Estimados amigos Les envío un Informe de su interés elaborado por ProJusticia, para su lectura y comentarios Asimismo, usted podrá ingresar al mismo accediendo a nuestra página web institucional al siguiente enlace: www.projusticia.org.pe Saludos CESAR FERNANDO O´PHELAN PEREZ POSTULANTES AL CONCURSO DE VOCALES SUPREMOS DEL CNM Introducción Uno de los mitos sobre los que se construyó la justicia en la modernidad fue el de la despersonalización de la misma. En tanto boca de la ley, el juez debía ser solamente un medio a través del cual aplicar la norma legal a los ciudadanos, sin importar su historia, sus ideas, sus esperanzas, sus temores, su vida en general. La escuela realista no fue la primera en denunciar la falsedad de este mito, pero si fue la que lo atacó con mayor fuerza. Pensadores como Holmes, Pound y Ross mostraron así, de manera contundente, que el juez nunca puede ni podrá actuar de manera impersonal al momento de aplicar la ley, estando siempre influenciado por sus ideales, sus valores, sus expectativas y su medio social en general. Por tanto, el problema no está en cómo mantener el mito y lograr una justicia "pura", sino en evitar que la historia personal de un juez le impida mantener una postura imparcial e independiente frente a los casos que se le presenten. En este panorama, el conocimiento de la vida, ideas y valores de un juez –o de quienes aspiran a serlo- puede resultar más importante para lograr una verdadera justicia, que mantener la creencia falsa de que, una vez nombrado, todo juez mantendrá una postura neutral frente a la ley. Por ello, y ante la inminente elección de nuevos jueces y fiscales supremos por parte del Consejo Nacional de la Magistratura, queremos hacer llegar la historia de algunos magistrados que, a nuestro entender, cuentan con todos los méritos necesarios para ejercer el máximo cargo del Poder Judicial. Saquen ustedes sus propias conclusiones. 1. ÁNGEL ROMERO DIAZ Chiclayano de nacimiento y el menor de cuatro hermanos, el Dr. Ángel Romero Díaz creció en un ambiente familiar lleno de firmes valores aunque con el espíritu independiente que mantiene hasta hoy. Su padre, coronel de la entonces Guardia Civil y espada de honor de su promoción, inculcó en sus hijos un fuerte amor por el Perú. Siguiendo una tradición familiar, en 1966 ingresó al Colegio Militar Leoncio Prado de Lima, ocupando el cuarto puesto en el examen de ingreso. La experiencia en este centro educativo le ayudará no solo a adquirir una mayor disciplina y orden en el trabajo, sino que le permitirá aflorar su sentido de justicia: ya en el último año, liderará una comisión de alumnos que abogará por uno de sus compañeros que iba a ser injustamente expulsado, haciéndose conocido a partir de entonces como el defensor de los "amigos". Terminada su etapa escolar, el joven Romero postulará a las Universidades de San Marcos y Villareal para estudiar la carrera de Derecho, ingresando a ambas con un alto puntaje. Optando finalmente por la UNMSM, sus estudios le permitirán forjar su vocación profesional pero también hacer sus primeros pininos en política, algo inevitable en plena ebullición generada por el Gobierno Militar: así, tendrá algunos contactos con el APRA estudiantil –el ARE- donde conocerá a algunos de los actuales líderes de este partido. Siendo elegido Presidente de la Promoción Max Arias Schreiber, Romero egresará de San Marcos con todos los honores del caso en 1975, obteniendo su título profesional de abogado en 1978. Para entonces, ya había iniciado sus prácticas profesionales en 1971 en el estudio de su hermano, el Dr. Magno Romero, lo que le permitirá adentrarse en la realidad de la justicia en el país. Tal como nos manifestó, este primer contacto no fue muy agradable: los jueces que conoció entonces en las audiencias le parecieron muy lejanos, estrictos, poco accesibles y que vivían de espaldas a la realidad. El se prometió entonces que, de llegar a ser juez, tendría sus puertas siempre abiertas para todos, promesa que cumplió apenas ingresó al Poder Judicial. Para ello, y siguiendo la recomendación de su hermano, a partir del año 1973 entró a trabajar en una secretaría de juzgado, a cargo del Dr. Álvaro Suarez Milla, donde aprendió todo lo relacionado a la recepción, tramitación y elaboración expedientes y sentencias. Fue entonces cuando se le presentó una oportunidad trascendental para su vocación personal: el Dr. Mario Alzamora Valdez organizará en esos años un curso de postgrado en la UNMSM sobre Capacitación Judicial, algo excepcional para la época. Romero no dudó en presentarse a este curso, donde todos los profesores fueron magistrados de primer nivel, ocupando finalmente el primer puesto. Gracias a las gestiones de Alzamora Valdez, los cinco primeros puestos de este curso fueron propuestos para ser jueces de paz no letrado ante la Corte Superior de Lima, siendo enviado el joven Romero a ejercer dicho cargo, primero en el distrito de Miraflores y luego en Surco. Esta experiencia inicial como juez de paz –algo que ya no existe en la capital, debido a la su mayor densidad demográfica- será así bastante significativa, al permitirle conocer de manera directa las dificultades pero también las satisfacciones de impartir justicia, así como la clamorosa necesidad de muchas personas para obtener verdadera justicia en nuestro país. En 1983, el entonces Consejo Distrital de la Magistratura de Lima hará una convocatoria para seleccionar a jueces civiles, presentándose a la misma el Dr. Romero. Cabe recordar que, en ese entonces, el Consejo de la Magistratura no elegía directamente a los jueces sino que elaboraba ternas de candidatos que eran enviadas al Poder Ejecutivo, siendo éste quien designaba finalmente al candidato. Gracias a sus méritos y experiencia, el Dr. Ángel Romero iniciará así su carrera judicial de manera formal gracias al Presidente Fernando Belaúnde Terry, al nombrarlo juez titular del Décimo Juzgado Civil de Lima. Cumpliendo la promesa que se hizo a sí mismo, desde que asumió su cargo Romero abrió las puertas de su juzgado a litigantes y abogados, mostrando así su ánimo por cambiar las cosas en la justicia. Sin embargo, pronto tomó conciencia de que éste no era el principal problema para los jueces: en esos años, las condiciones de trabajo para los magistrados eran lamentables, recibiendo sueldos bajos, trabajando con máquinas viejas u obsoletas y en espacios pequeños y atiborrados. De esta manera, su preocupación por esta realidad lo fue involucrando en la lucha que sostenían entonces los magistrados para que se les reconozca mejores condiciones y con ello una mayor dignidad profesional. Como resultado de esta lucha, en el año 78 se había creado la Asociación Nacional de Magistrados del Perú, cuyo primer presidente será Silva Vallejo. Romero se convertirá en uno de sus principales impulsores, llegando a ser elegido Presidente de esta asociación en 1991. En esos años, Romero logrará también su ascenso como Vocal Titular Superior en el distrito judicial de Lima, siendo enviado a integrar la Sala Penal. Mostrando nuevamente su capacidad de liderazgo y cambio, en esta Sala aplicarán, conjuntamente con los vocales César Vega Vega y Juan Zegarra, algunas medidas entonces novedosas, como fue el acudir a los mismos centros penitenciarios para llevar a cabo las audiencias cuando por las huelgas del INPE se hacía imposible el traslado de los reclusos. Incluso en una ocasión llevaron una audiencia en pleno patio de Lurigancho, logrando con ello que los procesos no se dilaten en desmedro de las personas privadas de libertad. En abril de 1992 el entonces presidente Alberto Fujimori dará su autogolpe de Estado, interviniendo el Poder Judicial y ordenando la expulsión de un sinnúmero de jueces, entre ellos Romero y otros magistrados de primer nivel. Para entonces, éste ejercía la presidencia de la Asociación Nacional de Magistrados, cargo que mantuvo a fin de tener un espacio para defender la integridad y dignidad del Poder Judicial y de los magistrados defenestrados a raíz del autogolpe. Ello lo llevará a iniciar una amplia campaña internacional a fin de que se denuncie lo ocurrido con la justicia peruana, logrando eco en entidades como la Federación Latinoamericana de Magistrados (FLAM) y la Unión Internacional de Magistrados (UIM). En todos estos espacios Romero llevó la voz de los jueces afectados, defendiendo la independencia de la justicia y la necesidad de salvaguardar el Estado de Derecho, tal como lo hizo también en algunos medios de comunicación. Una vez culminado su período en la Asociación de Magistrados, Romero se dedicara al ejercicio forense y a la docencia universitaria en la Universidad Inca Garcilaso de la Vega, mostrando en esta labor su alta calidad profesional. Sin embargo, su malestar por el autoritarismo y la corrupción vigente en esos años lo llevó a retomar su actividad política. Así, en el año 95 se inscribe en el Partido Aprista, entonces uno de los abanderados de la oposición democrática, ejerciendo una fuerte actividad partidaria que lo llevará a ser nombrado como personero legal de este partido. Desde este importante cargo, Romero se encargará de defender la candidatura de Abel Salinas, de sustentar la tacha presentada por el APRA contra la re-reelección de Fujimori y de defender la candidatura de Alan García en las elecciones del 2001, las que permitieron retomar el camino democrático. Sin embargo, su vocación de juez nunca fue abandonada, luchando a lo largo de esos años para que se le reponga en la magistratura mediante sendas acciones de amparo. Esta posibilidad se hará realidad el año 2001, cuando obtiene una sentencia definitiva ordenando su reincorporación al Poder Judicial; sin embargo, debido a sus compromisos profesionales pendientes, Romero retornará recién a la magistratura en noviembre del 2004, luego de consultar su decisión con su familia y de renunciar –como era debido- a su militancia política. Como nos dijo, esta decisión era trascendental, ya que implicaba retornar a su antiguo amor, a su verdadera vocación, siendo consciente de que lo hacía para ayudar a recuperar la imagen del Poder Judicial, fuertemente dañada por efecto de la dictadura fujimorista. Enviado inicialmente a la Sexta Sala Civil, en el 2005 será trasladado a la Cuarta Sala Civil de Lima, donde nuevamente retoma su iniciativa personal por mejorar las condiciones de trabajo de su personal: de su propio peculio, comprará 10 computadoras nuevas para reemplazar las computadoras obsoletas que encontró en la sala, lo cual se traducirá en una mejora en el número de resoluciones judiciales expedidas en ese año, llegando a sumar 10 mil sentencias, lo cual será felicitado en septiembre de ese año por el Diario El Comercio. Merced a esta iniciativa, algunos jueces superiores le proponen lanzarse a la Presidencia de la Corte Superior de Lima, siendo elegido luego de una fuerte campaña para asumir este cargo en el período 2007-2008. Sin embargo, sus esperanzas de que su gestión pudiera permitir cambios sustanciales en este distrito judicial se vieron cortadas cuando, apenas a un mes de asumir el cargo, la OCMA dispuso una medida de abstención en su contra por emitir una resolución ordenando la reposición de más de 30 ex trabajadores del Banco Central de Reserva (BCR). Si bien finalmente esta medida fue dejada sin efecto en agosto del 2008, luego de que el CNM rechazara también el pedido de destitución en su contra y de los otros integrantes de la Cuarta Sala Civil, lo cierto es que la misma le impidió llevar a cabo muchas iniciativas que esperaba lograr. Una de las pocas medidas que pudo tomar fue dar la oportunidad a muchos Jueces de paz letrados, Secretarios y Relatores de ser nombrados jueces provisionales, a fin de que su experiencia pueda ser incorporada a la justicia formal. Posiblemente, esta frustración y su enorme interés por lograr cambios que favorezcan la imagen y eficiencia del Poder Judicial es lo que hoy lo está llevando a postular al cargo de Vocal Supremo en la reciente convocatoria hecha por el CNM, ocupando el primer lugar en el examen de conocimientos. Romero cuenta también con los méritos académicos suficientes: cuenta con una Maestría en Ciencias Penales por la Universidad San Martín de Porres (2003-2005), y viene culminando el Doctorado de Derecho en la misma casa de estudios. Y si bien su carga profesional le ha impedido redactar y publicar muchas de sus ideas sobre la justicia, a pesar de su amor por la investigación, viene culminando un libro sobre el proceso de anulación de laudos arbitrales bajo el D. Leg. 1070. Como él mismo señala, quien se presenta a integrar la Corte Suprema debe estar fuertemente comprometido con la justicia, lo que implica a su vez un fuerte compromiso con la defensa de la dignidad de la persona humana. Espera así que su presencia en la Corte Suprema permita imprimirle un mayor dinamismo a la justicia, establecer medidas que permitan agilizar la labor de los despachos judiciales, y en general que la justicia sea menos ritualista y más transparente. A su entender, la justicia es un servicio que debe tener abiertas las puertas de manera permanente, si es que se quiere recuperar la confianza plena de la ciudadanía. 2. RICARDO VINATEA MEDINA Limeño de nacimiento pero loretano de corazón, el Dr. Ricardo Vinatea Medina es una muestra palpable de que un ejercicio eficiente de la justicia no se condice con un interés intelectual, con una amplia creatividad y sobre todo con una preocupación acerca de la problemática social y económica del país. Estudió en el colegio San Antonio de Padua, ingresando a la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos por decisión propia. Como recuerda, en esos años alguien con una pasión por las letras como la suya no tenía mucho por escoger. Culminados sus estudios en 1978 y luego de obtener su título de abogado en 1979, en 1981 postulará a una entidad que en ese entonces estaba obteniendo su autonomía institucional: el Ministerio Público, siendo nombrado fiscal adjunto de la 17ma. Fiscalía Provincial de Lima. Allí, Vinatea conocerá de primera mano muchos de los principales casos que se dieron en la capital durante los ochenta, década bastante movida no solo por el crecimiento de la delincuencia sino también por los inicios del accionar terrorista en Lima. Como recuerda, apenas asignado a su fiscalía, fue enviado continuamente a tomar manifestaciones de asaltantes, violadores, narcotraficantes y terroristas que eran llevados a la Carceleta del Palacio de Justicia. De los muchos delincuentes con los que conversó, ninguno lo impresionó más que Antonio Díaz Martínez, uno de los principales ideólogos de Sendero Luminoso que fallecería en El Frontón en 1986. Ese mismo año, Vinatea es convocado para asumir un nuevo encargo: el de fiscal adjunto de la Fiscalía Superior de Loreto, donde las condiciones económicas eran mejores y los riesgos menores. Iquitos lo recibió con los brazos abiertos, y Vinatea le correspondió plenamente, convirtiéndose en pocos años en uno de sus más renombrados magistrados y hombres de leyes. A inicios de los 90, la carrera de Vinatea sufrirá un vuelco inesperado, al postular y obtener una plaza de Vocal Superior Titular en la misma Corte Superior de Justicia de Loreto. Como recuerda, este hecho responderá más a una cuestión anecdótica que a un cambio en su vocación: al momento de postular, no contaba con los años de carrera exigidos dentro del Ministerio Público para acceder al cargo de fiscal superior, por lo que no le quedó más remedio que virar hacia el Poder Judicial a fin de no perder el impulso que ya tenía su vida profesional. En todo caso, Vinatea nunca se arrepintió del cambio. Para él, la carrera de juez es mucho más completa, porque desde allí se puede hacer bien no solo a las partes sino a la sociedad entera, al fijar reglas claras, mediante sus decisiones, sobre lo que las personas pueden o no pueden hacer en su entorno social. Por ello, el juez no puede ser alguien encerrado en las leyes, sino que debe ver siempre qué es lo que ocurre a su alrededor, qué problemas afectan a las personas y a la comunidad, y sobre todo qué puede hacerse desde el sistema de justicia para mejorar las vidas de las personas y brindar mayor bienestar, seguridad y desarrollo. Esta visión social de la justicia será la que Vinatea empezará a poner en práctica desde su cargo de juez, no solo a través de una dedicación profunda de los procesos a su cargo, sino mediante breves artículos y ensayos en los que irá expresando sus ideas sobre diversos temas que afectaban a la ciudad de Iquitos y a la región Loreto en general. Ello le permitió rápidamente ganarse el respeto de sus pares, siendo elegido como Presidente de la Corte Superior de Loreto para el período 1991-1992, apenas un año después de ser nombrado vocal titular. Lamentablemente, en junio de 1992, el autogolpe de Fujimori lo llevó a salir intempestivamente del Poder Judicial, pasando a la actividad privada para poder mantener su hogar. Durante su labor como abogado independiente fue asesor de bancos, empresas de servicios eléctricos y petroleros, madereras, comerciales, nacionales y extranjeras, siguiendo procesos tanto de carácter constitucional, civil, comercial y bancario. En este lapso, su prestigio y dedicación profesional le permitieron mantener un nivel de liderazgo al interior de la región, siendo así electo Decano del Ilustre Colegio de Abogados de Loreto durante el período 2002-2003, asumiendo en el mismo período la Vicepresidencia de la Junta de Decanos de los Colegios de Abogados del Perú. Como señala, este período fuera de la administración de justicia fue fructífero desde un punto de vista personal: le permitió concluir su magíster con mención en Derecho Civil y Comercial en la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana, aportar en la propuesta de reforma constitucional que hicieron entonces los Colegios de Abogados del Perú, y mejorar la infraestructura del local del Colegio de Abogados de Loreto. Sin embargo, lo que gran satisfacción le produjo fue poder sacar al aire –a través de Amazónica de Televisión Canal 2 de Loreto- un programa televisivo dirigido a brindar mayor información jurídica a todos los ciudadanos. Denominado "El abogado en su casa", este programa salió durante un año en pleno horario estelar (domingos 7 p.m.). En la primera parte, se salía a la calle a recoger las inquietudes de las personas alrededor del tema eje del programa –por ejemplo, violencia familiar-, para luego pasar a la representación de un caso gracias a un grupo de teatro que trabajaba con él. Posteriormente, un grupo de abogados discutía sobre el tema, permitiéndose incluso recibir en el aire llamadas del público. En el 2005, el Dr. Vinatea será reincorporado al Poder Judicial merced al proceso de amparo que siguió contra su injusta separación, retornando a su Corte de origen presidiendo la Sala Civil Mixta de Loreto. Sin embargo, sus méritos personales y profesionales harán que pronto sea convocado para un nuevo desafío, y convertirse en uno de los primeros Vocales Supremos Provisionales provenientes de una corte amazónica. Ello se producirá en agosto del 2006, durante la gestión del Dr. Vásquez Vejarano, siendo incorporado como integrante de la Primera Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema. Como recuerda Vinatea, el orgullo de ser convocado como Vocal Supremo le implicó, sin embargo, una fuerte carga de trabajo, dado que junto con la plaza donde fue asignado debió asumir momentáneamente el puesto dejado por el entonces vocal Eduardo Palacios Villar en la Segunda Sala Penal Transitoria. Por ello, éste considera que asumir este cargo no implica tanto mayores beneficios como si mayores responsabilidades, en tanto que ser parte de la Corte Suprema implica mantener no solo una eficiencia mayor a la de cualquier juez, sino también una conducta ética intachable y una preocupación permanente por mejorar la administración de justicia. Es así que vuelve a su especialidad al ser designado en el año 2009 integrante de la Sala de Derecho Constitucional y Social Permanente y en el 2010 a la Sala Civil Permanente demostrando un alto profesionalismo y dedicación al realizar con buen desempeño las funciones encargadas. Como expresión de esta preocupación, Vinatea tiene mucho que mostrar a su favor. Por un lado, ha seguido la Maestría en Política Jurisdiccional de la Pontificia Universidad Católica del Perú entre el 2006 y el 2008. También ha participado en un Curso de Formación Judicial Especializada sobre Derecho Mercantil en la Escuela Judicial del Poder Judicial de España, llevado a cabo en Barcelona en el 2007, con el fin de tener una visión más global sobre la problemática de la justicia. Durante dicho año siguió además el Programa de Alta Especialización en Dirección y Gerencia desarrollado por la División Empresarial y de Liderazgo de la Escuela de Postgrado de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas-UPC. En agosto del 2009, asistió al Seminario Latinoamericano sobre Aplicación Judicial de Estándares de Derechos Humanos en Conflictos por Tierra Urbana y Rural, organizado por el Ministerio de Justicia de Brasil, y recientemente participó en el VII Seminario de Gestión Judicial "Inversión en Justicia", llevado a cabo en la ciudad de Bariloche por el Centro de Estudios de Justicia de las Américas (CEJA). Asimismo, ha seguido varios Diplomados en derecho procesal, derecho penal, argumentación jurídica, etc., en los últimos cinco años. A su vez, las reflexiones que ha ido ganando a partir de su experiencia las ha empezado a volcar en algunas publicaciones que, lamentablemente, no han logrado aún el apoyo necesario, a pesar de su novedad. Por ejemplo, de su propio peculio el Dr. Vinatea ha publicado el libro "Propuestas para la protección jurídica de los conocimientos tradicionales en el marco del Tratado de Libre Comercio Perú-EE.UU." (2008), hasta donde sabemos sino el único, uno de los pocos trabajos hechos al respecto. El mismo año editó el texto "La Corte Interamericana de Derechos Humanos y el Deber de Justicia Penal" (2008), el mismo que contiene un importante análisis sobre el deber que les corresponde a los Estados para hacer efectiva la justicia penal, mientras que el año pasado, y nuevamente sin mayor apoyo, publicó su trabajo "La organización del Despacho Judicial y Fiscal en el nuevo Código Procesal Penal" (2009), materia relacionada con su proyecto de tesis presentado a la Maestría de Política Jurisdiccional de la PUCP. Entre estos trabajos, uno de los más interesantes es el que publicó a mediados del 2007 en la revista oficial del Poder Judicial, acerca de "La Carrera Judicial en el modelo peruano". En este cuestiona la falta de una verdadera carrera judicial en nuestro sistema de justicia, debido a la presencia de un modelo totalmente abierto tanto para el ingreso como para el ascenso, lo que impide crear reales incentivos para que los magistrados que comienzan desde abajo puedan ascender gracias a sus méritos y a su buen desempeño, resaltando lo siguiente: "no debemos olvidar que a la magistratura se debe ingresar por vocación, con el afán de prestar un servicio –en este caso de justicia- además de satisfacer las aspiraciones personales del postulante; consecuentemente, solo el profesional que tenga una verdadera inclinación por la judicatura se esmerará en su función y estará dispuesto a empezar la carrera desde abajo". Para quien comenzó su carrera precisamente desde abajo, es claro que la vocación de Vinatea es algo innato, profundo y sostenido, mereciendo por ello alcanzar el pináculo de esta carrera. |
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