Tuesday, February 3, 2015

[RED DEMOCRATICA] No. 360, Marco Antonio Campos

 


¡100.000 lectores semanales!

 

 

DIRECTOR: Gonzalo Márquez Cristo. EDITORES: Amparo Osorio, Iván Beltrán Castillo. COMITÉ EDITORIALFabio Jurado Valencia, Carlos Fajardo. CONFABULADORES: Óscar Collazos, José Chalarca, Marcos Fabián Herrera, Maldoror, Sergio Trujillo Béjar, Fabio Martínez, Fernando Maldonado, Gabriel Arturo Castro, Guillermo Bustamante Zamudio. EN EL EXTERIOR: Alfredo Fressia (Brasil); Antonio Correa, Iván Oñate (Ecuador); Rodolfo Häsler (España); Marco Antonio Campos, José Ángel Leyva (México); Luis Alejandro Contreras, Benito Mieses, Adalber Salas (Venezuela); Renato Sandoval (Perú); Efer Arocha, Jorge Torres, Jorge Najar (Francia); Marta L. Canfield, Gabriel Impaglione (Italia); Luis Bravo (Uruguay); Armando Rodríguez Ballesteros, Osvaldo Sauma (Costa Rica).

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con el asunto "Retiro"

 

Tres poemas de Marco Antonio Campos

 

 

México, D. F., 1949). Poeta, narrador, ensayista y traductor. Autor de: Muertos y disfraces (1974), Una seña en la sepultura (1978), Monólogos (1985), La ceniza en la frente (1979), Los adioses del forastero (1996) y Viernes en Jerusalén (2005). Ha traducido libros de Charles Baudelaire, Arthur Rimbaud, André Gide, Antonin Artaud, Roger Munier, Emile Nelligan, Gaston Miron, Gatien Lapointe, Umberto Saba, Vincenzo Cardarelli, Giuseppe Ungaretti, Salvatore Quasimodo, Georg Trakl, Reiner Kunze, Carlos Drummond de Andrade. Ha obtenido los premios Xavier Villaurrutia (1992) y Nezahualcóyotl (2005), en México, y en España el Premio Casa de América (2005). En 2004 se le distinguió con la Medalla Presidencial Centenario de Pablo Neruda otorgada por el gobierno de Chile. En 2010 le fue concedido el Premio López Velarde y en 2014 el Premio Lèvres Urbaines.

 

 

Los Poetas Modernos

 

¿Y qué quedó de las experimentaciones,

del «gran estreno de la modernidad»,

del «enfrentamiento con la página en blanco»

de la rítmica pirueta y del

contrángulo de la palabra,

de ultraístas y pájaros concretos,

de surrealizantes con sueños de

náufrago en vez de tierra firme,

cuántos versos te revelaron un mundo,

cuántos versos quedaron en tu corazón,

dime, cuántos versos quedaron en tu corazón?

 

 

Arles 1996 - MixCoac 1966

 

El estado más puro de nuestra vida es el adiós. Péter Dobai, Campanas apagadas

 

Ahora: el mistral en su furia agarra todo, lleva todo,

arrebata todo: follajes, olas, olores, el color de las

faldas de las mujeres, las miradas desde

las ventanas, el amarillo quemado de las casas.

Miro desde el muelle el puente de un extremo a otro,

de un barrio a otro, a una ciudad que se desvae,

a una soledad que crece, que no ha dejado de crecer.

Teníamos diecisiete años y el patio de la escuela

era inclinado y grande y no necesitábamos decir

ayer porque mañana ilusionaba todo.

¿Qué ayer puede tenerse a los diecisiete años?,

pienso, mientras el Ródano se aleja bajo el puente

y las golondrinas se ponen de amarillo

para medir el trigo y llamean de azul

para anidar el cielo.

¿Y qué pájaro sabe decir adiós como las golondrinas?

¿Qué pájaro mide treinta años en un adiós sin fechas?

Entre ella y las golondrinas quedaba

el verano a la distancia.

El mistral se contrapone a las ventanas,

las miradas huyen, y yo lo oigo, y hay algo

en él, algo, algo en el viento poderoso

–la fuerza, la fiereza, el combate–

que yo hubiera querido comparar a mi vida

–mientras el viento golpea los plátanos, la fachada

del cine y golpea de nuevo la fachada de

la capilla. Golpea.

¿Hubiera sido? Hubiera sido, sin duda.

Pero hoy sólo oigo el mistral sobre el follaje,

la rabia del mistral tremendo en pandemónium,

y el puente se ahuyenta, la ciudad se borra,

antes, claro, de esos diecisiete años, cuando

yo decía en el patio: «Eres la reina», y ella

me decía: «No sé... tal vez...»

 

 

MI ODIO

 

Odio a los que para acomodarse la corbata

se tardan un diciembre;

a los que después de haber escrito

versos de perro dolido

mendigan la alabanza ajena.

Odio a los que desprecian

la mujer que los acosa     

por un sueño que nunca alcanzarán,

y a los que con teología

–pulcramente inexacta–

se sirven de los imbéciles.

Día a día, Marco Antonio Campos

vigilé tus actos.


 

El episodio de Estambul



 

 

Por Rubén Darío Flórez*

 

Me invitaron a una reunión. En el mensaje de mi correo leí -todo lo que pienses sobre las posibilidades de la magia o de la ciencia parecerá poca cosa con lo que vas a ver. Te esperamos hoy a las 7:00 p.m. en del hotel Pier Loti, en Sultahnamet. Ese día andaba paranoico. Veía en cada correo que leía un mensaje oculto y siniestro.

Así que no supe si borrar el correo o terminar. – Verás a quienes poseen las claves de escrituras esotéricas y aunque son públicas, su saber es un código de una minoría poderosa. Algunos de ellos vivieron en circunstancias extrañas o trabajaron para poderes ocultos, algunos se enfrentaron a las instituciones más influyentes del siglo de la razón y con su ingenio se puede concebir la historia de la mente y las grandes acciones.

Quedé intrigado. Llevaba pocos días en Estambul, la ciudad de los hechizos de olores en las intrincadas callejuelas. Esa noche no tenía nada que hacer y caminé hasta Pier Loti. A esa hora la ciudad se llenaba de ecos de las voces que provenían de las mezquitas insólitas que invitaban a los musulmanes a la oración del fin del día. Entré al hotel. Un hombre todo de negro, de rostro como un signo afilado y esquemático, me esperaba.

Dijo con un susurro metálico: Lo estamos esperando. ¿Cómo podía haberme reconocido si yo no lo conocía? pensé. Entramos por un largo pasillo de mosaicos dorados. A ambos lados se veían interminables estanterías entre columnas de piedra, repletas de libros en turco, árabe, armenio, griego y copto. Nos detuvimos ante unas puertas grandes como las de la Catedral de Hagia Sofía. Entramos.

El hombre dijo: Usted no debe hablar. Una palabra suya acarrearía consecuencias fatales. Ahora el tiempo y el espacio se suspenden por una hora. Escuché como el sonido de las páginas de cientos de libros que docenas de personas hojeaban, alcancé a escuchar guturales voces en árabe del Corán, la melodía del griego, una voz que me recordaba un poema de Pushkin y también escuché –nítida- la voz de Borges leyendo.

No sé si fue un delirio o efectivamente entraba en un ámbito de letras vivas y sonoras. Una voz airada en francés dijo: "La gente dejará de pensar cuando deje de leer". Era el obsesivo Diderot que estaba en la mesa gigantesca y agitaba las manos delante de un anciano, indescifrable en la penumbra. Sus barbas de sabio longevo lo delataron, era Tolstoi. "Un buen libro es como un diálogo con un hombre de genio, el lector adquiere conocimientos y una imagen de la realidad que le permite comprender la vida".

"Es así -continuó un caballero de larga melena con una cicatriz en la cara- la paradoja de la lectura nos aleja de lo inmediato real, pero nos da el sentido de la realidad". Y reconocí a Dostoyevsky. "Leo de un modo extraño y la lectura actúa sobre mí de manera extraña, algo leído tiempo atrás, al releerlo pareciera que me diera nuevas fuerzas y penetro en su sentido pero al mismo tiempo obtengo la capacidad de crear." Sin palabras, estaba dentro de ellas en Estambul.

 

*Escritor, Ministro Consejero, Embajada de Colombia en Moscú

 

 

 

"El esclavo" de Cuentos Perversos

 

 

 Por Leopold Von Sacher–Masoch

(Traducción de Helmut Pfeiffer)

 

Tomado del libro Cuentos Perversos de Común Presencia Editores

 

Súbitamente, se puso el chal y el sombrero, y tuve que acompañarla al bazar. Allí le enseñaron todos los látigos, algunos largos con mango corto, otros propios para perros.

–Son muy buenos –dijo el vendedor.

–No, son muy pequeños –contestó Wanda, mirándome de reojo–. Los quiero mayores.

–¿Quizá para algún dogo?

–Sí, como aquellos que se usaban en Rusia para los esclavos rebeldes.

Al final eligió uno. Tenía un aire inquietante que me sorprendió.

–Ahora adiós, Severino. Deseo hacer otras compras y no es preciso que me acompañes.

Me despedí y fui a dar un paseo. Al regresar, vi a Wanda salir de una peletería. Me llamó.

–Reflexiónalo bien –comenzó diciéndome de buen humor–. Nunca te he ocultado que tu seriedad y aire soñador me cautivan. Me fascina ver un hombre sincero entregarse enteramente a mí, extasiarse francamente a mis pies; pero, ¿cuánto durará ese encanto? La mujer ama al hombre, pero al esclavo lo pisa y lo maltrata.

–Recházame con el pie, si te has cansado de mí. Deseo ser tu esclavo.

–Yo veo que hay instintos peligrosos dormidos en mí –añadió Wanda al cabo de un rato– y que los despiertas, no ciertamente en tu provecho. ¿Qué dirías tú, tan hábil en pintar las sensaciones del goce, la crueldad y el orgullo, si yo ensayara todo en ti, como Dionisio que hizo quemar al inventor del buey de bronce, dentro de su misma creación para comprobar si sus lamentos y sus quejidos de muerte se parecían realmente al mugido del buey? ¿No podría yo ser un Dionisio hembra?

–Así sea, y mi sueño quedará realizado. Soy tuyo en bien y en mal. Te pertenezco; elige tú misma. La fatalidad me empuja, habita en mi corazón, de una forma diabólica, omnipotente.

Luego encontré su nota: «Amado mío: Hoy no te veré, ni mañana, sino hasta pasado mañana y ya como mi esclavo. Tu dueña, Wanda.»

Las palabras «como mi esclavo», estaban subrayadas. Leí una vez más el papel. Entonces recibí de buen agrado la mañana, y dispuesto a que me ensillaran como a un verdadero burro sabio, me dirigí a la montaña intentando ahogar mi dolor, engañar mis ardientes deseos en la majestuosa naturaleza de los Cárpatos.

Ahora de vuelta, fatigado y hambriento, muriéndome de sed y de amor, me vestí rápidamente y poco después llamé a su puerta.

–¡Adelante!

Entré. Ella, con los brazos cruzados sobre el pecho, estaba en medio de la habitación. Frunció las cejas. Observé su traje de seda de un blanco desvanecido como el día, y su kazabaika escarlata, rodeada de un soberbio armiño. Sobre sus cabellos descansaba una diadema de diamantes.

–¡Wanda! –fui hacia ella en ademán de abrazarla. Ella, midiéndome con la vista de arriba a abajo, retrocedió un paso.

–¡Mi dueña! –me arrodillé y besé la orla de su vestido.

–Está bien.

–¡Cuán bella eres!

–¿Te gusto? –preguntó con altanera satisfacción mientras se aproximó al espejo.

–¡Voy a enloquecer!

Hizo un gesto de desprecio y me contempló de una manera burlona a través de los párpados entornados.

–Dame el látigo.

Miré a mi alrededor buscándolo.

–¡No, continúa de rodillas! –se acercó a la chimenea, tomó el látigo, y mirándome mientras reía, lo hizo silbar en el aire. Luego se levantó muy despacio las mangas de la kazabaika.

Yo murmuraba:

–¡Admirable mujer!

–¡Cállate, esclavo! –su mirada se llenó de un aire sombrío, casi salvaje, y me descargó un latigazo. Luego, instantáneamente pasó con mucha delicadeza su brazo alrededor de mi cuello y compasiva se inclinó hacia mí.

–¿Te he hecho daño? –inquirió confusa y llena de angustia.

–No –respondí–, mas si lo hicieras, los dolores serían un placer para mí. Si te agrada castígame otra vez.

–Pero si no me causa ningún placer...

Una extraña embriaguez se apoderó de mí.

–¡Castígame –rogué–, castígame sin piedad!

Wanda blandiendo el látigo me flageló dos veces.

–¿Es suficiente?

–No.

–¿De veras, no?

–Flagélame, te lo suplico, es un placer para mí.

–Sí, porque no es de verdad y lo sabes, mi corazón no quiere hacerte daño. Este bárbaro juego me repugna; si yo fuera en realidad la mujer que azota a sus esclavos, te espantarías.

–No, Wanda, te amo más que a mí mismo; me he entregado a ti en vida y muerte, y puedes hacer contra mí todo lo que sugiera tu orgullo.

–¡Severino!

–Pisotéame –rogué y me tendí ante ella, de cara al suelo.

–¡Aborrezco las comedias! –exclamó Wanda impaciente.

–Maltrátame.

Hubo una pausa inquietante.

–Severino, ¡te lo advierto por última vez!

–Si de verdad me amas, sé cruel conmigo, supliqué levantando los ojos hacia ella.

–¿Si te amo? ¡Está bien! –retrocedió mirándome sombríamente–. Sé pues, mi esclavo y aprende lo que es haberse entregado a una mujer.

Inmediatamente me dio un puntapié.

–¿Qué tal, esclavo?

Nuevamente blandió el látigo.

–¡Levántate!

Quise hacerlo.

–¡Así no! ¡De rodillas!

Obedecí y comenzó a darme latigazos.

Los golpes llovían, vigorosos sobre mi espalda y mis brazos, cortando mis carnes, dejando una sensación de quemadura; pero este sufrimiento me transportaba porque venía de ella: la adorada; de aquella por quien yo estaba dispuesto en todo instante a entregar mi vida.

Por fin se detuvo.

–Comienza a gustarme este juego, sin embargo por hoy es suficiente; sólo tengo la diabólica curiosidad de indagar hasta dónde llega tu resistencia, la voluptuosidad cruel de sentir cómo tiemblas bajo mi látigo, ver cómo te doblas, oír por fin tus gemidos, tus ayes y tus gritos de dolor, hasta que supliques y yo continúe hiriéndote sin piedad, hasta ver que pierdes el conocimiento y caes. Has despertado en mí instintos peligrosos. Ahora levántate.

Me apoderé ávidamente de su mano para llevármela a los labios.

–¡Qué audacia, no vuelvas a intentar hacerlo porque me enfureces y tendré que castigarte –dijo alejándome con el pie–. ¡Fuera de mi vista, esclavo!

 

 

II Premio Internacional de Novela, Héctor Rojas Herazo

La Unión de Escritores de Sucre (UES) y el Fondo Mixto para la promoción de la Cultura y las Artes de Sucre, con sede en la ciudad de Sincelejo, Sucre, Colombia, convocan al II Premio Internacional de Novela, Héctor Rojas Herazo, ciudad de Sincelejo 2015,  bajo las siguientes bases:

1º. Podrán participar todos los escritores, mayores de 18 años, independientemente de su nacionalidad, presentando en lengua castellana una obra inédita; que no haya obtenido premio en ningún otro concurso y no se encuentre sujeta a compromiso alguno de edición. No podrán participar en este premio los miembros de la junta directiva de la Unión de Escritores de Sucre, ni los funcionarios del Fondo Mixto para la promoción de la Cultura y las Artes de Sucre.

2º. El tema, la forma y el estilo serán libres.

3º. Cada autor podrá presentar una sola novela.

4º. Los autores presentaran al concurso (3) tres originales de la obra, en formato DIN A4, doble espacio, letra Arial, número 12, cosidos por el margen izquierdo, con todas las páginas correctamente numeradas, más un CD con la versión electromagnética. La extensión de los originales tendrá un mínimo de 120 páginas.

5º. Todos los trabajos se presentarán bajo seudónimo, adjuntándose un sobre cerrado dentro del cual el autor pondrá una hoja con los datos personales (nombre, número de documentos de identidad, dirección, teléfono, correo electrónico), nota bio-bibliográfica y declaración jurada de que cumple los requisitos de las bases. En el sobre se indicará únicamente el título de la novela y el seudónimo del autor.

6º. El plazo de admisión comienza con la fecha de la publicación de la presente convocatoria y finaliza el día 15 de marzo de 2015 a las 12 de la noche. La obra y documentación deberá ser remitida con un sobre marcado de la siguiente manera: II PREMIO INTERNACIONAL DE NOVELA HECTOR ROJAS HERAZO, CIUDAD DE SINCELEJO, COLOMBIA, Kra. 39 No. 24B – 110 barrio Florencia, Sincelejo, Sucre, Colombia.

7º. Se establece un único premio dotado con 3.500 (tres mil quinientos) dólares americanos, más la publicación de la obra. El concurso no será declarado desierto y, de acuerdo con los méritos de las novelas restantes, el jurado podrá recomendar Menciones de Honor para los finalistas que no accedieran al premio.

8º. Para otorgar este premio, la Unión de Escritores de Sucre y el Fondo Mixto para la promoción de la Cultura y las Artes de Sucre, designaron un jurado conformado por tres destacados representantes de reconocida prestancia literaria. El fallo de este jurado será inapelable, haciéndose público, por medios locales, nacionales y por la Web, el día 30 de abril de 2015 en la ciudad de Sincelejo, Sucre, Colombia. La premiación se hará en el mes de mayo de 2015, en la ciudad de Sincelejo, en acto solemne dentro de la celebración de la fiesta cultural de Sucre.

9º. El original premiado será publicado por una prestigiosa editorial y difundido por la Unión de Escritores de Sucre (UES) y el Fondo Mixto para la Promoción de la Cultural y las Artes de Sucre. Al novelista ganador se le entregará el 20% de los ejemplares de la primera edición.

10º. La participación en este certamen implica, por parte del ganador, la sesión, exclusiva durante (1) un año, de los derechos de autor, a la Unión de Escritores de Sucre (UES); y el premio en metálico, junto con el 20% de la edición, se entenderá como el pago de los derechos de autor durante el año antes mencionado. En ediciones subsiguientes, posterior al año de sesión de los derechos, libremente pactadas por el autor, tanto éste como la editorial donde la obra se publique se verán obligados a mencionar siempre el nombre del premio con ella obtenido (II PREMIO INTERNACIONAL DE NOVELA HECTOR ROJAS HERAZO, CIUDAD DE SINCELEJO).

11º. La participación en éste premio lleva consigo la total aceptación de estas bases. El incumplimiento de todas o algunas de las bases descritas dará lugar a la eliminación de obra.

12º. Para cualquier diferencia, reclamación o cuestión que hubiese ser dirimida por vía judicial, las partes se someten expresamente a la jurisdicción ordinaria, competente, de la ciudad de Sincelejo, Republica de Colombia, con renuncia expresa a cualquier fuero o jurisdicción que pudiera corresponderles.

 Ampliación de información a los teléfonos:

 Amaury Pérez Banquet.  Móvil: 300-4909906  Email: perezbanquet2@hotmail.com

 

 

CARTAS DE LOS LECTORES

 

LOOCHKARTT Y LA VIOLENCIA. Magistral, como reza la introducción, la pintura del maestro Loochkartt sobre el desplazamiento en Colombia. Es grato que uno de los grandes artistas de nuestro país asuma ese tema tan terrible y con una obra de esa magnitud. Agradezco también en nombre de los numerosos pintores que seguimos ese medio virtual el espacio que siempre le dan a la plástica. Fernando Martínez

 

* * *

POLÍPTICO DE LA VIOLENCIA. Qué buena serie del pintor Loochkartt (pintor colombiano vivo que junto con Maldonado admiro profundamente) "Políptico de la violencia, homenaje a La morada fugitiva. Sobresale en dicha pintura una de las "bajezas" más criminales que han adoptado los grupos alzados en armas y también los grupos criminales o las mal llamadas "Bacrim" (paramilitares reencauchados): la violencia contra la mujer como "trofeo de victoria" y "humillación del vencido". Dicha imagen, en la primera pintura que se nos presenta de este "Políptico", es una mujer desnuda pisoteada por dichos grupos de la infamia. Es increíble que la poesía de la piel de una mujer desnuda, sea degradada en semejantes proporciones; también es increíble que se haya creado el delito del "feminicidio", delito, que, como muchas otra "violaciones a los derechos humanos", queda impune. Uno de los efectos devastadores del "desplazamiento forzado", es la pérdida de la identidad y por supuesto, de la dignidad. Y tomando uno de los enunciados de-veladores de Gonzalo Márquez Cristo de su obra La Palabra Liberada, "¿quién dijo que morir era viajar?", ahora se podría decir "¿quién dijo que viajar era morir?" Juan Carlos Arboleda, cantautor colombiano

 

* * *

CARLOS SKLIAR. Felicito al escritor argentino por esa deliciosa columna sobre el gran Rimbaud, y por ese final donde argumenta que el pensamiento puede salvarnos. Patricia Gómez

 

PARA MARIA BRONNIKOVA. Muy buenos los poemas de la siberiana Bronnikova publicados en Con-Fabulación. Me gustó su atmósfera, su fuerza lírica. Francisco Abril

 

* * *

ALEJANDRO OVALLES BONILLA. Confabulados: hermoso homenaje al terrible espejo del señor Ovalles. Bien también por el de Urrutia publicado anteriormente con el mismo y hermoso tema. Salud! Lorenzo Alzate

 

* * *

 

 

Colección Los Conjurados

 

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