Monday, November 30, 2009

[RED DEMOCRATICA] INFORM.: Discurso por Celebracion del 130 Aniversario de la Batalla de Tarapaca

 

Discurso de Orden pronunciado el 27 de los corrientes en la Legión de Honor de la Benemérita Guardia Civil del Perú, en ocasión de la Celebración del 130º Aniversario de la Batalla de Tarapacá.

Embj. Eduardo Carrillo

                                Deseo que mis primeras palabras sean de gratitud a la Legión de Honor de la Benemérita Guardia Civil  del  Perú,  a la cual me honro en pertenecer, por  haberme conferido el privilegio de tener a mi cargo el Discurso de Orden en tan importante conmemoración  patriótica, celebración solemne,  que los peruanos jamás debemos olvidar por las lecciones que nos dejó.   Nos referimos a la Batalla de Tarapacá.  Enfrentamiento bélico  en el  que a pesar de todas las adversidades que afrontábamos en los frentes  interno y  externo, supimos derrotar a las fuerzas militares de ocupación chilena, en la infausta e injusta guerra de rapiña, mal llamada por muchos de los historiadores "Guerra del Pacífico"

                 Hace  130  años,  es  decir  el  año  1879,  en  un  día   como  hoy  27  de noviembre,  siendo aproximadamente las ocho de la mañana,  nos narra la Historia del Perú, que  las tropas chilenas hicieron sorpresivamente su aparición en Tarapacá,  ante el abatido ejército peruano que  pasaba  la  noche  al  raso,  luego  de  su  penosa  retirada  de San Francisco debido al revés sufrido.  Decimos penosa  porque fueron varios días de incesante caminata por el desierto, sufriendo  hambre  y  sed.   Contingente militar con soldados descalzos  y  andrajosos  y  sin contar con las municiones más elementales.  Situación diferente  la  del ejército chileno, no sólo superior en número,  descansado, bien  alimentado  y  mejor  dotado  de armamento, sino además  incentivado, por la fácil victoria lograda  en San Francisco, simple secuela  de las traiciones que sufrió el Perú.

               Considero oportuno,  describir,  como era la localidad de  Tarapacá,  en donde nuestros heroicos combatientes iban a escribir una  página de gloria para la Nación, además de destacar las condiciones críticas en las que se encontraban.

En este sentido, resulta ilustrativo citar un pasaje de la "Historia de la República del  Perú" de Jorge Basadre : "El  hecho solo de que se mantuviera compacto este ejército parece un milagro. Se hallaba sin recursos, sin abrigo con que  defenderse del violento frío nocturno,  sin agua frente a los calores del día,  sin zapatos.  Si  grandes  habían  sido  los sufrimientos en la marcha de Iquique a San Francisco, peores resultaron ellos ahora, contando con menos elementos de movilidad y aprovisionamiento. Los chilenos se apoderaron pacíficamente , el 23 de noviembre,  del Puerto de Iquique,  cuya  guarnición compuesta  por  entusiastas  civiles armados al mando  del  Coronel  Juan  Miguel  Ríos había partido a  reforzar  al  ejército  de Tarapacá al que llevó municiones que harto necesitaba. Éste, en su marcha de treinta millas por la pampa,  había tenido que dejar  tras de sí  los cañones que se atascaron en la arena. Tampoco contaba con caballería. Sus fuerzas eran, pues, de infantería, generalmente de raza indígena,  hombres oriundos,  por lo tanto,  de clima muy distinto;  pero  a  pesar  de  todo,   capaces  de  estólida  resistencia  frente   al  hambre,  la  fatiga  y  la  sed.   En  el improvisado campamento de Tarapacá las municiones escaseaban tanto como los víveres.

             La aldea de Tarapacá estaba situada al pie de la cordillera, en el fondo de una quebrada de 300 a  400 metros de ancho, dominada por elevados cerros cortados casi a pico y cuyos descensos hasta los más accesibles podían ser ventajosamente defendidos por quienes dominaran  las alturas. Los bolivianos la habían saqueado en su retirada y las casas estaban desiertas".

             Debido a  ello, la insensata y falaz percepción chilena de creer que el triunfo en  esta  batalla jamás les sería esquivo.  El plan de ataque chileno era coger por sorpresa a las tropas peruanas acantonadas en Tarapacá y acabar raudamente con ellas, algo que no pudieron lograr.  Y se equivocaron porque nunca imaginaron que las limitaciones físicas y materiales de nuestros soldados,  iban a ser suplidas por su gran valentía  y arrojo. 

             El ejército chileno disponía de 4,500 hombres, muy bien equipados como se ha dicho,  contra 3,000 hombres  del  ejército peruano.  Inicialmente el número había sido casi igual al del enemigo pero lamentablemente por las limitaciones existentes en el  lugar,  se había tenido que enviar a las tropas  de la  vanguardia que estaban bajo el mando del Coronel Justo Pastor Dávila  y  a  la Primera División conformada por los Batallones "Cazadores del Cusco" y "Cazadores de la Guardia" , al punto  denominado  Pachica,  situado  a tres leguas de distancia.

            Por tal motivo al iniciarse el enfrentamiento con los chilenos, el ejército peruano  contaba  sólo con:

-La Segunda División:  Al mando del  entonces  Coronel  Andrés Avelino Cáceres y  que estaba conformada por los  Batallones  "Dos de Mayo" y "Zepita", integrados  por cuzqueños y ayacuchanos.  Esta División fue la primera en salir a combatir y logró una completa victoria,  en una  lucha sin cuartel  que se prolongó  hasta las cinco de la tarde,  hora en que cesó el fuego.

-La Tercera División:  Que tenía al frente al Coronel Francisco Bolognesi, quien a pesar de estar enfermo y postrado en cama se levantó  para combatir. Integraban dicha unidad militar los Batallones  "Guardias de Arequipa"  y  "4º Ayacucho".  Para la resistencia del ataque chileno contra Tarapacá fueron designados  el  General  Juan Buendía y el Coronel Belisario Suárez.

- Y  lo que quedaba de la División de "Exploradores"  y la División proveniente de Iquique: Con una columna  integrada por obreros bolivianos  que laboraban en las salitreras, además de algunos artilleros y una columna naval de marinos.  Debemos señalar que  precisamente esta unidad proveniente del sur del Perú  encabezada por el Coronel Alfonso Ugarte jugó un papel muy importante en la victoria obtenida por Cáceres.

                       Avanzada la tarde y en pleno ardor de la lucha,  hicieron su aparición las tropas   provenientes  de  Pachica  que habían  sido  llamadas,  o  sea  la vanguardia peruana, la cual inclinó la victoria a favor del Perú, luego de aproximadamente  nueve horas de feroz combate, al  término de las cuales,  el General chileno Luis Arteaga ordenó la retirada general de sus hombres.

                       Como tan acertadamente se ha señalado,  el  principal héroe de la Batalla de Tarapacá fue el soldado peruano anónimo.

                       Según una relación de la época, reproducida por Basadre en su citada obra,  se dice: "Sorprendido por el enemigo cuando menos lo esperaba, casi encerrado en un foso sin salida y cuando por excepcionales circunstancias del momento, así materiales como morales, debía encontrarse tan débil de ánimo como de cuerpo , supo (el soldado) no solamente salir del  foso  para ponerse frente al enemigo que lo dominaba y fusilaba a discreción, sino también combatir valerosamente durante largas horas y conseguir una victoria tan espléndida como inesperada." 

                             Lamentablemente la victoria de Tarapacá no cambió el curso de la campaña.                          

                Es aquí donde debemos resaltar  la destacada participación que le cupo a un personaje,  que es motivo de muy fundamentado orgullo,  para quienes tienen  el honor de pertenecer  a la Policía Nacional del Perú, en ese entonces denominada, Benemérita Guardia Civil del Perú.

               Nos referimos,  como todos ustedes conocen muy bien,  al Héroe Nacional, Guardia Civil MARIANO SANTOS MATEOS,  que pertenecía  a  la Primera Compañía de "Guardias de Arequipa", quien  no había vacilado un instante para hacerse presente en el lugar donde la Patria requería de sus servicios y que exponiendo su vida,  arrebató el estandarte del veterano Regimiento chileno "Segundo de Línea".  Audaz y valerosa acción ésta  que impactó rotundamente en la moral del enemigo y que fue determinante para la victoria conseguida.       

               Debemos precisar,  que los efectivos de la Guardia Civil y Gendarmería, destacados en las diversas circunscripciones del país, por no ser muy numerosos, pasaron a refundirse en las diferentes unidades del Ejército.  Es decir, las fuerzas policiales propiamente dichas,  perdieron  temporalmente  su  identidad  y  sus  miembros  fueron  considerados genéricamente soldados.

                            El Distrito de Lucre, Provincia de Quispicanchis, Departamento del Cusco  vio nacer  en  1849 a  Santos Mateos.   Este ilustre compatriota  era Guardia Civil  y prestaba servicios en Arequipa cuando los chilenos nos declararon la guerra el 05 de abril de 1879.

             Ernesto A. Rivas,  prestigioso maestro y destacado escritor  describe en 1900, con magistral precisión histórica en uno de los  volúmenes  de la obra "Nuestros Héroes",  la participación de nuestro héroe en la Batalla de Tarapacá  y lo hace en los siguientes términos:  "En la Orden General del Ejército acantonado en Arica, correspondiente al día 30 de enero de 1880, se invitaba a los señores Comandantes de División y demás altos jefes y funcionarios públicos para que acompañasen al señor General , Jefe del Primer Ejército del Sur, a  oir  la misa de costumbre en el siguiente día 31. Curiosidad y no pequeña, causó esta cita entre los invitados y todos esperaron impacientes el momento en que se descifrara el enigma que guardaba.

             Llegó éste y el Contralmirante Lizardo Montero, seguido de la selecta comitiva y rodeado por compacta multitud, se dirigió a los corredores del Consulado inglés, donde acostumbraba presenciar el católico sacrificio que se celebraba en la plaza principal del puerto.

              Terminada la augusta ceremonia, el General Montero subió  las gradas de la Iglesia, recibiendo los honores debidos a su alta categoría militar y deteniéndose en la última, paseó la vista por todo el ejército marcialmente formado y llamó en voz alta: Mariano de los  Santos.

             En medio del respetuoso silencio que sucedió a estas palabras, se vio salir de las filas de la Columna "Guardias de Arequipa" a un joven soldado, que con porte digno y lentamente se llegó al General Montero llevando en alto un estandarte chileno bordado de oro.

              Todos los que habían asistido al glorioso combate de Tarapacá reconocieron en el modesto soldado al heroico combatiente de aquel día, que había logrado conquistar con su valor el valioso trofeo de victoria que en las manos llevaba.

              El General Montero cogió el pabellón enemigo y desplegándolo, mostrólo al ejército con estas palabras: "Señores Comandantes Generales, Jefes, oficiales y soldados del Ejército: "Este símbolo de gloria militar que veis en mis manos es el estandarte del Batallón Segundo de Línea de la República de Chile, que en Tarapacá, en el terrible y desigual combate del 27 de noviembre , fue arrebatado a nuestros enemigos por el Guardia Mariano de los Santos  ( y  lo  señaló a éste).

               Los pueblos que, como  el Perú, saben premiar a sus leales y valientes defensores no olvidan nunca hechos como el de este bravo soldado. La Nación dará pues a Mariano de los Santos, la recompensa que merecen sus virtudes militares y la gloria conquistada por él en el campo regado con la sangre de sus compañeros.

                Yo, por mi parte, además de recomendarlo a la consideración nacional y a la  justificación del Gobierno,  quiero darle una prueba palpable de mi admiración,                                              entregándole el título de Inspector y   500 soles  de  plata para que pueda presentarse ante sus compañeros  llevando como es debido el uniforme de la clase a que lo asciendo, en uso de las facultades consiguientes al puesto que ocupo.

                     Este estandarte quedará en esta Capilla hasta que llegue la época en que sea depositado en la Catedral donde Santos vio la luz primera, para que allí sea el símbolo que perpetúe un gran triunfo e inmortalice a un buen hijo de la Patria.

                     ¡Soldados: ¡imitad el ejemplo de Mariano de los Santos!

                     ¡Viva el ejército vencedor de Tarapacá!

                     A  este corto y elocuente discurso siguió una diana general tocada por las bandas de guerra y de música  y los atronadores vivas dados por la multitud al humilde héroe de la brillante jornada del 27 de noviembre de 1879, cuyo mérito acababa de ser honrado".

                     Luego de este merecido reconocimiento, Mariano Santos Mateos  se convirtió en una  leyenda viviente.  Fue llamado "El valiente de Tarapacá" y comparte la gloria de los héroes, junto a Miguel Grau y Francisco Bolognesi.

                      Nuestro héroe el 26 de mayo de 1880,  también luchó  en  la Batalla del Alto de la Alianza,  en donde fue gravemente herido.

                      En 1900 a la edad de 50 años falleció en el Cusco.

                        En un acto de reconocimiento,  de estricta justicia, el Congreso de la República  mediante Ley  Nº 29161 del  19 de diciembre de 2007, le confirió al Alférez PNP Mariano Santos Mateos, héroe de la Batalla de Tarapacá,  a título póstumo el grado honorífico  de  "Gran  General  de  la Policía Nacional del  Perú". 

                     Aquí,  es donde yo quiero hacer un alto en el camino,  para que todos nosotros hagamos  un acto de reflexión.      

                    El notable escritor y político español Gaspar Melchor de Jovellanos  sostenía que:  "El verdadero honor es el que resulta del ejercicio de la virtud y del cumplimiento de los propios deberes".  Del mismo modo, el científico, filósofo y escritor francés  Blaise  Pascal precisaba que: "Para medir el honor de un hombre no hay que mirar sus esfuerzos  sino su vida cotidiana".

                   Sendos pensamientos que encierran verdades incontrastables.

                   Ustedes apreciados Legionarios pertenecen a una  Institución cuyos orígenes como Guardia Civil del Perú se remontan al 31 de diciembre de 1873, fecha en que el Presidente de la República de ese entonces,  don Manuel Pardo y Lavalle, quien fue el Primer Mandatario civil que alcanzó el poder por el voto popular,  dispuso su creación.

                  Posteriormente,  como  es  harto  conocido  y  como  resultado  de  la  labor desempeñada  por una Misión de la Benemérita Guardia Civil Española, que por iniciativa del Presidente Augusto  Bernardino Leguía Salcedo fue la encargada de organizar e instruir en el Perú a la Policía de la República,  el Gobierno peruano dictó un Decreto Supremo  el  03 de julio de 1922, que creó  la "Escuela de la Guardia Civil y Policía de la República".   El objetivo prioritario perseguido  fue organizar un Cuerpo de la Guardia Civil,  similar al español,  sobre la base de las Gendarmerías  existentes en nuestro país.  Así mismo,  conformar la  unidad  denominada  de "Seguridad o de Orden Público",  sobre la base de la antigua Guardia Civil Urbana y Rural,  y  otra,  que se llamaría,  "De Investigación y Vigilancia".

                  Dicha Escuela, en sus inicios,  estuvo  ubicada en la antigua Avenida de los Incas en el Cercado de Lima y  fue inaugurada  el  01 de noviembre del mismo año 1922.  Durante la ceremonia  de inauguración,  a solicitud del Teniente Coronel  GCE  Pedro  Pueyo  y  España,  se colocó un gran letrero con el lema que inspira a la Benemérita Guardia Civil española  "El Honor es su Divisa", el que desde ese momento y con la complacencia del Presidente Leguía,  pasó a ser también el lema de nuestra Guardia Civil del Perú.

                 En el prólogo de la Quinta Edición de su obra "Historia Geopolítica Universal",  allá por 1972, el doctor en Derecho  y en Ciencias Políticas  y  Económicas,  Juan  Beneyto  Pérez,  de nacionalidad española,  adelantándose a su época,  vaticinaba que: "Cuando los Estados nacionales centran su actividad en las áreas de la economía  y  de la cultura, una sociedad pendiente del consumo  y  del  bienestar material puede olvidar,  y  en  efecto  va olvidando, buena parte de las exigencias del espíritu y aun el espíritu mismo de la libertad más típicamente política ,  que  en  ciertas  ocasiones  puede  hacerse  competencia   de  la  organización supranacional". 

                 Ahora, me permito expresarles y lo hago con el mayor respeto y sincero afecto, ustedes mis queridos Legionarios y amigos,  hoy  como Policía Nacional del Perú   desde 1988,  en actividad o en el retiro,  tienen señaladas en forma meridianamente clara, las pautas para ser hombres de honor, esa cualidad moral que lleva al cumplimiento de los propios deberes respecto de la Patria, del prójimo y de uno mismo.  Y no precisamente desde 1922, año que como dijimos se adoptó  el lema que comentamos "El Honor es su Divisa", sino desde mucho antes,  con personajes como Mariano Santos  Mateos que supo  dar incontrastable prueba de ello,  con su  heroica acción personal ,  en momentos  tan dramáticos y  trágicos  para nuestro querido Perú.  Posteriormente,  el  gran legado que les dejaron, entre muchos otros importantes personajes,  Alipio Ponce,  Alcides Vigo,  Benites  Luna  y  los numerosos  policías que han ofrendado abnegadamente sus vidas  en el cumplimiento de sus deberes.  Sin lugar a dudas pertenecen a  una Institución muy rica en historia y tradición.

              Ustedes  tienen en la mayoría de sus unidades el mayor trato diario que tenga  institución alguna del Estado  con nuestro pueblo, con la civilidad entera,  llegando a los lugares más recónditos e inhóspitos  del Perú.   Permítanme que  quien les habla, pueda  orgullosamente  decirles,  que puede dar fe de lo expresado  pues ha tenido el privilegio, durante algunos años, de  compartir satisfacciones  y  frustraciones  con vuestro abnegado personal de servicio,  en las diferentes poblaciones ribereñas a  los ríos Amazonas, Putumayo y Yavarí.

                           Vosotros  por la misión que  debeís  desempeñar,  fieles al cumplimiento de sus deberes,  generan una gran expectativa en la población y por lo mismo ello se convierte en una tremenda  responsabilidad  que no puede ser defraudada.  La ciudadanía entera siempre ha esperado, espera  y  esperará lo mejor de ustedes, más  aun,  cuando vemos que  las diversas sociedades afrontan actualmente, tanto  en el Perú como en el mundo,  una  severa  crisis moral, una crisis de valores que cada día se agudiza más.  El mayor reflejo de esta  calamidad  en nuestra sociedad es el flagelo de la corrupción, que afecta a todos los peruanos pero que principalmente hace más pobres a los pobres.  Debemos tratar de erradicarla del país así como a  su mayor caldo de cultivo, la flagrante impunidad que se enseñorea en el país.

           Es cierto que muchos  de ustedes ya no están actividad  pero  se encuentran en condiciones de aportar su gran experiencia en la materia, la  que aunada al amor que todos sienten por el Perú,  harán pesar siempre su sabio consejo a las generaciones jóvenes de policías. No debemos olvidar, como decía  el escritor y político británico  Edmund  Burke: "El ejemplo es la escuela de la humanidad, la única escuela que puede instruirla". Y yo me permito decirles,  que  esa  Escuela  es  y  deberán  ser  ustedes.

          Alguna vez escuché decir a ese gran maestro y Profesor Emérito universitario, el doctor Juan Vicente Ugarte del Pino, que  la Historia del Perú , desde la Independencia sobre todo, ha sido traicionada pues nos han enseñado una Historia al revés:  con omisiones, con ocultamientos, para justificar una serie de hechos ajenos a nuestro devenir.

         Creo pues,  sin temor a equivocarme,  que ha llegado la hora de empezar a escribir la verdadera  Historia del Perú   y   por lo mismo  debemos  resaltar,  que ceremonias  cívico-patrióticas, como la que hoy nos congrega a todos en este noble recinto,   son las que debemos  cultivar y promover,  el  Perú  las necesita,  hoy  más que nunca.  Jamás debemos olvidar  los hechos heroicos de quienes  han  sido los forjadores de  nuestra verdadera Historia, porque ésta,  se ha escrito con amor y sacrificio y  por tanto,  debemos amar a la Patria como lo más valioso de nuestra existencia.

                       En este sentido,  felicito  a nuestro Presidente de la Legión de Honor de la Benemérita Guardia Civil del Perú, Coronel  PNP-GC  Juan Fischer Ascarza  y  al  General PNP-GC  José Figueroa Rubio, Presidente de ACENESPAR-GC,  por la intensa actividad que realizan con tal propósito.

         Finalmente, agradecer  una vez más,  el honor que se me ha conferido esta noche de poder hacer uso de la palabra en tan importante conmemoración,  reiterarles mi felicitación por los valiosos aportes brindados al país  por vuestra  prestigiosa Institución  y  que,  como dice la letra de vuestro himno "orgullosos de ser lo que somos, los soldados de la abnegación",  volquemos toda esa fuerza moral y física,  en la construcción de un  Perú mejor para nuestros hijos y nietos y para toda nuestra  población en general.   

                                                                                                      

                                                                                                       MUCHAS GRACIAS

                                                                                             Lima, 27 de noviembre de 2009                                                                            

 

 

                                                                               EDUARDO CARLOS CARRILLO HERNANDEZ

                                                                                                     Embajador SDP


 
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