido como Caminante por la Paz.
 
Como preámbulo a la liberación de Pablo Emilio Moncayo, la guerrilla entregó ayer a la Cruz Roja Internacional al soldado profesional Josué Daniel Calvo Sánchez, capturado por las FARC el 20 de abril del 2009, que cumplió 23 años en cautiverio. El joven militar se encuentra en deficiente estado de salud por haber resultado herido en una pierna durante su secuestro. El operativo de rescate se realizó gracias a la cooperación de dos helicópteros brasileños y a la mediación de la senadora liberal Piedad Córdoba y del obispo de Magangué, Leonardo Gómez Serna.
 
El 19 de junio de 2007, el profesor Moncayo con unas cadenas atadas al cuello y a las muñecas que simbolizaban el cautiverio de los rehenes, comenzó, acompañado de su hija, una larga caminata de más de 900 kilómetros. Caminó hasta las puertas de la residencia presidencial para preguntarle a Álvaro Uribe por qué nadie se acordaba de los uniformados secuestrados por la guerrilla. Ayer, cuando la liberación ya está cercana, dijo: "Quiero que sea mi hijo Pablo Emilio el que me quite las cadenas".
 
Moncayo dejó su escuela en el pueblito de Sandoná, en el sur de Colombia,  para impedir que el secuestro de su hijo se ahogara en el olvido. Moncayo, de 57 años, ha caminado sin parar para mantener vivo el recuerdo del cabo Pablo Emilio y la esperanza de su liberación. A Pablo Emilio lo capturaron las FARC mientras cuidaba unas antenas en la mitad de ninguna parte, en un cerro llamado Patascoy, el domingo 21 de diciembre de 1997. Tenía 19 años cuando se lo llevaron, hoy tiene 32 cumplidos.
 
Pablo Emilio no es un dirigente político, ni tiene nacionalidad de un país del primer mundo. Tal vez por eso, su padre no encontró mejor forma de llamar la atención sobre su cautiverio que arrancar a caminar. Para desafiar la indiferencia, el profesor Moncayo bajó de las montañas de Nariño y se lanzó a pie a recorrer el país que enseñaba en sus clases de geografía. De pueblo en pueblo y de boca a boca, su caminata se hizo popular. Algunos espontáneos se le sumaron. Lo acompañaban por tramos y oían sus llamamientos a favor de los secuestrados. Moncayo soportaba la caminata con un objetivo claro: lograr un intercambio humanitario entre el Gobierno y la guerrilla. En cada paso, ganaba más voces que clamaban por la libertad de los secuestrados. Cuando las palabras se le acababan, Moncayo rasgaba su charango y cantaba las melodías tristes de los Andes.
 
Cuando los noticieros de televisión se interesaron por su caminata empezó a convertirse en un héroe nacional. La epopeya local del profesor Moncayo empezó a ser conocida dentro y fuera del país. A medida que se aproximaba a la capital, crecían los acompañantes solidarios del caminante.
 
Cuando llegó a la Plaza de Bolívar de Bogotá ya era toda una celebridad. El símbolo de las familias más necesitadas de Colombia golpeadas por el crimen del secuestro. Le armaron una tienda de campaña en las escaleras del Capitolio y allí -rodeado por los edificios del poder político, judicial y eclesiástico- empezó a recibir a los personajes más importantes del país. Recogió miles de firmas para exigir al Gobierno de Uribe abrir caminos de diálogo en una Colombia sumida en el conflicto armado más largo de América Latina.
Tras recorrer cerca de mil kilómetros, con la huella del sol en la piel, cadenas en las manos, con un ánimo inquebrantable, llegó a donde lo esperaba una multitud que se desbordaba por las calles. Muchos gritaban “adelante profesor, estamos con los familiares de todos los secuestrados”.
 
El recibimiento que recibió al llegar a Bogotá fue apoteósico.  Ancianos, estudiantes de colegios, líderes sociales, artistas, trabajadores, transeúntes, seres anónimos. Todos se sumaron a una multitud de más de 500.000 personas. Entre pitos y bocinas de carros, la gente no paraba de gritar “Acuerdo humanitario, ya”. Desde las ventanas de los edificios y puentes de la autopista la gente movía sus manos con el deseo de saludar al profesor.
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A su paso, el profesor Moncayo recorrió la Autopista Sur. En el Sena de la calle 30 lo esperaba un grupo de más de 100 personas que se vistió de camisetas verdes: la “colonia sandoneña”. Allí se detuvo unos instantes para recibirlos y prosiguió hacia el oriente, en dirección a los cerros. Y luego hacia su meta: La Plaza de Bolívar.
 
Moncayo lleva nueve años luchando por la libertad de Pablo Emilio, su hijo que fue secuestrado por las Farc. El joven había sido trasladado a un batallón de Patascoy. Cuando le faltaban seis días para cumplir con el tiempo de permanencia, la base fue atacada por la guerrilla. En la toma, murieron 10 soldados y fueron secuestrados otros 18, entre los cuáles él fue llevado. A los 4 meses se supo que estaba vivo debido a la primera prueba de supervivencia. Desde entonces, su padre emprendió la búsqueda de su liberación, en la que el acuerdo humanitario se convirtió en su bandera.
 
Luego de 46 días de marcha el profesor llegó a la Plaza de Bolívar. Faltaban unos minutos para las cuatro. Allí había mandado instalar carpas con la intención de quedarse frente al Congreso y simbólicamente pedir que sea escuchado su llamado: “Acuerdo humanitario, ya”.
 
Después de un recorrido de cerca de mil kilómetros, con la huella del sol en la piel, cadenas en las manos, con 55 años y un ánimo inquebrantable, llegó a donde lo esperaba una multitud que se desbordaba por las calles adyacentes. Algunos gritaban “adelante profesor”.
 
Ya en la plaza, encima de una tarima, recordó por todo lo que ha pasado: sus quebrantos de salud, la solidaridad de las personas de los pueblos y ciudades, la compañía constante de su hija, entre otras cosas. Mientras tanto, sus seguidores los escuchaban emocionados.
 
Enérgico y directo, el profesor no escatimó en lanzar duros cuestionamientos al gobierno y a las Farc. "Ambos son negligentes para liberar a los secuestrados", dijo. Y señaló que el gobierno es "el más abusador de los derechos humanos" y que las Farc son "enemigos del pueblo".
 
Además, dijo que la situación de barbarie que vive el país es responsabilidad de todos. Algunos por sus acciones. Otros por la indiferencia. Con la solidaridad mostrada ahora hacia este humilde parece que muchos dejaron a un lado esa indiferencia y llegó la hora de buscar la reconciliación entre todos para construir un país donde no existan secuestrados, ni padres que pasan una década sin poder ver a su hijo en libertad.

Gracias a sus caminatas llamó  la atención de los medios. Utilizó su creciente popularidad  para explicar la tragedia humana que sufren policías y soldados en poder de la guerrilla. "Vivos se los llevaron, vivos los queremos", fue el grito de batalla que con el tiempo se convirtió en una especie de letanía que recitaban los familiares en las plazas públicas, escuchada por los ciudadanos como un rosario lejano.
 
Durante cuatro horas discutió públicamente con el Primer Mandatario sobre la suerte de los secuestrados. Le dijo que él no es el dueño de la vida de los rehenes y que por eso no puede ordenar rescatarlos a sangre y fuego. Al final, el ‘profe’ terminó desesperado y con los ojos lluviosos, al escuchar los argumentos de Uribe, que insistió en que con los terroristas no se habla.
 
El mismo minuto en que Pablo Emilio Moncayo recobre la libertad, el sargento Libio José Martínez se convertirá automáticamente en la persona que más tiempo ha permanecido secuestrada en el mundo.. Los Martínez, una familia campesina muy humilde que reside en una vereda a dos horas de Pasto, Nariño, guardaban la esperanza de que a su hijo lo entregaran junto a Moncayo. La guerrilla no ha tenido en cuenta, sin embargo, que don José Fidencio Martínez padece una grave enfermedad ni que Johan Estiven, el hijo de 11 años de Libio José, ruega por la libertad de su padre.
 
Los Calvo esperan a Josué Daniel

Nubia Calvo es la hermana mayor del soldado Josué Daniel Calvo -cumplió 23 años en cautiverio- y quien habla por la familia estas horas previas a la liberación. “Lo estamos esperando con ansia”, cuenta. El pasado 20 de abril, ella y su padre, don Luis Alberto Calvo, dejaron de tenerlo en el hogar campesino en el barrio payanés de Los Campos. Ese día resultó herido en un combate en el punto conocido como El Encanto, en Vista Hermosa —Meta— y las Farc aprovecharon para llevárselo. Desde entonces, lo espera su familia y Yuri Patricia Meneses, la novia que consiguió un mes antes del plagio. Luego de no tener certeza de su paradero durante 60 días, los Calvo recibieron la noticia del secuestro y del precario estado de salud de Josué Daniel. Hoy la familia espera que el regreso se produzca sin contratiempos, gracias a la misión humanitaria que parte hoy de Villavicencio a la selva para buscarlo y devolverlo al campo en el que creció.
 
Elespectador.com
FARC ratifican entrega de dos militares, atrasan operativo

En la pequeña sala de sillas rimax hay un enorme cartel con la foto de Pablo Emilio, vestido de camuflado, con un gesto de adolescente indiscutible que contrasta con los galones que lo distinguían en ese entonces como cabo del Ejército colombiano, y que lo ubicaban en un bando del conflicto armado. Y ese cartel le imprime a todo ese espacio un aire de templo sagrado, de esos en donde se lloran penas y se elevan plegarias para que todo vaya mejor, porque, en realidad, todo ha ido de mal en peor desde aquel 21 de diciembre de 1997.
 
El profesor Moncayo quien desde entonces comenzó buscando a los demás familiares de los secuestrados. Como podía viajaba a distintos municipios de Nariño, Cauca y Valle, para tomar fotografías, recoger cartas y buscar la manera de hacer llegar esos mensajes a sus parientes. Fue quien se encargó de juntarlos, de hacer un grupo.
 
Moncayo viajó cada vez que pudo al Caguán, a implorar a las Farc que liberaran a su hijo. estos viajes fueron de ayuno, mitigando el hambre y la falta de alojamiento.
 
Con la llegada de Uribe todo cambió y la posibilidad de una salida negociada al conflicto quedó entre paréntesis. Cosa que obligó a los familiares de los secuestrados a cambiar de estrategia también. Acuñaron un eslogan que hiciera contrapeso a un rescate militar: "Acuerdo humanitario ¡Ya!"

El 'Profe' recuerda la frustración que sentía cuando viajaba a Bogotá para pedirle al Gobierno que se decidiera a hacer un acuerdo humanitario. Pedía permiso en el colegio, empeñaba sus cosas y juntaba el dinero necesario para llegar a la capital. Viajaba durante 59 horas (Sandoná- Bogotá- Sandoná), para estar un par de horas en la Plaza de Bolívar. Nadie los oía. Nadie lo entendía. Entonces el día del padre, en junio del 2007, cuando su hijo estaba por cumplir diez años de secuestrado, el profesor Moncayo tomó la decisión de irse caminando para Bogotá.
 
a. Pero a los cinco días de caminata tuvieron que registrar el inicio de una avalancha que se cernía sobre Bogotá. Una avalancha de paz. Porque por cada vereda y municipio que el 'Profe' pasaba, se adherían personas que lo acompañaban un buen trecho. Y la masa de gente fue creciendo, y la noticia se fue convirtiendo en un hito como pocas.
 
El 'Profe' Moncayo tuvo que renunciar al magisterio ese año y,  se vio obligado a hipotecar la casa por 20 millones para continuar su lucha. Para fortuna, le otorgaron el Premio Nacional de Paz en el 2007.

Esta vez sus palabras tuvieron eco. Diez días después el 'Profe' Moncayo recibió una llamada para avisarle que las Farc habían anunciado la liberación unilateral de su hijo, Pablo Emilio. Se formó tal algarabía que hasta hubo caravana de moto-taxistas en esa ciudad y se armó una colecta pública para que Moncayo y sus dos acompañantes pudieran viajar a Bogotá.

Desde aquel comunicado ha pasado casi un año. No ha sido fácil poner de acuerdo a las partes y establecer una logística segura para la liberación. Y nada. Sólo hasta ahora, cuando parece más seguro que se produzca, la familia Moncayo está respirando, una vez más, un nuevo aire que acabará con tanta ausencia en el hogar. La del 'Profe', que partió hace casi tres años, y la de Pablo Emilio, forzada hace más de 12, mientras Estela Cabrera de Moncayo espera, como Penélope en su paciencia santa, la llegada de todos sus héroes a la casa.


CRISTIAN VALENCIA * Para EL TIEMPO

INGRID LA INGRATA

Ingrid la ingrata. Así llaman muchos colombianos a la ex rehén de la guerrilla que marchó a Francia al día siguiente de su liberación. El resentimiento hacia Ingrid Betancourt surge a flor de piel. El pedestal en el que la colocaron está medio demolido por considerarse que dio la espalda a su país. El propio candidato presidencial Juan Manuel Santos, que cuando era ministro de Defensa dirigió el operativo de rescate, comentó a este corresponsal que “Ingrid no se portó bien con Colombia, esperábamos más cercanía con su pueblo”.
 
La propia Ingrid cerró su futuro político en Colombia. El resquemor hacia ella surgió con su rápida marcha a Paris, sin asistir a la marcha contra la guerrilla que se celebró tras su liberación. A nadie gustó que viajara a Francia en el avión de Sarkozy. Tampoco cayó bien que dijera “Francia me salvó la vida”, sin reconocer que fue el Ejército colombiano el que la liberó.  
 
Fabián Sanabria, director de la facultad de Sociología de la Universidad Nacional, señala que “con la liberación de Ingrid hubo gran entusiasmo, pero con su marcha a Paris la gente se sintió ofendida, dio mucha rabia en el corazón”. “Rabia en el corazón” es el título del libro que Betancourt publicó en Francia, que contribuyó a convertirla en heroína.
 
En Colombia se valora que al marchar Ingrid tan rápido a Paris mostró sus prioridades. Optó por proyectar su imagen al lado de Sarkozy; desde una ciudad mediática como Paris hizo campaña para que se le otorgara el Nobel de la Paz. Tuvo que conformarse con el Príncipe de Asturias de la Concordia.
 
El mito de Betancourt también se resquebrajó con el libro que publicaron los estadounidenses Keith Stansell, Marc Gonsalves y Tom Howes, compañeros de cautiverio liberados con ella, en el que la califican de arrogante y egoísta. Clara Rojas, su antigua directora de campaña electoral, mostró su decepción con Ingrid en su libro, ‘Cautiva’, donde la acusó de no haber sido la hermana que esperaba durante los años de secuestro.

Ingrid dirá su verdad en el libro que prepara sobre sus seis años en manos de las FARC

Aunque no lo han expresado en público, ni lo harán, los militares colombianos que arriesgaron su vida en la operación de rescate están molestos con los elogios de Ingrid al inexistente papel de Francia en su liberación y que el reconocimiento médico lo hiciera en un hospital de Paris mientras sus compañeros de cautiverio pasaron las revisiones en el hospital militar de Bogotá.
 
El anuncio de Ingrid de que la marcha contra el secuestro del día 20 la seguirá desde Paris a través de una pantalla gigante sentó aquí como un jarro de agua fría porque son muchos los colombianos que corren riesgos. En plan de chanza, más de uno nos comenta que si tiene miedo a asistir a una marcha en Colombia que se quede en Paris y busque la presidencia… de Francia.
 
García de la Torre señala que Ingrid ahora es muy popular por la emotividad del momento, pero no posee capital político sólido, que “sólo lo podrá construir trabajando duro en su país, sin temores y sin riesgos”.  “Si Ingrid no quiere divorciarse del pueblo colombiano debe estar presente en la marcha del día 20 en apoyo a los secuestrados que aún están en poder de las FARC. Si quiere evitar riesgos, puede esperar a los manifestantes en la plaza Bolívar, punto final de la concentración, que es el lugar más seguro de Bogotá al estar junto a la residencia presidencial Casa de Nariño y al lado del Congreso”, comentó el periodista Luis Valle.
Por Joaquim Ibarz Vía La Vanguardia

Ingrid ha sido una “ingrata”: Noel Saez

"Arriesgué mi vida por Ingrid Betancourt. Ella le ha dado la vuelta al mundo para darles las gracias a los grandes de este planeta, al Papa, al presidente y a otros, pero se ha olvidado de algunos, de los más pequeños. El ex emisario de Francia en Colombia, encargado del caso Ingrid Betancourt, Noel Saez, dijo ayer que la ex rehén franco-colombiana había sido "ingrata", tras su liberación, con él y con su homólogo suizo Jean-Pierre Gontard.

"No hubo la mínima señal de su parte, ningún encuentro, ninguna llamada. Ella fue ingrata", después de su liberación el 2 de julio de 2008 por las fuerzas especiales colombianas, explicó Saez en una conferencia de prensa con motivo de la publicación de su libro "L’émissaire" (Robert Laffont).

"Arriesgué mi vida por Ingrid Betancourt. Ella le ha dado la vuelta al mundo para darles las gracias a los grandes de este planeta, al Papa, al presidente y a otros, pero se ha olvidado de algunos, de los más pequeños, los más expuestos, los que han tomado más riesgos", añadió.

 Aquí siguen muchos esperando la libertad. Las cárceles colombianos llenas de supuestos terroristas, enfermos, madres que lloran porque nadie las escucha. Un Profesor, humilde recorriendo el planeta y nadie le para bolas.
 
Se fue Ingrid y quedaron las dudas.
Juan Carlos Lecompte, segundo ex esposo de Íngrid Betancourt, dice que la mujer que volvió del cautiverio resultó irreconocible para él. En Íngrid y yo, libertad entre dulce y amarga, libro que saldrá en Francia el jueves próximo, la describe como egoísta, obsesionada por Dios y por el dinero. Dice que cuando ella bajó del avión, luego de su liberación en la operación ‘Jaque’, no lo recompensó como esperaba sino que lo calmó “como se calma a un simpático perro demasiado agitado”.

Juan Carlos Lecompte afirmó sentirse defraudado por Ingrid Betancourt, quien era su pareja hasta el momento de ser secuestrada por las Farc, y ahora piensa en que fue tiempo perdido haber esperado seis años por su reencuentro.
 
"Yo pensaba que mi caso podría haber sido así: un recibimiento cálido porque de todas formas yo luché, hice todo lo que pude, trabajé por su libertad y merecía un agradecimiento que no hubo y fui el primer sorprendido" por la frialdad mostrada por Betancourt en su primer encuentro, dijo Lecompte en una entrevista con el diario El Espectador.
 
"Quedé muy desconcertado, también mi familia, mis amigos y la gente que me vio luchando" por la libertad de la ex candidata presidencial colombo-francesa, agregó Lecompte, de 50 años y quien se casó con Betancourt en 1997.
 
Betancourt fue secuestrada en una zona del sur de Colombia por los rebeldes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en febrero del 2002 y recuperó su libertad junto a otras 14 rehenes gracias a un audaz operativo militar ejecutado el 2 de julio, cuando al llegar al aeropuerto capitalino y ver a Lecompte, apenas se abrazaron y se les vio juntos unas horas antes de que la ex candidata presidencial partiera junto a su familia rumbo a Francia pocos días después de su rescate.
 
Betancourt obtuvo la nacionalidad francesa por su primer esposo, un diplomático de ese país europeo y en los meses pasados se ha negado a comentar su vida personal y explicar qué pasó en su relación con Lecompte, quien sostuvo al diario que "fueron chismes" las versiones sobre presuntos romances suyos durante los años de obligada separación con su pareja.
 
No está claro si el vínculo matrimonial fue disuelto legalmente o no, pero Lecompte, un publicista que se encargó de las campañas electorales de Betancourt al senado y en su aspiración presidencial, manifestó que no sabe si la volverá a ver, pero en todo caso "no voy a buscar la situación".
 
"Diría que sí... lo he hablado mucho con mis amigos y mi familia, pero ellos me dicen que no, que no lo perdí porque hice todo lo que pude, viví otras experiencias", dijo Lecompte interrogado por el periódico si consideraba perdido el tiempo que dedicó a la liberación de Betancourt.
 
Y al ser consultado si a la vez se sintió defraudado por la ex rehén al reencontrarse con ella, Lecompte respondió: "sí, de golpe un poco, no esperaba que fuera tan fría".
 
Dijo que conversó telefónicamente con Betancourt, quien permanece en Francia desde su rescate, hace unas semanas y debido a que el padre de Lecompte estaba muy enfermo y falleció hace unos 20 días.

INGRID BETANCOURT UN ICONO CAÍDO ?

Fue autora de superventas antes de convertirse en el símbolo del sufrimiento de los rehenes de las FARC. Adulada, propuesta para el Premio Nobel de Paz, Ingrid Betancourt se enfrenta desde su liberación a críticas, juzgadas injustas por sus simpatizantes que destacan su “coraje”.
 
Por Michaela Cancela-Kieffer

Tras seis años de secuestro por la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, marxistas), la franco-colombiana, rescatada el 2 de julio de 2008, recorrió el mundo al encuentro de dirigentes, copó las revistas sociales y recibió múltiples honores, en particular, el premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2008, el más prestigioso de España.

Con el paso de los años, había pasado a ser fuera de su país un ícono que empezó a darse a conocer en 2002
 
Fue recibida por el Parlamento Europeo, el papa Benedicto XVI y numerosos jefes de Estado en América Latina en una gira relámpago que realizó poco después de recuperar la libertad gracias a la exitosa ‘Operación Jaque’ del Ejército colombiano.
 
Con el paso de los años, esta ex candidata a la presidencia de Colombia había pasado a ser fuera de su país un ícono que empezó a darse a conocer en 2002 gracias al éxito de su libro ‘La rabia en el corazón’, donde denuncia particularmente la corrupción de la clase política colombiana.
 
“Formaba parte de millares de lectores impresionados por el valor de esta mujer que denunció la corrupción y deseaba el fin del conflicto” (armado colombiano), declaró a la AFP Hervé Marro, vicepresidente del antiguo Comité de apoyo a Ingrid Betancourt (CSIB).
 
Una gran imagen suya fue colocada en la plaza de la alcaldía de París, y el conjunto de los candidatos franceses a la presidencia de 2008 se comprometieron a trabajar por su liberación, encabezados por Nicolas Sarkozy.
 
También abrazaron esa causa los mandatarios de Venezuela, Hugo Chávez; de España, José Luis Rodríguez Zapatero; y de Argentina, Cristina Kirchner; entre otros.

“Con su liberación hubo un enorme entusiasmo, pero lo peor que hizo fue no quedarse en Colombia. La gente se sintió ofendida…”
 
“Gracias a Ingrid Betancourt el problema de los rehenes en Colombia se conoció en el mundo entero”, dijo Adair Lamprea, quien fue uno de los militantes más activos para su liberación.
 
“Ya nadie cree en su caridad”, sentencia el sociólogo Sanabria.
 
Pero para Marro, esos libros fueron publicados por “editoriales buitres que empujan a sus plumas para que alcancen grandes ventas”.

“Hay cosas que debían permanecer en la selva”, considera Lamprea, quien defiende el derecho de la colombo-francesa a “descansar y no participar en actos”.

Ingrid Betancourt dirá quizá su verdad en el libro que prepara sobre sus seis años en manos de las FARC.
 
 
 
 

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