Friday, June 26, 2009

[RED DEMOCRATICA] CULTURALES : El Gaucho



Infamaci�n del gaucho del XIX, estadio inferior del exilio del XX

Dr. Hernan Fontanet

Assistant Professor
Rider University


���
Localice en este documento

Resumen: Este art�culo intenta trazar un paralelo en las actuaciones hegem�nicas del Estado argentino del siglo XIX y el XX. Tanto la figura del gaucho como la del exiliado y el �desaparecido� de finales del siglo XX parecen haber sido expulsados y marginados por un mismo Estado represor. �Ser�a posible, a partir de esto, acercar alguna definici�n m�s sobre la identidad pol�tico cultural argentina y, quiz�s, considerar al Estado argentino como un poder autosuficiente y una identidad aut�noma a los cambios pol�ticos circunstanciales? La pregunta sigue abierta.
Palabras clave: Gaucho, literatura argentina, identidad nacional, "desaparecido", represi�n

Abstract: This current work attempts to link two moments in Argentinean History: Gauchos� social stigmatization in the 19th Century and the subsequent expulsi�n or extermination of thousands of people at the end of the 20th Century. In both cases, the Argentinean State plays an active roll. Could these events lead to the consideration of the Argentinean State as a self-governing body with a defined structure and a solid identity thet reaches beyond circumstantial political changes? This issue continues to be hotly debated.

Etimolog�as y otras b�squedas

Quiz�s la b�squeda etimol�gica que nos proponemos en este art�culo traiga un poco de luz sobre el complejo �tnico que rodea al gaucho desde sus or�genes y nos ayude a develar lo enrevesado de la po�tica de Le�nidas Lamborghini, que toma a la figura del gaucho como referente.

Existen varias teor�as sobre el origen de la palabra �gaucho�. Se sugieren, entre otras hip�tesis, que deriva del quechua huajchu y del aymara wuajcha que significa, en ambos casos, �hu�rfano, vagabundo�. [1]

Asimismo hay quienes aseguran que el vocablo �gaucho� deriva del �rabe chaucho que alude a un l�tigo utilizado en el arado de animales.

Otros se remontan a los siglos XII y XVI cuando en la pen�nsula espa�ola conviv�an el �rabe morisco y el castellano rom�nico, g�tico y renacentista. Se cree que la coexistencia que produce esta especie de sincretismo ling��stico que es la inspiraci�n mud�jar en la pen�nsula influye decisivamente en el vocablo en cuesti�n. Esta tesis sugiere que la palabra �gaucho� proviene de la palabra mud�jar hawsh que significar �sujeto vagabundo�. Puesto que, la influencia ling��stica mud�jar es perfectamente demostrable con la llegada de los espa�oles a Am�rica, no hay ning�n elemento, por el momento, que aborte esta posibilidad interpretativa.

A�n hoy en Andaluc�a, a trav�s de la lengua gitana cal� , nos llega la voz gacho, que designa al hombre de campo. En un sentido m�s amplio, este t�rmino nombra al amante de una mujer. Por lo que, hete aqu�, otro elemento potencialmente influyente a la hora de analizar el entramado conceptual de la voz �gaucho�.

En el siglo XVIII Concolorcorvo [2] utiliza una nueva expresi�n: habla de gauderios cuando quiere decir gauchos o huasos. Gauderio parece ser una especie de �latinizaci�n� de las palabras anteriormente dichas. Era habitual en la liturgia cat�lica el uso del vocablo gaudeus, que significa �regocijo�, e incluso �libertinaje� si la pensamos con todas sus posibilidades significativas.

Tambi�n se ha comentado la influencia del vocablo �camiluchos�, no s�lo en la construcci�n definitiva de la palabra gaucho, sino tambi�n en el car�cter gauchesco en general. Ya que, estos antiguos peones o �camilos� de las Misiones Jesu�ticas , al ser expulsados por la orden jesu�tica de 1767 que invalida las reducciones de indios [3] que ellos mismos regenteaban, marchan hacia la regi�n pampeana, sin mayor destino que el de asumirse simplemente como errantes.

Por lo tanto, tanto la palabra �gaucho� como la palabra huaso -met�tesis una de la otra- parecen incuestionablemente de una complejidad etimol�gica notable. Nos quedaremos, en el marco de este trabajo, con las caracterizaciones que se reiteran, tanto en las lenguas quechua, aymara, mud�jar, cal�, como su posterior latinizaci�n. Me refiero, concretamente, a la concepci�n del gaucho como un sujeto vagabundo, libertino, de origen campero, expulsado, paulatinamente, por el progreso europe�sta de Buenos Aires.

Finalmente, decir que, si bien el vocablo se ven�a usando desde el a�o 1766, el primer uso documentado del t�rmino data de los a�os de la independencia argentina, cincuenta a�os m�s tarde. Ausencia que, por otro lado, confirma el grado de exclusi�n considerable mencionado anteriormente.

El gaucho como punto de partida

En la Argentina, los gauchos desempe�aron un rol cardinal tanto durante la guerra de la independencia -especialmente entre los a�os 1810 y 1820- como durante la tristemente c�lebre Conquista del Desierto y las guerras internas que se extender�an hasta el a�o 1853, en que se sanciona la Constituci�n Argentina.

Los gauchos se integran, de este modo, a las huestes de Manuel Belgrano (1812), al Ej�rcito de los Andes de Jos� de San Mart�n (1816), a las guerrillas encabezada por Mart�n Miguel de G�emes en la provincia de Salta (1820), a las montoneras de Felipe Varela y �Chacho� Pe�aloza en la provincia argentina de La Rioja (1840), a las tropas de Eustaquio M�ndez en el norte del pa�s, al mando del coronel Federico Rauch y Juan Manuel de Rosas durante la Conquista del Desierto (1879), y a muchas otras fuerzas nacionales.

Obstaculizando el avance de las tropas realistas espa�olas, o luchando en las guerras intestinas entre unitarios y federales, o en la Guerra de la Triple Alianza contra Paraguay, o contra los indios; los gauchos siempre han tenido una intensa participaci�n en los destinos de la joven Argentina.

La importancia del gaucho en la historia argentina y su posterior evoluci�n, que analizaremos en detalle m�s adelante, marcada por la expulsi�n y posteriormente por la estigmatizaci�n, hace que sea imprescindible su menci�n y an�lisis en este trabajo, sobretodo teniendo en cuenta las dos variables po�ticas que se van a abordar en la obra de Le�nidas Lamborghini: gauchesca y exclusi�n.

Gaucho, reducci�n y retrato

El gaucho argentino es un hombre de a caballo, que no responde a ning�n grupo �tnico en concreto [4]. Su nacimiento est� vinculado con las singulares condiciones pol�ticas, religiosas, sociales y econ�micas de finales del siglo XVIII que les toca vivir a muchos de los pobladores de la zona ganadera de Argentina, Uruguay y sur de Brasil.

La mayor�a de los gauchos son criollos o mestizos , si bien, como ya se dijo con anterioridad, esto no es definitivo. Valga como ejemplo, la descripci�n que de los hombres de a caballo hiciera en 1868 el doctor Henri Armaignac en su libro titulado Voyages dans Les Pampas de la Republique Argentine. El viajero gasc�n, quien navegara desde Bordeaux, su ciudad natal, hacia Buenos Aires, con el solo objeto de develar la vida y costumbres de los rioplatenses a los franceses continentales, dice respecto de la excepcionalidad de los gauchos:

[�] un extranjero -por ejemplo un europeo- puede adquirir, aunque sea muy dif�cil, todas las destrezas del gaucho, vestir como gaucho, hablar como gaucho... pero no ser� nunca considerado gaucho, en cambio sus hijos aunque todos sus linajes sean directamente europeos, al ser ya nativos o criollos s� ser�n cabalmente considerados gauchos. [5]

El gaucho forma, junto al caballo en particular un complejo criollo ecuestre indisoluble y altamente complejo. Se lo suele comparar al charro mexicano, al vaquero norteamericano, al huaso chileno o al ga�cho brasilero, no s�lo por su destreza con el caballo y dem�s actividades rurales, sino tambi�n por la simple filosof�a de vida que rige su existencia.

Los gauchos eran generalmente hombres n�mades que habitaban libremente la pampa , llanura que se extiende generosamente desde el norte de la Patagonia argentina hasta el norte de R�o Grande do Sul en Brasil y Santa Cruz de la Sierra en Bolivia, y desde la Cordillera de los Andes al oeste, hasta el Oc�ano Atl�ntico al este.

Charles Darwin, quien recorriera las pampas argentinas en 1834, describir�a al gaucho de la siguiente manera:

During the evening a great number of Gauchos came in to drink spirits and smoke cigars: their appearance is very striking; they are generally tall and handsome, but with a proud and dissolute expression of countenance. They frequently wear their moustaches, and long black hair curling down their backs. With their brightly-coloured garments, great spurs clanking about their heels, and knives stuck as daggers (and often so used) at their waists, they look a very different race of men from what might be expected from their name of Gauchos, or simple countrymen. Their politeness is excessive: they never drink their spirits without expecting you to taste it; but whilst making their exceedingly graceful bow, they seem quite as ready, if occasion offered to cut our throat [�]. [6]

La simpleza de la vida del gaucho, quiz� pueda ser reconocida por los pocos elementos que lo acompa�an en su vida errabunda. El gaucho se arregla con escasos medios, apenas un caballo, el fac�n y su poncho. Herramientas todas estas, que lo ayudan a resolver el problema del transporte, el trabajo, la defensa y el abrigo. El caballo significa compa��a, movilidad, elemento sustancial en el estilo de vida que el gaucho se impone, pero tambi�n representa resguardo de su retaguardia en combate; el fac�n supone defensa pero tambi�n herramienta de trabajo y utensilio de cocina; el caso del poncho es muy funcional a su vida cotidiana: lo usa para protegerse del fr�o y la lluvia, para dormir y, enrollado en su brazo, para pelear en los duelos que tan bien Jorge Luis Borges narrara en, por ejemplo, �Biograf�a de Tadeo Isidoro Cruz�. [7]

Su alimentaci�n es tambi�n muy simple y poco variada. Se compone esencialmente del asado, el mate -infusi�n de yerba amarga- y el porr�n de ginebra. En cuanto a la arquitectura habitacional gauchesca, el rancho criollo de paja y adobe, con el fog�n que sirve para cocinar y calentarse en invierno es todo lo que necesita el gaucho para vivir.

Como las labores que desempe�an los gauchos no exigen tareas colectivas, es decir, alg�n tipo de interacci�n con otros, la vida del gaucho es fundamentalmente solitaria. El �nico momento en que se mezcla y comparte un tiempo con otros, en sociedad, es cuando se divierte. Son los bailes y las guitarreadas en pulper�as las exclusivas circunstancias esencialmente sociales del gaucho.

Se ha dicho con raz�n, que la vida del gaucho es de m�nimo impacto medioambiental, ya que la veneraci�n que siente por el ciclo de la naturaleza est� inscripto en cada una de sus acciones. El gaucho vive constantemente en un espacio exterior. Su h�bitat es la llanura pampeana, que, geol�gicamente, es una llanura aluvial que se rellena por sedimentaci�n. Esto que pareciera un dato menor, resulta valioso a la hora de adentrarnos en algunos detalles de su idiosincrasia. La topograf�a pampeana, una especie de hipn�tico mar momificado, horizontal y de apariencia infinita, impresionar� al gaucho de manera honda, al punto de estar presente, no s�lo a trav�s de su temperamento taciturno, solitario y cariacontecido, seg�n as� lo testimonian numerosos estudios del car�cter gaucho, sino tambi�n, muy expuesto en su po�tica, como veremos m�s adelante.

El gaucho -y antes de �l el indio-, como emergente de esta situaci�n, se convierte eventualmente, entonces, en una especie de navegante n�mada, que tiene que guiarse por los astros para no extraviarse en un mar verde e infinito -�el desierto pampeano�- como se lo llamaba en el siglo XIX.

Divisa y alegor�a

El gaucho interpreta un rol simb�lico importante para el nacionalismo pol�tico y literario en la regi�n, especialmente en el R�o de la Plata .

Seg�n escribiera Jorge Luis Borges, fue el poeta Antonio Dionisio Lussich uno de los primeros en incluir la experiencia del gaucho en la literatura, en su poema de 1872 titulado Los tres gauchos orientales. Incluso antes que el poema �pico Mart�n Fierro, publicado en 1872 por Jos� Hern�ndez, viera la luz, este montevideano, nacido all� por el a�o 1848 ya hab�a dado a la figura del gaucho una de sus primeras menciones literarias. Escrito para coronar el tratado de paz de la �revoluci�n de las lanzas� de Timoteo Aparicio, Los tres gauchos orientales se estructura en base a una charla entre los paisanos Juli�n Gim�nez, Mauricio Baliente y Jos� Centuri�n, dando origen, a lo que m�s tarde se conocer�a con el gen�rico nombre de literatura gauchesca. El di�logo da cuenta de la Revoluci�n Oriental, y especialmente de las circunstancias que exig�an el desarme y el pago al ej�rcito.

Tambi�n vale destacar la obra de Hilario Ascasubi, titulada Santos Vega o los mellizos de la Flor escrita dos a�os antes que �sta, convirti�ndose en una de las primeras en su estilo.

Poco m�s de medio siglo despu�s, Ricardo G�iraldes, escritor y estanciero , se siente emocionalmente obligado a homenajear a los gauchos, que ya en los inicios del siglo XX hab�an sido reducidos a la categor�a laboral de �peones�, es decir, simples jornaleros rurales. Es por esto por lo que, Ricardo G�iraldes, que fue criado junto a los gauchos, se ve compelido a reconocer -con mucha nostalgia- los valores del gaucho en su Don Segundo Sombra de 1926. Seg�n cuenta Leopoldo Lugones, es Ricardo G�iraldes quien transforma los inmensos campos argentinos en poes�a con esta obra de corte netamente gauchesco:

Paisaje y hombre ilum�nanse en �l a grandes pinceladas de esperanza y fuerza. Qu� generosidad de tierra la que engendra esa vida, qu� seguridad de triunfo en la gran marcha hacia la felicidad y la belleza. [8]

Al idealizar al gaucho con l�ricos toques de virtud y hero�smo en una relaci�n de completa armon�a con la naturaleza, G�iraldes no hace m�s que nutrir al estereotipo que se hab�a creado del gaucho, tan evocado en el folklore argentino, con un lirismo valioso.

Don Segundo Sombra da nociones de honor y respeto al pr�jimo , ense�a a tratar con la naturaleza, e incluso -y esto es sustancial- es quien protege a los d�biles de sus temores y fobias ciudadanas. Motivo por el cual, al despedirse del gaucho, el joven personaje dice:

lo vi irse en el horizonte [...] y me fui como quien se desangra. [9]

Tambi�n Bartolom� Hidalgo, en Di�logos patri�ticos de 1922, o el mism�simo Estanislao del Campo, en Fausto de 1866 presentan un gaucho idealizado, de esp�ritu noble, respetado por los campesinos por su fuerza f�sica y moral.

Sin embargo, es con El gaucho Mart�n Fierro de Jos� Hern�ndez que verdaderamente se da a conocer la figura del gaucho en el mundo. Considerada la obra m�s famosa del g�nero, este poema �pico, muestra al gaucho como s�mbolo de tradici�n nacional argentina, contraponi�ndolo a las tendencias europeizantes de la ciudad y a la corrupci�n de la clase pol�tica:

Daban entonces las armas
Pa defender los cantones.
Que eran lanzas y latones
Con ataduras de tiento�
Las de juego no las cuento
Porque no hab�a municiones.

Y un sargento chamuscao
Me cont� que las ten�an.
Pero que ellos las vend�an
Para cazar avestruces;
Y ans� andaban noche y d�a
D�le bala a los �anduses. [10]

El estereotipo del gaucho, con esta nueva menci�n, se sintetiza en la figura de un hombre fuerte, taciturno, arrogante y capaz de responder con violencia a una provocaci�n.

No me hago al lao de la g�eya
Aunque vengan degollando,
Con los blandos yo soy blando
Y soy duro con los duros,
Y ninguno en un apuro
Me ha visto andar tutubiando.

En el peligro �Qu� Cristos!
El coraz�n se me enancha.
Pues toda la tierra es cancha,
Y de esto naide se asombre:
El que se tiene por hombre
Ande quiera hace pata ancha. [11]

Personaje semin�mada el gaucho, que en contraposici�n al trabajador asalariado del siglo XIX o al mism�simo esclavo del Brasil, es imaginado libre, rebelde, autosuficiente y solitario. Situ�ndose, por ello, junto al imaginario paradigm�tico con el que se suele asociar tanto a anarquistas como a fatalistas. Mart�n Fierro, h�roe del poema, es reclutado por el ej�rcito argentino para pelear en la guerra fronteriza contra el indio pero deserta y se convierte en un fugitivo de la ley, volvi�ndose un elemento amenazador para el sistema, ya que, en general, su trayectoria est� enmarcada en una fuerte cr�tica a los atropellos que padec�an los parias rurales. Obedeciendo �nicamente a su deseo de libertad, Mart�n Fierro, nunca aceptar� someterse a sus jefes militares, lo que causar� su huida y su amistad con Cruz, un miembro de la polic�a, que se vuelve delincuente al proteger a Fierro contra un ataque injusto por parte de sus propios compa�eros.

Obs�rvese la lectura que Jorge Luis Borges propone en �Biograf�a de Tadeo Isidoro Cruz� [12] sobre esta circunstancia concreta:

El criminal sali� de la guarida para pelearlos. Cruz lo entrevi�, terrible; la crecida melena y la barba gris parec�an comerle la cara [�] B�steme recordar que el desertor malhiri� o mat� a varios hombres de Cruz. Este, mientras combat�a en la oscuridad [�] empez� a comprender. Comprendi� que un destino no es mejor que otro pero que todo hombre debe acatar el que lleva adentro. Comprendi� que las jinetas y el uniforme ya le estorbaban. Comprendi� su �ntimo destino de lobo, no de perro gregario; comprendi� que el otro era �l. Amanec�a en la desaforada llanura; Cruz arroj� por tierra el quepis, grit� que no iba a consentir el delito de que se matara a un valiente y se puso a pelear contra los soldados, junto al desertor Mart�n Fierro.

Hay muchas referencias tambi�n en el propio Mart�n Fierro de Jos� Hern�ndez respecto de la naturaleza libre y rebelde del gaucho:

Lo que al mundo truje yo
Del mundo lo he de llevar.

Mi gloria es vivir tan libre
Como el p�jaro del Cielo,
No hago nido en este suelo
Ande hay tanto que sufrir;
Y naides me ha de seguir
Cuando yo remonte el vuelo. [13]

Y m�s adelante, respetando los modismos y los vocablos gauchescos de ese tiempo, Hern�ndez intenta poner en escena los atributos nobles del gaucho argentino y su simple filosof�a:

Soy gaucho, y entiendal�
Como mi lengua lo explica,
Para m� la tierra es chica
Y pudiera ser mayor;
Ni la v�bora me pica
Ni quema mi frente el sol [...]

Yo no tengo en el amor
Quien me venga con querellas;
Como esas aves tan bellas
Que saltan de rama en rama,
Yo hago en el tr�bol mi cama
Y me cubren las estrellas.

Y sepan cuantos escuchan
De mis penas el relato,
Que nunca peleo ni mato
Sin� por necesid�,
Y que a tanta alversid�
S�lo me arroj� el mal trato.

Sin embargo, a pesar de los esfuerzos literarios de los G�iraldes, Lussich, Borges, Hern�ndez, del Campo y tantos otros, la figura del gaucho terminar� absolutamente devaluada en el imaginario reduccionista y economicista argentino del siglo XIX y XX, al punto de llegar a consider�rsele como a un paria de las pampas, una suerte de h�brido que no es ni europeo ni indio, un anarquista sin ley ni fidelidad alguna, un solter�n sin techo, temeroso de la ciudad, perseguido por el ej�rcito y, en definitiva, acosado por el progreso y la modernidad europeizante. De creerse al gaucho, entonces, en un primer momento, como en un posible referente nacional aut�ctono, se pasa, en una instancia superior, a la deslegitimaci�n asociada al auge del negocio ferroviario, el mal llamado �progreso�, las alambradas, la propiedad privada y las corrientes europeizantes en la cultura y pol�tica argentina imperante de entonces.

Estigmatizaci�n �tica, estadio inferior de la expulsi�n

Con la aparici�n de Domingo Faustino Sarmiento en la escena nacional la situaci�n y consideraci�n del gaucho se acent�a dr�sticamente. La existencia n�mada del gaucho y su comportamiento tosco y, si se quiere, hasta buc�lico, lo apartar� definitivamente de la idea de pa�s que el imaginario �sarmientino� dise�a en su interior. Si bien, hay un grado de fascinaci�n por parte de Sarmiento por la figura del gaucho, manifestada en sus escritos, �ste lo considera un factor altamente negativo para el desarrollo del pa�s, al identificarlo como un ser incivilizado. Sarmiento lo ve en contraposici�n con los refinados valores ciudadanos implantados en las grandes metr�polis de Europa, qu�, desde el punto de vista del sanjuanino, son identificados a trav�s de las siguientes cualidades:

[�] visten traje europeo, viven de la vida civilizada... [donde] est�n las leyes, las ideas de progreso, los medios de instrucci�n... etc.. [14]

Antes de la supremac�a de esta teor�a en el Estado argentino exist�a toda una axiolog�a gaucha caracterizada por los valores de valent�a, lealtad y hospitalidad, de all� que en Argentina y Uruguay la frase �hacer una gauchada� signifique tener un gesto de hidalgu�a o una buena actitud. Sin embargo, y esta ser� en definitiva la nueva legitimidad imperante en los destinos de la regi�n, para una gran parte de la aristocracia y la burgues�a urbana del siglo XIX, el gaucho es un �salvaje peligroso� al que se debe �reducir� y restringir, o en el mejor de los casos, �desaparecer�.

Y en este punto nos preguntamos si la generaci�n que luego tambi�n se �reducir�a� y �desaparecer�a�, generaci�n a la que pertenecen tantos artistas y escritores argentinos y sudamericanos, no podr�a bien identificarse y conectarse, como en un continuo sem�ntico, con los destinos del gaucho. Quiero decir, por consiguiente, que existir�a la posibilidad de imaginar que esta rama del car�cter y esta actitud antigauchesca del Estado del siglo XIX, bien podr�a emparentarse con la actitud manifestada durante la �Guerra Sucia� del otrora comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Jorge Rafael Videla en el siglo XX. De esta manera, el gaucho y la generaci�n perdida, exiliada y �desaparecida� de finales del siglo XX, podr�an bien ser consideradas como v�ctimas del mismo poder hegem�nico, a pesar de ser muy distintas las causas de su persecuci�n en uno y otro caso.

Y atiendan la relaci�n
Que hace un gaucho perseguido,
Que padre y marido ha sido
Empe�oso y diligente,
Y sin embargo la gente
Lo tiene por un bandido. [15]

Gaucho bueno, gaucho matrero [16]

En el siglo XIX, va a ser Sarmiento, quien en Facundo de 1845 presente la dicotom�a gaucho bueno y gaucho matrero. El primero, poseedor de los atributos de rastreador y baqueano, es decir, alguien que vive en un estado de armon�a con la naturaleza; y el segundo, considerado el gaucho malo es, seg�n palabras textuales de Sarmiento:

[...] hombre divorciado con la sociedad, proscrito por las leyes;... salvaje de color blanco que incluye al cantor, que anda de tapera en galp�n cantando haza�as propias y ajenas.[17]

Sin embargo, cuando el personaje Cruz decide �exiliarse� en tierras ind�genas, como seg�n consta en El gaucho Mart�n Fierro, de lo que se nos est� hablando subrepticiamente es de la red que teje el Estado argentino para mantener al gaucho fuera de la legalidad. En definitiva, lo que se hace es marginar al gaucho, manteni�ndolo alejado de la vida que, como ciudadano, se merece.

A modo de ejemplo, mencionemos la �ley de vagancia�, que convierte al gaucho en una especie de esclavo totalmente dependiente del due�o de estancias, ya que si no acuerda por comida en alguna estancia para que el patr�n le firme �la papeleta� -que certifica que trabaja en su estancia- la polic�a lo detiene y env�a a las milicias de frontera por el delito de vagancia. Como, por otra parte, tiene absolutamente negado el acceso a la tierra para trabajarla para provecho propio, constituye una mano de obra casi gratuita. Dej�ndosele una �nica opci�n de dignidad: la rebeli�n. Insurrecci�n que lo convierte, a los ojos de Sarmiento, del sistema olig�rquico de entonces y su justicia, en un �gaucho matrero�.

Pero el ideario que aglutina la concepci�n de un gaucho malo no es privativo de Sarmiento, ya que tambi�n se encuentra en la novela de Eduardo Guti�rrez. Nos referimos a Juan Moreira de 1880, por citar s�lo un ejemplo. Este texto relata la vida de un personaje t�pico del paisaje tradicional pampeano llamado Juan Moreira. La biograf�a de este Robin Hood argentino, que bien podr�a ser considerado como un gaucho matrero, est� llena de cr�menes horrendos e insidiosos. Su inferioridad social, y su mala reputaci�n finalmente lo obligan a exiliarse y aislarse, volvi�ndose un ser violento y antisocial.

Conclusi�n

Este art�culo intenta trazar un paralelo en las actuaciones hegem�nicas del Estado argentino del siglo XVIII, XIX y XX.

Tanto la figura del gaucho como la del exiliado y el �desaparecido� de finales del siglo XX parecen haber sido expulsadas y marginadas por un mismo Estado represor. Teniendo en cuenta la evoluci�n hist�rico-pol�tica del gaucho en la Argentina del siglo XVIII y XIX -reducido, como un personaje delictuoso y paria errante al exilio en su propia tierra- no parece descabellado aunar su destino al del exiliado y desaparecido de finales del siglo XX. Mi �ltimo libro [18], que aborda extensamente la conexi�n po�tica de Le�nidas Lamborghini [19] con el �Criollismo� y la �Gauchesca� del XIX, da cuenta de las innumerables coincidencias entre las estrategias conspirativas del estado decimon�nico y el presente.

�Ser�a posible, a partir de esto, acercar alguna definici�n m�s sobre la identidad pol�tico cultural argentina y, quiz�s, considerar al Estado argentino como un poder autosuficiente con una identidad aut�noma a los cambios pol�ticos circunstanciales? La pregunta sigue abierta. Esperamos que futuras investigaciones aborden esta posible conexi�n con la objetividad que merece, ya que nos ha parecido que aquella diferenciaci�n que al principio se hiciera entre el gaucho bueno y el gaucho malo, tra�a una revelaci�n que podr�amos utilizar a la hora de abordar la obra de la �generaci�n desaparecida�.

En ambos casos, se estigmatiza y se expulsa hasta aniquilar y desaparecer a un grupo social que se pretend�a �no-asimilado� a los imperativos dictados por el Estado hegem�nico argentino. Careciente de los valores de pluralidad pol�tica y diversidad socio cultural, se opta, en ambos casos, por la definitiva desaparici�n de lo que se manifiesta como diferente o alternativo.

Quiz� el destino errabundo de tantos poetas como Lamborghini, y artistas e intelectuales desterrados contempor�neos pueda servirnos de punto final de una l�nea que comience all� mismo en las lejanas pampas del siglo XVIII.

Notas:

[1] Seg�n consta en el Diccionario quechua-espa�ol, aymara-espa�ol de la Tupak Katari Jach�a Yati� UTA, Universidad Ind�gena Tupak Katari (UITK).

[2] Pseud�nimo utilizado por el funcionario, comerciante, viajero y escritor espa�ol Alonso Carrio de Lavandera, nacido en Gij�n en el a�o 1715 y muerto en Lima, 68 a�os despu�s.

[3] N�cleos de poblaci�n en las que se reasentaban los indios de la Am�rica espa�ola. Especies de reservaciones separadas de las ciudades donde viv�an los espa�oles.

[4] V�ase la ascendencia jud�a de muchos gauchos argentinos. As� como de otras etnias, nacionalidad es, afiliaciones tribal es, religiosas y ling��sticas.

[5] Armaignac, H. Viaje por las pampas de la Rep�blica Argentina. Buenos Aires: Eudeba, 1872: 18.

[6] Darwin, Charles. �Vol. III, Maldonado�. Voyages of the Adventure and Beagle. London: Colburn, 839: 48. �Durante la tarde un gran n�mero de gauchos vinieron a beber alcohol y fumar cigarrillos. Su apariencias era atractiva; eran generalmente altos y buenos mozos, con una expresi�n de orgullo licencioso contundente. Sol�an tener bigotes y cabello enrulado negro que les ca�a por la espalda. Con todos sus utensilios a cuesta, sus espuelas y cuchillos que usaban frecuentemente colgados de sus cinturones parec�an una raza de hombres diferente a lo que uno podr�a esperar de la definici�n gaucho u hombres de campo. Si bien su extremado buen trato y respeto por sus acompa�antes, a los que sol�an invitar a beber de muy buena gana era notorio, no parec�a descabellado pensar que en cualquier momento pod�an cortarnos la garganta�.

[7] �I�m looking for the face I had / Before the world was made.� Con este ep�grafe de The Winding Stair, de Yeats, Borges da cuenta del destino de Tadeo Cruz, personaje del relato. Destino que, por extensi�n, bien podr�a caberle a todo gaucho montonero. Me refiero al destino de perseguidor y perseguido con el que fue, en muchos momentos, concebido.

[8] Lugones, Leopoldo. Mi beligerancia. Buenos Aires: Editorial Estrada, 1932: 71.

[9] G�iraldes, Ricardo. �Cap�tulo XXI�. Don Segundo Sombra. Buenos Aires: Editorial Proa, 1926: 216.

[10] Hern�ndez, Jos�. �III�. El gaucho Mart�n Fierro. Buenos Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1962: 12.

[11] Hern�ndez, Jos�. �I�, El gaucho Mart�n Fierro. Buenos Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1962: 8-12.

[12] Borges, Jorge Luis. �Biograf�a de Tadeo Isidoro Cruz�. El Aleph. Buenos Aires: EMECE Editores, 1957: 56.

[13] Hern�ndez, Jos�. �I�. El gaucho Mart�n Fierro. Buenos Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1962: 8.

[14] Sarmiento, Domingo Faustino. �Cap�tulo I�. Facundo. Buenos Aires: Eudeba, 1967: 34.

[15] Hern�ndez, Jos�. �I�. El gaucho Mart�n Fierro. Buenos Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1962: 8.

[16] Adjetivo que en Argentina, Chile, Per� y Uruguay significa fugitivo que huye al campo para escapar de la justicia.

[17] Sarmiento, Domingo Faustino. �Cap�tulo I�. Facundo. Buenos Aires: Eudeba, 1967: 44.

[18] Modelo y su(b)versi�n en la po�tica de Le�nidas Lamborghini. Lewinton, NY: Edwin Mellen Press, 2009.

[19] Exiliado 14 a�os en M�xico

Bibliograf�a

Armaignac, H. Viaje por las pampas de la Rep�blica Argentina. Buenos Aires: Eudeba, 1872.

Darwin, Charles. �Vol. III, Maldonado�. Voyages of the Adventure and Beagle. London: Colburn, 1839.

Diccionario quechua-espa�ol, aymara-espa�ol. Universidad Ind�gena Tupak Katari Jach�a Yati� UTA. Bolivia: Universidad Ind�gena Tupak Katari (UITK), 2007.

Lugones, Leopoldo. Mi beligerancia. Buenos Aires: Editorial Estrada, 1932.

G�iraldes, Ricardo. �Cap�tulo XXI�. Don Segundo Sombra. Buenos Aires: Editorial Proa, 1926.

Hern�ndez, Jos�. �III�. El gaucho Mart�n Fierro. Buenos Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1962.

Borges, Jorge Luis. �Biograf�a de Tadeo Isidoro Cruz�. El Aleph. Buenos Aires: EMECE Editores, 1957.

Sarmiento, Domingo Faustino. �Cap�tulo I�. Facundo. Buenos Aires: Eudeba, 1967.

Hern�ndez, Jos�. �I�. El gaucho Mart�n Fierro. Buenos Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1962.

Sarmiento, Domingo Faustino. �Cap�tulo I�. Facundo. Buenos Aires: Eudeba, 1967.

Fontanet, Hern�n. Modelo y su(b)versi�n en la po�tica de Le�nidas Lamborghini. Lewinton, NY: Edwin Mellen Press, 2009.

Hernan Fontanet 2009

Esp�culo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid

El URL de este documento es http://www.ucm.es/info/especulo/numero41/ingaucho.html


__._,_.___
Red Democratica 10 years "On line" (1998-2008)!
Http://reddemocratica.blogspot.com
Http://www.caretas.com.pe/2000/1631/articulos/protesta.phtml
Http://www.caretas.com.pe/2000/1612/articulos/debate.phtml

Celebrando 10 anos "On Line"..2008

Keep the candle burning

I have a dream
http://www.stanford.edu/group/King/about_king/interactiveFrame.htm

FORUM TPSIPOL: RED DEMOCRATICA .
Informacion : Http://tpsipol.home-page.org

Http://groups.yahoo.com/group/eleccion

Para enviar un message , enviar a: eleccion@yahoogroups.com
Para suscribirse al Forum , enviar un mensaje a : eleccion-subscribe@yahoogroups.com
Para salir del Forum, enviar un mensaje en blanco : eleccion-unsubscribe@yahoogroups.com
Recent Activity
Visit Your Group
Give Back

Yahoo! for Good

Get inspired

by a good cause.

Y! Toolbar

Get it Free!

easy 1-click access

to your groups.

Yahoo! Groups

Start a group

in 3 easy steps.

Connect with others.

.

__,_._,___

No comments:

Post a Comment