Wednesday, January 14, 2015

[RED DEMOCRATICA] No. 357 - Maria Bronnikova

 


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DIRECTOR: Gonzalo Márquez Cristo. EDITORES: Amparo Osorio, Iván Beltrán Castillo. COMITÉ EDITORIALFabio Jurado Valencia, Carlos Fajardo. CONFABULADORES: Óscar Collazos, José Chalarca, Marcos Fabián Herrera, Maldoror, Sergio Trujillo Béjar, Fabio Martínez, Fernando Maldonado, Gabriel Arturo Castro, Guillermo Bustamante Zamudio. EN EL EXTERIOR: Alfredo Fressia (Brasil); Antonio Correa, Iván Oñate (Ecuador); Rodolfo Häsler (España); Marco Antonio Campos, José Ángel Leyva (México); Luis Alejandro Contreras, Benito Mieses, Adalber Salas (Venezuela); Renato Sandoval (Perú); Efer Arocha, Jorge Torres, Jorge Najar (Francia); Marta L. Canfield, Gabriel Impaglione (Italia); Luis Bravo (Uruguay); Armando Rodríguez Ballesteros, Osvaldo Sauma (Costa Rica).

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Tres poemas de Maria Bronnikova

 

 

 

Maria Bronnikova ha realizado su poesía rítmica por todo el mundo durante la última década, participando en numerosos festivales internacionales. Su palabra se ubicaba originalmente en Rusia, debido a sus raíces siberianas. Sin embargo, después de sus estudios y múltiples viajes por el mundo, su primer libro de ensayos de filosofía y poesía llamado: Ser reducida a una actividad fue publicado en inglés en 2010. La mayor parte de su obra cuestiona nuestra capacidad para hacer frente a las ideas socialmente establecidas, y plantea cómo se vincula el deseo de ser libre, inherente al ser humano, a nuestro encuentro con la naturaleza.

 

***

Cuando tu búho aterriza al otro lado del vidrio

Al otro lado del sueño que tienes

Cuando tu caminar te lleva a amar hacer tortugas

Un árbol crece más allá de tu deseo de conocer a los otros

Cuando un capullo ha sido roto con una suave precisión

Tus alas iluminan la oscuridad para que las palabras que caen sean leídas

Entonces se ha roto un hechizo

Luego la rueda ha rodado

Entonces, te has convertido

En la criatura que has nacido

En la criatura que has estado

Cargando

 

 

 

TORTURA DIARIA DE ESPERANZA

 

Saltando en tus muebles. Arrancar pedacitos. Tartas vasos y pegatinas hablan a otros objetos de manera informal.

Puedes hacértelos amigos sin duda. Sin duda. Va a ser peor sin esto.

Esta tortura es convertirte en humano. Nunca fanáticamente pero en la conducción de la memoria.

Empezar un resumen no accidentalmente. Candente. De una manera cansada.

Poniendo un punto en la cabeza del regalo. Hay un milagro en todo esto que se ha vivido.

Todas esas dulces precauciones no eran para menos.

Percepciones. Hambrunas.

Suspiros solitarios. Una puerta queriéndote mucho. Ahora te enseña cómo moverte.

Suspirando claramente. Hay una forma. Desde allí, llamas. Recibe y se fuerte.

Sé la vulnerabilidad pedida en esta canción. Ahora trae la habilidad.

Los ojos siguen y llevan la totalidad. Aquí los encontrarás.

Ellos allí viven además para darle un día al alma.

 

 

 

ELLA ABRE SUS OJOS

 

Los ojos están vivos. Un águila en vuelo. Tocan. Mueven. Una tabla aproximada. Un pedazo de pan comido. Ella está recordando algunas líneas, algunas líneas para ser dichas en voz alta. En casa, afuera, en salas de extraños, en los brazos de él, al anochecer, en su mente, perpleja.

La poesía es crisis. No tiene estructura. La poesía es crisis. No tiene estructura.  Hay mucho del otro. La poesía es más sabia. Aprendes en la práctica. La poesía es más sabia. Aprendes en la práctica. Hay mucho del otro.

¿Has notado cómo esa desintegración es ahora una penuria?

Hay mucho de ese otro. Guijarros inoxidables se desprenden de la razón. La poesía es una forma de vida. La poesía tiene sus estaciones. Hay mucho de ese otro. En los labios con los que usted lee. Pensamientos como lagos que sangran. Ahora perdona lo imperdonable.

La poesía es el mensaje y el receptor. Los días son palabras que has dado. Escribir como el que percibe. Hay mucho. Apoderándose. Tomando fuerza. Al concebir al dador.

 

 

Cuento de Sara Fernández Rey

 

(Galicia, Marín, España). Desde los diez años vive en Andalucía. Licenciada en medicina. Luchó varios años contra Franco y tuvo juicio en el Top (Tribunal de Orden Público), organismo que juzgaba los delitos políticos.

Visitó por primera vez Cuba en el año 83, década de bonanza, pues este país había entrado en el Mercado Interno con la Unión Soviética. En el año 91 decidió dejar la medicina asistencial y dedicarse a la Cooperación y Ayuda Humanitaria; para ello fue a La Habana a especializarse en Medicina Tropical, Salud Pública y Epidemiología. Desde entonces, cada año, ha pasado cuatro meses en la isla, alternando esas estadías con sus contratos en varios países de África y visitas a España. Un guión suyo fue seleccionado por el Festival de cine de la Habana, 2005. Realizó un taller de narrativa de la Cátedra Onelio Jorge Cardoso, del Centro de Estudios Iberoamericanos. Recibió una mención en el concurso interno del taller de la Universidad Central, Bogotá (2008).

El siguiente relato pertenece a Habana roja, publicado por Común Presencia Editores.

 

 

Pequeñas dosis de veneno hacen la vida un poco más dulce

     A mis amigos cubanos en España

 

OTRA CUBANA

Apareció, en las afueras de Barcelona, tirada al borde de la carretera. Mulata, 1,90, ojos verdes. No, lentes de contacto verdes. Teléfono móvil a la cintura. Anillos de oro y cadena también de ese preciado metal, cruzándole la mano (iba a la moda). La habían estrangulado.

Los conocí en la Habana, cuando yo vivía en un minúsculo apartamento con barbacoa1, prestado por una amiga, Flores, casada con un español y que residía en Mataró.

Tocaron a mi puerta, abrí y me quedé estupefacta. Una deslumbrante mulata, altísima (me sacaba más de un palmo) de colosal cuerpazo, acompañada de un español más bajito que ella y con algo raro en los ojos. No era bizco, parecía que cada ojo miraba hacia un lado. Por lo demás, no tenía mala pinta, pero se notaba que en su país no le resultaba fácil ligar con mujeres interesantes y menos con ejemplar semejante.

Luis, así se presentó, en Mataró era vecino de mis amigos. Se habían casado con Bárbara el día anterior, después de una semana en Cuba. La conoció en las vacaciones del año pasado y ya traía los papeles listos.

Estaba molesto, cabreado. Todo le salía carísimo. Le habían robado la mayor parte de lo que compró para la fiesta de la boda. Lo estaban desplumando. Si no se iba pronto, acabarían con él. De paladar2 en paladar, invitando a toda la familia y amistades, de shopping3 en shopping, comprando todo lo que le pedían, lo dejaron listo de papeles y valga la redundancia, en solo unos días.

Loco por volver a España, no entendía que yo pasase aquí meses. «Tengo buenas amistades» le dije. Compro en los agros, voy mucho al cine, al teatro, conciertos. Todo eso es en moneda nacional, gasto los dólares imprescindibles. Vivo aquí más barato que en España, claro, con mi salario de allá. Incluso invito a mis amigos a las cervezas que ellos no pueden comprar. Visito sus casas, como en ellas a menudo (invitan ellos) y tomamos chispa'etren4 (especie de ron matarratas fabricado en la calle).

Aproveché un momento en el que ella entró al baño, para con delicadeza advertirle «Cuidado con quien tratas, no lo digo por Bárbara que se ve de lo más agradable, pero aquí todo el mundo anda necesitado y su misma familia y amigos pueden hacerte polvo. Extranjero igual a millonario y todos al trapo. Si no estás alerta, acabarán contigo».

Ella me contó que era maestra y estaba de certificado por depresión. Aquí el trabajo era mucho y muy mal pagado. Quería el peritaje médico antes de irse. En dos meses lo tendría solucionado. Era lista, dejaba atados todos los cabos. Mientras, gestionaría el visado y la residencia en España, el ansiado PRE (Permiso de Residencia en el Extranjero). Les mandé besos y una carta para mis amigos de Mataró y nos despedimos.

Me quedé pensando «Vaya lío en el que se metió este muchacho, pero ¿será idiota? ¿No se da cuenta que se lleva tremenda jinetera? La que le espera. ¿Cuánto le durará? Desde luego hay que ser incauto. ¿Cómo puede creer que enamoró, a una despampanante mujer como esa? ¿Es que no se ha mirado al espejo? Es verdad que los cubanos ¡tienen un arte! que engatusan hasta a su madre, pero... Hay que querer dejarse engañar. Porque esta vez es evidente». Patético.

«El pobre estará soñando en pasearla por Mataró, todo el mundo se dará la vuelta para mirarlos. La admirarán y lo envidiarán. Se reiría de todas por las que se había sentido despechado y de los amigos que lo miraban con lástima». Patético.

¡Cuántos catalanes irían después a Cuba, buscando algo parecido!

Mi amiga Flores lo confundió. Pensó que todas las cubanas eran como ella. Enamorada de su marido Miguel (no se encontraron en la calle, yo misma los presenté), desde el primer día que llegó a España no pensaba más que en trabajar. De lo que fuera. Ella no estaba acostumbrada a depender de nadie. Comenzó en una fábrica de carteras de cuero, donde la explotaban pagándole por cuatro horas y haciéndola trabajar ocho, después limpió piscinas, luego estuvo en una inmobiliaria, siempre en la carretera enseñando chalés de lujo, en barrios residenciales. Muchas horas y poco salario, dependía de lo que vendiese y las comisiones eran muy bajas. Ahora seguía, todo el día en carro de pueblo en pueblo, trabajando de comercial para un periódico de la región. Cuando llegaba con los anuncios contratados, hacía la maqueta, fotolitos, el diseño, pasaba horas y horas sin parar pero estaba más contenta. En la Habana ese era su trabajo, diseño y maquetación en una revista.

Tenían un hijo precioso, una buena casa, un coche cada uno. Trabajaban de lo lindo, desde el amanecer a las nueve de la noche, ni tiempo les quedaba para estar con el niño.

¡Como extrañaba su Habana! A pesar de todos los problemas, había lugar para el ocio, para charlar con los vecinos, la familia. Mataró era un corre-corre lleno de comodidades y estrés. Pero quería a su marido, y ya. Su decisión estaba tomada, no había marcha atrás.

Y Luis pensó que todas las cubanas eran como ella ¡Vaya iluso!

En verano estuve en Mataró, Flores me contó que duraron dos meses. Luis tenía un pequeño supermercado, un buen carro, vivía con holgura. Sus padres, feliz pareja de gorditos rechonchos, emigrantes andaluces en Cataluña, le habían preparado un bonito apartamento en el piso de arriba de su casa.

Orgulloso, la llevaba a la Alameda por las tardes. Pequeña ciudad provinciana, era hábito pasear arriba y abajo, mirándose unos a otros, y chismoseando. En las cafeterías, burgueses aburridos los escrutaban y hacían comentarios. Tal como pensó, todos se viraban a mirarla. Patético.

Cuando Luis se iba a trabajar, ella veía una telenovela tras otra. No se ocupaba de la casa. Al mediodía salía. Deambulando por las calles, de tienda en tienda, miraba las vitrinas y entraba en las cafeterías de lujo a tomarse unas cervezas con aperitivo. Dirigía la palabra a quienes le interesaban y el pueblo comenzó a murmurar.

La casa estaba cada día más sucia, comían en la de los padres. Por la tarde volvía a salir y se compraba ropa nueva, cosméticos y perfumes de las marcas más caras.

Los progenitores de Luis empezaron a sospechar, pero él ciego, ni caso. Siempre la disculpaba. «En la Habana no era ama de casa, no sabía, aprendería con el tiempo, cuando fuese madre. Sí, salía, pero para buscar trabajo e ir adaptándose a aquella sociedad. Había que concederle un tiempo». Quería seguir ciego.

Ya todo el barrio hablaba y él nada, sin inmutarse.

Después de varias broncas, sus padres tuvieron que recurrir a la policía para desalojarlos. No querían ver, de tan cerca, el hundimiento de su hijo.

Luis alquiló un apartamento donde la trataba como una reina, debía ser inmejorable cama. Aunque Luis le asqueaba con esos extraños ojos, cada noche lo seguía camelando.

Poco tiempo después desapareció. Nadie supo más de Bárbara.

Flores y yo fuimos al aeropuerto del Prat en Barcelona, venía un avión de Cubana en el que nos traían algunas cartas.

Allí la vimos, con flamantes ojos verde gato y celular en mano que no cesaba de sonar, tacones de 10 cm y apretados jeans marcando su magnífico culo. «Estoy esperando a un amigo» nos dijo.

 Nos quedamos petrificadas. Mientras contestaba el teléfono, Flores me preguntó «¿Qué tú piensas?». «Tremenda puta de lujo» respondí. Le dijimos adiós y seguimos nuestro camino.

Al verano siguiente volví a Mataró. Encontré a Luis y me invitó a su casa a tomar unas cervezas. Volvía a vivir con sus padres. Sentados en la sala, entre los tres me contaron.

Les dijo que yo le quise advertir en la Habana. Sus padres odiaban a los cubanos. Él nunca supo o quiso entender.

«La hubiese matado yo, pero alguien lo hizo antes por mí y me alegro».

No me creí nada, en sus ojos que miraban como las lagartijas, vi que no sabía.

Sus padres se miraron… cómplices.

 

 

¿Acaso el problema está en ser héroes o bufones?

 

Lo único que hay que decir del poeta es su poema

 

 

Por Gustavo Adolfo Quesada Vanegas

 

 

Homenaje al poeta Rafael Díaz Borbón a los cinco años de su muerte

 

        El poeta vive en, de, por y para las palabras que le desvelan el mundo. Pero cada palabra debe ser destilada y pulida hasta quedar como una gota de diamante y en este acto de hacerlas, la carne, la  sangre, los dolores y amores, los sueños y las esperanzas del poeta le dan la materia prima y la forma final a estas palabras. Lo demás es el lento y tenso fluir del mundo a la imaginación y de ella al lenguaje. De su percepción al universo, de su rabia a la música, de su propio amor al amor de todos. Ese poema que nos deleita, que nos transporta a otro mundo no es sino un trozo de la biografía del poeta. Mientras el poeta vive sus poemas tienen su carnadura y su sudor, sus miedos y sus alegrías, son su propio yo, caminos abiertos a su intimidad. Cada poemario es, entonces, un testimonio del hombre y de su pasión por el mundo convertido en lenguaje.

        Pero cuando el poeta muere se da el proceso inverso: la vida cotidiana, la mujer que lo amó y que lo deslumbró con su aire felino o maternal, la suerte de los desposeídos, las balas que fusilaban a los inermes, los sueños y las esperanzas, el erotismo que le mantenía tensas las rodillas, su propia biografía, van lentamente desprendiéndose del verso, como si buscaran el refugio de su dueño y se marcharan con él. El poema va quedando solo, propio de sí, atento únicamente a su fluir interno, a su diálogo íntimo. Cada poema es entonces, como ente agregado al mundo, una autonomía que dice lo que quiere decir, separado de quien humedeció sus manos de sudor para hacerlo plenamente vivo. Mientras el poeta vive sus poemas están plenos de su biografía y podemos leerla con exactitud matemática. Cuando muere, separado de las contingencias, no hay más biografía del poeta que el poema. La palabra cobra su propia realidad, pertenece ahora al mundo. Lo único que queda del poeta son sus palabras. El espacio que en el poeta separa la vida de la muerte es la distancia entre un poema biográfico y una biografía poemada.

        Van estas palabras en homenaje a Rafael Díaz Borbón. Sus palabras, todas, pero en particular las que tomaron forma de poema, pertenecen ahora al mundo. Hasta ayer eran él mismo. Desde hoy él es su palabra. Ahora debe comenzar un nuevo ejercicio: leer su poesía sin que nos acosen su rabia, su deseo y su esperanza. Sus poemas andarán por las calles, dirán al oído de los amantes las palabras del deseo, al de los iracundos la indignación por un mundo dominado por depredadores, y a todos, ahítos de una historia que se anuncia pero no comienza, nos recordarán con ironía:

 

 

¿LO UNO O LO OTRO?

 

Si la historia se repite,

  Una vez como tragedia

Y otra como comedia,

  Estamos condenados

A ser héroes derrotados

Y bufones sin escenario y sin fortuna.

 

¿De quién o de quienes es entonces

La victoria y la alegría?

 

¿Unos las ven y otros las sufren?

 

¿O en el carrusel,

           Todos alternan los papeles?

 

¿Por qué tener que estar siempre

                       Condenados y burlados?

¿Para quién es el espectáculo?

          ¿Para nosotros mismos?

¿Acaso el problema está en ser héroes o

                                             bufones?

 

 

 

SERENATA PARA EL AUSENTE

 

si viniere

el más adorado de tus jóvenes amigos

 

lo invitaré de inmediato al lecho

para que se una al dolor de tu ausencia

 

en tu nombre

con viandas y vinos

 

tocaremos juntos el arpa

hasta el alba

quizá los periódicos del nuevo día

nos traigan las noticias del frente

                               de guerra

y que tú no has muerto

 

 

 

CARTAS DE LOS LECTORES

 

CHARLIE HEBDO. Todos somos esta revista de humor como se ha dicho, pues condenamos todo tipo de terrorismo y no podemos entender que alguien sea condenado a muerte por una simple  caricatura. Bien por los 3 millones de seres que marcharon en París. Felipe Rojas

 

* * *

 

TERRORISMO. Primero condeno el horrible hecho terrorista perpetrado en París que dejó más de 20 víctimas fatales. Por otro lado me encantaría que la sociedad civil se manifestara de igual forma, con marchas multitudinarias, para protestar por las 10.000 personas que mueren cada día (75% en África) por malaria y dengue, cuyo tratamiento existe y depende sólo de unos antibióticos con un valor de 100 dólares. Eso también es terrorismo y creo que a nadie le importa porque ocurre en países deprimidos económicamente. Son cifras de la Organización Mundial de la Salud. Alberto Pulido

 

* * *

 

MARE NOSTRUM. Excelente el Festival de Música de Cartagena. Grandes músicos y buena organización. Tenía mis dudas pues soy profesor de música y este país es chovinista, pero este año pude comprobar su gran importancia. Clara Monroy

 

* * *

 

NÚMEROS ANTERIORES. Su periódico se ha convertido en un escenario de la cultura y la opinión colombiana. ¿Dónde podemos leer los números anteriores de Con-Fabulación? Luis A. Montoya

 

Respuesta: Puedes entrar a este enlace Con-Fabulación

 

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