Por: Rolando Alum Linera * Este 16 de agosto la República Dominicana conmemoró el 147avo aniversario del alzamiento (en 1863) que culminó en su independencia final de España. Pero pocos parecen haber recordado que también se cumplieron 80 años del inicio de la cruel tiranía de Rafael Leónidas Trujillo, la cual duró 31 largos años (1930-61). Trujillo llegó al poder por medio de elecciones manipuladas por el ejército que él ya controlaba. En su reciente libro, The Dictator's Seduction; Politics and the Popular Imagination in the Era of Trujillo (Duke University Press, 2009), la historiadora estadounidense Lauren Derby encaja a Trujillo en la tradición del populismo militarista que luego personalizó el argentino Perón, y ahora el mega-excéntrico ex-golpista Chávez en Venezuela. Bajo el longevo Trujillato, entre otras malévolas características: - Los militares devinieron en una casta privilegiada con gran control del sector económico.
- La adulación a su persona era un deber narcisista constante; se vivía una "doble moral" kafquiana fingiéndole lealtad absoluta.
- Si bien se toleraba la propiedad privada --hasta cierto punto-- simbólicamente todo le pertenecía al "Jefe;" incluso la gente, desde simple campesinos y obreros, hasta reinas de belleza, atletas e intelectuales.
- Organizó un ubicuo clientelismo; todo --desde un mero empleo hasta los servicios educacionales y médicos-- era producto de la "generosidad" paternalista del "Máximo Líder."
- Sólo permitía su propio Partido Dominicano, el cual ejercía una hegemonía similar a la de los partidos comunistas acaparadores en las sociedades de corte soviético.
- Creó un monstruoso aparato represivo de terror del cual fueron víctimas hasta sus propios ex-colaboradores, en particular intelectuales que bochornosamente le habían sido serviles.
- Montó un infame complejo andamiaje propagandístico internacional cuyos tentáculos llegaban a influenciar universidades y medios informativos extranjeros.
- Escondiéndose detrás de un falso nacionalismo, con gran melodrama culpaba a sus opositores externos (los internos los eliminaba) de las fallas de su gobierno.
- Finalmente, hasta horas antes de su ajusticiamiento (en Mayo de 1961) organizaba multitudinarios desfiles estilo fascista que lo convertían en el centro carismático de la nación y que --aparte-- daban la impresión de que contaba con el apoyo abrumador del pueblo.
Ahora bien, todo esto aplica por igual a otras dictaduras, tanto de la "derecha" como de la "izquierda;" por ejemplo, a Cuba desde 1959. Los hermanos Castro arribaron al poder hace medio siglo con un apoyo popular sin precedentes que se desvaneció al ellos convertir al país-isla en una sociedad más cerrada, subdesarrollada, corrupta, disfuncional, y dependiente del extranjero de lo que era antes. <Foto de Rafael L. Trujillo> Previo a los Castro, Trujillo no tuvo paralelo en las Américas como perverso modelo del autócrata absolutista. Al igual, en ambos casos --cuando les convino-- el poder titular se traspasó de hermano mayor a hermano menor (y los dos suplementes también han sido "generales" de a dedo: Héctor Trujillo y Raúl Castro, respectivamente), de facto transformando al país en una ridícula semi-monarquía dinástica tropical. Las similitudes entre los regímenes de los fraternos Trujillo y los Castro incluyen el beneficiarse de una legión de intelectuales apologistas en el extranjero (voluntarios o mercenarios) quienes se dedican a repetir las consignas propagandísticas oficialistas, de hecho "lavando" los excesos de sus déspotas predilectos. Los acólitos --además-- tratan de desacreditar a aquellos que favorecen el concepto que el filósofo austriaco-británico Karl Pöpper llamó "la sociedad abierta." Los enemigos de la sociedad abierta continúan abogando por el fallido magnetismo totalitario de uno y otro extremo (los cuales se asemejan tanto en la práctica). Pero el resultado final de toda tiranía es funesto, dejando un triste rastro de muertos, presos, exilados, vidas arruinadas, y atraso socio-económico. El balance de las dictaduras es negativo en particular con relación a los derechos civiles/humanos y las libertades individuales que tanto afectan la calidad de vida y --a su vez-- moldean la sufrida psique nacional. La triste noche del patriarca vitalicio ha quedado atrás --por fortuna-- para los dominicanos hace 49 años; pero la pesadilla dictatorial aún perdura para los cubanos. Como expone José Azel en Mañana in Cuba (University of Miami, 2010): ¿por qué no aspirar con optimismo a transiciones a la democracia liberal? Ahí están los ejemplos --aunque se admite, no sin contratiempos-- de la República Dominicana post-trujillista y la Europa Oriental post-comunista. De las satrapías pasadas y presentes se desprenden lecciones didácticas aplicables prácticamente a todas las sociedades. El tiempo dirá si en los años venideros, por fin, se deje atrás la ominosa tentación dictatorial y --en vez-- se favorezca un modelo panamericano basado en la sociedad abierta que conlleve a un desarrollo económico legitimo, y del brazo de la igualdad martiana de oportunidades para el bien de todos.
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