�QU� ES SER SUSTENTABLE?
Walter Ritter Ort�z y Tahimi E. Perez Espino Wiegert y Owen(1971), Beecham y Farnsworth(1998), Green(1994).
DIN�MICA POBLACIONAL: PROCESOS DE DEPREDACI�N Y EXPLOTACI�N, FERTILIDAD Y SOBREVIVENCIA
Si por simplicidad consideramos que existe una tasa de depredaci�n constante y queremos conocer sus efectos sobre las poblaciones en estado estacionario, debemos recordar que el proceso de depredaci�n es una alteraci�n a las probabilidades de sobrevivencia en las diferentes edades, donde adem�s estamos agregando nuevas fuentes de mortalidad adicionales a las mortalidades que se dan de forma natural. Si se obtiene un nuevo estado estacionario bajo estas condiciones de depredaci�n los valores de fertilidad y sobrevivencia son alterados y donde debemos considerar, que al remover algunos de estos animales, incrementamos la disponibilidad de alimentos para los que son dejados, por lo que debe de incrementarse tambi�n la tasa reproductiva, restaur�ndose un nuevo estado estacionario a niveles m�s bajos de biomasas de producci�n.
La depredaci�n o pesquer�a que es lo suficientemente severa para reducir significativamente el n�mero de individuos reproductores tambi�n disminuir� la intensidad de competencia entre las cr�as y alterar� la distribuci�n de los sobrevivientes restaurando las condiciones de estado estacionario. Las especies en que no son alteradas en sus sobrevivencias o fertilidades como consecuencias del acto de depredaci�n por pesca, ser�n incapaces de retornar a sus condiciones de estado estacionario y por lo tanto debe esperarse que se extingan, Nisbet and Gurney(1982), Hassell et al.(1976).
Los factores de denso dependencia controlan en gran parte los tama�os poblacionales en todas las especies y autom�ticamente compiten con otras fuentes de mortalidad natural, as� cuando la tasa de pesca es baja, la mortalidad por hambre y enfermedades incrementa, observ�ndose que en el efecto de depredaci�n el tama�o de la presas substituye una causa de mortalidad por otra, o disminuye la sobrevivencia en una edad en particular en la poblaci�n. Tambi�n puede actuar sobre ambas cosas. Sin embargo si la sobrevivencia en alguna edad en particular es reducida, se presentar� un cambio compensativo ya sea en la sobrevivencia o en la fecundidad de las presas, donde probablemente estas �ltimas se har�n inestables yendo en consecuencia hasta la extinci�n y as� el efecto de la pesca, sobre la biomasa de las presas, depender� de manera precisa y definible en la eficiencia con que los organismos se reproducen y en la distribuci�n de la sobrevivencia en las diferentes edades, Holland(1995), Holling(1993), Hraber and Milne(1997).
Concluyendo de esto que la magnitud de la eficiencia no necesariamente tiene que ver con la raz�n de eficiencia que se da en las maquinas. La din�mica de los recursos naturales es muy complicada, encontr�ndose que el efecto determin�stico de denso dependencia representado por la ecuaci�n log�stica, estabiliza el sistema de las cadenas tr�ficas, llev�ndonos de din�micas ca�ticas y peri�dicas a estados estacionarios y que la adici�n de los procesos estoc�sticos del ambiente exterior puede resultar en la reducci�n en amplitud y frecuencia de la din�mica poblacional, Cai-lin Xu y Zi-zhen li(2002).
LA VISI�N ENERG�TICA EN EL MANEJO DE RECURSOS NATURALES
El concepto de comunidad es m�s interesante si es definido en t�rminos de transferencia energ�tica entre organismos y pescadores.
Un organismo hace muchas cosas que requieren de energ�a; movimiento de sus partes internas movimiento de s� mismo en su ambiente productivo, producci�n para crecimiento de su cuerpo y reproducci�n. Pero solamente la producci�n relacionada con su crecimiento ser� considerada como un tipo �til de energ�a potencial y otros tipos posibles de energ�a a nivel individual son generalmente ignoradas. Aunque todos los organismos dependen en �ltima instancia de la energ�a radiante del sol, la energ�a que es transferida de organismo a organismo y conserva efectivamente al sistema ecol�gico funcionando, es la energ�a potencial que est� guardada en la mol�culas org�nicas, considerando conveniente hablar de la energ�a como un flujo que se da a trav�s de la poblaci�n en la cual deben establec�rsele claros estados de sus limitaciones; la energ�a entra a una poblaci�n a trav�s de la boca de un animal y lo abandona ya sea como calor o como la energ�a potencial de un animal muerto o de sus heces o al ser capturado y alimentar a un pescador o depredador. El contenido de energ�a en una poblaci�n puede ser medida en t�rminos de calor liberado en su combusti�n interna. Si conocemos el valor energ�tico del alimento dado a una poblaci�n y el valor energ�tico de su rendimiento, seremos capaces de calcular la eficiencia de la poblaci�n de convertir el alimento en peso de su cuerpo.
Para estar seguros de que la poblaci�n que alimentamos en un cultivo ser� capaz de persistir bajo el procedimiento de remoci�n de sus individuos, el n�mero de animales removidos debe fijarse como una fracci�n del n�mero de animales que nacen o son incorporados en la poblaci�n. Un procedimiento para determinar el n�mero de animales a removerse no limita las edades de los tipos de animales a remover, as� podemos remover animales adultos o animales j�venes y despu�s de un tiempo lo suficientemente largo tendremos informaci�n, para cada poblaci�n, sobre su n�mero promedio y distribuci�n de tama�os, que ser� de forma desigual, y donde podemos obtener as� tambi�n, el n�mero promedio y distribuci�n de tama�os del rendimiento en cada censo. Estos n�meros pueden convertirse a calor�as, determinando el suplemento de alimento dada a la poblaci�n en unidades calor�ficas.
Para tener una estimaci�n del alimento dado a la poblaci�n, debemos estimar la proporci�n del alimento comido por cada elemento poblacional de manera indirecta, determinando el consumo de alimentos y las tasa de crecimiento. Con toda esta informaci�n podemos evaluar los conceptos de eficiencia poblacional, donde la m�s simple y m�s importante de las interacciones de la comunidad es la raz�n del contenido de energ�a del animal removido de cada edad poblacional, respecto al contenido energ�tico del alimento suministrado.
Cuando consideramos la energ�a del alimento, estamos considerando la eficiencia de la cadena alimenticia, mientras que cuando consideramos el alimento comido por los elementos de la poblaci�n, estaremos refri�ndonos a la eficiencia ecol�gica, la cual est� determinada por la tasa de remoci�n de animales y la proporci�n del alimento consumido que pueden ser convertidas en calor�as del animal, pero que no representan una relaci�n directa al tama�o de la poblaci�n de la que el animal es removido. Para muy bajas tasas de remoci�n resultan en bajas eficiencias de la cadena alimenticia y ecol�gica mientras para tasas altas de remoci�n resultan en eficiencias m�s altas. Altas tasas de remoci�n sin embargo reducen la poblaci�n a un grado tal que es incapaz de consumir todo el alimento provisto y la eficiencia de la cadena alimenticia diminuye, Ritter et al.(1992).
Una estimaci�n t�pica de campo de la eficiencia ecol�gica seguir� lo siguientes c�lculos y procedimientos:
-Debe considerarse cada especie asignada a un determinado nivel tr�fico ya sean plantas herb�voros carn�voros etc.
-El consumo total de alimentos en calor�as debe ser estimado para cada nivel tr�fico.
Sorpresivamente los valores observados en el campo son esencialmente id�nticos con los m�ximos valores observados en el laboratorio, y todas estas estimaciones est�n en el rango de 5.5. a 13.3 %, not�ndose que el nivel tr�fico superior en cualquier comunidad tiene una eficiencia ecol�gica de 0 por definici�n. Para prop�sitos pr�cticos la eficiencia ecol�gica puede considerarse como una constante donde puede esperarse que futuras estimaciones de ella tiendan a convergir en valores de alrededor de un 10 %.
Factores adicionales que debieran considerarse, son la relaci�n entre la remoci�n de animales de una poblaci�n como es la cosecha y el tama�o de esta poblaci�n y su consumo energ�tico, la cual puede ser estudiada por medio de la eficiencia poblacional, donde si el proceso de la remoci�n no altera el consumo energ�tico de la poblaci�n, la eficiencia poblacional puede expresarse como el cociente de las calor�as de la cosecha obtenida en la unidad de tiempo y una composici�n dada de edades, dividida por el producto del consumo energ�tico de la poblaci�n, por la diferencia del contenido cal�rico de la poblaci�n en su estado estacionario, respecto a las calor�as que existir�an si no existiera remoci�n de individuos, Maes (1994), Holling (1993), Holland (1995).
ESTADO ESTACIONARIO, BALANCES DE LA NATURALEZA Y MANEJO SUSTENTABLE
Una poblaci�n en estado estacionario mantiene el n�mero de animales, composici�n de edades y distribuci�n de tama�os constante, y para ser esto la distribuci�n de tama�os y edades de los elementos removidos debe ser constante. Estados estacionarios en el tama�o medio de las poblaciones en la naturaleza no necesariamente representan valores de equilibrio. Los estados estacionarios en ecolog�a son dependientes del suplemento energ�tico dados a una tasa constante e introducidos al sistema por el exterior y donde si este suplemento de energ�a desaparece, el sistema pierde dicho estado estacionario y se alcanza el equilibrio f�sico de la termodin�mica, que significa la muerte.
Por lo tanto los estados estacionarios son distintos del equilibrio y se dan tanto en sistemas vivos como no vivos. Las comunidades ecol�gicas poseen lo que para la ciencia es lo m�s importante y el problema menos manejable, de c�mo una comunidad ecol�gica llega a ser en la forma en que es. Una comunidad es en la forma que es, porque sus condiciones locales lo dictaminan as�, donde los miembros de la comunidad est�n estrechamente adaptados a estas condiciones en concordancia e interactuando �ntimamente entre ellos, lo que en una comunidad con composici�n de diferentes especies, no podr�a sobrevivir.
Asociado con esta visi�n de estructura fundamental est� la noci�n del "balance de la naturaleza", que nos dice que cuando la naturaleza es perturbada, r�pidamente reaccionara para restaurar su equilibrio. El balance de la naturaleza se refiere a la habilidad de la comunidad a resistir o recuperarse de perturbaciones externas. Las modificaciones en el medio f�sico pueden ser una herramienta poderosa de cambio evolutivo y a menudo vienen siendo los factores cr�ticos, Gardner y Ashby (1970), Levins (1968)., Ritter et al. (1986), Ritter et al. (1988), Ritter et al. (1997), Ritter et al. (2000�), Ritter et al (2000b), Ritter et al. (2002), Ritter et al. (2004).
Las respuestas pol�ticas remediadoras actuales, sin estar dise�adas para la eficiencia, equidad y sustentabilidad, tienden a concentrarse en los s�ntomas del da�o ambiental m�s que en las causas b�sicas. La escala material de la actividad humana supera la capacidad de carga sustentadora de la tierra. Con tecnolog�as que reducen sus recursos y cuyos desperdicios no asimilados envenenan el aire, el agua y el suelo. Las civilizaciones basadas en una elevada tecnolog�a y de mucha energ�a, son b�sicamente inestables, vivir�n unos cuantos siglos y de forma inevitable perecer�n debido al mal uso de su gran poder. La anarqu�a prevalece a nivel mundial y por encima del nivel nacional.
Hemos pasado de un "mundo vac�o" (de artefactos humanos pero lleno de capital natural), a un "mundo lleno", donde las necesidades, ya sean percibidas o no por los encargados de tomar decisiones, se refieren al mejoramiento de los v�nculos entre componentes en su desarrollo y los flujos de desperdicio reciclados en un mundo donde el simple paliativo de "mayor crecimiento" ya no es una soluci�n, y con el desaf�o de vivir de forma sustentable, y dentro de los l�mites de un planeta finito. El camino a la sustentabilidad, se dar� a trav�s del mejoramiento cualitativo m�s que cuantitativo, es decir no podemos "crecer" hacia la sustentabilidad.
La econom�a mundial usa ya hoy en d�a, alrededor del 40% del producto primario neto de la fotos�ntesis terrestre, Vitousek (1986), con el aumento de la desertificaci�n, invasi�n urbana de las tierras de cultivo, erosi�n de suelos y contaminaci�n, donde m�s de 6000 millones de personas queman cada una en promedio, una tonelada de carb�n al a�o. Las especies clave de las cuales depende la supervivencia de muchas otras pueden disminuir, lo cual conducir�a a un desequilibrio general en los servicios ambientales y acelerar�an las extinciones de las dem�s especies. Reducir las tasas de crecimiento poblacional y de consumo per c�pita, es condici�n esencial para alcanzar la sustentabilidad. Hay que mantener la escala de la econom�a consistente con las capacidades regenerativas y asimilativas de los sistemas sustentadores de la vida, sabiendo que todo crecimiento material consume recursos y produce desperdicios.
Los problemas son globales, de largo plazo e involucran a muchas disciplinas acad�micas. Actualmente una especie tiene que tener un valor muy alto en el futuro para que valga la pena ahorrarlo el d�a de hoy. Los recursos biol�gicos que no aumentan de valor tan r�pidamente como las tasas de inter�s, seg�n la l�gica econ�mica actual, deber�n ser explotados, por lo que las tasas de inter�s bancaria bajas parecen favorecer la conservaci�n y las altas desfavorecerlo. La ciencia ambiental disciplinaria y la econom�a cl�sica han producido pol�ticas y esquemas de administraci�n inapropiadas. Los recursos utilizados por varios usuarios sin reglas que gobiernen su uso ser�n sobreexplotados. La ausencia o destrucci�n de instituciones que regulan propiedades de usufructo conjunto ha dado lugar a la extinci�n de diversas especies.
El desarrollo como un proceso de coevoluci�n entre conocimiento, valores, organizaci�n, tecnolog�a y el medio ambiente, puede ayudarnos a entender la manera como los sistemas naturales y sociales se interconectan y cambian. Nuestros valores, conocimientos y organizaci�n social han coevolucionado en torno a los hidrocarburos f�siles, favoreciendo valores individuales, y comprensi�n reduccionista a costa de la comprensi�n sist�mica.
La econom�a de mundo lleno, desaf�a a la econom�a de mundo vac�o que prevalece actualmente. El tiempo de duplicaci�n poblacional se ha acortado, lo cual complica la aceleraci�n enga�osa. Con una tasa constante de crecimiento el mundo pasar�a de medio lleno a totalmente lleno en un s�lo per�odo de duplicaci�n. Hay mucha evidencia de que la capacidad de carga a largo plazo se alcanza a menos del 40% actual, ya que s�lo est� a un tiempo de duplicaci�n para llegar al 80%, una cifra que representa lleno excesivo.
La Tierra en su estado natural, no habr�a podido mantener a m�s de diez millones de personas cuyo genero de vida fuera recolectar alimentos; esto significa un individuo por cada diecis�is kil�metros cuadrados de tierra firme. En estas circunstancias, en zonas de fertilidad natural promedio, los cazadores no eran capaces de proveer a grupos mayores de 200 personas. La domesticaci�n de animales y la agricultura permitieron aldeas con poblaciones de 200 a 300 personas. As� regiones que en la �poca preagr�cola habr�an podido alojar un millar de personas, en el per�odo agr�cola eran capaces de albergar medio mill�n de personas, divididas en unas 2 mil aldeas. Este fen�meno aceler� el ritmo del cambio tecnol�gico y al final condujo a la aparici�n de las ciudades de 300 mil habitantes y hasta 3 millones en toda una regi�n, y adem�s algo muy importante, que algunas personas dedicaran todo su tiempo a actividades distintas del cultivo de la tierra.
El uso de los animales de tiro, permite por cada uno de ellos, el equivalente de quince veces la fuerza de un hombre. Una clave importante en la evoluci�n cultural del hombre fue su capacidad de controlar la energ�a, por lo que conceptos como civilizaci�n y uso controlado de energ�a son inseparables.
La f�cil disponibilidad de energ�a en grandes cantidades y la invenci�n de la m�quina de vapor, creaba un nuevo ambiente en que la demanda de energ�a per c�pita aumento con rapidez, cre�ndose un nuevo ambiente del cual brotar�a la cultura de la m�quina, donde un litro de gasolina quemado en una maquina de un caballo de fuerza, produce un rendimiento de energ�a equivalente a siete d�as-hombre de arduo trabajo f�sico y con costos tan bajos que equivale a comprar mano de obra al precio de 2.5 pesos por hombre-d�a. El motor de combusti�n interna condujo a un considerable incremento en la producci�n agr�cola y ganadera por hora-hombre de trabajo, y a una disminuci�n de costos en funci�n de la energ�a.
El promedio de consumo de energ�a per c�pita es un buen �ndice de la riqueza individual en un pa�s. Los pa�ses ricos consumen como promedio 130 veces m�s energ�a por persona al a�o que la utilizada por los m�s pobres. El consumo de energ�a mundial ha aumentado unas 1800 veces el total de la necesidad humana cuando el hombre era todav�a un recolector de alimentos. En 1960 la persona promedio en un pa�s rico consum�a 18.5 m�s energ�a que la de un pa�s pobre. Para 1970 se hab�a elevado a 20.5, y para 2020 se espera que la relaci�n llegue a 40. Si contin�an los �ndices de crecimiento poblacional mundial de 1970, para el a�o 2020 ser� de 10500 millones de habitantes de los cuales unos 1400 ser�an ricos y unos 8500 ser�an pobres y el consumo total de energ�a en el mundo ser�a de unos 100000 millones de toneladas de carb�n mineral por a�o, donde la parte rica se caracterizar� por una opulencia creciente y la pobre por un aumento de poblaci�n, fen�menos que a su modo estar�n determinando el destino de la humanidad. Estos �ndices de crecimiento, sencillamente no pueden mantenerse por mucho tiempo, y algo tiene que cambiar antes del 2020, Brown(1982).
Poco a poco fue descubri�ndose que los resultados de esfuerzos hechos en una investigaci�n sistem�tica aplicada pod�an ser muy valiosos. En 1850 la agricultura aport� ingresos tres veces superior al de la industria; un siglo despu�s la industria aportaba cuatro veces m�s que la agricultura, y para 1975 la exced�a por un coeficiente de 7. Como podemos ver, la tecnolog�a y la ciencia son los �nicos campos de la actividad humana en el que ha habido progreso; no ha habido un avance correspondiente en la sociabilidad humana, a pesar de que en este terreno son una necesidad apremiante. El gran negocio de los pa�ses ricos, sigue siendo comprar barato los recursos naturales de los pa�ses pobres y vend�rselos ya elaborados a precios caros en los cuales ya va incluido el mayor bienestar de sus trabajadores.
En 1960, el presidente Eisenhower advirti� al pueblo estadounidense de los peligros del consorcio militar-industrial que hab�a surgido a ra�z de la segunda guerra mundial, la advertencia fue muy pertinente, pero en gran parte no se hizo caso de ella; ese consorcio es hoy mayor y m�s poderoso que nunca. Durante muchos a�os Estados Unidos y la Uni�n Sovi�tica han sido los gigantes en el negocio de exportaci�n de armas, increment�ndose a un ritmo exponencial las compras en los pa�ses en desarrollo. La transferencia masiva de armas convencionales ha conducido a un surgir de organizaciones militares grandes y efectivas, que tienen una voz poderosa en sus respectivas naciones, para hablar en pro del incremento de su correspondientes poder�os militares. A su vez los pa�ses en desarrollo, hambrientos y mal alimentados no pueden funcionar como conviene; un gran n�mero de ni�os menores de cinco a�os, cuando no mueren, sufren lesiones biol�gicas graves que los incapacitan para su vida futura, y si bien los pueblos bien nutridos no son por necesidad felices, la alimentaci�n suficiente es a todas luces elemento esencial para una vida satisfecha y significativa.
RESISTENCIA AMBIENTAL, CAPACIDAD DE SOSTEN Y EQUILIBRIO EN ECOSISTEMAS
La estructura y funcionamiento de un ecosistema son mantenidos por retroalimentaciones sinerg�ticas entre organismos y su medio ambiente.
El flujo de energ�a y los ciclos biogeoqu�micos establecen un l�mite superior a la capacidad de sost�n y equilibrio de los ecosistemas. Una vez alcanzado el equilibrio puede ser muy estable, y la dificultad para salir de �ste es algo com�n a los seres vivos, pero a la vez puede ser un consuelo, pues demuestra la el�stica capacidad de resistencia de todas las formas de vida.
El cambio existe y los equilibrios se rompen y es incuestionable adem�s que nuestros logros tecnol�gicos son capaces de causar v�rtigo, y quiz�s el ego�smo y el engreimiento que caracterizan nuestra �poca est�n justificados, pero un orgullo tal de nada sirve contra las fuerzas impersonales de la resistencia ambiental y una cosa es segura que tarde o temprano, de una manera u otra, chocaremos con la resistencia ambiental. La cuesti�n es c�mo operar� dicha resistencia y cu�ndo experimentaremos su pleno impacto, donde no tan s�lo hay restricciones al crecimiento, sino que incluso es posible que se reduzca, especialmente si el sistema ha sido explotado en exceso.
Ninguna sociedad est� ansiosa de efectuar cambios fundamentales, que son simplemente, demasiado amenazadores. En varios sentidos el mundo actual est� lejos de un estado de equilibrio, y la calidad del futuro depender� de la eficacia con que nos adaptemos a las fuerzas del cambio que operan actualmente, de la prudencia y la creatividad con que nos empe�emos en encontrar un nuevo equilibrio. Debemos apoyar los objetivos de una ecolog�a cient�fica para la Tierra, cuyos recursos deben evaluarse, controlarse, y preservarse, basados en criterios cient�ficos y no en preconcepciones irracionales, afirmando la responsabilidad y los deberes de la ciencia hacia la sociedad en su conjunto.
Si somos capaces de ver con mayor claridad qu� conflictos son reales y cu�les son ficticios, podremos movernos hacia un mejor equilibrio entre nuestros aut�nticos objetivos. Si se adoptan las pol�ticas adecuadas no existe un conflicto real entre crecimiento econ�mico y el entorno, Debemos suponer alg�n t�rmino medio entre objetivos que compiten entre s�, o lo que es lo mismo, alcanzar un equilibrio. La pobreza es generalmente, el peor enemigo del medio ambiente, donde el suministro de agua potable, cuidados sanitarios y una adecuada nutrici�n son factores vitales a resolver. La pobreza ha contribuido a la deforestaci�n en diversos pa�ses, destruyendo una fuente valiosa de renta en forma de madera, erosi�n del suelo y reducci�n de fuentes de abastecimiento de agua, sin embargo su agricultura tradicional, respeta la necesidad de sostenibilidad y regeneraci�n y es la modernizaci�n de las t�cnicas agr�colas las que causan a veces una mayor degradaci�n ambiental, tendiendo a destruir la sostenibilidad a largo plazo de esas �reas.
En resumen, una causa principal de degradaci�n ambiental es la combinaci�n de poblaci�n creciente con falta de medios de vida que no sean los que degraden el entorno. Un hombre que no est� seguro de c�mo obtener la pr�xima comida para su familia dif�cilmente se preocupar� por los posibles problemas de la posteridad.
Las personas ven la misma situaci�n de diversas maneras y este celo unilateral nos ha conducido a las guerras. El "h�roe tr�gico" se niega a aceptar compromisos y se muestra intransigente con cualquiera que est� en desacuerdo con �l, se toma a s� mismo demasiado en serio y su compa��a suele ser desagradable para todos.
Por el contrario el "h�roe c�mico" queda relegado a la condici�n de buf�n rastrero y tonto, aunque inocuo. Su meta es simplemente sobrevivir y divertirse lo mejor posible, no est� dispuesto a pelear e intenta superar en astucia a sus enemigos y a las autoridades. Sus victorias son peque�as; para �l, lo importante son la supervivencia y la vida, y no hay causa por la cual valga la pena morir; es amigo de la vida y se toma las cosas como son. Se ha dicho que el verdadero hero�smo est� en ver el mundo como es y amarlo as�, pero; �ser� que ha llegado el tiempo de perder la dignidad y de rendir homenaje a esas virtudes?
Cada disciplina no es tan s�lo un cuerpo de conocimientos, sino tambi�n un punto de vista. Hay muchas maneras de interpretar las experiencias hist�ricas, pero lo que importa finalmente es el proceso mediante el cual evoluciona un equilibrio y c�mo se rompe. La p�rdida de confianza en que el gobierno ser� capaz de resolver nuestros problemas estimular� la adaptaci�n individual, permitiendo un ritmo de cambio m�s ordenado y con m�s tiempo para buscar las alternativas. Los grandes l�deres son los que con m�s claridad entienden las tendencias de su �poca y los que supieron sacar partido de ellas. En la historia hay una vasta din�mica que se encamina por donde quiere y que es sumamente resistente a todos los esfuerzos que se hagan por encauzarla. Los programas que tratan de contrarrestarla no tienen �xito por m�s energ�a que se ponga en llevarlos a la pr�ctica. Mientras que los que siguen la tendencia de la �poca funcionan sin tropiezos y virtualmente se realizan solos, Jonhson(1981).
La cantidad y n�mero de organismos, y el n�mero de niveles tr�ficos que pueden existir en un ecosistema, depende de su disponibilidad y eficiencia energ�tica. Las perturbaciones naturales son parte del desarrollo y de la evoluci�n de los ecosistemas. Si no se les permite entrar al ecosistema, �ste se vuelve m�s fr�gil, con el riesgo de una destrucci�n masiva y extensa, con perturbaciones mayores. La diversidad de las especies aumenta la productividad de los ecosistemas, al utilizar un mayor n�mero de caminos posibles para el flujo de energ�a y el ciclo de nutrientes, proporcionando al ecosistema la elasticidad para responder a sorpresas inesperadas. No es sencillamente la diversidad lo que resulta importante; es la forma como la diversidad est� organizada en un sistema completo y coherente, y es esta organizaci�n de un sistema junto con su elasticidad y productividad, lo que determina conjuntamente la salud total del sistema. La mayor�a si no todas las funciones del ecosistema son, a largo plazo, ben�ficas para la sociedad.
LOS SISTEMAS ECOL�GICOS, LA HUMANIDAD Y LA COMPLEJIDAD
Las leyes naturales son absolutas e inmutables y funcionan independientemente de los valores y juicios humanos. Por eso debemos identificarlas y obedecerlas si deseamos ajustarnos al orden natural. Debemos tratar tambi�n de comprender los factores que gobiernan y regulan el desarrollo, estructura y funcionamiento de los sistemas naturales. La naturaleza se rige por estas leyes y mediante la selecci�n natural, los sistemas se adaptan a las condiciones del ambiente local.
Es decir que la vida en nuestro planeta se caracteriza por su capacidad reproductiva, evolutiva y adaptativa, y se organiza por niveles de complejidad que aumentan con el tama�o del sistema. Absorci�n, concentraci�n y regulaci�n de los flujos de materia y energ�a entre los componentes del sistema dependen de su organizaci�n estructural y son ejemplos de procesos que contribuyen al flujo �ptimo de energ�a.
Un sistema con gran complejidad estructural s�lo puede existir si el ambiente f�sico es lo suficientemente ben�volo para mantener su organizaci�n. Con un �ptimo flujo de energ�a, aumenta al m�ximo el trabajo que rinde un sistema y por consiguiente mejora su condici�n competitiva y as� el sistema mejor acoplado al ambiente, con esta ventaja competitiva, ser� el sistema con la mayor probabilidad de sobrevivir. Interesa poder conocer las adaptaciones estructurales al ambiente f�sico y biol�gico al cual se expone el sistema y saber c�mo y porqu� su propia organizaci�n contribuye a su funcionamiento y por lo tanto a los flujos de energ�a a trav�s del ecosistema, Lovelock y Margulis (1973), Haken (1987).
La biosfera es capaz de abastecerse por s� sola de todas las substancias y alimentos necesarios para mantener la vida, y ninguna especie puede sobrevivir aislada del resto de este gigantesco sistema. Un regulador de ecosistemas es una especie que utiliza una porci�n de los recursos del sistema, y a cambio ejecuta acciones especializadas que son necesarias y de provecho para la sobrevivencia de ese sistema. Los animales son reguladores de ecosistemas ya que hacen posible el flujo de energ�a a trav�s de �ste. Pero muchas veces las acciones humanas alteran la estructura y funci�n de los sistemas naturales, sin embargo, debemos comprender que entre una especie y el sistema que la contiene hay una relaci�n din�mica, en la cual ambas partes tienen la capacidad de evolucionar y adaptarse.
En las leyes biol�gicas existe subordinaci�n de las partes y de los mismos procesos que lo componen. Niveles de orden superior implican nuevas leyes que no son deducibles de los niveles inferiores, con el poder de desarrollarse espont�neamente hacia estados de mayor heterogeneidad y complejidad, Hraber y Milne (1997), Jorgensen et al. (1998), Kauffman (1993), Langton (1990), Ritter et al. (1998), Ritter et al (2000�), Ritter et al (2000b), Ritter et al (2002), Ritter et al (2004).
ESTABILIDAD Y FRAGILIDAD EN SISTEMAS COMPLEJOS ADAPTATIVOS Ritter et al. (1992), Ritter et al (2000 a), Ritter et al(2000b), Ritter et al. (2004). La teor�a Gaia se�ala que el clima y la composici�n qu�mica de la Tierra se conservan por largos per�odos de tiempo debido a su homeostasis, hasta que fuerzas externas e internas los conducen a nuevos niveles de estacionaridad.
Los sistemas complejos relacionados por muchos v�nculos suelen ser los m�s estables, donde la estabilidad de estos sistemas depende de muchos factores, como son el tama�o, cantidad y diversidad de los subsistemas que abarque, y el tipo y grado de conectividad que exista entre ellos. Esta estabilidad es muy importante ya que cada vez que realizamos un cambio en cualquier sistema complejo, debemos esperar que haya resistencia al cambio y finalmente se alcance un nuevo equilibrio el cual debemos analizar en su pertinencia.
El equilibrio observado en la naturaleza podemos considerarlo como una propiedad emergente y al modificar el ambiente algunas especies se extinguir�n mientras que otras se convertir�n en dominantes, pero despu�s de romper el equilibrio inicial, surgir� otro nivel de equilibrio de forma natural, donde es necesario comprender la din�mica de este nuevo sistema para beneficiarse de �l. Lotka y Volterra intentaron comprender las interacciones complejas entre un bosque y la diversidad de sus especies, fallando sus modelos al tratar de explicar la gran estabilidad a largo plazo de los ecosistemas complejos de las selvas tropicales, sugiriendo que la fragilidad de los ecosistemas aumenta con la diversidad. Lo que no quiere decir que los sistemas complejos sean menos estables que los sencillos, sino que tanto un sistema complejo en un medio ambiente de nivel bajo de fluctuaciones aleatorias, como un sistema sencillo con ambientes de un alto nivel de fluctuaci�n aleatoria presentan la misma probabilidad de sobrevivir.
De otra manera, que los sistemas tropicales presentan menos capacidad de sobrevivir las perturbaciones de impacto humano que los bosques templados. Dado que todos los animales y plantas que se encuentran en un ecosistema compiten o se devoran entre s� para conseguir energ�a, la totalidad del entramado de la vida tiene sus v�nculos formados por una serie de intercambios de energ�a que se deben optimizar si la especie desea sobrevivir. La vida en nuestro planeta se caracteriza por su capacidad reproductiva y evolutiva y se organiza en base a niveles de complejidad. Es a nivel de ecosistema donde se incluyen todos los elementos f�sicos, qu�micos y geol�gicos necesarios para sostener la vida de forma permanente y, por lo tanto es la unidad b�sica del planeta.
Los componentes bi�ticos de un ecosistema se estudian en base a su diversidad de especies y a los correspondientes patrones de abundancia en el tiempo y el espacio, donde adem�s sus procesos internos de regulaci�n permiten al sistema funcionar como un todo, en armon�a con su medio f�sico. La Bioclimatolog�a estudia los sistemas naturales buscando las leyes y factores que los gobiernan y regulan su estructura y desarrollo, donde interesa poder describir las adaptaciones estructurales al ambiente f�sico y biol�gico al cual se expone el sistema y as� elucidar c�mo la propia organizaci�n contribuye a su funcionamiento y por ende al flujo optimo de energ�a a trav�s del ecosistema.
CLASIFICACI�N DE ECOSISTEMAS Y CRITERIOS FUNCIONALES DE ESTABILIDAD Y PRODUCCI�N
Una clasificaci�n de ecosistemas, basada en criterios funcionales resulta m�s �til a los planeadores y administradores de la Tierra, donde el estudio de la funci�n se dirige a procesos tales como el flujo de energ�a, productividad, ciclos de nutrientes y periodicidades. Generalmente se describe el comportamiento de alg�n sistema ecol�gico en respuesta a un grupo espec�fico de condiciones clim�ticas y, una vez que las instrucciones generales de operaci�n del sistema son conocidas, el comportamiento del sistema en respuesta a cualquier ambiente constante o cambiante puede ser pronosticado. El equilibrio termodin�mico y de otro tipo, no es el destino ni el objetivo de los sistemas vivos, simplemente porque como sistemas abiertos, est�n asociados a los cambios y fluctuaciones de su medio ambiente.
En el caso de ambientes fluctuantes, el ecosistema estar� compuesto de especies con una raz�n reproductiva alta y menores requerimientos especiales; con menor diversidad y menor complejidad y su flujo de energ�a por unidad de biomasa permanece relativamente alto. Poblaciones y comunidades est�n influenciadas no solamente por factores f�sico-clim�ticos e interacciones bi�ticas sino tambi�n por la estocasticidad demogr�fica. Un ecosistema que no est� sujeto a perturbaciones fuertes del exterior, cambia de manera progresiva, pronosticable y direccional, convirti�ndose en m�s maduro, con incrementos de la complejidad de su estructura y minimizaci�n del flujo de energ�a por unidad de biomasa, Mingers (1995), Patten (1991), Foerster y Zoff (1962), Prigogine (1989), Glandsdorv y prigogine (1971), Margalef (1968), Margalef (1980), May (1972a), May (1972 b), Ritter y Pati�o (2000).
Aunque para per�odos de largo plazo podamos observar que el n�mero promedio de individuos en una poblaci�n puede ser relativamente estable, en el corto plazo tienden a fluctuar alrededor de su valor promedio. Algo clave para entender la din�mica de las comunidades ecol�gicas en el corto tiempo, es la de obtener un mayor conocimiento de qu�, es lo que determina la fluctuaci�n interna de la poblaci�n. Pero tambi�n ser�a de gran utilidad en tratar de pronosticar los efectos posibles de los cambios naturales o inducidos por el hombre, como los que ocurren cuando una poblaci�n es explotada o cuando los patrones clim�ticos son alterados, Seara(1995), Gay y Estrada (2001), Schneider (1994), Schneider y Londer (1984), Vitousek (1994), Root y Schneider (1995), Gribbin (1982).
Una vez que la comunidad ha alcanzado su equilibrio, la mayor fuerza de perturbaci�n del balance es el clima, ya sea de largo plazo o por episodios repentinos, tales como tormentas o cambios de temperatura. Todo lo que observamos en la historia de las poblaciones, ya sea su regularidad o aparente aleatoriedad o cualquier combinaci�n de las dos, se dice que es resultado de fuerzas externas tales como cambios en el clima. Cambios poblacionales, pueden llevar a la comunidad a mayores niveles de diversidad de especies, donde los parches naturales de los diferentes ambientes, reflejan peque�as pero muy importantes variaciones en las condiciones f�sicas del entorno. Las poblaciones, no s�lo fluctuar�n en tama�o conforme transcurran en el tiempo, sino tambi�n su distribuci�n en el espacio presentara una distribuci�n de conglomerados o parches, que emergen de la misma naturaleza, Levins (1968a), Levins (1970b), Slobodkin y Sanders (1969), Roughgarden (1972), Conway y Murdie (1972). Cuando el clima o agente externo sea m�s estable, el suplemento de recursos para la poblaci�n ser� tambi�n m�s estable.
DESARROLLO DE ECOSISTEMAS, EFICIENCIAS E INTERFERENCIAS DEL AMBIENTE F�SICO
En los primeros pasos del desarrollo de un ecosistema, las especies predominantes producen gran cantidad de cr�as, la mayor�a de las cuales muere, porque son vulnerables a los cambios en el medio ambiente y hay un uso ineficiente de la energ�a en su producci�n y sobrevivencia. Observ�ndose que el n�mero total de pobladores con posibilidades de vivir en un lugar y tiempo determinado est� dado por el medio ambiente de su entorno, en funci�n de su capacidad de sost�n del sistema o por el n�mero de espacios o nichos que ofrece el medio ambiente. En esta etapa temprana, el medio ejerce el rol dominante y ejerce extrema presi�n en la selecci�n de las especies. Pero al madurar el ecosistema desarrolla su estabilidad interna en coherencia con el medio, que a su vez crea las condiciones que soportan un uso m�s eficiente de la energ�a y protecci�n de la demandas del medio.
En la evoluci�n de estos sistemas din�micos se ha observado que es el desequilibrio la condici�n necesaria para el crecimiento del sistema. Es decir que como sistemas abiertos usan el desequilibrio para evitar el deterioro, llam�ndoseles estructuras "disipativas" porque disipan la energ�a a fin de encontrar nuevas formas de organizaci�n, raz�n por la que tambi�n se les conoce como sistemas auto-organizativos. Un ecosistema con una estructura compleja es rico en la relaci�n productividad/biomasa, que mide el metabolismo por unidad de biomasa. Su tasa de cambio es negativa a lo largo de la sucesi�n. El cociente biomasa/productividad puede definirse como la cantidad de informaci�n que puede ser mantenida con un gasto definido de energ�a potencial. El concepto de informaci�n est� sustentado en la segunda ley de la termodin�mica.
Se toma la informaci�n en el sentido de algo a lo que la vida ha llegado a trav�s de una serie de decisiones y que influye de una u otra manera en posibles futuros eventos, utilizando t�rminos como: desorden, orden, entrop�a negativa, naturaleza retroactiva u organizaci�n, construyendo lo que se llam� causalidad circular. La estabilidad y el cambio pueden explicarse como diferentes �rdenes de retroalimentaci�n. La "entrop�a organizacional" ser� una medida del costo energ�tico por unidad de desarrollo y puede extenderse para cubrir un amplio rango de ambientes.
La tendencia a mantener el equilibrio interno a trav�s de mecanismos reguladores complejos, revela un equilibrio est�tico, un estado estacionario, conocido como homeostasis, mientras que la morfog�nesis se da en los sistemas m�s permeados al entorno, con flexibilidad en las reglas de su funcionamiento, que le permiten, frente a situaciones de crisis, modificar sus pautas y reacomodarse a la nueva situaci�n. Proceso que posibilita que el sistema madure, alcanzando niveles evolutivos superiores, acumulando experiencias que lo llevar� a sortear nuevas dificultades con menor gasto de energ�a, Sole y Bascompte (1998), Fordham et al. (1997), Gathmann y Williams (1998), Kot et al.(1988), Schaeffer (1985), May (1976).
La madurez tiene un doble significado; en su aspecto estructural puede ser medida en t�rminos de diversidad o de complejidad a trav�s de un cierto n�mero de niveles. En los aspectos relacionados a la materia y energ�a, puede ser medida como producci�n primaria por unidad de biomasa total. Los organismos peque�os, generalmente muestran un menor grado de organizaci�n y madurez que los mayores, quienes muestran patrones definitivos de distribuci�n. Pero, a�n para escalas locales, la distribuci�n de organismos no es aleatoria, demostr�ndose la existencia de leyes naturales capaces de pronosticar patrones ecol�gicos. Si los patrones de abundancia relativa, resultan de la interacci�n de muchos factores independientes, una distribuci�n log-normal, es pronosticable por la teor�a y es lo generalmente encontrado en la naturaleza. En grupos relativamente peque�os y homog�neos de especies, donde un factor pueda predominar o ser el factor limitante, nos lleva a distribuciones de "vara rota", mientras que lo opuesto nos lleva a distribuciones logar�tmicas. Esto es, que la distribuci�n log-normal refleja el "teorema de l�mite central" � "ley de los grandes n�meros". En cambio, existen circunstancias especiales donde se observan la distribuci�n de "vara rota", "series geom�tricas" o "distribuciones logar�tmicas"; �stas reflejar�n las caracter�sticas intr�nsecas de la comunidad biol�gica.
Necesitamos una teor�a general que pronostique la abundancia relativa de las especies individuales en cada una de las distribuciones anteriores, ya que es inconcebible para muchas personas que ante la posibilidad de colapso de la biodiversidad no exista todav�a una teor�a general de la biodiversidad. La biodiversidad es la suma total de todas las variaciones biol�gicas desde poblaciones de microbios a elefantes y comunidades de multiespecies y de ecosistemas a paisajes y niveles globales de organizaci�n bi�tica. Agregando la especiaci�n a la teor�a biogeogr�fica de islas, se obtiene una teor�a unificada que genera un n�mero adimensional que controla no solamente la riqueza de especies, sino tambi�n la distribuci�n de la abundancia relativa de especies, relaciones �rea-n�mero de especies, conocido como "el n�mero fundamental de la biodiversidad", el cual puede ser estimado de la abundancia relativa y as� obtener informaci�n acerca de las tasas de especiaci�n y tama�os de las metapoblaciones y metacomunidades, examinando las consecuencias te�ricas de considerar que las comunidades ecol�gicas est�n estructuradas enteramente por la deriva ecol�gica, migraci�n y especiaci�n aleatoria, Patten (1971,1991), Pielou(1969), Rosen (1970), Conway y Murdie (1972).
ECONOM�A DE LA NATURALEZA Y LA LEY DEL TODO
Existe una econom�a en la naturaleza, obedeciendo a un conjunto relativamente peque�o de leyes fundamentales, el movimiento y el cambio surgen del universo como un todo. Esta nueva din�mica demuestra que todo movimiento y cambio surgen de una ley del todo y que los patrones y sucesos de la naturaleza son la expresi�n de esta unidad fundamental. Por intermedio de complejos procesos biol�gicos y geof�sicos, la tierra, agua y atm�sfera est�n �ntimamente ligadas entre s� y un mayor conocimiento de las interacciones entre ecosistemas regionales, puede ser de gran ayuda al tratar de optimizar la contribuci�n de los recursos naturales para un mayor bienestar del ser humano.
Los ecosistemas no tienen un estado de equilibrio �nico que prefieran. En vez de ello, tienen numerosos equilibrios que tambi�n evolucionan con el paso del tiempo. Cuando los flujos clim�ticos externos cambian, la estabilidad f�sica es violada y el sistema entra a un nuevo estado de equilibrio din�mico. Es decir que existe un nivel de perturbaci�n, arriba del cual la estabilidad tanto de la biota como de su ambiente se pierden. Los sistemas fuera del estado de equilibrio se manifiestan como sistemas complejos que evolucionan hacia estados crecientes tanto de tama�o como de complejidad, hacia niveles m�s elevados de organizaci�n y dinamismo as� como de una m�s estrecha interacci�n con el medio f�sico (clima).
Las respuestas de estos sistemas a los cambios desestabilizadores de su medio se manifiestan a trav�s de saltos e impulsos comparativamente bruscos y son de la mayor importancia para entender la din�mica de evoluci�n de los diversos dominios de la naturaleza. Donde el estar m�s alejados del equilibrio termodin�mico m�s sensibilidad de respuesta se manifiesta al cambio de sus estructuras y m�s refinados ser�n tambi�n los ciclos y procesos de retroalimentaci�n que los mantiene, Prigogine (1989), Glandsdorv y Prigogine (1971), Schuster (1984), Tabor (1989), Nicolis y Prigogine (1977).
La vida no es el mantenimiento o restauraci�n del equilibrio, sino el mantenimiento del desequilibrio, es una tendencia inexorable hacia formas superiores de existencia y una imagen de las tendencias de las fuerzas del universo. No es un receptor pasivo de est�mulos exteriores, sino un creador activo del medio que le rodea, representando orden, regulaci�n y automantenimiento, a la vez que regulaci�n y cambio continuo y lo m�s curioso es que aparenta seguir un prop�sito.
Las estructuras disipativas no s�lo se mantienen en un estado estable lejos del equilibrio, sino que pueden incluso evolucionar. Cuando el flujo de materia y energ�a a trav�s de ellas aumenta, pueden pasar por nuevas inestabilidades y transformarse en nuevas estructuras de complejidad incrementada, donde las inestabilidades y saltos a nuevas formas de organizaci�n son el resultado de fluctuaciones internas, amplificadas por bucles de retroalimentaci�n positiva, apareciendo como fuentes de un nuevo orden.
SISTEMAS DE CONTROL, ENFOQUE SIST�MICO, COEVOLUCI�N Y PROCESOS EMERGENTES
MADUREZ, ORGANIZACI�N Y DISTRIBUCI�N DE PATRONES ECOL�GICOS
La naturaleza es creadora, pero por definici�n el creador es tambi�n un destructor Los ecosistemas pueden ser entendidos como sistemas en el sentido de la Teor�a General de Sistemas y son el ejemplo m�s complejo de un sistema de control. Considerando a la biodiversidad como un asunto de profundo significado para el futuro de la humanidad y la vida, la cual es sin�nimo de riqueza y abundancia relativa de especies, Bertalanffy (1968), Emery (1969), Lilienfeld (1978).
La naturaleza s�lo es sencilla en sus causas y su econom�a consiste en producir un gran n�mero de fen�menos, a menudo muy complicados, mediante un peque�o n�mero de leyes generales. La sencillez es la base de la complejidad y el complicado comportamiento del mundo, no es m�s que una complejidad superficial que surge de una profunda sencillez. La historia de la Tierra es un relato dram�tico, una sucesi�n de mundos desaparecidos que, por medio de la transformaci�n de la atm�sfera y una revoluci�n biol�gica nos ayuda a comprender nuestro pasado y nos llevan hasta el mundo que conocemos hoy. Las especies aparecen y desaparecen en una sucesi�n geol�gica de extinciones que ponen de manifiesto la fragilidad de las poblaciones en un mundo de competencia y cambio ambiental. La impresi�n general que surge de la larga historia planetaria es la de interacciones entre organismos y ambientes (coevoluci�n), reflejando la continua acci�n reciproca entre las posibilidades gen�ticas y las oportunidades ecol�gicas, Gould (1989), Gould y Eldredge (1972).
La vida naci� por mediaci�n de procesos f�sicos (tect�nicos, oceanogr�ficos y atmosf�ricos) que sustentaron la vida, era tras era al tiempo que modificaban continuamente la superficie de la Tierra. La vida se expandi� y diversific� uni�ndose a los procesos tect�nicos y f�sico-qu�micos en la transformaci�n de la atm�sfera y los oc�anos hasta convertirse en una fuerza planetaria por derecho propio. La materia viva se origin� a partir de la materia inanimada por medio de un proceso evolutivo continuo. Toda estructura disipativa tiene la potencialidad de evolucionar, donde la emergencia tiene como resultado innovar y lo nuevo es a menudo cualitativamente diferente de los fen�menos de los que emergi�, Lewin(1992), Kauffman (1993), Green y Green(11977), Thom (1972), Mandelbrot (1983), Hogeweg (1988), Hubell(2001).
La mayor�a de los animales en estado salvaje experimentan per�odos de limitaci�n de energ�a, limitando lo que ellos pueden hacer en cuanto a movimiento, crecimiento, reproducci�n y producci�n de calor. La cantidad de energ�a que se recibe procedente de los alimentos debe equilibrar la cantidad de energ�a que se utiliza para vivir, si este delicado equilibrio se descompensa, la muerte est� asegurada, salvo que se pueda recuperar r�pidamente el equilibrio. En todas las especies de mam�feros y en muchos otros animales, la relaci�n entre el tama�o del cuerpo, la tasa metab�lica y la duraci�n m�xima de la vida es impresionante, donde la relaci�n entre el tama�o corporal y la tasa metab�lica se podr�a fijar con exactitud, lo que tiene implicaciones enormes en sus funciones, fisiolog�as, conducta, modo de vida y en la ecolog�a en general.
Los animales peque�os viven a una velocidad diferente, debido a su metabolismo fren�tico diferente a los de mayor tama�o, sin embargo el n�mero de latidos del coraz�n durante toda su vida es similar, lo que explica el porqu� los animales grandes vivan m�s tiempo. Una de las instituciones cruciales del planteamiento sist�mico ha sido comprender que la red es el patr�n de manifestaci�n preferido de la naturaleza, donde la funci�n de cada componente de esa red consiste en transformar o sustituir a los dem�s, de modo que la red entera se genera a s� misma de manera continua. La nueva manera de comprender la vida es la de que las formas y las funciones biol�gicas no est�n determinadas simplemente por un programa gen�tico, sino que son propiedades emergentes de la totalidad de la red, donde la din�mica no lineal y las nuevas matem�ticas por surgir de la necesidad de llegar a comprender estos patrones de manifestaci�n del mundo vivo, jugar�n un papel muy importante. Una comprensi�n plena de los fen�menos biol�gicos s�lo se dar� si se considera la biolog�a del fen�meno, las leyes f�sicas y qu�micas y la din�mica no lineal de los sistemas complejos.
En general existen las siguientes metas en el manejo de los recursos naturales y ambientales de una regi�n: a) La satisfacci�n de las necesidades humanas a trav�s del desarrollo econ�mico y humano. b) La conservaci�n de los recursos naturales a trav�s de su administraci�n sustentable. c) Evitar la degradaci�n del ambiente a trav�s de medidas de protecci�n probadas y confiables. La minimizaci�n de conflictos para lograr estas metas requiere del arreglo de convenios institucionales, adecuado financiamiento y recursos para investigaci�n. S�lo cuando se sabe qu� perjudica y cu�nto, es posible determinar la mejor manera de actuar para mejorar el estado de las cosas y es cuando se puede planear una estrategia correcta. La planeaci�n es absolutamente esencial, pues sin una planeaci�n cuidadosa, la ejecuci�n de la estrategia estar� destinada al fracaso, recordando que cuando se es muy lento para actuar nunca se har� lo necesario en el momento requerido.
Se deben establecer prioridades para las actividades y reconocer qu� actividades representan tareas desperdiciadas y cuales pueden resolverse por s� s�los con el tiempo, siendo cuidadosos en no exagerar en esfuerzos y compromisos. En vez de enfrentar el caos y cambiar con temor, se debe evaluar con calma y claridad las situaciones que puedan representar una oportunidad de mejora y ganancia. Se debe analizar cualquier problema por peque�o que pudiera parecer, mientras m�s pronto nos encarguemos de ellos, menos energ�a necesitar� para su soluci�n y menor ser� el espacio para que se desarrollen mayores complicaciones. Debemos esforzarnos por dominar el arte de la prevenci�n, donde si sabemos actuar a la primera se�al de s�ntomas preocupantes, corrigiendo condiciones indeseadas antes que se presenten y cultivando el arte de la oportunidad, podamos lograr mucho m�s en menos tiempo y con menos problemas, Slobodkin(1960, 1969), Lewontin(1969), Leaky(1995), Seara (1995), Emery (1969), Conway y Murdie (1972).
Mejores teor�as de biodiversidad son necesarias, para describir, manejar y proteger nuestros recursos, ya que entenderlas en sus or�genes, mantenimiento y p�rdida tiene una profunda importancia para el futuro de la humanidad y la vida como la conocemos.
CONCLUSIONES
El tipo de asociaci�n que va a caracterizar a la humanidad, de hoy en adelante, se basa en la comprensi�n de que todo est� vinculado entre s� y es interdependiente. Ahora es mayor que nunca la necesidad de entender que hay un contacto �ntimo entre la econom�a del desarrollo y el medio ambiente.
Las manifestaciones econ�micas se�alan tanto las causas medulares como el posible remedio de la degradaci�n ambiental. La buena econom�a y la buena ecolog�a deben ir de la mano en los pa�ses en desarrollo, factor esencial para la calidad de la vida, donde el ambiente es un determinante cr�tico de la cantidad, calidad y sustentabilidad de las actividades humanas y de la vida en general. Cuando se habla de la degradaci�n del medio ambiente, es importante considerarla en sus tres dimensiones, cantidad, calidad y diversidad as� como su interdependencia. Cualquier tipo de explotaci�n de los recursos no renovables lleva de un modo inevitable a su agotamiento parcial o total, as� como a la degradaci�n del paisaje y a la generaci�n de desechos. La cuesti�n no es c�mo prevenir o eliminar por completo la degradaci�n ambiental, sino c�mo reducirla al m�nimo o por lo menos mantenerla en un nivel que sea congruente con los objetivos de la sociedad.
La deforestaci�n debe ser aceptable si todos los costos se han tomado en cuenta, incluso los que provienen de la disminuci�n de la cantidad y la calidad o de la p�rdida de diversidad de los bosques. El problema es que quienes toman las decisiones suelen considerar los beneficios inmediatos de la conversi�n de un bosque, pero no los costos a largo plazo. Es comprensible que se juzgue indeseable la deforestaci�n en todas sus formas, no importa cu�l sea su justificaci�n econ�mica, sin embargo este �nfasis en los s�ntomas impide la formulaci�n de pol�ticas eficaces para lidiar con el problema.
Con frecuencia la prevenci�n es m�s eficaz, en t�rminos de costos, que la rehabilitaci�n. La explotaci�n excesiva, el uso ineficiente, la conservaci�n inadecuada y la falta de inversi�n para la regeneraci�n de los recursos naturales proviene de la incapacidad del mercado, o del gobierno, para asignar a dichos recursos un precio acorde con su escasez social, por ejemplo el agua de riego se provee en forma gratuita y no se hace ni el menor intento de recuperar el costo o de cobrar un precio que refleje el valor de escasez o el costo de oportunidad de ese recurso. Se dice que la sustentabilidad no se puede alcanzar si no hay crecimiento econ�mico, pero este crecimiento tambi�n tiene sus costos: agotamiento de los recursos, degradaci�n del medio ambiente, perturbaciones ecol�gicas y una desigualdad generalizada. Esos costos los deben afrontar las personas que los han generado.
El manejo cient�fico de los recursos naturales, provee de un �rea f�rtil para la aplicaci�n de las nuevas metodolog�as del enfoque sist�mico o Sistemas Pensantes con una visi�n integrada de los sistemas complejos. Sin embargo no deja de sorprendernos la poca atenci�n que en general se ha dado a los aspectos econ�micos de conservaci�n, donde el an�lisis econ�mico de las industrias basadas en los recursos naturales es pr�cticamente inexistente. Una posible explicaci�n en esta falta de aparente inter�s, puede estar en la naturaleza interdisciplinaria del problema, por lo que expertos en biolog�a, econom�a, climatolog�a y sociolog�a, tienen que admitir su ignorancia en el campo de los otros. Por �sta raz�n es necesaria la simulaci�n y construcci�n integrada de modelos din�micos bio-econ�micos con incorporaciones clim�ticas y ambientales as� como sociales, que es donde debe aterrizar finalmente toda modelaci�n de �ste tipo.
En primer lugar hay que identificar el problema con claridad, y describir los objetivos del estudio con precisi�n, teniendo en mente que vamos a estudiar la realidad como un sistema. El resultado de esta fase ha de ser una primera percepci�n de los elementos que tienen relaci�n con el problema planteado, por lo que debemos conocer los elementos que forman el sistema y las relaciones que existan entre ellos, incluyendo s�lo aquellos elementos que tienen una influencia razonable sobre nuestro objetivo que es la de proponer acciones practicas para solucionar el problema, basados en las cuatro etapas fundamentales del proceso de desarrollo y uso del modelo, las cuales, son las siguientes: Desarrollo del modelo conceptual; Desarrollo del modelo cuantitativo; Evaluaci�n del modelo y Uso del modelo. Grant et al.(2001), Watt(1968), Patten(1991), Rosen(1970).
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Wieger, R. G., Owen, D. F.(1971) Trophic structure, available resources and population density in terrestrial versus aquatic ecosystems. J. Theor. Biol. 30, 69-89.
En Globalizaci�n: �Qu� es la competencia y la especulaci�n econ�mica?
Julio 2010 �Qu� es la creatividad?
Junio 2010 �Qu� son y por qu� se dan los eventos catastr�ficos del clima?
Mayo 2010 �Qu� es la Bioclimatolog�a Sist�mica?
Mayo 2010 �Por qu� colapsan los imperios?
Abril 2010 �Qu� es la visi�n transdisciplinaria de las ciencias, las estructuras disipativas y la autoorganizacion?
Abril 2010 �Qu� es el cambio clim�tico y qu� tan efectivo es su pron�stico?
Marzo 2010 �Las nuevas realidades, una visi�n sist�mica de la complejidad del mundo?
Marzo 2010 �Qu� es la realidad?
Agosto 2003 Las Maravillosas Conexiones Ocultas de la Vida: Agroecolog�a versus Biotecnolog�a Tahim� P�rez Espino,
Walter Ritter Ortiz, Alfredo Ramos Vazquez, Juan Suarez, S�nchez WALTER Ritter Ort�z y TAHIM� E. P�rez Espino
Agosto 2010(Volver a p�gina inicial)
Como conservar la biodiversidad en regiones de M�xico ante la marginaci�n ind�gena y la escasez de informacion
Alfredo Ramos V�zquez
Estelita Palma Silva1
1Instituto Tecnol�gico Superior de San Miguel el Grande.Introducci�n.
En M�xico las comunidades peque�as, apartadas, marginadas e ind�genas han recibido poca atenci�n tanto por las instituciones gubernamentales como por las instituciones acad�micas, por lo que la informaci�n que existe de ellas es muy escasa. Tal es la situaci�n de la Comunidad de Nuevo Allende, Santa Cruz Itundujia, Putla, Oaxaca, que se ubica dentro de la Sierra Madre del Sur. En esta comunidad, la informaci�n ambiental es nula o m�nima, mientras que la informaci�n social es adecuada pero desactualizada producto de los datos que genera el Instituto Nacional de Estad�stica, Geograf�a e Inform�tica (INEGI).
As� mismo, aunque el municipio y la comunidad se ubican en una regi�n con muchos tipos de ecosistemas y por tanto con una diversidad biol�gica muy alta, no es considerada ni siquiera por la Comisi�n Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO), lo cual nos indica la escasa informaci�n que existe de la regi�n y por tanto la nula protecci�n de �sta.
Ante esto, debemos preguntarnos a qu� nivel de detalle est�n trabajando las instituciones mexicanas para preservar su biodiversidad y como lo est�n realizando, porque al parecer est�n ignorando aquellas �reas con gran diversidad de especies, por el s�lo hecho de no contar con datos y que potencialmente no se generar�n por mucho tiempo y, posiblemente la vegetaci�n en �stas �reas desaparezca antes de ser estudiada; a menos que se d� un cambio y se invierta lo suficiente para generar los conocimientos y, se protejan aquellas �reas que cuenten con gran biodiversidad o al menos se generen los esquemas para dicha protecci�n. De no lograrse lo anterior estaremos perdiendo el uso potencial de estas especies y el paisaje que ofrecen regiones como Nuevo Allende, adem�s de reducir la diversidad gen�tica de las poblaciones silvestres y se afectar� el futuro de los pobladores de estas regiones, ya que los bosques son esenciales para su sobrevivencia
El caso Nuevo Allende.
- Localizaci�n y panorama general.
- Condiciones f�sico-biol�gicas.
- Aspectos sociales y econ�micos.
�C�mo conservar la biodiversidad en regiones como Nuevo Allende?
Es dif�cil visualizar como se pueden conservar los ecosistemas y la biodiversidad en regiones como la comunidad de Nuevo Allende, ya que �sta no contaba con suficiente informaci�n ambiental o la que exist�a de acuerdo con las instituciones (INEGI y CONABIO) encargadas de producirla es inexacta, debido a que consideran menos de la mitad de los ecosistemas que hay en la comunidad, producto de la escala que utilizan y la escasa informaci�n que existe en la regi�n. Por otro lado, las comunidades o ejidos que quieran acceder a los programas de la Comisi�n Nacional Forestal (CONAFOR) necesitan presentar su carpeta b�sica que incluye el deslinde y plano definitivo del �rea que ocupa la comunidad, lo cual en comunidades como �sta es dif�cil, ya que no existen dichos datos y por tanto est�n excluidas de dichos programas. Y aunque presentaran dichos planos y deslindes no se cuenta con informaci�n relevante tanto f�sica como biol�gica de estas comunidades y, por tanto, es dif�cil visualizar como deben ser manejadas, protegidas o conservadas; es decir, como proteger lo que no se conoce producto de la falta de informaci�n.
Por otro lado, CONABIO no considera esta regi�n dentro de sus �reas prioritarias debido a que cuando delimit� dichas regiones, ninguno de sus expertos e invitados especiales conoc�an adecuadamente el �rea y, por tanto simplemente no la consideraron y tambi�n, excluyeron al municipio del que pertenece dicha comunidad cuyo nombre es Santa Cruz Itundujia, el cual presenta una gran diversidad de ecosistemas que incluyen bosque de niebla, selva baja caducifolia, bosque pino, bosque de encino y bosque de galer�a, los cuales algunos de ellos est�n bien preservados y, que en los �ltimos a�os est�n siendo explotados de forma intensa. Estos al no estar considerados como regiones prioritarias ni mucho menos protegidas, potencialmente en el futuro ser�n degradados, afectando as� las poblaciones de plantas y animales silvestres, perdi�ndose as� la posibilidad de mantener regiones muy diversas como �sta.
Sin embargo, a pesar del nulo apoyo en cuesti�n de conservaci�n de sus bosques, esta comunidad ind�gena como muchas otras en todo el pa�s y el mundo, mantienen su cubierta vegetal sin degradaci�n severa, pero de continuar el crecimiento poblacional y la falta de oportunidades de sus habitantes la situaci�n se podr�a revertir. Y potencialmente esto puede ocurrir porque lo que se visualiza en el futuro cercano, es la falta de acciones que protejan regiones como �sta.
Para mantener los bosques y la biodiversidad de �stas regiones es necesario realizar una serie de acciones que involucren proyectos integrales, los cuales favorezcan el manejo adecuado de sus recursos. Siendo los pobladores quienes se apropien y dise�en junto con especialistas los sistemas a establecer. Donde, potencialmente los sistemas agroforestales son una buena herramienta para aprovechar adecuadamente los terrenos de �sta y otras comunidades. En los cuales se deben establecer �rboles que aporten madera, forraje, fruta, le�a, fijen nitr�geno o sean especies multiprop�sitos. De la misma manera, estos sistemas deben permitir el desarrollo de sus cultivos tradicionales y de aquellos que aporten un beneficio extra, ya sea econ�mico o nutritivo.
As� mismo, se debe establecer un manejo forestal adecuado siguiendo los esquemas que han desarrollado otras comunidades ind�genas, en el uso sostenible de sus recursos forestales, en donde deben asociarse con otras comunidades cercanas debido a que el territorio con que cuenta esta comunidad es muy peque�o.
Todo esto solo se lograr�, cambiando la visi�n que tienen las instituciones acad�micas y gubernamentales del uso y manejo de los recursos naturales y, construyendo una nueva visi�n, eliminando las trabas que las mismas instituciones generan. Igualmente, las instituciones educativas deben involucrarse en desarrollar proyectos acordes para cada regi�n y, no solo dar sugerencias que nunca se ponen en pr�ctica o que s�lo se realizan por periodos de tiempo muy cortos. Adem�s, en dichos proyectos se deben considerar las formas de organizaci�n de las comunidades ind�genas y el conocimiento que han desarrollado.
La conservaci�n de los bosques no solo mantiene la diversidad biol�gica sino que les ofrece a los pobladores de las comunidades que viven cerca de ellos, recursos necesarios para su sobrevivencia y otros elementos esenciales dentro de su cultura. Por tanto, manejar y preserva los bosques de forma adecuada debe ser algo necesario y urgente, ya que debemos ofrecerle a los pobladores ind�genas de esas regiones, oportunidades para mejorar su calidad de vida y por otro lado, mantendremos los ecosistemas y la biodiversidad que existe en ellos, siendo esto �ltimo fundamental por ser un pa�s megadiverso, el cual debe tener la responsabilidad de conservar las especies silvestres.
Acciones a realizar.
- Las instituciones relacionadas con el uso y manejo de la biodiversidad deben invertir m�s para eliminar el vacio del conocimiento, que existe en algunas regiones que presentan alta diversidad de especies, las cuales no han sido estudiadas por alguna raz�n en particular.
- Se deben desarrollar esquemas de conservaci�n alternativos, en los cuales se involucre el conocimiento que han desarrollado los pueblos ind�genas durante varios a�os y, que han probado tener un manejo adecuado de sus recursos.
- Se deben implementar proyectos integrales del uso de los recursos naturales, combinando el manejo tradicional de los pueblos ind�genas con los sistemas modernos desarrollados. Dentro de �stos los sistemas agroforestales deben ser utilizados, ya que ofrecen una serie de ventajas ambientales y los agricultores obtienen varios beneficios (Jim�nez-Ferrer et. al., 2007).
- Se deben crear grupos de especialistas multidisciplinarios, que tengan la capacidad de resolver problemas complejos y particulares de cada regi�n, que en combinaci�n con los pobladores desarrollen alternativas. Dichos grupos deben tener el poder y los recursos para desarrollar e implementar tales proyectos.
- Las instituciones deben transformarse para ofrecer alternativas particulares para cada regi�n y, olvidarse de dar recetas generalizadas para todo el pa�s, ya que las condiciones f�sico-biol�gicas, socioecon�micas y culturales son distintas en cada regi�n. Adem�s, de que en muchas ocasiones los pobladores cuentan con un conocimiento m�s profundo de sus regiones y recursos naturales que los especialistas de dichas instituciones.
- Se deben desarrollar planes de manejo forestal adecuados como los desarrollados por varias comunidades ind�genas. Por tanto, se debe implementar talleres participativos, donde, las comunidades con planes exitosos ense�en a otros ejidos y comunidades como organizarse y obtener los medios para un manejo adecuado de los bosques.
- Debe existir interrelaci�n entre instituciones gubernamentales y acad�micas para desarrollar estrategias inteligentes y novedosas, as� como para aprovechar los recursos con los que cuenta cada una de ellas de forma m�s eficiente.
- Se debe reconocer el valor que los bosques les ofrecen a los pobres que viven junto a ellos, ya que s�lo as� podremos desarrollar esquemas completos de manejo y protecci�n de los bosques.
- (*) "El tipo de cambio es de 12.7 pesos mexicanos por un d�lar americano para el 20 de agosto de 2010"
La comunidad de Nuevo Allende se ubica en la Sierra Madre del Sur, dentro del municipio de Santa Cruz Itundujia que pertenece al distrito de Putla, Oaxaca. Geogr�ficamente se localiza en las coordenadas 16� 42' 23'' de latitud norte y 97� 39' 25'' de longitud oeste, a una altitud de 850 msnm, aunque presentan un gradiente altitudinal en su territorio, el cual consta de 649 hect�reas.douglasiana y P. herreraiy una introducida (P. michoacana) por los programas de reforestaci�n de la Comisi�n Nacional Forestal (CONAFOR). El segundo, contiene varias especies del g�nero Quercus (encinos). Adem�s, en la parte baja de la comunidad que es m�s c�lida se desarrolla selva baja caducifolia y a los lados de los arroyos se desarrolla bosque ripario o de galer�a. Esto hace que el paisaje en la zona sea uno de los m�s variados que uno pueda imaginarse en cualquier sitio. Ya que en ocasiones los �rboles de selva baja crecen junto a �rboles de bosque de pino. Tambi�n, existen diferentes especies de bromelias, orqu�deas y helechos en la zona. As� mismo, producto del manejo de los bosques existen �reas con vegetaci�n secundaria y pastizal inducido.para estar dentro de una comunidad rural bastante apartada. La mayor�a de los pobladores se dedican a la actividad primaria, lo que explica porque los ecosistemas est�n siendo degradados, particularmente la zona con menor altitud, la cual como ya se mencion� es c�lida y en la que se desarrollan diversos cultivos, siendo el ma�z, el frijol y la ca�a de az�car los m�s comunes. Pero tambi�n se desarrollan 21 especies de frutales, la mayor�a de ellas de zona c�lida (naranjas, toronjas, pl�tano, pi�a, coco, papaya, guan�bana, lim�n, mango, etc.). Por tanto, al ser esta zona de la comunidad la que presenta un clima m�s benigno para el crecimiento de diferentes cultivos, as� como, el de menor pendiente y el m�s agradable para vivir, ha sido fuertemente perturbado y convertido en zonas agr�colas y para el establecimiento de las viviendas de dicha comunidad.
Bibliograf�a.
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�
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En Globalizaci�n: ALFREDO Ramos V�zquez
Agosto 2003 Las Maravillosas Conexiones Ocultas de la Vida: Agroecolog�a versus Biotecnolog�aTahim� P�rez Espino, Walter Ritter Ortiz, Alfredo Ramos V�zquez, Juan Suarez, S�nchez
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Del derecho a la alimentaci�n a la autonom�a alimentaria
Emanuel G�mez*
Red Ma�z Criollo Chiapas
- El derecho a la alimentaci�n.
- Seguridad y soberan�a alimentaria.
- Autonom�a alimentaria.
La alimentaci�n es un derecho humano b�sico, reconocido en el art�culo 25 de la Declaraci�n Universal de los Derechos Humanos y en el art�culo 11 del Pacto Internacional de Derechos Econ�micos, Sociales y Culturales (PIDESC) y en otros instrumentos del derecho internacional (OACDH, 1966), sin embargo, es uno de los derechos violados sistem�ticamente, hasta 3 veces al d�a por persona, seg�n la situaci�n social, pues el hambre no impacta igual en toda la poblaci�n.
El mapa del hambre coincide con los territorios de los pueblos ind�genas en pa�ses como M�xico, Guatemala, Ecuador, Per� y Bolivia, por mencionar informaci�n de un informe del Banco Mundial en el que se reconoce el fracaso de las pol�ticas de salud y alimentaci�n en los pa�ses latinoamericanos con mayor presencia de pueblos ind�genas:
En casi todos los indicadores b�sicos de salud, la poblaci�n ind�gena presenta peores resultados y una de las brechas m�s importantes que arroja este informe podr�a ser el hecho de que los ni�os ind�genas siguen mostrando tasas de desnutrici�n extremadamente altas, otro factor que con probabilidad limita el aprendizaje. Este es un problema que se da a una escala significativa en pa�ses como M�xico, donde en todas partes las tasas de desnutrici�n son bajas, lo que demuestra un fracaso particularmente evidente respecto del modo de abordar esta necesidad b�sica en la poblaci�n ind�gena (BM, 2005, pp. 9-10).
El acceso a la alimentaci�n es un indicador de bienestar, pero las cifras oficiales ocultan la realidad: seg�n la informaci�n m�s reciente, en M�xico, el 18% de la poblaci�n total se encuentra en situaci�n de pobreza aliementaria, esto es sin capacidad de resolver sus necesidades b�sicas de alimentaci�n por falta de ingresos, de capacidades productivas, de empleo o por exclusi�n econ�mica por ser ind�genas o campesinos (Coneval, 2005). El c�lculo del problema con metodolog�as distintas a la oficial es mucho m�s crudo: Seg�n un estudio de la UNAM, "en 1990, s�lo 32% de los habitantes se ubicaba en alg�n grado de inseguridad [alimentaria], mientras que en el 2000 alcanz� cerca de 45%" (Torres, 2002, p. 26), lo que nos habla de un fracaso social de la pol�tica econ�mica.
La contradicci�n m�s grande es que los estados con mayor riqueza biol�gica y cultural son los que tienen la desnutrici�n m�s alta: En Chiapas hasta el 47% de la poblaci�n est� en pobreza alimentaria, en Guerrero el 42% y en Oaxaca el 38%, muy alejados de los estados urbanizados, industrializados, vecinos de Estados Unidos o simplemente beneficiados de los acuerdos comerciales, como Baja California, Baja California Sur, Nuevo Le�n, Coahuila, Colima, Chihuahua o Sonora, donde ni siquiera el 10% de su poblaci�n total padece de pobreza alimentaria (Coneval, 2005).
Lejos de cambiar el rumbo econ�mico como lo han exigido las organizaciones de la sociedad civil desde hace d�cadas, incluir el derecho a la alimentaci�n en el sistema jur�dico mexicano, renegociar el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canad�, invertir en programas de capacitaci�n productiva o fomentar empleos con salarios dignos, el Estado mexicano se defiende ante las cr�ticas y celebra que "La proporci�n de la poblaci�n en situaci�n de pobreza alimentaria a nivel nacional se redujo de 24,2 a 20,3% de la poblaci�n entre el 2000 y el 2002" (Gobierno de M�xico, 2004, P�rrafo 406).
Lo que no dice el gobierno de M�xico, al menos en el p�rrafo recientemente citado, es que en 1992 �nicamente el 13% de la poblaci�n mexicana viv�a en pobreza alimentaria, y que en 1996, a dos a�os de ingreso al TLCAN, la pobreza alimentaria se dispar� al 27%, la pobreza en patrimonio aument� de 66% a m�s de 80% y la pobreza en capacidades creci� de 44% a 62% el mismo a�o. El aumento de la pobreza absoluta fue consecuencia del ingreso de M�xico al TLCAN y la crisis de 1994-95. Esto �ltimo no es una exageraci�n, se basa en cifras oficiales (Coneval, 2009, p. 24).
La pregunta es: �hay algo que lamentar? Esto es, si durante los �ltimas d�cadas en M�xico se hubiera alcanzado el derecho a la alimentaci�n, nos causar�a sorpresa conocer estos datos, pero en realidad en M�xico el derecho a la alimentaci�n nunca se ha cumplido a plenitud, ni siquiera durante la d�cada de 1980, cuando oper� el SAM (Sistema Alimentario Mexicano), el programa m�s ambicioso que se recuerde para recuperar la capacidad de producir los alimentos requeridos por la poblaci�n, pero insuficiente:
La estrategia del SAM debe ser reconocida como una v�lida acci�n emergente de corto plazo incapaz, sin embargo, de garantizar los vol�menes de alimentos requeridos por las generaciones de mexicanos de los pr�ximos decenios, apreciaci�n que queda ya insinuada por los mismos resultasdos: si los logros alcanzados tanto en vol�menes, como en superficies y rendimientos permitieron, en 1981, recuperar la autosuficiencia nacional en granos b�sicos, bast� el efecto de una mediana sequ�a para perder tres millones de toneladas de granos b�sicos para 1983 (Toledo, Carabias, Mapes y Toledo, 1985, p. 54).
De tal manera que el derecho a la alimentaci�n es m�s un horizonte que una realidad objetiva o una experiencia hist�rica. El problema no es exclusivo de M�xico, alcanza dimensiones planetarias y, en la actual coyuntura de crisis energ�tica, clim�tica, pol�tica y financiera, la crisis alimentaria parece que apenas inicia, y ya se observa la posibilidad de que emerga un movimiento social por la falta de alimentos.
En la Cumbre Mundial de la Alimentaci�n convocada por la FAO en 1996, los funcionarios definieron el concepto de seguridad alimentaria "cuando todas las personas tienen en todo momento acceso f�sico, social y econ�mico a los alimentos suficientes, inocuos y nutritivos que satisfagan sus necesidades energ�ticas diarias y preferencias alimentarias para llevar una vida sana y activa (FAO, 1996.
En la misma Cumbre, los movimientos sociales representados por V�a Campesina, dieron a conocer el concepto de soberan�a alimentaria, comprendido como la capacidad de los pueblos de decidir lo que se produce y lo que se consume.
M�s all� de las diferencias sem�nticas entre los conceptos de seguridad y soberan�a alimentaria, hay percpeciones distintas: la seguridad se basa en el ingreso como indicador de acceso a la alimentaci�n, al grado que al estallar la crisis alimentaria mundial en 2008, el presidente de M�xico anunci� un control de precios para alimentos como la tortilla, y dio a conocer un fondo emergente para la importaci�n de ma�z y otros granos b�sicos.
En otro sentido, la soberan�a alimentaria es un proceso social de control social de los procesos de producci�n, canales de comercializaci�n y destinos del consumo. Este control social se est� haciendo por medio de alianzas entre productores y consumidores, por ejemplo con la apertura de mercados directos, justos, org�nicos o solidarios.
En s�ntesis, el paradigma que cobija el principio de seguridad alimentaria es el mercado financiero y la soberan�a alimentaria, en cambio, es parte de la b�squeda de alternativas locales al comercio mundial. La seguridad alimentaria puede alcanzarse a�n desconociendo los procesos de producci�n, por ejemplo en las ciudades industriales los ciudadanos, o mejor dicho, los consumidores, no requieren conocer los problemas del campo, ni siquiera los ambientales, simplemente se preocupan de que su ingreso sea suficiente para alcanzar patrones de consumo cada vez m�s elevados. En otro sentido, la soberan�a alimentaria es un posicionamiento del campesino como productor y est� �ntimamente ligado a otros derechos, como son los derechos colectivos a salud, trabajo, vivienda, y otros.
Este an�lisis no pretende reducir el debate a una dicotom�a, al contrario, se requiere desmitificar la visi�n neoliberal del mercado, pues la econom�a no se dirige por una "mano invisible": hay agentes sociales, intereses en conflicto, empresas de todos tama�os, redes sociales, cooperativas de producci�n o de consumo, culturas productivas de los recursos naturales, leyes restrictivas y realidades hist�ricas como el colonialismo.
Toda instituci�n, lo mismo una familia campesina que la FAO, es heterog�nea, est� integrada por agentes diversos y no hay una sola direcci�n hist�rica de los procesos sociales, m�s bien las instituciones son resultado de conflictos entre visiones y pr�cticas diferentes.
Es posible citar tratados internacionales que favorecen los derechos de la econom�a campesina. Por ejemplo destacan los "Derechos de los campesinos" del Tratado de Recursos Fitogen�ticos para la Agricultura y la Alimentaci�n, o el reconocimiento de que la seguridad alimentaria es una estrategia de desarrollo rural, como resultado del libre ejercicio de los derechos individuales y colectivos.
Amarya Sen lo resumi� en cuatro tipos de derechos de los campesinos:
- Los derechos a la participaci�n en el comercio, es decir una persona puede intercambiar sus productos y su dinero para satisfacer sus necesidades;
- Dos derechos a la producci�n, que corresponden al acceso de una persona a lo que produce con sus propios recursos;
- El derecho al trabajo, es decir, la posibilidad y capacidad de una persona de vender su propia fuerza de trabajo;
- Los derechos sucesorios, a saber, ofrecimientos voluntarios como remesas, transferencias estatales y distribuci�n de alimentos (FAO, 2004).
La misma FAO identifica que "el hambre y la malnutrici�n son las causas principales de las privaciones y el sufrimiento que persiguen combatir los Objetivos de Desarrollo del Milenio. (�) Tanto en la Cumbre Mundial sobre la Alimentaci�n de 1996 como en la Cumbre del Milenio de 2000 se establecieron objetivos para la reducci�n del hambre a la mitad hacia el a�o 2015. La fecha prevista se aproxima, pero no as� la consecuci�n de esos objetivos. (FAO, 2005, pp. 4-6)".
La FAO observa en uno de sus �ltimos informes mundiales, que "Los esfuerzos encaminados a promover la seguridad alimentaria y la sostenibilidad del medio ambiente, en muchos casos, se complementan mutuamente. Sin embargo, con demasiada frecuencia, la adopci�n de pol�ticas equivocadas ha favorecido la producci�n industrial en gran escala de cultivos y ganado a expensas de los sistemas agropecuarios mixtos empleados por los pobres", por lo es necesario "Aumentar la sostenibilidad ambiental y la seguridad alimentaria mediante la promoci�n de la autonom�a de la poblaci�n rural pobre" (FAO, 2005, p. 26).
La autonom�a en los pueblos ind�genas ha sido centro del debate por la exigibilidad de los derechos territoriales, pol�ticos, jur�dicos, sociales, culturales y ambientales (Anzaldo, 1997, p. 38). En otro trabajo, se propon�a "identificar al menos tres tipos de reivindicaciones por la autonom�a: de facto, de juris y de praxis, como se explica en el siguiente cuadro. Esta interpretaci�n parte del hecho de que es posible que existan otros tipos de autonom�as y que son complementarias, incluso es posible que en un mismo proceso se observen los tres tipos de autonom�a, por lo que no deben considerarse categor�as excluyentes, sino �nicamente una manera de diferenciar los procesos al interior" (G�mez, p. 4).
Uno de los principales aportes de los movimientos ind�genas recientes es el concepto de autonom�a, relacionado con la capacidad de reproducir la cultura en un territorio heredado y manejado colectivamente.
En el debate por los derechos alimentarios de los pueblos ind�genas, la autonom�a se explica por la capacidad de los productores de decidir los sistemas de producci�n (comercial o de autoconsumo), el tipo de insumos (qu�micos u org�nicos) y el tipo de semillas utilizadas (nativas, h�bridas comerciales o transg�nicas). La autonom�a de los pueblos ind�genas para decidir sus procesos de producci�n se acerca al concepto de soberan�a alimentaria. El concepto de soberan�a alimentaria es, por tanto, una manera de ejercer la autonom�a ind�gena en el marco del derecho a la alimentaci�n.
En el movimiento ind�gena, autonom�a es el marco jur�dico que permite el ejercicio de la libredeterminaci�n de los pueblos para orientar sus procesos sociales, econ�micos y pol�ticos, y el movimiento ind�gena mexicano en particular, se ha planteado la reconstituci�n integral de los pueblos ind�genas, por lo que el territorio es un espacio en proceso de reapropiaci�n.
Una de las bases del trabajo campesino es la orientaci�n de los procesos ambientales hacia la regeneraci�n de los ecosistemas, con base en los ciclos del agua, de las semillas, de la pesca y la caza, la regeneraci�n del suelo y el manejo de los bosques. Este trabajo campesino es definido en la ecolog�a como manejo sustentable del territorio.
La construcci�n de la autonom�a alimentaria entre los campesinos, incluye el manejo de los agroecosistemas hacia su regeneraci�n, natual o asistida, por lo que es posible tambi�n decir que la autonom�a alimentaria es cuando los agroecosistemas producen cultivos para la alimentaci�n, excedente para mercados locales y tienen un ciclo de trabajo y descanso que les permite reproducir y sustentar la biodiversidad.
Por ejemplo los sistemas tradicionales milpa, que tienen en com�n la asociaci�n de cultivos ma�z-frijol-calabaza, y que pueden incluir sistemas de policultivos intercalados con la milpa, como el cafetal con platano en los alrededores de la milpa, cultivos b�sicos como chayote, chile, hierbas medicinales, hortalizas.
En este sentido, nos permitimos afirmar que en M�xico y Centroam�rica la milpa mesoamericana es la base de la autonom�a alimentaria campesina, de las econom�as familiares en el campo, y puede ser el centro de una estrategia de manejo de la biodiversidad. Cada sociedad ha producido sus sistemas de cultivo y en el caso mesoamericano, es el policultivo asociado a la milpa.
Notas y archivos vinculados
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___________________
(*)Estudiante del dr. en desarrollo rural por la UAM Xochimilco
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Dossier para el seminario de sustentabilidad.
Otros Mundos Chiapas, AC.
San Crist�bal de las Casas, Chiapas, febrero 2010.
En Globalizaci�n: EMANUEL G�mez Mart�nez
Agosto 2010 Repensar Los Chimalapas.
Agosto 2010 Chiapas: Ma�z criollo en red(Volver a p�gina inicial)
Chile:El robo del bicentenario
Juli�n Alcayaga O.
Hace algunos a�os acompa�� el senador Lavandero a varias reuniones en la sede de la UDI, cuando era presidido por Pablo Longueira, invitados para discutir el tema de la evasi�n tributaria de las mineras. Cuando se trat� el tema de la evasi�n mediante "las perdidas en los mercados de futuro", intervino el actual director del Banco del Estado y ex Director de Presupuesto de Pinochet, entre 1975 y 1981, Sr. Juan Carlos M�ndez, para se�alar que desde los a�os setenta el FMI ven�a solicitando a los pa�ses del Tercer Mundo, que legislen para establecer en su legislaci�n tributaria que las p�rdidas en los mercados de futuro sean declaradas como "gastos no necesarios para obtener la renta". Es precisamente porque hab�a sido Director de Presupuestos que el Sr. Juan Carlos M�ndez conoc�a bien estas recomendaciones del FMI, recomendaciones que tambi�n las debe haber conocido el Sr. Juan Villarz�, puesto que hab�a sido el antecesor del Sr. M�ndez en la Direcci�n de Presupuestos, entre 1973 y 1975.
El FMI hac�a estas recomendaciones porque conoc�a bien que las transnacionales utilizan estos mercados de futuro para transferir p�rdidas desde una filial en un pa�s subdesarrollado, para convertirse en utilidades en otra filial del mismo grupo, pero domiciliada en un para�so tributario. Esto quiere decir que, cuando se pierde dinero en los mercados de futuro, no es porque se haya efectuado "una mala decisi�n comercial y financiera o una operaci�n de cobertura", que solo son los pretextos, puesto que el objetivo de estas p�rdidas son solo una forma de trasladar utilidades entre empresas del mismo grupo, pero domiciliadas estrat�gicamente en un para�so tributario. Son tan fraudulentas y desvergonzadas estas p�rdidas en los mercados de futuro, un verdadero robo legal, que es el mism�simo FMI que opt� por recomendar a los pa�ses subdesarrollados legislar para evitar este tipo de robo en sus econom�as.
El tristemente famoso Juan Pablo D�vila, a fines de 1993, perdi� cerca de 170 millones de d�lares en los mercados de futuro del cobre, y el Ministro Benquis, a cargo de la investigaci�n logr� recuperar algunas decenas de millones de d�lares de estas fraudulentas p�rdidas, pero la mayor parte de las p�rdidas, el ministro Benquis no logr� "o no quiso" recuperarlas. En esa misma �poca, Minera Mantos Blancos perdi� tambi�n varias decenas de millones de d�lares en los mercados de futuro del cobre, pero el m�ximo directivo de Mantos Blancos, el Sr. Diego Hern�ndez, actual Presidente Ejecutivo de Codelco, que autoriz� dichas transacciones, no fue procesado por ning�n tribunal, ni tampoco fue castigado por la transnacional Anglo American que lo empleaba, al contrario lo premiaron con un ascenso a puestos de mayor responsabilidad, por tener la maravillosa idea de perder varias decenas de millones de d�lares en los mercados de futuro. Cuando existen altos precios del cobre, como es el caso en la actualidad, las mineras extranjeras recurren a este tipo de p�rdidas para disminuir sus utilidades, y por ende los tributos que deber�an pagar.
El d�a jueves 2 de septiembre del presente, nos hemos enterado por una publicaci�n en La Tercera, que Codelco ha vuelto a perder 1.943 millones de d�lares a contar del a�o 2005, y se podr�an perder otros 2.600 millones de d�lares hasta el a�o 2013. Resulta muy extra�o que El Mercurio, nada haya publicado sobre este caso, siendo que en 1994 hizo un tremendo esc�ndalo por las p�rdidas provocadas por J.P. D�vila, que fueron entre 10 y 20 veces inferiores a las que se denuncian hoy. El Mercurio quiere tapar el sol con dedo, porque quiz�s el silencio sobre esta materia, sea la moneda de cambio para que la Concertaci�n apruebe el proyecto de royalty.
Si se confirman las informaciones de La Tercera, estar�amos realmente en presencia del robo del bicentenario, por lo que es indispensable que la C�mara de Diputados cree una comisi�n investigadora especial, y que a su vez la Justicia esta vez ir� hasta el final de la investigaci�n. Es de esperar, que tanto la C�mara de Diputados como los Tribunales, entregar�n el listado completo de quienes fueron las personas naturales y jur�dicas que "ganaron" lo que Codelco "perdi�" por "p�simas decisiones comerciales y financieras". Resulta extra�o o paradojal, que gran parte de esas p�rdidas se produjeron entre los a�os 2005 y 2006, estando en la presidencia de Codelco el Sr. Juan Villarz� Rhode, quien en marzo de 1994, ya hab�a sido designado presidente ejecutivo de Codelco, precisamente, para que este tipo de p�rdidas no volvieran a cometerse. M�s raro a�n resulta que bajo su presidencia se hayan producido parte de las actuales p�rdidas, siendo que en tanto Director de Presupuesto, entre 1973 y 1975, conoc�a de las recomendaciones del FMI respecto a lo fraudulentas que son las p�rdidas en los mercados de futuro.
Mal se ve la cosa para la investigaci�n de estas p�rdidas en la propia Codelco, puesto que estas se cometieron bajo la presidencia de la corporaci�n de alguien, como el Sr. Villarz�, que sab�a que el FMI estima que estas son simples maniobras para traspasar utilidades, y tambi�n, porque su actual presidente ejecutivo, el Sr. Diego Hern�ndez, tambi�n fue responsable de este tipo de p�rdidas en los mercados de futuro, cuando dirig�a Mantos Blancos S.A., actual Anglo American Norte.
Termino con un ruego: Sr. Juan Carlos M�ndez, por favor d�gale a su jefe, el Presidente Pi�era, que siga las recomendaciones del FMI, y legisle para que no nos sigan robando descaradamente, declarando en la Ley de la Renta que este tipo de p�rdidas no son gastos necesarios para producir la renta. Con medidas como esas se pueden obtener centenas o miles de millones de d�lares para la reconstrucci�n, que superan lo que se espera recaudar con el fraudulento proyecto de royalty que ha presentado, para prorrogar por 8 a�os la invariabilidad tributaria de las mineras.
Juli�n Alcayaga O.
Economista
www.defensadelcobre.cl.
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Dicha comunidad carec�a de informaci�n ambiental debido a que es peque�a, remota, marginada e ind�gena, situaci�n que generalmente provoca que comunidades como esta sean ignoradas por las instituciones gubernamentales y acad�micas de M�xico. Sin embargo, gracias al proyecto de residencia de una estudiante de las escuelas enclavadas en zonas ind�genas, gener� la primera informaci�n que existe en la comunidad.
A pesar de ser peque�o el territorio de la comunidad (649 has) presenta dos tipos de climas, tres tipos de rocas, dos tipos de suelos, varios arroyos permanentes e intermitentes y como producto de todo esto varios tipos de ecosistemas.
Los climas son producto del gradiente altitudinal que existe en la regi�n, donde la parte m�s baja de la comunidad es de 670 msnm y la m�s alta es de 1600 msnm. Dicho gradiente es producto de que la zona se ubica en la Sierra Madre del Sur, en la cual hay una serie de cerros que van de baja, mediana y gran altura. En cuanto al tipo de rocas, estas son el producto de la geolog�a del lugar. As� mismo, en este sitio se han desarrollado dos tipos de suelos, los cuales se han originado por efecto de clima, litolog�a, relieve y biota del lugar. Adem�s, existen cuatro arroyos permanentes en este sitio y varios intermitentes. Todo esto hace que en la regi�n se desarrollen varios tipos de vegetaci�n ya sea original o inducida.
Dentro de la vegetaci�n original presente, encontramos que la zona con mayor altitud y por lo tanto, con el clima m�s templado se desarrolla tanto bosque de pino como de encino, los cuales ocupan la mayor parte del �rea de la comunidad. El primero contiene dos especies de pinos de forma natural (Pinus )
Con relaci�n a la diversidad de los bosques y las especies que existen en la comunidad, �stas son afectadas en gran medida por la poblaci�n que vive en ella, ya que en �sta viven 488 personas, de las cuales 252 son mujeres y 236 hombres (Conteo anual de poblaci�n de la comunidad de Nuevo Allende, 2008). Esto significa que viven 75 personas por km2, siendo una densidad alta
Dicha comunidad cuenta con 86 viviendas de las cuales 66 cuentan con piso de tierra (81%) (INEGI, 2005). As� mismo, ninguno de los pobladores es derechohabiente de los servicios de salud, ni el 100% de las casas de la comunidad cuenta con drenaje (INEGI, 2005), lo cual es algo com�n para zonas marginadas. Adem�s, el grado promedio de escolaridad es de 3.94 a�os (INEGI, 2005), lo que indica que es una comunidad con bajo nivel educativo pero acorde con las comunidades marginadas de M�xico.
Las familias est�n formadas en promedio por cinco individuos y est�n constituidas principalmente por adultos y ni�os. Casi todos los pobladores son campesinos con excepci�n de los maestros y todas las mujeres se dedican al hogar. La superficie promedio de terreno con el que cuentan los pobladores es de tres hect�reas, aunque el campesino con menor extensi�n de terreno tiene una hect�rea y el que m�s tiene son diez hect�reas. Su terreno est� divido principalmente en un �rea agr�cola y otra con bosque, dependiendo de la extensi�n que tenga cada propietario. Los que tienen poca extensi�n lo dedican completamente a la agricultura y, los que tiene m�s terreno dedican un �rea a la agricultura y la otra presenta bosque, casi en igualdad de proporci�n aunque la zona agr�cola es m�s extensa. Los principales cultivos son el ma�z y el frijol que son utilizados dentro de su dieta b�sica y unos pocos agricultores cultivan jitomate y ca�a de az�car, donde casi todos los cultivos se establecen en la �poca h�meda. Por �ltimo, el 68% de las familias entrevistadas presentan alg�n tipo de bosque dentro de sus propiedades.
Todos los hogares cuentan con animales de traspatio siendo los de menor talla los m�s comunes, por ejemplo, el 96% de los hogares tienen aves de corral. Adem�s, dichos hogares cuentan con otros animales como ganado porcino (64%), equino (52%), bovino (40%), ovino (32%) y caprino (4%).
El 88% de los hogares reciben apoyo del programa federal denominado Programa de Desarrollo Humano Oportunidades, mientras que el 36% de las familias reciben apoyo del Programa de Apoyo al Campo (PROCAMPO) y, s�lo el 12% de �stos reciben el programa denominado Setenta y M�s que se da a adultos mayores de 70 a�os. El programa Oportunidades se ofrece a: 1) hogares que se encuentran en condici�n de pobreza alimentaria, 2) hogares con integrantes de hasta nueve a�os de edad y 3) hogares con mujeres en edad reproductiva cuyas condiciones sean de pobreza o con caracter�sticas socioecon�micas y de ingreso insuficientes para el desarrollo adecuado de �stos.
En promedio, los hogares gastan para satisfacer sus necesidades $526 pesos a la semana, es decir $75(*) pesos al d�a. Sin embargo, el hogar que presenta menor gasto en la comunidad es de $200 pesos a la semana y est� constituido por dos adultos, es decir, gasta $29 pesos al d�a. En tanto, que el hogar que presenta mayor gasto a la semana es de $1, 000 pesos y est� constituido por seis personas, tres de ellos son adultos, dos adolecentes y un ni�o, es decir dicho hogar gasta $143 pesos al d�a. No obstante, podemos mencionar que de forma general el 24% de los hogares en la regi�n gastan de $450 a $500 pesos por semana, lo que representa un gasto de $64 a $71 pesos diarios. Sus ingresos los obtienen del jornaleo, venta de animales y granos cultivados, programas de asistencia federal y remesas recibidas (dinero enviado por aquellos familiares que emigraron a otro lado) por aquellos hogares que tienen familiares fuera de la comunidad. Algunos m�s tienen otro tipo de ingresos como son contar con un peque�o negocio (tienda peque�a), o porque adem�s de dedicarse al campo son alba�iles o choferes. Por otro lado, los maestros que viven en la comunidad reciben un salario por parte del gobierno.
Todos los hogares cocinan con le�a y su alimentaci�n b�sica es a trav�s de ma�z y frijoles. El 76% de las familias practican la caza de animales silvestres para obtener alg�n alimento y la realizan en promedio cada 19 d�as, aunque la mayor�a de �stas lo hacen cada 15 � 30 d�as. As� mismo, durante la �poca de lluvias los habitantes colectan productos vegetales silvestres para completar su alimentaci�n, y se realiza en promedio cada ocho d�as, los productos que colectan son hongos y varios tipos de hierbas comestibles. Los hogares que con m�s frecuencia colectan estos productos lo realizan cada 3 d�as y los que menos lo realizan lo hacen cada 15 d�as. Adem�s, todos los hogares colectan frutos que tienen en sus solares o huertos y gran parte de �stos obtienen hierbas que utilizan para curar algunas enfermedades.
En relaci�n a la migraci�n se encontr� que el 60% de las familias han tenido a alg�n integrante de la familia que ha emigrado en alg�n periodo, la edad a la que migran en promedio es de 27 a�os, aunque el rango va de los 15 a los 50 a�os. Todos los que migran son hombres, los cuales trabajan generalmente en el campo (67%) y algunos m�s en centros comerciales o restaurantes. La mayor�a de la migraci�n es local (53%), sigui�ndole la internacional (40%) y por �ltimo la nacional (7%).
La naturaleza es cambio y estabilidad al mismo tiempo.
La ciencia de la complejidad trata de la estructura y el orden, donde buscamos reglas fundamentales que subyacen en los sistemas, ya sea en clima, ecosistemas, econom�a o la misma sociedad. La complejidad es el circuito de conocimientos que funcionan atray�ndose mutuamente, y cuyo proceso permite concebir la reorganizaci�n transdisciplinaria del conocimiento. Es el entrelazamiento y la interacci�n incesante de la infinidad de fen�menos y sistemas que componen el mundo natural.
Interesa conocer las pautas de la naturaleza y las tendencias de la evoluci�n tanto en la ecolog�a y climatolog�a como en la historia de la vida de la Tierra, donde los sistemas complejos adaptativos son buscadores de pautas, interaccionan con el entorno, aprenden de la experiencia y como resultado se adaptan buscando principios universales y en esta adaptaci�n exhiben sistemas din�micos con m�ltiples atractores.
Centro de Ciencias de la Atm�sfera.
UNAM, Circuito Exterior. CU. 04510 M�xico DF. M�xico
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INTRODUCCI�N
La energ�a solar es absorbida por las plantas y parte de �sta es convertida a energ�a potencial por los procesos de fotos�ntesis a trav�s de una conversi�n lenta a energ�a cin�tica, lo cual permite a las comunidades ecol�gicas sobrevivir. Cuando un depredador consume su presa, la poblaci�n de presas est� siendo usada como m�quina para convertir algunas porciones del mundo relativamente abundante de las plantas en formas m�s �tiles de alimento. Los competidores interaccionan sobre el mismo nivel tr�fico, es decir, a trav�s de interacciones horizontales existiendo tambi�n las interacciones verticales. Desde este punto de vista del depredador, los herb�voros son m�quinas que convierten las plantas en su alimento y donde un depredador racional no consumir� de una sola sentada dichas presas, dejando algunas para reproducirse y reemplazar a las que consume, buscando explotar las poblaciones de herb�voros en tal forma que maximice el siguiente cociente: n�meros de calor�as consumidas por los depredadores (salida) entre el n�mero de calor�as de las plantas consumidas por las presas (entrada). Esta raz�n es la eficiencia de las presas en producir alimento para los depredadores. Esta eficiencia es realmente funci�n de tres diferentes especies: plantas, presas y depredadores.
El n�mero de presas y de depredadores presentes en cualquier tiempo se le conoce como producci�n bruta. La eficiencia de las presas depende no s�lo del alimento proporcionado sino tambi�n en su efectividad al utilizarlo y en estos casos, la raz�n del cociente: n�mero de calor�as de las presas consumidas por depredador por unidad de tiempo (salida/tiempo) entre el n�mero de calor�as de las plantas consumidas por las presas en la unidad de tiempo (entrada/tiempo). �sta se le conoce como eficiencia de la cadena alimenticia de las presas y as� tambi�n su tasa de cambio es llamada la eficiencia ecol�gica de las presas. Como el proceso de mantener una poblaci�n viva requiere un continuo flujo de energ�a potencial y el tama�o de la poblaci�n depende de la tasa a que dicho potencial de energ�a entra al sistema, ya sea a trav�s de plantas o animales, que servir�n posteriormente de alimento a otros consumidores, se genera as� una cadena tr�fica o cascada bioenerg�tica, donde las plantas son consideradas como las �nicas con capacidad transformadora y productora, siendo las dem�s poblaciones dependientes de dicha producci�n de forma directa o indirecta.
Un depredador prudente consume sus presas de manera tal que pueda maximizar su suplemento alimenticio al mismo tiempo que minimizar la posibilidad de que la poblaci�n consumida sea incapaz de automantenerse as� misma y poder seguir siendo utilizada como alimento en el futuro. Es decir un depredador debe usar sus presas de manera eficiente y al igual que todos los organismos en la naturaleza, tambi�n parecen comportarse con mucha prudencia, lo cual fue aprendido y obtenido a un costo de experimentos evolutivos interminables, lo cual tambi�n implica que dicho aprendizaje tuvo grandes costos en vidas, Lotka(1925), Slobodkin(1961), Leigh (1965), Odum(1953), Morowitz(1968), Ulanowicz(1972), Whittaker y Likens(1975), Paine(1966), Patten(1971),
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FORUM TPSIPOL: RED DEMOCRATICA (1998-1999).
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