Monday, October 17, 2011

[RED DEMOCRATICA] Coments.: La protesta de Wall Street s

 

Indignados. ¿Quién controla La Calle?*



Los políticos se enfrentan a una revuelta en ascenso contra Wall Street, magnates financieros, bancos en general y un gobierno insensible que ignora las necesidades de la gente. La más reciente encuesta muestra una radical falta de confianza hacia aquellos que dirigen el gobierno.

Una encuesta Gallup del 30 de septiembre dijo que 81 por ciento se sentía insatisfecho con la manera en que están dirigiendo el país. La tasa del Congreso cayó desde el asiento del inodoro al inodoro propiamente (15% de aprobación). El público tuvo opiniones similarmente bajas acerca de los candidatos a cargos. ¡Haga un esfuerzo y oblíguese a mirar los "debates" presidenciales republicanos!

La mayoría de los medios de prensa ni siquiera reportaron los resultados de Gallup, o lo hicieron de manera poco prioritaria. Ni tampoco recogieron especificidades clave. El columnista de The New York Times Charles Blow (2 de octubre) señaló que la encuesta Gallup demostraba que los "norteamericanos consideran que el gobierno federal representa una amenaza inmediata a los derechos y libertades de los individuos y ha aumentado nuevamente".

Imagínense que Cuba o Irán dieran a conocer una encuesta como esa. Vean, diríamos nosotros: "así se siente la gente cuando considera que no tiene democracia".

Pero nosotros elegimos a nuestro gobierno –bueno, menos del 50% vota, pero ¿para qué ser tan quisquilloso? ¿Cómo es que no nos gusta o no aprobamos a nuestros funcionarios ni tenemos confianza en que puedan dirigir el país? ¿Falla en algo nuestra lógica democrática? ¿O es que el descontento aquí y en el resto del mundo es una señal de que los sistemas (económicos y medioambientales) se han desbocado más allá del control de las instituciones actuales y de la imaginación de los líderes políticos?

Cuando muchas decenas de miles de indignados salen a las calles de Grecia, España, Inglaterra, Israel y Chile es porque no tienen instituciones por medio de las cuales canalizar sus quejas. Ningún partido político o sindicato puede negociar a su favor ni sus gobiernos pueden satisfacer sus demandas básicas: empleo, vivienda, educación gratuita, medio ambiente seguro.

El fracaso del neoliberalismo lo tenemos ante nosotros mientras decenas de millones de desempleados se desesperan, millones de personas sin hogar buscan refugio y los desastres naturales ponen a prueba la capacidad nacional de enfrentarse a ellos.

La derecha norteamericana culpa a los extranjeros del Tercer Mundo, pecados de aborto y homosexualidad y pide más armas de fuego y agresiones, mientras reduce los presupuestos destinados a los pobres: los nuevos cristianos. En Europa, los partidos socialistas han perdido credibilidad al adoptar el neoliberalismo; los comunistas en la era postsoviética se han dividido y desintegrado en sectas mínimas en algunos de esos países.

En Estados Unidos, carente de partidos de izquierda, la gente comenzó a manifestarse contra los criminales de Wall Street (banqueros y corredores) cuyo comportamiento ayudó a inducir un enorme colapso. En Manhattan, cientos de manifestantes con caras pintadas de blanco y disfrazados de zombis corporativos bailaron frente a la Bolsa de Valores de Nueva York. Muchos mostraban a las cámaras puñados de dinero falso.

En Chicago, los tamboreros marcharon a través del distrito financiero. Algunos montaron tiendas de campaña y pintaron carteles contra la avaricia de los banqueros y las corporaciones que luego mostraban a los boquiabiertos transeúntes.

El alcalde de Nueva York, en vez de ofrecer a los imaginativos manifestantes a una oportunidad de diálogo, dio la orden de ataque a la policía, una buena lección para algunos manifestantes de clase media que dijeron que las calles pertenecen al pueblo, no a la policía, la cual los roció con pimienta.

Las manifestaciones en EE.UU. comenzaron anteriormente en este mismo año en Wisconsin, donde un gobernador derechista declaró la guerra fiscal al pueblo trabajador. Los manifestantes en Nueva York mostraron el mismo espíritu de rebeldía, convirtiendo los resultados de la encuesta de Gallup en acción, en vez de quejarse a los encuestadores. Al igual que los neoyorquinos, jóvenes en Boston, St. Louis, Kansas City, Portland en Maine, Los Ángeles y otros lugares expresaron indignación política por la avaricia corporativa. Marcharon hacia los bancos de la Reserva Federal y acamparon en parques. Todos comparten las ansiedades de la tambaleante economía, pero los carentes de líderes se juntaron contra un enemigo común –el capital financiero– con valores comunes como la decencia y la justicia han unido a la gente –incluso a algunos del Tea Party. Se comunican por medio de sitios web y streaming de video y han inventado formas democráticas de asambleas.

Al igual que su contraparte en otros países, los manifestantes norteamericanos no han encontrado canales para sus quejas. Gradualmente, demócratas liberales y sindicatos progresistas comienzan a apoyar este movimiento –o momento– y llaman a otros a unírsele. ¿Pero podrán sus mensajes penetrar las osificadas membranas políticas de las estructuras establecidas? ¿Puede su energía transformar un Establishment político disfuncional en otro que comience a transformar la nación?

El sector financiero da crédito a la élite corporativa, la cual impulsivamente trata de reducir el costo socialmente necesario de la mano de obra, lo cual hace la vida más desesperada para los que ya son pobres. La élite se autoinmuniza en contra de la indignación debido a la diferencia en la relación salarial de 325 a 1 entre los ejecutivos corporativos y los trabajadores. (Ver el informe del Instituto para Estudios de Política.) Ignoran las peticiones de cordura medioambiental o se suman a la negativa a la existencia del cambio climático.

Sin cabilderos, el pueblo norteamericano no tenía voz –hasta que salió a las calles. Los políticos presionan a favor de intereses épicos y demuestran su preocupación nacional "apoyando a nuestras tropas –después de 10 años de ningún progreso en Afganistán y de destrucción de Irak– y amar a nuestro país".

Fundamentalmente, cortejan a los donantes corporativos para garantizar su reelección, mientras que la élite ejecutiva se oculta tras la frase bíblica "Seguridad Nacional", la cual el presidente impuso para justificar el asesinato de un ciudadano norteamericano (al-Awlaki) y negar los derechos básicos a los prisioneros sospechosos de terrorismo – mientras da refugio a terroristas anticastristas en Miami. Los "indignados" permanecen en Wall Street. ¿Llegará este otoño la Primavera Norteamericana?

* Literalmente The Street, en alusión a Wall Street.


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Un planeta indignado



La década de los ochenta marcó el advenimiento del neoliberalismo a escala mundial. De la mano de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, la receta parecía infalible. Se trataba de minimizar el papel regulador del estado y controlar las "variables macro económicas", con ello se garantizaba el crecimiento de las naciones. Las sociedades de consumidores era la única forma de alcanzar el bienestar de las mayorías. Tras la caída del muro, los más entusiastas hablaban, incluso, del "fin de la historia".
Como suele ocurrir con los delirios y supersticiones humanas, ha llegado la hora del desencanto. Hoy, las protestas de los indignados están tan globalizadas como los mercados y los medios de comunicación. En todo el mundo, los ciudadanos advierten que el mentado modelo neoliberal no produce el bienestar prometido sino que genera desempleo, crisis económica e injusticia social. Esto lo sabemos bien en Chile, emblemático país-dólar a escala latinoamericana desde los tenebrosos años de Augusto Pinochet, pero también lo saben en Nueva York, París o Roma.
La llamada globalización ha creado un "capitalismo casino" planetario que enriquece a las grandes corporaciones, sumiendo a las naciones en la miseria. Este fenómeno que se ha acentuado estos primeros años del siglo XXI ha tenido consecuencias culturales y políticas insospechadas. El desarrollo de una "Hiperindustria Cultural" – construida de redes e imágenes digitalizadas en tiempo real - ha engendrado lo que algunos llaman una "Cultura Internacional Popular". La sociedad de consumidores, diseño antropológico y rostro cotidiano del neo capitalismo, posee, ahora, un alcance mundial. En pocas palabras: Los problemas de los ciudadanos de diversos países son, en lo fundamental, los mismos. Esto explica, en parte, que la indignación sea, también, global.
Un desempleado en Nueva York, un estudiante chileno o un trabajador en Grecia son víctimas de la misma humillación producida por un sistema económico y financiero profundamente injusto. Todos ellos sienten la represión de la policía como expresión última de sus gobiernos. Las imágenes de las manifestaciones de indignados en todo el orbe traspasan las barreras idiomáticas, pues más allá de las singularidades de cada cual hay algo que se comparte. Mientras el alza de un índice en Wall Street enriquece a alguna multinacional, en otro lugar del mundo un trabajador pierde sus derechos de salud o un estudiante ve como aumenta su arancel para proseguir estudios. Mientras una empresa aumenta su capital, un niño muere de hambre en África, un bosque es talado en Amazonía o una especie se extingue para siempre en el planeta tierra. En el mundo imaginario creado por la publicidad, lo único cierto es la humillación, el dolor y la indignación.
- Álvaro Cuadra es Investigador y docente de la Escuela Latinoamericana de Postgrados. ELAP. Universidad ARCIS


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Europa, la resistencia de los indignados



A los manifestantes del 15 de octubre, por el derecho a la indignación con un grito de libertad.
Frente a la crisis económica actual que padece el viejo sistema capitalista, financiero, usurero y globalizador europeo[1] —comenzó a tronar por lo más débil: Grecia, Portugal, Irlanda, España e Italia, ¡por ahora!—, se carece de más opciones para salir avante que las ya tradicionales medidas restrictivas, abiertamente atentatorias de los niveles de bienestar de una sociedad, que no la debe pero sí la paga.
Es porque los gobiernos no le responden a la población como a los banqueros y a los especuladores por igual, cuando como en estos casos la población toma las calles en señal de protesta. Es porque los gobiernos desatan una serie de medidas para tonificar las finanzas, para rescatar a los bancos y por consiguiente, para sostener los niveles de paridad monetarios —en este caso el euro—, para soportar el peso del endeudamiento del Estado, etcétera, sostener los privilegios de unos pocos.
Medidas todas por las cuales los gobiernos tratan de resolver, a través de la contención o recorte de los presupuestos sociales, de los servicios que presta el Estado, el control de los salarios, o el desempleo generalizado, por la simple razón de que el Estado neoliberal hizo hasta lo imposible para desinflar o abandonar toda participación en la economía. Pero no la economía en general —como no sucedió nunca—, sino en cumplimento de los requerimientos del rescate de los usureros, de los bancos prototipos o modelo y de los gobiernos de otros países que avalan tales medidas taxativas.
Alemania y Francia, a conveniencia, han tomado la sartén por el mango. Pese a las restricciones legales desde los acuerdos de Maastricht para la Unión Europea (UE), ambos países están trabajando y participando del rescate de los demás países [¡dizque!]; no obstante más bien quieren el rescate de los amos de las finanzas. Antes Alemania habría adquirido "bonos de deuda" de algunos países como Grecia, de la mano de la propia UE, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Ahora, el papel de rescatar a los bancos de la casi inminente quiebralo está asumiendo el propio BCE. El caso es que, por supuesto, esa no es la salida para la crisis europea. Lo hemos dicho en otras ocasiones: así como están en riesgo los eslabones débiles del sistema, también lo está el resto de la (des)UE. Por dos motivos: 1) porque la crisis es global y, 2) porque las acciones tradicionales de rescate al sistema financiero serán insuficientes y altamente costosas. El G-20 presume que resolverá la crisis de deuda europea en octubre.
Peor aún, que con las medidas restrictivas actuales no habrá solución, como empobrecimiento derivado de la debilidad de los estados. Y no sólo de los países en crisis señalados, sino del resto de Europa. Esto sin olvidar la consabida debilidad estatal que dejará a las economías entre el abandono y la penumbra. En otras palabras: en los tiempos de la Gran Depresión, en Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt tenía los recursos o los medios para impulsar la economía con el New Dale. Y lo logró.
Pero ahora ni el Estado de EU ni los estados europeos cuentan con los recursos para rescatar a todas las economías en crisis, porque se trata no de una crisis endémica sino sistémica. Así que, en cuanto continúe la depresión, en primer término se generalizará todavía más allá de las mismas bolsas, porque abarcará a todos los países capitalistas del orden global; en segundo, no habrá quién lance una tabla de salvación. ¿O acaso losgobiernosse someterán a las condiciones de, por ejemplo China como segunda economía mundial, que sería el único país con ciertos recursos para apoyar en este caos del capitalista mundial, sin suponer que lo hará? Con todo y que no haya un rescate sostenido por esa vía.
En el ínter, las acciones de los presidentes Angela Merkel y Nicolás Sarkozy, de asistir a los gobiernos de los países con problemas, resultarán en el corto plazo meros paliativos. Porque todo lo que se hace es en aras de rescatar los abultados déficits de los estados para luego apostarle a la preservación de los sistemas financieros.
Ese es el cuento de nunca acabar. Porque los sistemas financieros son los verdaderos causantes del desastre. Una crisis que, cuando se presente en toda su magnitud, y eso será de un momento a otro, habrá un crujido mayor al de 1929; sencillamente más profundo porque arrastrará a un gran número de países. Y luego salir del caos costará ¡sangre, sudor y lágrimas! ¡Pero por supuesto que no a los hombres que están al frente!
De ahí derivan las movilizaciones de la sociedad, principalmente jóvenes conectados vía las redes sociales en varios países de la vieja Europa. "Los ciudadanos no son mercancías en manos de políticos y banqueros", es el grito de los españoles. Jóvenes que están reaccionando contra las artimañas de los gobiernos, tanto para proteger a los especuladores como para socializar los elevados costos. Y si el indicador de desempleo no se mueve a la baja, es porque los estados no operan para impulsar la economía en la creación de empleos. O, incluso, por la llamada financiarización[2] económica.
Y sin trabajo no hay ingresos, como sin recursos no hay consumo. Un círculo vicioso del capitalismo que deviene y es producto de la crisis. El asunto es que esta crisis es global. Una crisis en la que está no sólo la (des)UE sino Europa oriental y Asia; EU y sus satélites como México. Y alcanzará a Latinoamérica, más que menos.
Por supuesto que no habrá salidas reales en tanto las restricciones no se apliquen al mismísimo sistema financiero. Porque tanto banqueros, como todo tipo de especuladores de las bolsas del mundo, están atrás de los beneficios de la acumulación dineraria que manejan. Ahí están, en primera fila, los magnates o los llamados "barones del dinero". Pero al parecer los gobiernos ni los estados —aún en los países desarrollados— tienen el poder como para contrarrestar suficientemente a los hombres ricos y meterlos en cintura. Salvo la sociedad.
Muchos no pagan impuestos, o son directores o gerentes de grandes monopolios que tienen controlado gran parte del mercado global y se allegan enormes cantidades de los recursos que la sociedad produce, aunque ellos pongan las condiciones. Porque en esta sociedad de consumo "el que tiene más saliva traga más pinole". Serviles nada más, los gobiernos son incapaces de controlar a los hombres ricos del planeta, y obligarlos a asumir los costos y consecuencias de sus acciones. El Estado, a su servicio también.
Por eso la sociedad sale a las calles. Por ello las acciones de protesta. Porque se le carga todo el peso a la sociedad desde el abandono del Estado con sus medidas restrictivas. Por lo mismo prende la indignación en Europa. Son los jóvenes de algunos países quienes se manifiestan en contra de la globalización que amenaza con despedazarlos económica, social, política y moralmente. Del mismo modo que sucede en EU con el movimiento Ocupa Wall Street, o en Chile con las protestas contra la educación neoliberal.
Por eso se han organizado para impedirlo. Son las movilizaciones en países como España, Francia, Holanda, Italia, Alemania, Portugal, Austria y Londres. Los jóvenes que rechazan los privilegios de los poderosos que generan lo demás; saben que ellos son los causantes del desastre actual. Tan sólo la "larga marcha" —no hay símil alguno con la de Mao en los tiempos de la "Revolución Cultural"— de los indignados que partió de la Puerta del Sol en Madrid, ombligo del 15-M —el 27 de julio— recorriendo mil 700 kilómetros hasta Bruselas como la capital de la UE, demandaron entre otras cosas: "No más privilegios a banqueros".
Cero privilegios para las grandes fortunas, que evaden impuestos, control al fraude fiscal y a la fuga de capitales hacia los paraísos fiscales. No privilegios a políticos, sus elevados ingresos y al no pago de impuestos, entre otras acciones para que el Estado tenga los fondos suficientes para sueldos más dignos y mejoras en la calidad de vida de la población, etcétera. Porque "los políticos deben entender que su labor debe ser en bien de la sociedad, y no de los mercados" (Reportaje de Proceso N° 1823).
Lo interesante es que todo este rol de la juventud que se indigna frente a las condicionantes del mercado —la crisis del sistema financiero global, con impacto en Europa—, no sería posible en la rapidez con que surge sin el internet, sin las redes sociales, sin facebook y el twitter. El sistema del capital financiero y los estados que los sostienen, no podrán desdeñar la movilización social o utilizar la violencia[3].
La crisis que toca a las puertas de la UE, hoy más bien (des)UE, es ya como el "fantasma" cadavérico del capitalismo. Los jóvenes que se indignan cumplen su rol. Aunque el cambio no esté a la vuelta de la esquina. El caso es que los actores se mueven gracias a la red. Y también se alimentan con posturas como la del fenómeno editorial europeo del panfleto ¡Indígnate!, del veterano Stéphane Hessel. Cual suerte de "Manifiesto comunista" de Marx; que no lo es porque no hay parangón. ¡Indígnate! no llama al cambio socialista, pero sí es una bandera para la "resistencia".


[1] Por supuesto que la crisis comenzó en el sistema financiero de Estados Unidos, pero afectó al resto del mundo. Por ahora nos interesa destacar la siguiente faceta de la crisis europea.
[2] O el control y sujeción de todas las variables económicas de un país por una sola: el sistema financiero que se sobre pone.
[3] Ver, por ejemplo, en http://bit.ly/mWzI5Y, el desalojo violento del "campamento indignado" de Plaza Cataluña, España.


http://www.alainet.org/active/50173


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Una nueva jornada de los indignados



Como uno más entre unas 200 mil personas, en la tarde de ayer salí a manifestarme en las calles de Madrid, atendiendo a la última convocatoria del movimiento ciudadano de los Indignados. Creo que no es necesario insistir en que la indignación es un sentimiento natural, que anida en los seres humanos cuando nos sentimos estafados, engañados, traicionados o burlados. Y esto es lo que nos está pasando a muchos ante el comportamiento de los truhanes que manejan el sistema financiero internacional.
Soy de los que vienen participando, desde sus inicios, de este movimiento pacífico y reivindicativo, que vio la luz en la céntrica Puerta del Sol, en Madrid, el 15 de mayo del presente año. Se trata, como se sabe, de un movimiento hoy extendido por varios países del mundo, que ayer y en fechas anteriores ha decidido tomar las calles para denunciar y exigir a los políticos y a los poderes públicos el cumplimiento de su función más indeclinable: interpretar el sentimiento y representar los intereses de los ciudadanos que, a través del voto, entregan una orden a sus mandatarios. En ese sentido, en mayo, en junio y anoche se ha escuchado en la vía pública la potente exigencia de que, en uso de la legitimidad que les hemos otorgado, los gobernantes se impongan sobre las tropelías del capital financiero, a fin de que regulándolo y controlándolo en nombre del interés general, cesen los abusivos movimientos especulativos, haciendo que el dinero y la economía estén puestos al servicio de las personas, y no al revés.
Los políticos de Occidente (1) tal vez estén pensativos ante el mensaje inequívoco y categórico de la ciudadanía, en la tarde-noche del 15 de octubre. Las manifestaciones multitudinarias de Madrid, Barcelona, Roma, Berlín, Bruselas y otras más de 900 ciudades del planeta, han sido la señal más clara de que una gran parte de la sociedad no se siente representada por sus políticos, y que un sector numeroso de la población no se encuentra ni siquiera mínimamente satisfecho frente a los engaños a los que día a día nos están sometiendo las élites económicas y políticas del llamado Primer Mundo.
En las calles de las principales ciudades europeas, así como también en los E.E.U.U., se ha podido notar un sentimiento de frustración y cabreo muy extendido, que se puede resumir en una pancarta juvenil de primera fila: "Nos indigna saber que están malversando nuestro futuro". Por eso, anoche unánimemente se ha exigido un cambio radical y sin demora; un cambio a escala global o planetaria, que afecte al poder, a la voluntad política, a los valores y principios, al dinero, a la tecnología y a la responsabilidad de rendir cuentas ante la ciudadanía de todos los representantes que cumplen las funciones de legislar y gobernar.
En los últimos tres meses, reiteradamente he escuchado decir a los inmovilistas que el movimiento de los Indignados no sabe realmente lo que quiere; además, lo catalogan como un movimiento disperso conformado por lunáticos inadaptados y –hoy lo ha dicho un neocon- extremistas peligrosos. Pero estas afirmaciones constituyen no digamos que un grave error, sino una premeditada deformación de la realidad, que pudiera justificar la posibilidad de una futura acción represiva contra este movimiento. Los Indignados están conducidos por personas cualificadas; éstas y todas las demás saben muy bien lo que hacen y lo que buscan dentro de esa mezcla de denuncia, rechazo y componente utópico que se podría sintetizar en otro de sus lemas principales: "Llevamos dentro un mundo nuevo".
Pues, sí. Ellos saben lo que hace y lo que buscan, como todo el mundo: vivir con dignidad, desempeñando un trabajo que sirva como fuente o motivo de realización humana, mas no como un desgraciado itinerario de frustración existencial. Sin lugar a dudas, se trata de una aspiración legítima frente al despropósito y la vergüenza del sistema económico imperante, en el que la inmensa mayoría trabaja hasta la extenuación para mal vivir -desde luego, me refiero a los que tienen ocupación retribuida- , soportando las condiciones más infrahumanas que nos quepa imaginar; pero, en contraposición, lo que produce esta inmensa mayoría sirve para fortalecer la riqueza, el poder y los privilegios de unos pocos.
Las manifestaciones de anoche y de los meses de la pasada primavera han puesto de manifiesto un sentimiento de rechazo rotundo a los fraudes de los mercados y del sistema financiero, porque con éstos se ha agrandado la brecha entre ricos y pobres, con un serio y tal vez irreversible deterioro de la calidad de vida del común de los ciudadanos. Estas manifestaciones populares no solamente son la protesta masiva de la gente porque, hasta ahora, los rescates de los bancos han costado la astronómica cifra de 5.3 billones de dólares a los Estados de la Unión Europea (20 veces más que el rescate de Grecia); ellas son, esencialmente, la expresión de una conciencia social en proceso de extensión, que percibe las enormes desigualdades en el mundo actual, sometido a la dictadura de los mercados y a las fraudulentas reglas del juego neoliberal.
Por tantas tropelías y tanta estafa, especialmente de los bancos, la voluntad ciudadana ha salido ayer a tomar las calles para negarse a seguir soportándolas por más tiempo. Claro que hay cierta desorganización en el movimiento, pero es superable; claro que hay bastante de apuesta utópica y esperanzada, pero ésta siempre ha estado en la raíz de los cambios históricos; "he nacido para ver morir este sistema", se podía leer en una de las pancartas. Sin embargo, lo evidente es que este movimiento ya ha pasado a otra fase, a la movilización y coordinación a escala global, con la advertencia expresa de que "si no nos dejan soñar, tampoco los dejaremos dormir".
Lo de ayer, 15 de octubre, ha demostrado que, pasada la pausa del verano europeo, este movimiento de talante juvenil y ciudadanos pacíficos, no sólo conserva su capacidad de convocatoria y la misma fuerza que tuvo en su origen, sino que se ha contagiado a los más alejados lugares del planeta, logrando que en 82 países, en base a un sentimiento compartido y solidario, haya tenido lugar la primera protesta globalizada, que demanda la cancelación del sistema económico imperante por los perjuicios y las injusticias a que está dando lugar en todo el mundo.
Un vocero de los Indignados decía ayer que constatados los problemas comunes en el actual momento histórico, el cambio económico que el movimiento exige deber ser indefectiblemente el resultado de una acción y un compromiso a escala planetaria. Por eso, anoche, en la Puerta del Sol madrileña, en la pancarta principal de la manifestación se podía leer: "Unidos por un cambio global".
(1) Hace poco, en un canal de la televisión francesa, el Presidente Sarkozy se dejó ver con un ejemplar de EL CAPITAL. ¿Será tal vez porque, como lo ha dicho el Embajador Oswaldo de Rivero en un artículo periodístico, han surgido reflexiones que reivindican en parte la vigencia de Karl Marx?


http://www.alainet.org/active/50170


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2011-10-16
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El 15 de octubre de 2011: Una gran victoria para los «Indignados»



Desde febrero de 2003, es la primera vez que un llamamiento para una acción internacional, con una fecha determinada, tiene un éxito como este. En el Estado español, desde donde se convocó la acción, centenares de miles de personas se manifestaron en las calles de cerca de 80 ciudades, siendo en Madrid más de 200.000.[1] Estas acciones se han desarrollado en los cinco continentes. Más de 80 países y cerca de un millar de ciudades y pueblos han visto desfilar a centenares de miles de jóvenes y adultos que protestaban contra la gestión que hacen los gobiernos de la crisis económica internacional, que corren al rescate de las instituciones privadas responsables del desastre y que se aprovechan de ello para reforzar las políticas neoliberales: despidos masivos en los servicios públicos, recortes en los gastos sociales, privatizaciones masivas, ataques a los mecanismos de solidaridad colectiva (sistemas públicos de pensión, derecho al subsidio de desempleo, convenios colectivos entre los asalariados y la patronal,…). Por todos lados el pago de la deuda pública se toma como pretexto para reforzar las políticas de austeridad. Por todos lados, los manifestantes denuncian a los bancos.
En febrero de 2003, se realizó una de las más grandes movilizaciones mundiales para intentar impedir una guerra: la invasión de Iraq. Más de 10 millones de personas se reunieron en las innumerables manifestaciones a lo largo y ancho del planeta. Desde entonces, la dinámica del movimiento altermundialista, nacido en los años noventa del siglo pasado, se había progresivamente estancado, pero sin agotarse totalmente.
Este 15 de octubre de 2011, se han manifestado cerca de un millón de personas pero se trata, no obstante, de una enorme victoria ya que es la primera gran manifestación realizada en 24 horas alrededor del planeta, contra los responsables de la crisis capitalista que produce decenas de millones de víctimas.
La crisis financiera y económica que comenzó en Estados Unidos en 2007 se extendió principalmente a Europa a partir de 2008. La crisis de la deuda que era la exclusividad de los países en desarrollo se desplazó hacia los países del Norte. Pero está interconectada a la crisis alimentaria que golpea importantes regiones de los países en desarrollo desde 2007-2008. Y no debemos olvidar la crisis climática que afecta, en particular, a las poblaciones del Sur del planeta. Esta crisis sistémica se observa también en el nivel institucional: los dirigentes de los países miembros del G8 saben que no tiene los medios de gestionar la crisis y llamaron a la reunión del G20. Éste demuestra una vez más y desde hace tres años, que es incapaz de encontrar soluciones válidas. La crisis encubre una dimensión de crisis de civilización. Se está cuestionando el consumismo, la mercantilización generalizada, la falta de consideración de los impactos ambientales de las actividades económicas, el productivismo, la búsqueda de la satisfacción de los intereses privados en detrimento de los intereses, bienes y servicios comunes, la utilización sistemática de la violencia por parte de las grandes potencias, la negación de los derechos elementales de pueblos como Palestina… Frecuentemente, es el capitalismo que está en el centro de este cuestionamiento.
Ninguna organización centralizada ha convocado esta movilización. El movimiento de los indignados nació en el Estado español en mayo de 2011, en la estela dejada por las rebeliones tunecina y egipcia de los meses anteriores. Se extendió a Grecia en junio de 2011 y a otros países europeos. Traspasó el Atlántico Norte desde septiembre de 2011. Evidentemente, una serie de organizaciones políticas radicales y movimientos sociales organizados sostienen el movimiento pero no lo conducen. Su influencia es limitada, puesto que se trata de un movimiento espontáneo, en su mayoría joven, con un enorme potencial de desarrollo que inquieta mucho a los gobernantes, a los dirigentes de las grandes empresas y a la policía de todo el mundo. Puede desvanecerse como una tormenta de verano o estallar en rebelión. Nadie lo sabe.
El 15 de octubre de 2011, el llamamiento a la movilización ha reunido sobre todo manifestantes en las ciudades de los países del Norte y también en los centros financieros del mundo, lo que es muy prometedor. El movimiento de los indignados ha desencadenado una dinámica muy creativa y emancipadora. Si todavía no formáis parte, tratad de uniros o comenzarlo si todavía no existe donde vivís. Conectémonos entre nosotros y nosotras para llegar a una auténtica emancipación.

(Traducido por Griselda Pinero)
- Éric Toussaint, doctor en ciencias políticas, presidente del CADTM Bélgica (www.cadtm.or). Dirigió junto a Damien Millet el libro colectivo: La Deuda o la Vida, Icaria editorial, Barcelona 2011. Participó en el libro de ATTAC Francia: Le piège de la dette publique. Comment s'en sortir, édition Les liens qui libèrent, París, 2011.


[1] Escribo estas líneas desde Madrid donde he participado en esta imponente manifestación.


http://www.alainet.org/active/50168


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El Apple de la discordia

De la teoría de la ocupación a la tecnología de la resistencia



Una suerte de discordia y descontento social campea las calles en los últimos meses. Nunca imaginamos que – como otrora - la mitológica manzana de la discordia nos acercaría a tres acontecimientos no irrelevantes a la búsqueda de nuevos paradigmas de relación y convivencia social y económica. Nos estamos refiriendo al movimiento social Occupied Wall Street; al rol de las redes sociales en el panorama de resistencia internacional y la desaparición de Steve Jobs co-fundador de Apple Computer, así como finalmente a la reciente salida de prisión de uno de los cinco cubanos detenidos arbitrariamente el 12 de septiembre de 1998 y sentenciado en diciembre de 2001 en Miami por la juez Joan Lenard por delito político – no comprobado - de conspiración.
Según el portal Occupy Together[1] suman en la actualidad 1270 comunidades de ocupación a nivel mundial (entre ellas muchas recién aperturadas). Dicho portal en su cuenta twitter cuenta con 12264 seguidores[2]. El portal informativo Mesa Redonda nos habla de 900 ciudades de EEUU donde Occupy se desarrolla.[3] Este movimiento de escala internacional - que según los analistas va adquiriendo personalidad en la cotidianidad del proceso – cuenta con un primer periódico de dos páginas circulado la semana pasada en las calles ocupadas en New York, The Occupied: Wall Street Journal.[4] Lo que podríamos empezar a denominar la antítesis de la teoría de la conspiración de Gene Sharp se expande desde la periferia de la Big Apple («Gran Manzana») fermentada por la indignación social de cientos de miles de personas frente a la opresión y el humillante enriquecimiento del 1% de la población del planeta.
La resistencia social que este año se viene alumbrando desde el movimiento español Democracia Real Ya! conocido como 15M movilizó a más de 200 mil personas por medio de Facebook y twitter. Las marchas y saqueos en el norte de Inglaterra (Tottenham) ante los anti-sociales ajustes neoliberales del primer ministro David Decameron fueron movilizadas desde el servicio BBB (BlackBerry Messenger) de los terminales telefónicos BlackBerry y de los conocidos microblogs. La tecnología informática democratiza los espacios de incidencia social y política, los cuales llegaron al culmen de la indignación la cual desde hace mucho hiere cancerígenamente un mundo quebrantado por la mentira, la miseria y la opresión. La ciudad símbolo de la opulencia, el glamour y la especulación financiera siente a cada minuto el mordisco de la resistencia social - cual momento epifánico –que gesta nuevas reglas del nuevo contrato social que debería beneficiar a ese 99% de indignados que empiezan a disparar sus voces al imperio de los rascacielos. Nunca imaginamos que la mordida manzana de Steve facilitaría la ocupación social de la opulenta Manzana de Wall Street y la des-ocupación de la injusticia de las cárceles norteamericanas.
Es sabido que maquinarias productoras de infamias y calumnias como son los pasquines como El Nuevo Herald y el Diario Las Américas se encargaron de conspirar en contra de los "Cinco cubanos" recibiendo a cambio multimillonarias cantidades de rastrera retribución. Esta es una muestra más del poder nefasto de la prensa al servicio del imperio. Al salir de prisión René le expresó a su inseparable Olga: "'mi amor ya estoy aquí, con las niñas, estamos bien…". Esta es la expresión de la fuerza del amor que nunca desfallecerá en los hijos e hijas de la Revolución.
Lo señaló Jimmy Carter: Creo que no hay razón para mantener a los Cinco Cubanos en prisión, existen dudas en los tribunales de EE.UU. e incluso entre las organizaciones de derechos humanos en el mundo. Ya han estado en prisión 12 años y espero que en un futuro cercano sean puestos en libertad para retornar a sus hogares.[5]Y, lo ratificó Olga Salanueva- esposa de René González - "Ese martirio cesó; René salió libre, pero no se ha cerrado todavía el ciclo, se va a cerrar cuando venga a su hogar, su casa. No a un domicilio que tiene que buscar ahora para estar. Ese no es el hogar. Su hogar está aquí. Por eso es que luchamos ahora. Nuestra nueva batalla es porque René regrese a casa".[6]
Las manzanas lanzadas - en la cabeza del imperio - por los ocupas, el imparable mundo de las redes sociales y la fuerza de la resistencia internacional cada vez más comprometida con la liberación de los "Cinco cubanos" hacen que por fuerza de gravedad la justicia, el derecho y la liberación de toda opresión pasen del vestíbulo de la teórica ortodoxia social a la praxis de la resistencia como el arte (τέχνη) de la cotidianidad.


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La protesta de Wall Street se intensifica y expande - Ferrari Sergio [2011-10-17]




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Para: alai-amlatina@listas.alainet.org
Enviado: lunes, 17 de octubre de 2011 18:14
Asunto: [alai-amlatina] La protesta de Wall Street se intensifica y expande

Altermundialistas en el corazón de Manhattan
La protesta de Wall Street se intensifica y expande

Sergio Ferrari, Ariel Ferrari

ALAI AMLATINA, 17/10/2011.-  Un mes después de que iniciaran su movimiento el 17 de septiembre pasado, los "indignados de Wall Street" ratificaron su decisión de continuar la protesta. En paralelo, el último sábado  miles de personas ocuparon calles, plazas o parques en al menos 951 ciudades de 82 países.
 
Para ello, debieron sortear en las últimas horas el ultimatum lanzado por la Brookfield Properties, propietaria del Zuccotti Park, plaza ubicada en el corazón mismo del centro financiero más importante del mundo.
 
El mismo debería aplicarse el último viernes 14 de octubre con el pretexto de proceder a la limpieza y arreglo del sitio hoy ocupado por varias centenas de activistas que acampan en el lugar. En la práctica hubiera significado el desmantelamiento de la acción.
 
La veloz convocatoria de emergencia lanzada por los indignados y sus redes sociales para defender su campamento así como el tino político de las autoridades municipales neoyorkinas distendieron la tensión permitiendo que la protesta continúe.
 
Ciudad civil norteamericana
 
El balance de este primer mes de resistencia anti-Wall Street no puede ser más optimista para los promotores, que al inicio no fue más que un pequeño grupo de militantes que recogieron la idea lanzada en julio pasado por la revista anti-consumista canadiense Adbusters --editada por la fundación del mismo nombre.
 
Adbusters propuso entonces la ocupación pacífica de Wall Street "en señal de protesta en contra del liderazgo de las políticas de Gobierno de Estados Unidos y su fracaso para prevenir o introducir cambios efectivos en la crisis financiera global".
 
Esta llamado, retomado por diferentes redes alternativas, entre ellas Anonymus, se concretó el tercer sábado de septiembre cuando una decena de militantes se instalaron en el Zucotti Park. Inspirados, además, por las movilizaciones de la primavera árabe y de los indignados de España que iniciaron hace algunos meses en Madrid la protesta juvenil europea.
 
"Somos el 99%"
 
De inmediato los promotores estadounidenses se presentaron como un "espacio abierto y horizontal" contra el capitalismo neoliberal, al que definen en uno de los sitios de internet del movimiento como "un pulpo gigante, que como un vampiro, se adhiere con sus tentáculos al rostro de la humanidad, chupando despiadadamente con sus ventosas cualquier cosa que huela a dinero". Su consigna central es: "somos el 99%, ellos son solo el 1%", en abierta confrontación al poder financiero y la corrupción.
 
El intenso trabajo de información ciudadana; la creatividad de su accionar; la amplitud de la convocatoria y el apoyo creciente de sectores estudiantiles y sindicales --que convocaron juntos, por ejemplo, la manifestación callejera del 5 de octubre-- han ido reforzando la protesta en las cuatro semanas de existencia, convirtiéndola en un hecho político y mediático de primer orden en los Estados Unidos mismos.
 
De ser prácticamente ignorado por los grandes medios de información en los primeros días, hoy el movimiento ocupa importantes espacios de radio, televisión y grandes medios como el New York Times, que lo sigue casi cotidianamente.
 
Pero fue, sin embargo, su expansión nacional, lo que le dio más consistencia a esta voz altermundialista que apuesta al método pacífico y la confluencia ciudadana sin distingos políticos, raciales y religiosos.
 
Grupos similares en varias decenas de las principales ciudades del país han ido adhiriendo y promueven en la actualidad acciones similares. Tal vez, la más trascendente, la de los indignados de la ciudad de Washington, quienes desde la primera semana de octubre ocupan la Plaza de la Libertad en la capital norteamericana, a escasas centenas de metros de la Casa Blanca, la sede presidencial.
 
Miles de personas han participado, hasta ahora, de una u otra forma, en las movilizaciones realizadas en diferentes Estados. En un buen número, toleradas o aceptadas por las autoridades. En otros casos, como en Boston, fuertemente reprimidas con centenares de detenidos.
 
El movimiento ha logrado reunir, además, el apoyo de importantes personalidades como los cantantes raperos Kanye West y Lupe Fiasco, el filósofo Noam Chomsky, el director cinematográfico Michael Moore, el escritor y militante argentino Juan Gelman y la artista Yoko Ono, entre otros.
 
En lo que ya es considerada como la movilización de la sociedad civil planetaria más amplia de los últimos tiempos, el sábado pasado centenas de miles de personas se movilizaron 82 países, según el balance anticipado por el periódico suizo Le Courrier.
 
En España más de 500 mil personas ganaron las calles de 80 ciudades. En Roma no menos de 200 mil indignados. Varias decenas de miles en Portugal… Así como en numerosas ciudades latinoamericanas. Asia, África, América Latina y América del Norte así como Europa sumaron sus protestas contra un modelo económico donde, según los manifestantes, el 1% se enriquece mientras el 99% de la población se empobrece gradualmente.

*Sergio Ferrari y Ariel Ferrari desde  Nueva York y Washington

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