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"Premio a Mejor Medio Virtual 2011"
DIRECTOR: GONZALO MÁRQUEZ CRISTO. EDITORES: AMPARO OSORIO, IVÁN BELTRÁN CASTILLO. COMITÉ EDITORIAL: Fabio Jurado Valencia, Carlos Fajardo Fajardo, Mauricio Contreras. CONFABULADORES: Óscar Collazos, Jotamario Arbeláez, Maldoror, Fabio Martínez, José Chalarca, Rafael Ortega Lleras, Marcos Fabián Herrera, Chócolo, Olga Sanmartín, Freddy González, Gustavo Tatis Guerra, Sergio Trujillo Béjar, Argemiro Menco Mendoza, Guillermo Bustamante Zamudio, Hernando Guerra Tovar, Gabriel Arturo Castro, Profesor Martínez Guerrero. EN EL EXTERIOR: Alfredo Fressia (Brasil); Antonio Correa, Iván Oñate (Ecuador); Marco Antonio Campos, José Ángel Leyva (México); Luis Alejandro Contreras, Benito Mieses, Hermes Vargas (Venezuela); Renato Sandoval (Perú); Efer Arocha, Jorge Torres, Jorge Nájar, Eduardo García Aguilar (Francia); Marta L. Canfield, Gabriel Impaglione (Italia); Luis Bravo (Uruguay); Armando Rodríguez Ballesteros (Costa Rica).
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Con-Fabulación con el asunto "retiro"
Árbol del paraíso
El milagro inesperado
A continuación el prólogo de Árbol del paraíso / Narradores colombianos contemporáneos, que reúne a 16 escritores. El texto es de la autoría de Iván Beltrán Castillo.
Recuerdo un tiempo, ahora tan distante como para tener leves contornos míticos, en el que todos queríamos hacer la revolución permanente y el amor permanente, beber y vivir en exceso, planear suicidios de autor y anatemas colectivos y, sobre todo, escribir inolvidables cuentos. Fue, sin duda, una etapa enervada y quimérica que en su mayor parte vino a recalar en el territorio vago y recurrente de lo no cumplido, lo que apenas tuvo vida en la imaginación. Aquellas apetencias nutridas por la mística de Santa Teresa, los laberintos fúnebres de Pavese y Shakespeare, los arrebatos dialécticos de Bertolt Brecht y las convocaciones blasfemas de Valle Inclán o Sade, terminaron por mostrarnos su verdadero y ceniciento rostro, el del incumplimiento y la postergación.
Tal vez sea ese el motivo de que ahora, cuando habitamos realidades groseramente tangibles, cívicas y poco estimulantes, lo único que nos quede de esos días pretéritos sea la costumbre de merodear, con erótico entusiasmo, en el universo de los grandes cuentistas, para comprobar que, a pesar de la caída, seguimos transitando en la excepción y siendo fieles perseguidores del asombro.
Todo está perdido, es cierto, menos Borges y Dinno Buzzati, Edgar Allan Poe y O. Henry, Felisberto Hernández o Julio Cortázar, Marcel Schwob, Pedro Gómez Valderrama o Juan Carlos Onetti. Por eso regresamos siempre a estos pequeños artilugios de palabras que, en una operación en extremo delicada, nos hacen la existencia más llevadera, menos abrumadora y desleída.
Lector devoto, siempre quise saber de qué material indestructible y sutil están fabricados los escritores que, entre las posibilidades habidas, eligen el azar y la contingencia temeraria de este inaprehensible género, y que, antes de enseñorearse en la planeación de prometeicos y fatigosos trayectos, se fían al pequeño milagro cotidiano, al fulgor del instante magistral, al recuento de aquellas cosas que, para decirlo con Borges, ocurren una sola vez pero para siempre.
Esquivos como la felicidad, los cuentos aparecen aquí y allá, de vez en cuando, como el meteoro que de improviso engalana la noche, siempre como una excepción, nunca como el cabal cumplimiento de una regla. De ahí la necesidad y validez de todas las antologías que los compilan, y que no buscan otra cosa que orientarnos a través de una enmarañada jungla de voces hasta el lugar prodigioso donde respira —diáfano y vital— un milagro inesperado: el gran cuento.
Árbol del Paraíso, este libro sembrado de visiones, es el resultado de la obcecada y metódica búsqueda de ese milagro. Durante meses, haciendo parte de talleres y encuentros en los que se fatiga la relojería y los subrepticios mecanismos de la ficción, estos narradores, algunos novísimos, otro no tanto, se han dado el lujo, con diversas fortunas, de derrochar visiones oníricas, contar las pesadillas ambulantes de sus urbes, rememorar crímenes y episodios galantes, ahondar las iconografías contemporáneas, predecir horizontes y, antes que cualquier otra cosa, recordarnos que todo episodio humano, por insustancial o deleznable que parezca, es un milagro irrepetible, una eternidad encapsulada.
No cometeré el imperdonable yerro de referir aquí argumentos o pormenores dramáticos. Eso degradaría mi función de antologista y restaría magia al presente volumen. Básteme con señalar que en algunas líneas encontré el espanto de la noche moderna, si es que existe una noche que soporte semejante nombre; asistí a los ritos, placenteros y temibles, de la carne; me encontré de frente con el miedo y sus intensas olimpiadas; transité mundos urbanos que se me antojaron apenas ilustraciones del espíritu y decorados de la imaginación; y debí transitar por callejuelas intrincadas infestadas de monstruos goyescos, bárbaras mitologías populares, músicas adocenadas, asesinos sin mucha convicción, amantes desprovistos del sentido original de su condena y furibundas pasiones dignas de alimentar nuestras visitaciones oníricas; me encontré aquí como en una antigua película de John Huston, allí como en una ranchera desgarrada de José Alfredo Jiménez, y más adelante en una de las iluminaciones de Arthur Rimbaud. Así, para citar un gran ejemplo, en «Dalila Dreaming», la aciaga ficción de Carlos Castillo Quintero sobre el destino trágico que suele acompañarnos a los escritores sin brillo, en «Imperfecciones» de Daniel Ramírez o en «Ovejas y lobos» de Jorge Chaparro Africano.
Pero si la noche es el teatro cruel de los avernos personales el día le pertenece al infierno colectivo, quiero decir a la vigilia carnicera de la historia y sus encarnaciones y son varios los relatos que nos lo transmiten con efectiva pavura y lánguida belleza. Así lo comprobamos en los notables cuentos «Alguien fuma» y «Lluvia en azul» de Claudia R. Niño, o en la reconstrucción de novela negra de los abyectos hechos de noviembre del 1985 ensamblados diestramente por Mario Reyes Becerra en «Autores mediatos» o en las certezas del siniestro pequeño juez de «Casa de Justicia», el cuento de Luis Antonio Rodríguez.
Muchas otras son las sorpresas que le depara este libro al lector aguzado. Desde la arrojada experimentación de Luis Enrique Izquierdo en «Los Seven Suicide» hasta el tono casi onírico de Diego Ávila Jacobo en «Adán y Eva», o la escritura bretoniana y automática de Julio Medrano en «Maniquí sin pieza 7:42» o «Exhibición», o esa saga poética de perdedores que se precipita en los «Días de sol» de Henry Arturo Linares, hasta la ternura contenida en «Una carrera especial» de Andrés Mauricio Muñoz, «Como una rata» de Susan Hallyday, «El muñeco de granizo» de John Jairo Zuluaga, «Mariposas del placer» de Beatriz Eugenia Camacho, y la fatalidad con visos kafkianos en «La moneda» y «La llamada» los relatos de Naudín Gracían, para arribar a o los relámpagos verbales de Maribel García, que parecen arrojarnos de la comodidad e instalarnos en el reino de lo imprevisible, lo azaroso y fascinante.
Algunas figuras estelares de la literatura contemporánea parecen, a mi juicio, bruñir este Árbol del Paraíso, curiosamente plantado en el centro del infierno. ¿Estarán en desacuerdo conmigo los tripulantes de este libro si susurro con timidez los nombres de William Styron y Jack Kerouac, de Pedro Juan Gutiérrez y Andrés Caicedo, de Cristina Peri Rossi, Paul Auster y Julio Cortázar, de Malcom Lowry y Franz Kafka, de Guillermo Cabrera Infante y Adolfo Bioy Casares? Pensarán que estoy loco si agrego también algunos nombres imprudentes como el de H.P. Lovecraft, Dashiell Hammett y hasta el de la vituperada y melosa Corin Tellado? Y qué dirán si postulo que, además de literarias, sus influencias llegan a ser pictóricas (el kitsch, el pop y lo naïf les alimentan) y beben, a mi juicio, de fuentes profanas como la balada popular, el comic, el melodrama y hasta los seriales de televisión.
Cada uno de los cuentos de este Árbol del Paraíso nos recuerda que si el poeta ve la excepción en su resplandor último, el cuentista es el encargado de señalarnos su génesis, el accidente que tiene como consecuencia la presentación de lo impresentable o, como diría bellamente García Ponce, la aparición de lo invisible.
Los escritores conjuntados parecen gritarnos una verdad esencial y olvidada: la vida estará en problemas si algún día ya nadie escribe cuentos.
Árbol del paraíso / Narradores colombianos contemporáneos.
Selección y prólogo: Iván Beltrán Castillo.
Autores compilados: Carlos Castillo Quintero, Andrés Mauricio Muñoz, Henry Arturo Linares, Claudia R. Niño, Luis Enrique Izquierdo, Daniel Ramírez, Diego Ávila Jacobo, Mario Reyes Becerra, Julio Medrano, Beatríz Eugenia Camacho, Jorge Chaparro, Susan Halliday, John Jairo Zuluaga Londoño, Maribel García Morales, Luis Antonio Rodríguez y Naudín Gracián.
Común Presencia Editores, 182 páginas.
El juego de la interpretación
Homenaje a clásicos del erotismo
Jim Amaral: "Trisonami" – Tributo al fresco Tumba de los Toros de Tarquinia.
La gran exposición en homenaje a los clásicos del erotismo, El Juego de la Interpretación, donde participarán 21 de los más importantes artistas colombianos, se inaugurará el jueves 31 de Mayo de 2012 en la Galería Alonso Arte (Calle 85 No 11 – 53, Bogotá) y estará abierta hasta finales de junio. Allí se podrán contemplar las obras originales que a continuación registramos, de los prestigiosos participantes en esta convocatoria plástica y lúdica del periódico virtual Con-Fabulación:
Pedro Alcántara Herrán ("Vulva. Estudios sobre la mecánica de los músculos de los orificios del cuerpo" – Homenaje a Leonardo Da Vinci), Jim Amaral ("Trisonami" – Tributo al fresco Tumba de los Toros de Tarquinia), Gastón Bettelli ("Roco / Pop para François Boucher" – Inspirado en Heracles y Omphales), Luis Cabrera ("En la oficina de Edward Hopper"), Gilberto Cerón ("Cómplices" – Homenaje a Gabrielle D'Estrées y su hermana), Manolo Colmenares ("Homenaje al Beso" – Tributo a Rodin), Nicolás De la Hoz ("Venus Anadiómena" – Celebrando a Tiziano), Rafael Dussan ("Un abrazo para Schiele"), Eduardo Esparza ("Ecosistema para Leda" – Homenaje a Leda y el cisne de Miguel Ángel), Carlos Granada ("Homenaje a Epifanio Garay", inspirado en La mujer del levita), Leonel Góngora ("Mujer sin sombrero" - Homenaje a Matisse), Germán Londoño ("Amantes" - Homenaje a Odalisca con esclava de Ingres), Ángel Loochkartt ("Pensando en Munch" – tributo a Pubertad), Fernando Maldonado ("Venus de la pantalla" – Homenaje a Velásquez), Adriana Patiño ("La tempestad del alma" – interpretando a Kokoschka), Dioscórides Pérez ("El samurái y las mujeres del loto negro" - Homenaje al Cuaderno de los pequeños patrones), Augusto Rendón ("Homenaje a Hendrickje" de Rembrandt), Leonardo Rodríguez Sirtori ("La mica" – Tributo a Paula Rego), Edilberto Sierra ("Fagocitosis del imaginario" – Homenaje a Las tres gracias de la Escuela de Pompeya, obra anónima), Sergio Trujillo Béjar ("El fin del mundo" - Celebrando a Courbet), y Armando Villegas ("Judith y Holofernes" - Homenaje a Klimt).
Hernando Reinoso
Fragmento del prólogo escrito por Nelson Romero Guzmán para el libro Los bosques secretos del poeta tolimense Hernando Reinoso.
El bosque aparece aquí ligado al drama humano antes de que ser hombre fuera parte de la creación, convertido por sí mismo en ser potestativo y fin último del mundo. Tal vez por ello esta poesía pareciera estar lejos del hombre, pero este es otro espejismo: hombre / bosque son sello y cruz de la moneda, sólo que la cruz del bosque estuvo antes que el sello del hombre. El bosque es su más profunda huella, antes de que sus pasos lo transitaran.
Hernando Reinoso ha renunciado a pintarnos un bosque. Uno creería que el libro, este libro, fue escrito para volver a pintar el bosque, retratarlo y deslumbrar al lector con la presencia de sus criaturas, los vuelos, los colores del ave o el ruido de la hoja al caer. Claro que están aquí esos movimientos y son parte de la memoria poética esas sacudidas. Pero ante todo llama la atención como Reinoso re-funda esas presencias instaladas poéticamente en un origen. Su libro es un bosque de preguntas al cual se regresa con la misma pregunta: "¿Cómo repetir la fascinación / De todo lo creado?"
I.
Por Hernando Reinoso
¿De qué suave signo está hecho
El milagro que se divulga en las cascadas?
¿De dónde surge
La seducción que todo lo domina?
Liviana
Igual que los objetos que mudan con el tacto
La malvarrosa busca su prodigio
y danza enamorada.
En su tonada dulce
Encuentra al bosque deshilvanando orquestas.
¿Cómo repetir la fascinación
De todo lo creado?
Los bosques secretos de Hernando Reinoso
Común Presencia Editores, 60 páginas con insertos a color.
Ilustrado con obras de Orlando Alí Martínez
* * *
Adalber Salas Hernández
El poeta venezolano Adalber Salas durante su reciente visita a Colombia
Las siguientes son las palabras de Gonzalo Márquez Cristo al presentar el poemario Extranjero del venezolano Adalber Salas Hernández durante la Feria Internacional del Libro de Bogotá:
Si el príncipe Hamlet revela su aciaga orfandad dialogando con la sombra paterna, en Extranjero, segundo poemario del venezolano Adalber Salas Hernández, asistimos al contrapunto de una voz desterrada para siempre, enfrentada al rumor de una memoria cautiva, abierta por relámpagos, que se propone merced a los hallazgos de lo poético, enseñar a la muerte cómo hablar.
Dos cauces componen esta obra donde el autor se describe como un árbol que se incendia: aguda réplica verbal ante la partida de un ser-raíz y descenso sobre el cauce de una escritura iluminada con resonancias místicas, que conduce a esta pregunta aleteante: "¿A quién rezan estas páginas / sin decírmelo?"
La interrogación fecunda este libro esencial, donde el lector puede contemplar su rostro en la nada que deja a veces la arquitectura quebrantada del poema —que semeja un muro perforado por neblinosas ventanas—, porque el profundo hacedor de este artilugio térreo, sabe que la pregunta es la única arma que le queda a los extranjeros de la realidad, es la brújula angustiosa de quienes avanzan en las tinieblas, desde que vivimos en un lenguaje de palabras agónicas.
"Soy mi hijo, mi padre, mi madre... y yo", había dicho Antonin Artaud, pero aquí, corresponde a lo paterno inscribir su silenciosa disolución, llevándonos a un territorio lívido colmado de deslumbramientos, para que el enjambre de palabras que persigue al elusivo yo, pueda inscribir con la lucidez desolada del poeta nuestro más alto cuestionamiento existencial: "Cuando intente/ y no pueda/ recoger mi sombra/ ¿qué me quedará?"
Dos Poemas de Salas Hernández
I.
Padre,
de madrugada en madrugada
voy arrastrando tu cadáver,
tu grito sedimentado,
tu hora imposible en todos los relojes,
el signo hostil que me dejaste
y que ahora reclama ser devuelto a la ceniza:
tu cuerpo,
todo mordaza y pasos perdidos,
en el que se filtró la noche
para hacerse irremediable.
II.
¿Quién dejó crecer
esta quietud vegetal bajo tus uñas?
¿quién abrió
una flor de arena en tu garganta?
¿quién te hizo
ese horizonte salvaje en el pecho
donde aún retumba,
sin sueño,
una jauría de palabras desiertas?
Extranjero de Adalber Salas Hernández
Común Presencia Editores, 114 páginas con insertos a color.
Ilustrado con obras de Armando Villegas
Huésped de la realidad de Camilo Marroquín
Por Esmir Garcés Quiacha
Director Revista Hojas Sueltas de Literatura
Las palabras nacen con el poeta y mueren con él, esta premisa es para señalar que la obra literaria huésped de la realidad, de Camilo Marroquín, constituyen un conjunto de poemas que pretenden en primera instancia, habitar la vida, la muerte y el tiempo, en el mismo torbellino de la imaginación.
Esta ópera prima tiene como escenario el lenguaje, tipificado por sombras y matices, y por acentos que determinan, que toda creación es ante todo un juego de la fantasía y del extrañamiento; de allí, que los vocablos constituyan pequeños cantos que develan los límites de la realidad.
"La ventana, / como la pantalla de un televisor, / trae a cada segundo/ noticias de la noche." El autor logra establecer la ruptura de la lógica del universo para dar paso al caos y al infinito, siendo este el objetivo de toda obra de arte.
MALDOROR Y EL CANTO PERDIDO
Por Camilo Marroquín
Maldoror, todavía saltas de siglo en siglo
buscando al hombre,
y tu perro ladra desde el infierno
para despertar a los muertos.
Maldoror, ángel del cuchillo
y la carne abierta, grita
como el tiburón hasta romper el universo
en mil pedazos,
o canta como las águilas
para no dejar dormir al creador.
Maldoror, ya es tiempo. Sí, ya es tiempo
de lanzar una piedra al futuro
y golpear a la muerte.
Nació en Neiva, Huila, en el año 1992. Actualmente estudia psicología en la universidad Surcolombiana. Fue ganador de la convocatoria del VI Encuentro Departamental de la Cultura en el área de Literatura y finalista del primer concurso nacional de poesía joven "Andrés Barbosa Vivas" en el año 2011. Huésped de la realidad (2012) es su primer libro de poemas.
CARTAS DE LOS LECTORES
EL JUEGO DE LA INTERPRETACIÓN. Lamento que haya terminado el proyecto de Con-Fabulación que nos tuvo en vilo durante cinco meses. Los acompañaré en la extraordinaria exposición que están montando en la Galería Alonso Arte (31 de mayo) con todas las obras eróticas interpretadas por los maestros colombianos, pues es mi manera de protestar contra el arte conceptual que tiene adormiladas las expresiones estéticas en nuestro país. Sólo me resta decir que me encantó la versión de Fernando Maldonado a partir de Velásquez y la de Gastón Bettelli basada en Boucher. Los felicito por ese juego tan mágico. María Fernanda Silva, Bellas Artes, Universidad Nacional
* * *
DESDE MADRID. Me ha encantado su periódico virtual. Soy colombiano y vivo desde hace doce años en España. Desde aquí escribo narrativa, poesía y artículos de prensa. Como veo que España no está entre los que escriben en el exterior, me gustaría hacer parte de su periódico. Gracias mil. Arturo Prado Lima
Respuesta: Arturo, esperamos sus colaboraciones.
* * *
POR LA COMÚN PRESENCIA. Para felicitarlos por toda esa "común-presencia" en la Feria del Libro y esa "voluntad-de-poder" por la "más-vida", por la "más-apariencia-apolínea" que nos salva de la degradación de lo "real". Yo no pude asistir debido a mi "misantropía-aplastante", a esa "decadencia-fatal" que estoy viviendo y por supuesto, a mi "nihilismo-constitutivo": un ser sin actividad cabalmente inerte y puro, forjador de una voluntad para el abismo y morador de una tenebrosa oscuridad. Me gustó el poema de Yirama Castaño el cual rememoró una de las frases lapidarias de Foucault, algo así como "soy de los que escriben para perder el rostro, laberinto donde perderme y aparecer finalmente a unos ojos que jamás volveré a encontrar". Conde-Arboleda, El-Ocioso-Aristocrático.
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LA GASOLINA MÁS CARA DEL MUNDO. Acojo la propuesta del lector de Con-Fabulación que circula tanto por la red, de apagar el vehículo a las 12 del día del próximo viernes, durante 5 minutos, para protestar por ese despiadado negocio que hace el gobierno en contubernio con Ecopetrol, elefante blanco que no produce sino pérdidas. Los colombianos no tenemos por qué pagar el desastre financiero de esa empresa consumiendo la gasolina más cara del mundo. ¿Por qué no la importan de Venezuela y benefician a todos los ciudadanos. Armando Cuervo
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