Mi Enfoque #311 Marzo 3, 2010, por David Mandel
La ciudad de Malmo fue fundada en el siglo XIII, y durante varios siglos perteneció a Dinamarca. En el siglo XVII Suecia la conquistó y anexó a su territorio. Hoy, en número de habitantes, es la tercera ciudad sueca, después de Estocolmo y Gothenburg.
40% de sus 300,000 habitantes han nacido en el extranjero, la mayoría de ellos musulmanes provenientes de Irak, Líbano, Irán, Afganistán, Turquía, Somalia, y Pakistán. Los tres nombres más populares el año pasado para los recién nacidos son Elías, Mohammed, y Yusuf.
Hace algunos meses tenistas israelíes debían jugar contra tenistas suecos en el certamen de la Copa Davis. Una turba de 6,000 musulmanes, izquierdistas y anarquistas protestó violentamente, y las autoridades, en vez de controlar la situación, optaron por la cobarde solución de realizar el certamen en un estadio vacío, sin público.
Los insultos y expresiones de odio a los judíos proliferan. Los ataques no sólo son verbales sino también físicos. El año pasado más de 80 judíos fueron agredidos en las calles de la ciudad. El alcalde de la ciudad, de tendencia izquierdista, demuestra gran simpatía a sus votantes musulmanes, y dice que el sionismo es tan malo como el antisemitismo. Respecto a una demostración pro-Israel que fue atacada con botellas, huevos y cohetes, mientras la policía se limitaba a observar, el alcalde comentó que él hubiese preferido que los judíos de Malmo demostrasen contra las acciones de Israel en Gaza. En su opinión judíos que apoyan Israel son blanco legítimo de los antisemitas.
Una sinagoga ha sido incendiada, y el cementerio ha sido profanado por vándalos. Paredes de instituciones judías han sido pintadas con lemas antisemitas.
Los judíos ven que la situación va de mal en peor, y que las autoridades son indiferentes al problema. La reacción de las familias judías es abandonar la ciudad, y en ciertos casos el país, y emigrar a otros países, incluido Israel.
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El campanazo #13
Mi Enfoque #311 Marzo 3, 2010, por David Mandel
Cuando uno escucha las campanas del campanario que dan la hora, si, después de doce campanazos, hay uno más, el campanazo número 13 desvirtúa a todos los anteriores.
Khalfan Tamim, el jefe de policía de Dubai, impresionó a todo el mundo al declarar que once agentes habían asesinado al terrorista palestino Mahmoud al-Mabhouh. Las alabanzas fueron tantas que Tamim hizo nuevas declaraciones diciendo que no eran 11 sino 26, evidentemente considerando que, "si me admiran por declarar que eran once asesinos, me admirarán aún más si declaro que eran 26 ó 27".
Lamentablemente, con esa declaración, Tamim hizo sonar el campanazo #13. Once agentes es un número que se puede creer, pero 26 o 27 ya son demasiados. (¡Imagínense nomás, el costo de los pasajes!).
Las cosas no mejoraron cuando Tamim declaró que dos de los nuevos sospechosos habían huido en un barco a Irán, lo cual, si fueran del Mosad, seria poco probable, ya que para un agente israelí escapar a Irán equivale a ir de Guatemala a Guatepeor.
El momento de gloria de Tamim ya pasó. Hoy, como dicen en el Perú, la está embarrando. En su más reciente declaración dijo que va a estar alerta para que no entren israelíes en Dubai, no importa que pasaportes porten. Para este fin anunció que va a entrenar a la policía de Dubai para reconocer israelíes de acuerdo a sus características faciales y físicas. (Posiblemente equipará a cada policía de inmigración con una regla para medir el largo de la nariz de cada pasajero sospechoso de ser israelí. Bajarles los pantalones no sería útil ya que los árabes también se circuncidan).
Mientras tanto, es curioso que a los países europeos no les interesa saber si uno o más de los cuatro pasaportes que portaba el finado al-Mabhouh, es de ellos.
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